viernes, 20 de agosto de 2021

54

 

Se nota que he estado mirando mucho GTA RP o NoPixel 3.0. Anoche tuve un sueño loquísimo y que me provocaba mucha angustia, aunque visto (recordado) ahora, y más aún de la forma en que lo voy a contar, de manera concisa y sin seriedad alguna, más que angustia puede que provoque risa, porque es una absurdidad tremenda. El contexto ya no lo recuerdo, como suele ocurrir con mis sueños, pero esta vez soñaba que yo era yo (lo cual no es tan obvio, pues a veces sueño que soy otras personas u cosas, a veces no soy nada, un mero ente insustancial y espectador de entuertos ajenos, ya ni hablar de que a veces sueño con películas y argumentos originales) y que andaba en compañía de mi madre, mi abuelo y mi perro chico, el Renato. Mi madre manejaba por una carretera muy resbaladiza y más encima manejaba rápido y despreocupadamente, cambiándose de pista a cada rato y más encima yendo en sentido contrario. Yo, desde luego, pensaba que me iba a morir y, peor, que se iba a morir nuestro perrito. El colmo de la angustia y los nervios y el pánico llega cuando mi madre pierde el control del vehículo mientras va en en la pista de sentido contrario, con autos viniendo en dirección contraria  a la nuestra (obviamente), pero no nos pasa nada porque el mismo descontrol del auto, gracias al suelo resbaladizo, hace que pasemos por entre los espacios que hay entre los autos que vienen en dirección opuesta a la nuestra. Es decir, tuvimos suerte. Luego de ese mini infarto, el auto descontrolado por fin se detiene, justo a la salida de un túnel cuyo extremo en el que nos encontramos es una curva, es decir los autos que vengan por ese túnel hacia nosotros no nos verían hasta último momento, pues la curva provoca esa especie de punto ciego. En esa posición tan desfavorable, mi madre, con toda la calma del mundo (yo le decía que acelerara, se cambiara de pista y condujera con cuidado, por favor), se quita el cinturón, intenta tomar a nuestro perrito y dice que va a salir a caminar, que tiene que ir a un cumpleaños o algo así, mientras yo ya doy por hecho que del túnel saldrá un maldito camión que nos convertirá en papilla. Por suerte no estaba dormido para ver semejante catástrofe, pues me tuve que despertar para iniciar mi día, primero en el Bar Academy y luego en un lugar donde te limpian el sarro de los dientes (idea de mi padre); la tipa que me atendió me dijo que tengo muy buena higiene bucal. Y como decidí darme un día de descanso del estudio y la práctica del bartending, pensé que por qué no hablar de algo por acá.

Uno de las cosas que se me habían quedado en el tintero en el post número 52, o mejor dicho uno de los temas, fue, por supuesto, el gran Rainer Werner Fassbinder, quien encabeza este blog, lo ha encabezado a lo largo de sus casi siete años y lo seguirá encabezando por el resto de la existencia. Fassbinder, un director que me ha volado la cabeza y en cierta forma me cambió la vida. Un hombre de fascinante e intensa carrera cinematográfica, y más bien artística, pues también se dedicó al teatro. Una persona de aguda, filosa, rabiosa, incontestable, rotunda, coherente y sobre todo insobornable mirada humana y cinematográfica. No miento cuando digo que me siento tremendamente identificado con él y que me encantaría ser como él, al menos si hablamos de cine. Me hubiese encantado hacer tres o cuatro o cinco películas cada año todos los años (hablamos de un tipo que en unos trece años escribió y dirigió, entre cortos, largometrajes y miniseries, poco más de cuarenta títulos, sin mencionar sus obras de teatro, ya sean ideas originales o argumentos basados en el trabajo de otros autores, algunos grandes y esenciales). Fassbinder es un cineasta que hizo del cine su vida, que vivía cine, que respiraba y comía cine, que llevaba cine en la sangre y que hacía cine con pasión, vísceras e inteligencia, tanto que sus películas, por más simples que parezcan, son sumamente complejas y pueden abarcar multitud de temas e interpretaciones sin jamás sentirse forzadas o pesadas, siempre fluidas y orgánicas, con la maestría y naturalidad de quien domina el arte narrativo y cinematográfico en su máxima expresión. En sus películas siempre veremos y sentiremos defensas a la libertad del individuo, a la necesidad de quitarse las cadenas y estigmas que te impone la sociedad y los modelos socio-económicos para encontrarte a ti mismo, tu verdadero ser, algo infernalmente difícil, es decir son películas profunda y furiosamente humanistas, también son películas de crítica social, filosóficas, que reflexionan sobre cómo la sociedad altera y modela la forma en que las personas, los individuos, se comportan y aman y odian, lo cual nos lleva a que sus películas de igual forma sean altamente sentimentales y pasionales, sobre amores y desamores, sobre odios y rencores, sobre historias de amantes y familias y amistades, argumentos que son estudios de personajes a la vez que estudios sociales o antropológicos, porque el modelo económico y político impone modelos de ciudadanos y ciudadanas. Fassbinder nos habla sobre las dinámicas y mecánicas del poder, del que tiene el poder, del que lo ejerce, y de quien lo sufre y recibe, sea amor, sea empleo, sea sexo, todo se interrelaciona porque, como les digo, como Fassbinder nos dice, la manera en que nos trata el Estado, las instituciones, las corporaciones, el Capital, es la forma en que nos acostumbraremos a tratar y a ver y a cosificar a nuestras personas alrededor: de manera fría, impersonal, amoral, utilitarista, valorando a las personas según su capacidad de producir dinero u otros bienes, enseñando que ante todo se privilegia el dinero y no los principios. Fassbinder es capaz de desplegar su visión en historias costumbristas sobre una familia de clase trabajadora o de ciencia ficción, contemporáneas e históricas, de manera realista a la vez que simbólica y alegórica, logrando que una historia, por ejemplo "Lili Marleen" o "Veronika Voss", sea la historia de una mujer decadente y venida a menos al mismo tiempo que es la historia de un país, la Alemania en la que Fassbinder nació y creció, que consigo trae tratamientos feministas. Por lo demás, hablamos de un director de exquisito gusto cinematográfico, innovador, rupturista pero también estudioso y cinéfilo, alguien que podía ver cuatro películas al día todos los días, ya sea en los distintos cines de su ciudad como en las salas de edición de una universidad a la que iba a meterse aunque no estudiara ahí (postuló pero no fue aceptado), como quien toma un computador y ve una película sentado en su escritorio. Y aunque Fassbinder, sobre todo con el paso de los años y el irrefrenable consumo de alcohol y drogas (que sólo suspendió para escribir, producir y filmar "Berlin Alexanderplatz", una obra tan personal y apasionante para él que se dijo que debía realizarla en su totalidad sobrio), era una persona que podía considerarse mala persona, cabrón abusivo con hombres y mujeres, que golpeaba y maltrataba psicológicamente a su equipo, a sus parejas, a sus actrices (al inicio de su carrera hizo que Hannah Schygulla y otras se prostituyeran para poder ganarse el sustento diario y financiar las obras de teatro que hacían), como digo, aunque como persona Fassbinder sea alguien sumamente cuestionable (hoy en día estaría cancelado), sigue siendo un modelo de inspiración, un cineasta admirable de extrema valentía y arrojo, un cineasta que de seguro me escupiría y se sentiría decepcionado de mí. Fassbinder, el joven que soñaba con hacer películas, que no fue aceptado en la universidad pero que de todas formas, casi por las malas, se unió a una compañía teatral de la que, a pura base de personalidad y plena confianza en su visión autoral, se convirtió en el líder para luego hacer películas y, con los años, labrar una filmografía plagada de grandes películas, obras maestras, películas notables, en definitiva de un talento innegable y de una calidad arrolladora. Alguien que murió demasiado pronto, demasiado abruptamente.

A propósito de principios y dinero, y con esto iré terminando por hoy, una deportista dedicada al kickboxing inició una campaña online de donaciones para poder financiarse el viaje y la estadía en Egipto, en donde competirá en una importante competencia de su disciplina (creo que es un mundial). Llega Luksic, uno de los hombres más millonarios y poderosos de Chile S.A. (dueño de varios medios de comunicación, se imaginan cómo se informa en ellos), un filántropo de cuarta, que le ofrece dinero para su viaje. La deportista lo rechaza porque no puede aceptar una miserable donación (miserable aunque le financie dos o tres viajes) de un millonario corrupto que ha destruido ecosistemas, que ha destruido la vida de las personas que viven alrededor de sus empresas extractivistas, que evade impuestos como loco, que ha sobornado y burlado la ley en innumerables ocasiones, que ha contribuido a crear mentiras y criminalizar la protesta social, en fin, un delincuente de cuello y corbata del que es mejor mantenerse alejado. Mucha gente la felicita, y con razón. Otra gente la critica y hasta se burla de ella, que jajaja, que te quedas sin viaje "por comunista" (ejem, como ven la ignorancia es tremenda en ciertas personas), que debes aceptarlo porque esto y lo otro. Y es increíble que muchos no entiendan ni comprendan lo que es tener principios, tener principios aunque duela y sea tremendamente difícil. Porque es fácil acepar dinero y hacerse el loco, hacer la vista gorda. Es difícil rechazar algo de vital importancia por razones más bien abstractas, pero reales para la persona que toma la decisión. Somos nuestros principios. Nuestros principios nos definen y la manera en que tratamos nuestros principios también nos define. Yo, por ejemplo, nunca dejaría el vegetarianismo, aunque vinieran a decirme que necesito carne para vivir o algo así. De Steve Jobs decían de todo por su dieta y alimentación, que eran poco menos que la causa de su muerte, aunque el hombre se murió de una enfermedad terminal, y con las enfermedades terminales hay poco que hacer. Pero esos son principios (y ojo, que no idealizo al hombre, que se sabe igual era un cabrón), aunque te traten de loco. Algunos vegetarianos se ponen a comer carne porque se muere alguien, porque la novia rompe con ellos, porque se emborrachan, etc., y supongo que el mundo se les viene abajo y ciertas cosas dejan de tener sentido, y puedo entenderlo: el mundo de por sí es un lugar terrible, caótico y violento, y si nos ponemos a pensar en todas las injusticias y barbaridades que ocurren a diario (todos nos conmocionamos ahora con lo de los talibanes en Afganistán y la desesperación de su población, pero el infierno en la tierra es cosa de todos los días, el infierno es más omnipresente que Dios) de verdad da para pegarse un tiro y adiós mundo cruel, pero si además le sumas a ello alguna tristeza personal, entonces las cosas se sienten aún más frágiles, pero es en esos momentos en donde yo, por ejemplo, me fortalezco en mis principios, mis principios me dan fuerza para resistir las decepciones, los fracasos, la violencia y crueldad que hay en este mundo. Eso, mis principios, y, claro, un poco de desinterés y abulia producto de los sueños rotos, digo, mucho me entusiasma mi posible carrera como bartender y todo lo que podré hacer con mi posible sueldo y demás regalías, pero si mañana me muero por mí bien, total, qué importa, qué importa todo. De todas formas tampoco puedo abstraerme de los sucesos del mundo... Como sea, ¿ustedes aceptarían la donación de un millonario corrupto que representa todo lo contrario de lo que creen? Porque con los impuestos que estos corruptos evaden se podría financiar una férrea estructura de seguridad social, educacional, de salud, cultural y deportiva, pero eso es otro tema...

Por cierto, y ahora sí termino, ¿no les da risa esas personas que se hacen llamar izquierdistas o que creen en valores supuestamente izquierdistas, pero que ante algún escándalo o equivocación de algún político de izquierda parecen renegar de sus supuestos principios y van y votan por alguien de derecha? No lo entiendo. Sí, mira, yo voto por X porque tiene sólidos principios de izquierda y... espera, ¿dijo o hizo algo digno de cancelación? Qué se pudra, voy a votar por su opositor de derecha... Acá en Chile está lleno de esos especímenes. Mira, yo creo en un Estado más fortalecido y robusto y este candidato me representa y... qué, ¿salió a la luz algo feo que dijo en su adolescencia? Listo, eso es todo, mejor voto por su contendor de derecha que quiere potenciar el modelo neoliberal, empobrecer aún más a su población y enriquecer más a los empresarios que saquean y destruyen los recursos naturales y públicos del país. Ridículo, ¿cierto?

En fin, me voy a descansar.

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