Si bien este cortometraje de 23 minutos fue filmado por Rohmer un par de años después de su opera prima -Le signe du Lion-, estaba más interesado en comenzar a revisar la filmografía de este cineasta francés con su serie de filmes llamada "Los seis cuentos morales" que con su debut cinematográfico. Desde luego, este es el primer cuento moral, y una muy buena manera de comenzar esta serie, ya que estamos ante una especie de declaración de intenciones, tanto narrativas como estéticas. En comparación con el resto de los otros cuentos morales, este -quizás por ser el inicio-, se alza entre los mejores, incluso teniendo tan corta duración.
Un joven cuyo nombre jamás se especifica, está enamorado -o al menos encaprichado- de una bella mujer con la que se encuentra todos los días en un barrio parisino mientras camina de su lugar de estudio a casa y vicecersa. Pero, lamentablemente para este sujeto, repentinamente la bella dama no aparece más por el sector. Aturdido, el joven pasea por el barrio, esperando encontrarla. Pero, sin esperarse esto, en una panadería conoce a otra chica que llama bastante su atención. Una disyuntiva interesante, amigo. Si no es una, es otra ¿no?
Haciendo un poco de pequeña historia, un par de años antes, Rohmer debutaba en el cine con Le Signe du Lion -cosa que ya dije, y por tanto ya saben-, pero no le fue bien. Fue un fracaso comercial. Luego de esto, Rohmer no hizo un largo en ocho años más. Mientras tanto, se dedicó a seguir escribiendo en Cahiers du Cinema, y hacer uno que otro corto. Uno de esos cortos es el de este post. Luego viene, el mismo año, La Carriere de Suzanne, filme que dura 54 minutos, bastante cerca de ser un largo; de hecho, Kaurismaki ha hecho filmes de esa duración, Hal Hartley también. Pero en fin, wikipedia y los libros de historia dicen que Rohmer no hizo un largo en ocho años. Quién soy yo para cambiar los hechos.
Como sea, ateniéndome estrictamente a lo que es el corto, veremos que la pequeña y sencilla -pero aún así eficaz y de muchas posibilidades- premisa que sirve como pilar al resto de la historia, es también la de los cinco cuentos morales restantes: un hombre que se ve involucrado sentimentalmente con dos mujeres. Una restricción argumental muy interesante y que aborda temas que, a mi al menos, me parecen emocionantes -siempre y cuando no se traten con sensiblerías baratas y superficialidades de la más alta puerilidad, como en Take this Waltz, con la que todavía sigo enervado-. Uno de esos temas, como no, es la moralidad, que varía de cuento en cuento -a veces más comprensible que en otras-. En cualquier caso, veremos que tal premisa no es algo agobiante ni opresivo para Rohmer, en cuanto al desarrollo dramático se refiere, ya que en ninguna de las seis películas se repite, y siempre da cierto giro a cómo el protagonista se involucra con las otras dos mujeres -y también cuál es la relación que se da entre él y ellas, y qué son y hacen-. Guste o no -eso lo diré con cada post-, cada uno de los cuentos tiene una frescura que se agradece, lo cual hace que el visionado sea bastante entretenido -repito, más allá de si me haya gustado la película o no-.
Más allá de esa "obligación" auto impuesta, Rohmer desarrolla y construye con libertad cada historia de cada cuento. Nunca se le va a ver incómodo.
Veo que todavía no me refiero al corto en sí... supongo que el momento ha llegado. Primero que todo, tengo que decir que el aspecto visual me ha encantado; sin ser una fotografía tan excepcional como la de Sven Nykvist en los filmes de Bergman, o la vista en los de Polanski, o la de Nebraska, su simplicidad y austeridad de medios no quitan que las imágenes sean una delicia. Me han encantado especialmente aquellas en las que el protagonista pasea por el barrio buscando a la mujer que lo encandila. Pero, además de esas, las demás -como la del callejón, cuando habla con la panadera- son también geniales. La relación entre personajes y ciudad me parece fantástica, relación que también tiene que ver con el sentir interior de los protagonistas.
Siguiendo en el plano estético, Rohmer no usa muchos movimientos de cámara -algo que desarrolla con el correr de sus filmes, pero tampoco de manera tan exponencial-, lo suyo son más bien los planos fijos con algún que otro paneo. No escucharemos canciones o bandas sonoras que complementen la atmósfera ni nada por el estilo. La sobriedad audiovisual es la marca de la casa, al menos durante los tres primeros cuentos morales.
Lo otro que también me ha gustado mucho es la manera en que se ha construido y organizado el desarrollo de esta disyuntiva del protagonista. Durante los 23 minutos lo escuchamos únicamente a él gracias a una voz en off -que no es del actor, doblado enteramente por Bertrand Tavernier, que según Rohmer tenía una voz más literaria-, voz que nos lanza todas sus reflexiones en torno a estas dos muchachas. En ocasiones, el corto parecía un ensayo filmado, mezclando las líneas recitadas por el protagonista y las tomas de él caminando por el barrio o las del barrio solo.
Por lo tanto, y tal como será en los cuentos restantes, la película se desarrolla desde el punto de vista del hombre, girando todo la historia desde su mirada, con su voz en off de fondo -recurso no utilizado en La Genou de Claire, la excepción a esta regla narrativa-. Más allá de las dos chicas, el eje es el protagonista y todas sus divagaciones. Si él decidiera irse a otra ciudad, lo más probable es que la película termine en ese mismo instante. Y esto es porque para Rohmer la historia avanza por las reflexiones de los personajes, ya sean recitadas en off, o conversadas en diálogos con otros personajes. Las acciones no importan más que las reflexiones. Como se dice, el cine de Rohmer es dialógico. En este caso, el protagonista actúa bajo sus propias reglas y propósitos, no por que alguien lo chantajee o lo asalte o lo obligue a hacer algo; si hace determinada acción, es porque él mismo lo determinó en algún pensamiento. Libertad y autonomía de acción es lo que tienen los personajes.
Narrativamente, la palabra -ya sea pensada o hablada- es el motor dramático de los hechos. Otra marca de la casa.
En suma, la atmósfera creada por Rohmer, siempre tan quieta y sin artificios, busca retratar la anodinia y constante contradicción en la que viven sus protagonistas -hay matices, pero eso vendrá en el post de cada cuento-.
Particularmente en este corto o mediometraje -alguien dijo que existen micro metrajes-, el ritmo es más rápido que en los filmes posteriores, en parte por el permanente movimiento de su protagonista, en constante búsqueda de la mujer que no es la panadera. Más ritmo para describir la ansiedad del protagonista, ansiedad que disminuye mientras pasa el rato con la panadera, momentos en los que el ritmo se calmaba un poco más. Hay una clara intención narrativa en los mecanismos audiovisuales, pero no es algo demasiado llamativo ni crucial.
A fin de cuentas, "la panadera de Monceau" nos muestra la desfachatez moral de un estudiante involucrado sentimentalmente con dos mujeres; a una se la toma en serio, a la otra no, ¿qué moralidad hay en ello? ¿cómo justifica moralmente su decisión final? Al menos él se justifica, pero no muy bien que digamos -al menos a mi no me convence, jaja-. La moralidad es algo tan subjetivo y conveniente al discurso de cada quien... ¿será la ciudad la que ejerce una mala influencia, banalizando los valores morales con su diversidad de estilos de vida? No lo sé muy bien, a decir verdad. En este caso, Rohmer describe únicamente a un individuo enamorado de una mujer que desaparece, que para evitar estar solo, coquetea con otra mujer porque sí. Si tuviera que decir algo más, algo que ahora relaciono con los otros cuentos morales, es que el entorno no importa mucho, al menos para los protagonistas, jamás influenciados moralmente por el resto de la sociedad: los "males" son portados por los individuos -así como las cosas buenas, etc-. Vamos, en un corto no vamos a ver el gran estudio antropológico y sociológico -y ya que estamos, ninguna película debería concebirse como tal; el cine es pasión y miradas únicas y profundas de la vida y el mundo, no someros estudios ni estadísticas estériles, eso dejémoslo para los robots, ávidos de "conocimiento"-.
Finalmente, este es un corto encantador y simpático, adelanto de lo que serán los cinco cuentos morales restantes, y que por lo mismo, es más un ejercicio cinematográfico que una reflexión profunda como las que se ven posteriormente. Es simple, es encantador, está bien hecho, no se le puede reprochar nada. Me ha gustado.
(Las dos muchachas en discordia son lindísimas. No sé si decidirme por la panadera o por la otra, ambas desbordan encanto y carisma, pura fotogenia).
Haciendo un poco de pequeña historia, un par de años antes, Rohmer debutaba en el cine con Le Signe du Lion -cosa que ya dije, y por tanto ya saben-, pero no le fue bien. Fue un fracaso comercial. Luego de esto, Rohmer no hizo un largo en ocho años más. Mientras tanto, se dedicó a seguir escribiendo en Cahiers du Cinema, y hacer uno que otro corto. Uno de esos cortos es el de este post. Luego viene, el mismo año, La Carriere de Suzanne, filme que dura 54 minutos, bastante cerca de ser un largo; de hecho, Kaurismaki ha hecho filmes de esa duración, Hal Hartley también. Pero en fin, wikipedia y los libros de historia dicen que Rohmer no hizo un largo en ocho años. Quién soy yo para cambiar los hechos.
Como sea, ateniéndome estrictamente a lo que es el corto, veremos que la pequeña y sencilla -pero aún así eficaz y de muchas posibilidades- premisa que sirve como pilar al resto de la historia, es también la de los cinco cuentos morales restantes: un hombre que se ve involucrado sentimentalmente con dos mujeres. Una restricción argumental muy interesante y que aborda temas que, a mi al menos, me parecen emocionantes -siempre y cuando no se traten con sensiblerías baratas y superficialidades de la más alta puerilidad, como en Take this Waltz, con la que todavía sigo enervado-. Uno de esos temas, como no, es la moralidad, que varía de cuento en cuento -a veces más comprensible que en otras-. En cualquier caso, veremos que tal premisa no es algo agobiante ni opresivo para Rohmer, en cuanto al desarrollo dramático se refiere, ya que en ninguna de las seis películas se repite, y siempre da cierto giro a cómo el protagonista se involucra con las otras dos mujeres -y también cuál es la relación que se da entre él y ellas, y qué son y hacen-. Guste o no -eso lo diré con cada post-, cada uno de los cuentos tiene una frescura que se agradece, lo cual hace que el visionado sea bastante entretenido -repito, más allá de si me haya gustado la película o no-.
Más allá de esa "obligación" auto impuesta, Rohmer desarrolla y construye con libertad cada historia de cada cuento. Nunca se le va a ver incómodo.
Veo que todavía no me refiero al corto en sí... supongo que el momento ha llegado. Primero que todo, tengo que decir que el aspecto visual me ha encantado; sin ser una fotografía tan excepcional como la de Sven Nykvist en los filmes de Bergman, o la vista en los de Polanski, o la de Nebraska, su simplicidad y austeridad de medios no quitan que las imágenes sean una delicia. Me han encantado especialmente aquellas en las que el protagonista pasea por el barrio buscando a la mujer que lo encandila. Pero, además de esas, las demás -como la del callejón, cuando habla con la panadera- son también geniales. La relación entre personajes y ciudad me parece fantástica, relación que también tiene que ver con el sentir interior de los protagonistas.
Siguiendo en el plano estético, Rohmer no usa muchos movimientos de cámara -algo que desarrolla con el correr de sus filmes, pero tampoco de manera tan exponencial-, lo suyo son más bien los planos fijos con algún que otro paneo. No escucharemos canciones o bandas sonoras que complementen la atmósfera ni nada por el estilo. La sobriedad audiovisual es la marca de la casa, al menos durante los tres primeros cuentos morales.
Lo otro que también me ha gustado mucho es la manera en que se ha construido y organizado el desarrollo de esta disyuntiva del protagonista. Durante los 23 minutos lo escuchamos únicamente a él gracias a una voz en off -que no es del actor, doblado enteramente por Bertrand Tavernier, que según Rohmer tenía una voz más literaria-, voz que nos lanza todas sus reflexiones en torno a estas dos muchachas. En ocasiones, el corto parecía un ensayo filmado, mezclando las líneas recitadas por el protagonista y las tomas de él caminando por el barrio o las del barrio solo.
Por lo tanto, y tal como será en los cuentos restantes, la película se desarrolla desde el punto de vista del hombre, girando todo la historia desde su mirada, con su voz en off de fondo -recurso no utilizado en La Genou de Claire, la excepción a esta regla narrativa-. Más allá de las dos chicas, el eje es el protagonista y todas sus divagaciones. Si él decidiera irse a otra ciudad, lo más probable es que la película termine en ese mismo instante. Y esto es porque para Rohmer la historia avanza por las reflexiones de los personajes, ya sean recitadas en off, o conversadas en diálogos con otros personajes. Las acciones no importan más que las reflexiones. Como se dice, el cine de Rohmer es dialógico. En este caso, el protagonista actúa bajo sus propias reglas y propósitos, no por que alguien lo chantajee o lo asalte o lo obligue a hacer algo; si hace determinada acción, es porque él mismo lo determinó en algún pensamiento. Libertad y autonomía de acción es lo que tienen los personajes.
Narrativamente, la palabra -ya sea pensada o hablada- es el motor dramático de los hechos. Otra marca de la casa.
En suma, la atmósfera creada por Rohmer, siempre tan quieta y sin artificios, busca retratar la anodinia y constante contradicción en la que viven sus protagonistas -hay matices, pero eso vendrá en el post de cada cuento-.
Particularmente en este corto o mediometraje -alguien dijo que existen micro metrajes-, el ritmo es más rápido que en los filmes posteriores, en parte por el permanente movimiento de su protagonista, en constante búsqueda de la mujer que no es la panadera. Más ritmo para describir la ansiedad del protagonista, ansiedad que disminuye mientras pasa el rato con la panadera, momentos en los que el ritmo se calmaba un poco más. Hay una clara intención narrativa en los mecanismos audiovisuales, pero no es algo demasiado llamativo ni crucial.
A fin de cuentas, "la panadera de Monceau" nos muestra la desfachatez moral de un estudiante involucrado sentimentalmente con dos mujeres; a una se la toma en serio, a la otra no, ¿qué moralidad hay en ello? ¿cómo justifica moralmente su decisión final? Al menos él se justifica, pero no muy bien que digamos -al menos a mi no me convence, jaja-. La moralidad es algo tan subjetivo y conveniente al discurso de cada quien... ¿será la ciudad la que ejerce una mala influencia, banalizando los valores morales con su diversidad de estilos de vida? No lo sé muy bien, a decir verdad. En este caso, Rohmer describe únicamente a un individuo enamorado de una mujer que desaparece, que para evitar estar solo, coquetea con otra mujer porque sí. Si tuviera que decir algo más, algo que ahora relaciono con los otros cuentos morales, es que el entorno no importa mucho, al menos para los protagonistas, jamás influenciados moralmente por el resto de la sociedad: los "males" son portados por los individuos -así como las cosas buenas, etc-. Vamos, en un corto no vamos a ver el gran estudio antropológico y sociológico -y ya que estamos, ninguna película debería concebirse como tal; el cine es pasión y miradas únicas y profundas de la vida y el mundo, no someros estudios ni estadísticas estériles, eso dejémoslo para los robots, ávidos de "conocimiento"-.
Finalmente, este es un corto encantador y simpático, adelanto de lo que serán los cinco cuentos morales restantes, y que por lo mismo, es más un ejercicio cinematográfico que una reflexión profunda como las que se ven posteriormente. Es simple, es encantador, está bien hecho, no se le puede reprochar nada. Me ha gustado.
(Las dos muchachas en discordia son lindísimas. No sé si decidirme por la panadera o por la otra, ambas desbordan encanto y carisma, pura fotogenia).
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