viernes, 9 de mayo de 2014

L'imbalsamatore - 2002


Director: Matteo Garrone

  Se suponía que iba a seguir comentando los cuentos morales de Eric Rohmer, los cinco restantes luego del que comenté ante ayer (La boulangère de Monceau), pero en un ataque de revelación, me dije "qué mierda"; prefiero comentar películas que quiera ver por mí mismo antes que las otras que he tenido que ver para cumplir deberes académicos. Aunque admito que las películas de Rohmer me han gustado -al menos sus categorías no bajan de ser buenas películas-, prefiero comentarlas más adelante, cuando las vea con más ganas.
  Ahora bien, tenía ganas de ver Gomorra, y estuve a punto de hacerlo, pero luego me encontré con esta película que su director hizo antes, y pensé que sería bueno ver qué hizo Garrone antes de su filme sobre la mafia napolitana. Luego de haberla visto, no puedo dejar de pensar que mejor hubiera visto Gomorra; L'imbalsamatore no me ha gustado nada, además de hacerme perder 96 minutos. Lamentable esta película.


  Las cosas comienzan cuando Peppino Profeta -vaya nombre-, un taxidermista o embalsamador -usen el término que prefieran-, va a algún zoológico cualquiera a buscar animales muertos para hacer lo que sabe hacer. En el zoológico en cuestión, Peppino conoce a Valerio, un tipo alto y me imagino apuesto para funciones dramáticas, y ambos comienzan una amistad más o menos interesante en el papel. Como siempre, luego de conocerse, las cosas se vuelven un tanto tormentosas. Ah, claro, casi se me va el detalle de que Peppino es un enano, pero un enano con mucha personalidad, hermano.


  En primera instancia pensé que esta película iba a ser interesante porque tenía la etiqueta de ser "neo-noir", sub-género que me encanta tanto como el mismo noir clásico. Pero al final, en lo que L'imbalsamatore se queda es en un intento, así a secas. Ni buen ni meritorio ni esforzado intento: sólo "un intento". Y uno fallido, eso está claro. Oh, ahí está el apellido: fallido.
  Lo cierto es que si la premisa argumental es nada interesante -un enano taxidermista que toma como alumno a un joven alto y "apuesto"-, el desarrollo posterior de la historia es incluso peor: nada se desarrolla, nada avanza. Más que concentrarse en la trama y la progresión del conflicto, a Garrone parece entusiasmarle más generar una atmósfera noir mediante juegos entre luces y sombras, suaves movimientos de cámara y fondos musicales de jazz envolventes, además de ciertos tópicos del género como la femme fatale. Lamentablemente para Garrone -y ciertamente para nosotros, que somos los que sufrimos viendo su película-, esa atmósfera no se genera, y lo que vemos son despliegues técnicos interesantes pero vacuos ¿De qué sirve ver una secuencia técnicamente bien hecha si lo que sucede no emociona ni interesa? De nada. Es un artilugio que intenta disipar vanamente todos los fallos dramáticos de la trama. Además, dichas secuencias tampoco son un prodigio técnico; lo único dentro de ese apartado que funciona de maravillas es la banda sonora; ese saxofón -me imagino que lo era- suena genial.
  L'imbalsamatore es un envoltorio más o menos decente, pero extremadamente vacío y plano por dentro.


  Entre Garrone -coguionista junto a dos sujetos más- y los actores principales no sé quién tiene más culpa en que esta película sea tan insulsa e insípida.
  Si los personajes en sí son planos y simplificados hasta el insulto, quienes los interpretan no hacen mucho como para elevar en algo la profundidad de unos personajes que en teoría son complejos... en teoría. Por ejemplo, el enano Peppino es un sujeto extraño a todas luces, nadie lo va a negar. Si alguien dice que irradia ternura entonces no hay que dudar de que está mintiendo. Peppino es un sujeto repelente, que por lo mismo se la ha pasado solo y que ante un atisbo de compañía se vuelve loco e intenta no perderla por nada del mundo. Con ese deseo como base debería construirse toda una psicología que venga a justificar en cierta medida su patético comportamiento y los límites que rompe para no alejarse del joven Valerio. Pero la actuación es horrible y el retrato que se hace de Peppino es el de un enano raro y nada más, y no del dañado sujeto que uno debe imaginarse que es. Por otra parte, Valerio es un buen tipo que se deja manipular por los obvios y archi-conocidos jueguitos mentales de Peppino, que debido a ellos deja cosas importantes de lado tales como su esposa e hijo -Valerio es un imbécil de primera, sólo eso explica que no se dé cuenta de que lo manejan como a un títere-. Ahí también debería haber una construcción más elaborada, ya que se nota que Valerio se deja manejar como quiere por Peppino porque hay un sentimiento de fondo -sentimiento apenas tocado un par de veces-. Pero para Garrone era más importante que Valerio fuera alto, musculoso y "apuesto". En esto hay que ser claros: los dos actores actúan espantosamente, en especial el que hace de Valerio, que es un tronco incapaz de dotar a su personaje de algún tipo de emoción. Tiene buena pinta pero como actor, al menos en esta película, fracasa escandalosamente. La única excepción de una actuación decente sería la mujer que hace de la tipa que conocen más o menos a mitad de metraje. Su personaje está mucho mejor ideado que los otros dos y su actriz la interpreta bastante bien -como femme fatale funciona correctamente-. Pero el mayor peso cae en los dos actores principales, y la tarea les queda demasiado grande.


  Además del mal guión y peores actores -menos la chica-, la puesta en escena de Garrone es fría, anodina y soporífera. Vuelvo a cargarla en contra del terrible guión, que no logra construir ni desarrollar la trama de manera decente, pero Garrone pudo haber hecho algo para salvar un poco su película. Ya dije que es un envoltorio decente que no tiene nada por dentro, pero la cosa va más allá de eso, porque además de esa pretendida y fallida atmósfera noir que se intentaba esporádicamente -y sin mucha justificación-, las secuencias restantes tienen una falta de pasión inconmensurable. Oh, que caigo en lo mismo, que los actores no dan emoción, pero insisto en que la puesta en escena es tan plana que la película no interesa en ningún momento. Lo único que quería era que terminara -el final también falla, aunque un par de segundos fueron buenos, esos donde una pistolita entraba en juego-, pero eso se hacía eterno, ya que gracias a la mediocridad de los involucrados la cinta se aletarga hasta el hartazgo. Es insoportable. De verdad, L'imbalsamatore es increíblemente plana. Tal situación se nota desde el inicio, ya que la cinta realmente no termina de afianzarse nunca, y si le sumamos que el ritmo cojea a cada momento... ¿y ya dije que en cada escena hay una falta de pasión terrible?
  En otras palabras, y para ir cerrando este párrafo, no hay encanto, no hay sabor. Cinematográficamente la película no tiene ningún mérito, hace agua por todos lados: un rotundo fracaso.


  ¿Saben en qué manos L'imbalsamatore habría sido -presumiblemente- mejor? En las de Paolo Sorrentino -ganador del último oscar a mejor película extranjera con La Grande Bellezza-, un tipo que ha demostrado con sus hasta el momento seis películas dominar magistralmente el equilibrio entre una estética apabullante y una historia bien desarrollada y construida. No todas me gustaron -me quedo con cuatro de sus seis, lo que es un buen promedio; pueden buscar en el menú para leer lo que he escrito sobre ellas-, pero, gracias a su dominio del lenguaje cinematográfico, el tipo entrega encanto a través de sus películas -a veces mejor, a veces menos-, entre otras cosas más que de seguro a esta película también le falta. Por ejemplo, el personaje de Peppino habría quedado mucho mejor con Sorrentino detrás de las cámaras. Digo, ya le dio encanto a un personaje de apariencia un tanto desagradable en L'amico di famiglia, en la cual el peso de la cinta caía en Geremia de Geremei, cuyo actor salía victorioso. Este enano Peppino tiene cero encanto, y eso era justamente lo que necesitaba para jugar con la ambigüedad de su personaje -tanto él como Geremia son tipos de "buen corazón" pero conductas cuestionables, la diferencia está en que a Geremia se le quiere fácilmente-. Y claro está, Sorrentino habría arreglado el guión, y probablemente habría dejado algo tan bueno como el de Le Conseguenze dell'amore, su segundo y excelente trabajo que también juega con códigos del cine negro.
  Lo dicho, Garrone no se la puede. Un director más confiado habría aprovechado los destellos de calidad, y no habría caído en los gruesos errores como lo hizo el director definitivo. Se metió él solito en un agujero del que no pudo salir.

  Finalmente, estamos ante una historia de amor extraña con posibilidades tiradas a la basura. Si en el fondo esto era una historia de amor, la idea era cimentar un poco la atracción entre los involucrados -algo tocado apenas un par de veces de manera ridícula e inservible, cosa que no hizo más que minimizar su importancia-, algo definitivamente ignorado -lo que demuestra el mal ojo de Garrone-. La complejidad de la curiosa relación se caricaturiza. Cero encanto, cero construcción, cero de todo. Sólo Elisabetta Rocchetti se salva un poco, no es su culpa que esto sea un esperpento.
  Con esta película ya se me quitaron las ganas de ver los otros trabajos de Garrone, como Primo amore o Reality. Quizás las veo más adelante, pero por ahora me voy a ir con Gomorra solamente. Después de todo, era esa la que quería ver en primer lugar. Espero no decepcionarme.

(aunque mala, hay imágenes interesantes)

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...