Esta serie de Showtime terminó la semana pasada, luego de ocho episodios. Nunca pude verlos todos de manera semanal, siempre se me iban acumulando; los dos primeros, luego los dos posteriores, y a lo largo de la semana que pasó, los cuatro finales. Con "Penny Dreadful" termino de comentar las series que acabaron en estas dos últimas semanas, para ponerme al día con las que comenzaron en el mismo período -como la última temporada de "True Blood", o las nuevas "The Leftovers" y "Power"-, y esperar las que se vienen dentro de poco -como la segunda temporada de "Utopia", entre otras varias que me mantendrán increíblemente ocupado pero feliz, a pesar de que varios finales se asoman con sus grandes cuotas de sufrimiento-. La protagonista del post de hoy, una coproducción entre la televisión estadounidense e inglesa, y a modo de introducción, es una serie de impecable factura técnica que no tiene problemas en gustar y enganchar. Yo por lo menos quedé conforme y esperando con todo gusto la segunda temporada que tendrá, para el otro año, diez episodios. Le ha ido bien y no es para nada una sorpresa.
Año 1891, Londres victoriano. Un estadounidense de nombre Ethan y apellido Chandler, llega como la principal atracción de un circo, deslumbrando con su prodigiosa habilidad en el manejo de las pistolas y una certera y letal puntería, además de encantar a una que otra dama con el libido alto. Luego del show, Vanessa Ives, bella y enigmática mujer, se le acerca con un trabajo bajo el brazo, un trabajo que requiere de la destreza de Chandler, además de su valentía y discreción. El dinero no es poco, otro factor a considerar. Ante tamaña oferta, el buen Chandler no puede negarse, y al aceptar ese trabajo nocturno, se mete de lleno en una oscura y sangrienta trama que involucra criaturas de la noche, del más allá, y otros elementos del folclore propio del horror gótico de la época.
El principal gancho con el que contaba la serie, en su etapa de promoción y atracción de espectadores, era que a lo largo de la temporada se iba a relatar una historia completamente ficticia, ciertamente con personajes originales salidos de las mentes de los creadores, pero a su vez aunando famosos y memorables personajes de la literatura de la época, tales como Dorian Gray -cuya novela fue publicada el año 1891, mismo en el que se sitúa la trama de la serie, ¿tendrá que ver?-, un par salidos de "Drácula" de Bram Stoker, además del buen Frankenstein y su monstruosa creación -única novela publicada antes de la época victoriana-. En otras palabras, "Penny Dreadful" es un delicioso y disfrutable popurrí excelentemente ambientado. Además, hay un par de consideraciones que elevan el mérito artístico de la serie: primero, presenta e introduce con riguroso respeto -por la obra original y su legado- y habilidad narrativa a los personajes previamente mencionados, no haciendo uso vano y jactancioso de la imagen de los mismos, sino aprovechando espléndidamente la profundidad de cada uno, y lo mejor, logrando que ninguno de ellos se sienta forzado, inútil o superficial. Hay un estupendo equilibrio entre el eje dramático principal -que es el que los reúne a todos- y las subtramas concernientes a cada personaje sacado de la literatura del siglo XIX; ningún detalle se va por las ramas. Segundo, a pesar de estar incluidos todos estos personajes preexistentes, nunca se pierde ese toque propio y único que le da identidad a la serie. No da la impresión de ser un capricho adolescente que llega al orgasmo por ver a tanto personaje junto, mirándose a los ojos y a veces compartiendo fluidos y pasiones. Es una serie sobre Vanessa Ives, no sobre Dorian Gray, no sobre los vampiros, no sobre los demás; estos son importantes, pero nadie le quita el trono a la protagonista, la verdadera estrella de esta historia.
En otras palabras, "Penny Dreadful" no pierde el norte en la historia que quiere contar, que es la de Vanessa Ives -y Sir Malcolm Murray-. Que incluya tantos personajes de la literatura y folclor gótico es parte del espíritu que le imprimen los creadores, de seguro amantes de este tipo de historias. Además, cosa que viene a confirmar lo anterior, el título de la serie hace clara alusión a las publicaciones baratas -de un penique- que solían relatar historias escabrosas de misterio y violencia, con especial atención a las fantasías con vampiros y otras criaturas. En mi humilde opinión, serían algo así como las novelas pulp del siglo XIX; sólo hay que dejarse llevar por el particular encanto que le imprimen a cada edición.
Como ya dije, "Penny Dreadful" puede presumir de una excelente ambientación del Londres victoriano, desde esas elegantes y fastuosas mansiones de la élite de la ciudad, pasando por los oscuros callejones, alcantarillas y sótanos que esconden cosas inimaginables, bellos parques y zoológicos, hasta los sucios y decadentes puertos en donde suelen pasar la noche vagos, delincuentes, o simples y comunes mortales. Pero a partir de esa cuidada ambientación, la labor de los directores me parece aún mejor. Los dos primeros episodios fueron dirigidos por Juan Antonio Bayona -me sorprendió que Sam Mendes no dirigiera, esta vez sólo se limitó a labores de producción-, director español que saltó a la fama con "El orfanato", justamente una cinta de terror. Su labor, cuyo apartado estético y narratológico tienen que continuar los directores posteriores -sería mucho más fácil que la misma persona dirija todos los episodios de una serie-, es adecuada para el tipo de atmósfera que pretende generar, no fallando en el intento. Siempre con una cámara elegante y fluida, que luego en los momentos más álgidos y "de terror" suele explotar con movimientos rápidos, inestables pero precisos que ajustan perfectamente el tono de la serie, la atmósfera pasa de la incertidumbre total hasta pequeños pero cautivadores y sensuales momentos -como el encuentro entre Vanessa Ives y Dorian Gray en el invernadero-.
La sesión de invocación de espíritus del segundo episodio, así como el séptimo en su totalidad, son claros ejemplos de cómo lograr composiciones y ángulos incómodos que complementan genialmente la intensidad del momento. Del séptimo episodio destaco esos "paseos" de la cámara por los largos pasillos, pasando por puertas y habitaciones sin saber bien qué es lo que se puede aparecer a la vuelta de la esquina. El punto bajo vendrían siendo las escenas de acción y disparos, muy caóticas y en ocasiones inentendibles: comienza la acción, hay muchos disparos, golpes, muebles rotos, gritos, y de repente algo le pone fin, así sin más. No están del todo mal, pero no es necesario poner cinco planos por segundo para lograr una escena de acción decente; a veces el movimiento excesivo de los elementos juega en contra. Con todo, "Penny Dreadful" no es sólo escenas de acción y "de miedo", también están las escenas eróticas, las pausadas y pacíficas, las nostálgicas y melancólicas -están son notables-, etc. A grandes rasgos, en materia de dirección y factura técnica, no hay grandes cosas que reprochar, salvo las mencionadas escenas de acción.
Antes de continuar, me gustaría decir que mi episodio favorito fue el quinto, "Closer than sisters". Era como una especie de relato romántico a la vez erótico y terrorífico, situado en las mansiones de la burguesía, pasado por un filtro de nostalgia y melancolía. Muy bien narrado, y dirigido con suavidad y sensibilidad, para mi es el punto de inflexión de la serie, aquel en el que comienza a dar un paso más allá, a avanzar en la calidad de la trama y la profundidad de la misma. Es el episodio definitivo, y el mejor logrado.
Lo que sí debo reprochar tiene que ver con la trama misma, o al menos con la importancia que algunos aspectos parecen tener en abundancia, y en otros no mostrarse con mayor prolijidad. Toda la trama principal que involucra a Vanessa Ives, Sir Malcolm Murray y la búsqueda de la hija de este, secuestrada por un vampiro, se puede separar en dos frentes: el que tiene que ver con el aspecto personal e interno de los personajes, particularmente de Ives, y el sobrenatural, que involucra a los vampiros y las otras criaturas del más allá. Más que ser una escabrosa historia de peligrosas criaturas -que la es, ya que al fin y al cabo es esto la que inicia y articula la temporada completa-, termina siendo una puramente personal e introspectiva. Las historias humanas prevalecen por sobre las monstruosas, y eso se nota en el enfoque que se le da al hilo conductor: más que salvar a Mina por ser secuestrada, su búsqueda involucra otra de un perdón y una paz espiritual arrebatada en un pasado lleno de heridas.
Lo que secuestró a Mina -la hija de Murray y mejor amiga de Ives- pudo haber sido cualquier cosa con tal de cumplir con el elemento sobrenatural desencadenante de la historia; el vampiro en cuestión carece de importancia, pues lo único que se espera de él es que lleguen a su guarida para alejar a Mina de sus garras y acabar definitivamente con él; claro que el tipo presenta resistencia, de lo contrario la serie se habría acabado en el primer episodio. El vampiro, su tropa y el secuestro de Mina no es más que un McGuffin que hace avanzar la historia hacia los puntos realmente importantes: el pasado de Ives con Mina, la compleja personalidad de la protagonista, y la aceptación propia que se va cuestionando con el correr de los episodios. Como son las cosas, lo central no es Mina y su secuestro, sino Vanessa Ives y ese peligro que lleva en su interior. Por lo mismo, a veces el vampiro y todo el asunto vampírico parece tener más importancia de la que realmente merece, entregando información que a veces llega a aturdir y sin ser finalmente de demasiada utilidad, al menos en la presente temporada. Y esto se nota más a medida que se acerca el final, especialmente desde el quinto episodio, el estupendo "Closer than sisters", durante el cual queda claro que el asunto capital no es el de los vampiros, sino el de los poderes que acechan a Ives y cómo ella se enfrenta a ellos y a sí misma.
Sin duda alguna, me gusta más la vertiente humana, pues tiene una profundidad estupenda y mucho más emocionante que la que tienen los vampiros, que pierden fuerza progresivamente y son completamente prescindibles -lo que queda confirmado al final, que demuestra que lo del vampiro y el secuestro era una mera excusa para contar una historia humana, y en este sentido, la pregunta que el cura le hace a Ives habla por sí sola: "¿Quieres ser normal?"-. El guión, escrito en sus ocho episodios por Logan, tiene una conflictiva dicotomía entre presentar una historia donde los personajes importan más que las acciones, pero permitiendo que las acciones obliguen y guíen en caminos predeterminados a sus protagonistas. Una clara contradicción: los personajes tienen personalidad, tienen un mundo interior, y eso se percibe, pero no se pueden mover con libertad y autonomía, pues deben seguir los puntos narrativos que el guión les dicte. No actúan por voluntad propia -a pesar de tener todo para hacerlo-, sino bajo el peso de un creador que considera que el secuestro debe articular la temporada completa, y no la lucha interior de Vanessa Ives -algo mejor profundizado en la segunda mitad del ciclo-. Una lástima, pues la historia habría quedado mucho mejor quitándole importancia a los vampiros -y toda la historia de los dioses y demonios no queda del todo claro, o al menos con cierta solidez que justifique plenamente su inclusión-.
Bueno, aparte de Vanessa Ives también están las subtramas del joven y brillante Victor Frankenstein y la complicada situación que surge entre él y su creación -además de unirse a Malcolm Murray y Vanessa Ives-; la de Ethan Chandler, el pistolero que ayuda a Ives, que además se enamora de una prostituta que tiene una enfermedad que va recrudeciendo; y la de Dorian Gray, que es mucho más dependiente de las otras tramas, pero aún así sirve para desencadenar sucesos y revelaciones importantes. La trama de Chandler no me parece la gran cosa, pero al menos sirve de algo; por el contrario, la de Frankenstein me parece maravillosa, especialmente porque su creación está magistralmente interpretado y cuenta con una profundidad tremenda -el monólogo que da en el capítulo final, donde dice "me dí cuenta que el monstruo no está en mi rostro, sino en mi alma", es espectacular y conmovedor-.
Y supongo que no puedo acabar el artículo sin mencionar que Eva Green, aquella mujer de penetrante y seductora mirada, es Vanessa Ives. No de qué quejarme sobre ella. Josh Harnett no me cae tan mal como a muchos, y en esta ocasión hace una actuación decente y creíble. Nada espectacular, pero al menos cumple -menos cuando se pone triste, la gran debilidad de los actores sin gran poder interpretativo-. Escribir de los demás me produce pereza, dejemos el apartado actoral hasta acá.
En fin, "Penny Dreadful" es una serie que logra reunir con respeto y habilidad a los personajes mencionados, amén de un guión no tan sólido como podría concluir, principalmente porque da pasos en falso con la excesiva importancia dada al asunto vampírico, aunque al menos se reivindica concentrándose más en el personaje de Eva Green y su profunda complejidad. Además, hay giros muy bien revelados, y sacando capturas, me fijé que a lo largo de los episodios se dejaban más que claras pistas con respecto a ese giro, aunque claro, cuando la revelación no sucede, entonces no todo se hace tan claro como luego de una vez sucedido. Pero que estén ahí para el espectador más observador -a veces me produce culpabilidad e incluso algo de inseguridad no ser tan observador- es un detalle a agradecer -especialmente para un futuro segundo visionado-. Gran ambientación, notable dirección, como conjunto la serie es fantástica, digna y muy disfrutable. La recomiendo, es fácil de ver y apreciar. Además, son ocho episodios, la pueden ver en un santiamén.
Quería acabar, de todas formas, con lo siguiente: lo que más me gustó, más que la trama principal de Vanessa Ives -que, no se equivoquen, me gustó casi tanto como la que voy a revelarles-, es la trágica subtrama del monstruo de Frankenstein, una criatura condenada al eterno sentir -dolor, amor, etc.-. Realmente lo mejor de estos primeros ocho episodios.
Año 1891, Londres victoriano. Un estadounidense de nombre Ethan y apellido Chandler, llega como la principal atracción de un circo, deslumbrando con su prodigiosa habilidad en el manejo de las pistolas y una certera y letal puntería, además de encantar a una que otra dama con el libido alto. Luego del show, Vanessa Ives, bella y enigmática mujer, se le acerca con un trabajo bajo el brazo, un trabajo que requiere de la destreza de Chandler, además de su valentía y discreción. El dinero no es poco, otro factor a considerar. Ante tamaña oferta, el buen Chandler no puede negarse, y al aceptar ese trabajo nocturno, se mete de lleno en una oscura y sangrienta trama que involucra criaturas de la noche, del más allá, y otros elementos del folclore propio del horror gótico de la época.
El principal gancho con el que contaba la serie, en su etapa de promoción y atracción de espectadores, era que a lo largo de la temporada se iba a relatar una historia completamente ficticia, ciertamente con personajes originales salidos de las mentes de los creadores, pero a su vez aunando famosos y memorables personajes de la literatura de la época, tales como Dorian Gray -cuya novela fue publicada el año 1891, mismo en el que se sitúa la trama de la serie, ¿tendrá que ver?-, un par salidos de "Drácula" de Bram Stoker, además del buen Frankenstein y su monstruosa creación -única novela publicada antes de la época victoriana-. En otras palabras, "Penny Dreadful" es un delicioso y disfrutable popurrí excelentemente ambientado. Además, hay un par de consideraciones que elevan el mérito artístico de la serie: primero, presenta e introduce con riguroso respeto -por la obra original y su legado- y habilidad narrativa a los personajes previamente mencionados, no haciendo uso vano y jactancioso de la imagen de los mismos, sino aprovechando espléndidamente la profundidad de cada uno, y lo mejor, logrando que ninguno de ellos se sienta forzado, inútil o superficial. Hay un estupendo equilibrio entre el eje dramático principal -que es el que los reúne a todos- y las subtramas concernientes a cada personaje sacado de la literatura del siglo XIX; ningún detalle se va por las ramas. Segundo, a pesar de estar incluidos todos estos personajes preexistentes, nunca se pierde ese toque propio y único que le da identidad a la serie. No da la impresión de ser un capricho adolescente que llega al orgasmo por ver a tanto personaje junto, mirándose a los ojos y a veces compartiendo fluidos y pasiones. Es una serie sobre Vanessa Ives, no sobre Dorian Gray, no sobre los vampiros, no sobre los demás; estos son importantes, pero nadie le quita el trono a la protagonista, la verdadera estrella de esta historia.
En otras palabras, "Penny Dreadful" no pierde el norte en la historia que quiere contar, que es la de Vanessa Ives -y Sir Malcolm Murray-. Que incluya tantos personajes de la literatura y folclor gótico es parte del espíritu que le imprimen los creadores, de seguro amantes de este tipo de historias. Además, cosa que viene a confirmar lo anterior, el título de la serie hace clara alusión a las publicaciones baratas -de un penique- que solían relatar historias escabrosas de misterio y violencia, con especial atención a las fantasías con vampiros y otras criaturas. En mi humilde opinión, serían algo así como las novelas pulp del siglo XIX; sólo hay que dejarse llevar por el particular encanto que le imprimen a cada edición.
Como ya dije, "Penny Dreadful" puede presumir de una excelente ambientación del Londres victoriano, desde esas elegantes y fastuosas mansiones de la élite de la ciudad, pasando por los oscuros callejones, alcantarillas y sótanos que esconden cosas inimaginables, bellos parques y zoológicos, hasta los sucios y decadentes puertos en donde suelen pasar la noche vagos, delincuentes, o simples y comunes mortales. Pero a partir de esa cuidada ambientación, la labor de los directores me parece aún mejor. Los dos primeros episodios fueron dirigidos por Juan Antonio Bayona -me sorprendió que Sam Mendes no dirigiera, esta vez sólo se limitó a labores de producción-, director español que saltó a la fama con "El orfanato", justamente una cinta de terror. Su labor, cuyo apartado estético y narratológico tienen que continuar los directores posteriores -sería mucho más fácil que la misma persona dirija todos los episodios de una serie-, es adecuada para el tipo de atmósfera que pretende generar, no fallando en el intento. Siempre con una cámara elegante y fluida, que luego en los momentos más álgidos y "de terror" suele explotar con movimientos rápidos, inestables pero precisos que ajustan perfectamente el tono de la serie, la atmósfera pasa de la incertidumbre total hasta pequeños pero cautivadores y sensuales momentos -como el encuentro entre Vanessa Ives y Dorian Gray en el invernadero-.
La sesión de invocación de espíritus del segundo episodio, así como el séptimo en su totalidad, son claros ejemplos de cómo lograr composiciones y ángulos incómodos que complementan genialmente la intensidad del momento. Del séptimo episodio destaco esos "paseos" de la cámara por los largos pasillos, pasando por puertas y habitaciones sin saber bien qué es lo que se puede aparecer a la vuelta de la esquina. El punto bajo vendrían siendo las escenas de acción y disparos, muy caóticas y en ocasiones inentendibles: comienza la acción, hay muchos disparos, golpes, muebles rotos, gritos, y de repente algo le pone fin, así sin más. No están del todo mal, pero no es necesario poner cinco planos por segundo para lograr una escena de acción decente; a veces el movimiento excesivo de los elementos juega en contra. Con todo, "Penny Dreadful" no es sólo escenas de acción y "de miedo", también están las escenas eróticas, las pausadas y pacíficas, las nostálgicas y melancólicas -están son notables-, etc. A grandes rasgos, en materia de dirección y factura técnica, no hay grandes cosas que reprochar, salvo las mencionadas escenas de acción.
Antes de continuar, me gustaría decir que mi episodio favorito fue el quinto, "Closer than sisters". Era como una especie de relato romántico a la vez erótico y terrorífico, situado en las mansiones de la burguesía, pasado por un filtro de nostalgia y melancolía. Muy bien narrado, y dirigido con suavidad y sensibilidad, para mi es el punto de inflexión de la serie, aquel en el que comienza a dar un paso más allá, a avanzar en la calidad de la trama y la profundidad de la misma. Es el episodio definitivo, y el mejor logrado.
Lo que sí debo reprochar tiene que ver con la trama misma, o al menos con la importancia que algunos aspectos parecen tener en abundancia, y en otros no mostrarse con mayor prolijidad. Toda la trama principal que involucra a Vanessa Ives, Sir Malcolm Murray y la búsqueda de la hija de este, secuestrada por un vampiro, se puede separar en dos frentes: el que tiene que ver con el aspecto personal e interno de los personajes, particularmente de Ives, y el sobrenatural, que involucra a los vampiros y las otras criaturas del más allá. Más que ser una escabrosa historia de peligrosas criaturas -que la es, ya que al fin y al cabo es esto la que inicia y articula la temporada completa-, termina siendo una puramente personal e introspectiva. Las historias humanas prevalecen por sobre las monstruosas, y eso se nota en el enfoque que se le da al hilo conductor: más que salvar a Mina por ser secuestrada, su búsqueda involucra otra de un perdón y una paz espiritual arrebatada en un pasado lleno de heridas.
Lo que secuestró a Mina -la hija de Murray y mejor amiga de Ives- pudo haber sido cualquier cosa con tal de cumplir con el elemento sobrenatural desencadenante de la historia; el vampiro en cuestión carece de importancia, pues lo único que se espera de él es que lleguen a su guarida para alejar a Mina de sus garras y acabar definitivamente con él; claro que el tipo presenta resistencia, de lo contrario la serie se habría acabado en el primer episodio. El vampiro, su tropa y el secuestro de Mina no es más que un McGuffin que hace avanzar la historia hacia los puntos realmente importantes: el pasado de Ives con Mina, la compleja personalidad de la protagonista, y la aceptación propia que se va cuestionando con el correr de los episodios. Como son las cosas, lo central no es Mina y su secuestro, sino Vanessa Ives y ese peligro que lleva en su interior. Por lo mismo, a veces el vampiro y todo el asunto vampírico parece tener más importancia de la que realmente merece, entregando información que a veces llega a aturdir y sin ser finalmente de demasiada utilidad, al menos en la presente temporada. Y esto se nota más a medida que se acerca el final, especialmente desde el quinto episodio, el estupendo "Closer than sisters", durante el cual queda claro que el asunto capital no es el de los vampiros, sino el de los poderes que acechan a Ives y cómo ella se enfrenta a ellos y a sí misma.
Sin duda alguna, me gusta más la vertiente humana, pues tiene una profundidad estupenda y mucho más emocionante que la que tienen los vampiros, que pierden fuerza progresivamente y son completamente prescindibles -lo que queda confirmado al final, que demuestra que lo del vampiro y el secuestro era una mera excusa para contar una historia humana, y en este sentido, la pregunta que el cura le hace a Ives habla por sí sola: "¿Quieres ser normal?"-. El guión, escrito en sus ocho episodios por Logan, tiene una conflictiva dicotomía entre presentar una historia donde los personajes importan más que las acciones, pero permitiendo que las acciones obliguen y guíen en caminos predeterminados a sus protagonistas. Una clara contradicción: los personajes tienen personalidad, tienen un mundo interior, y eso se percibe, pero no se pueden mover con libertad y autonomía, pues deben seguir los puntos narrativos que el guión les dicte. No actúan por voluntad propia -a pesar de tener todo para hacerlo-, sino bajo el peso de un creador que considera que el secuestro debe articular la temporada completa, y no la lucha interior de Vanessa Ives -algo mejor profundizado en la segunda mitad del ciclo-. Una lástima, pues la historia habría quedado mucho mejor quitándole importancia a los vampiros -y toda la historia de los dioses y demonios no queda del todo claro, o al menos con cierta solidez que justifique plenamente su inclusión-.
Bueno, aparte de Vanessa Ives también están las subtramas del joven y brillante Victor Frankenstein y la complicada situación que surge entre él y su creación -además de unirse a Malcolm Murray y Vanessa Ives-; la de Ethan Chandler, el pistolero que ayuda a Ives, que además se enamora de una prostituta que tiene una enfermedad que va recrudeciendo; y la de Dorian Gray, que es mucho más dependiente de las otras tramas, pero aún así sirve para desencadenar sucesos y revelaciones importantes. La trama de Chandler no me parece la gran cosa, pero al menos sirve de algo; por el contrario, la de Frankenstein me parece maravillosa, especialmente porque su creación está magistralmente interpretado y cuenta con una profundidad tremenda -el monólogo que da en el capítulo final, donde dice "me dí cuenta que el monstruo no está en mi rostro, sino en mi alma", es espectacular y conmovedor-.
Y supongo que no puedo acabar el artículo sin mencionar que Eva Green, aquella mujer de penetrante y seductora mirada, es Vanessa Ives. No de qué quejarme sobre ella. Josh Harnett no me cae tan mal como a muchos, y en esta ocasión hace una actuación decente y creíble. Nada espectacular, pero al menos cumple -menos cuando se pone triste, la gran debilidad de los actores sin gran poder interpretativo-. Escribir de los demás me produce pereza, dejemos el apartado actoral hasta acá.
En fin, "Penny Dreadful" es una serie que logra reunir con respeto y habilidad a los personajes mencionados, amén de un guión no tan sólido como podría concluir, principalmente porque da pasos en falso con la excesiva importancia dada al asunto vampírico, aunque al menos se reivindica concentrándose más en el personaje de Eva Green y su profunda complejidad. Además, hay giros muy bien revelados, y sacando capturas, me fijé que a lo largo de los episodios se dejaban más que claras pistas con respecto a ese giro, aunque claro, cuando la revelación no sucede, entonces no todo se hace tan claro como luego de una vez sucedido. Pero que estén ahí para el espectador más observador -a veces me produce culpabilidad e incluso algo de inseguridad no ser tan observador- es un detalle a agradecer -especialmente para un futuro segundo visionado-. Gran ambientación, notable dirección, como conjunto la serie es fantástica, digna y muy disfrutable. La recomiendo, es fácil de ver y apreciar. Además, son ocho episodios, la pueden ver en un santiamén.
Quería acabar, de todas formas, con lo siguiente: lo que más me gustó, más que la trama principal de Vanessa Ives -que, no se equivoquen, me gustó casi tanto como la que voy a revelarles-, es la trágica subtrama del monstruo de Frankenstein, una criatura condenada al eterno sentir -dolor, amor, etc.-. Realmente lo mejor de estos primeros ocho episodios.
Fin de la entrada...
Lluvia de capturas
Tal como en su momento Dorian Gray señala en un brindis, "Vanessa Ives es la cosa más misteriosa de Londres", lo que es parte de su encanto. Me ha gustado mucho el personaje y Eva Green es tremenda. Me ha gustado harto la serie, pero lo del vampiro y el secuestro me pareció una ilusión para llegar a lo verdaderamente importante: la profunda personalidad de Vanessa. La pregunta del cura es genial.
ResponderBorrarEn fin, como dices, recomendable total.