Director: Allen Coulter
Me imagino, supongo, inquiero, que quizás debería estar más preocupado por los deberes universitarios que cualquier otra cosa, pues como dicen los padres fundadores y los adultos preocupados, sin título universitario uno no llega a ningún lado. La verdad de las cosas es que estos últimos días he estado preocupado de "Gone girl", la última cinta de David Fincher a la fecha; digo preocupado -o más bien pensativo- porque si bien es de esas películas que uno siempre espera gracias al nombre del director y la fama que le precede, hace no muchos días soñé con la película, con escenas en las que Ben Affleck se disgusta porque su esposa le tiene miedo a algo que aparentemente acecha fuera de la casa, lo que hace que el hombre lleve a los hijos a sus respectivas habitaciones. Ni siquiera sé si el personaje de Affleck y su esposa tienen hijos, pero eso es lo que mi mente generó. ¿Qué quería decir mi subconsciente? Que vaya a verla a los cines... lo haré. Lo habría hecho de todas formas, pero haber soñado con ella me parece inquietantemente interesante. "Hollywoodland" no es de esas películas que te acechan en el mundo de los sueños para que las veas, pero tengo que admitir que me llegó un impulso sustentado en el hecho de que su director, Allen Coulter, ha dirigido episodios de buenas series, una de ellas "Boardwalk Empire" -¿vieron el episodio sexto de la última temporada en curso? Uf, estuvo dolorosamente terrible, pero aún así buenísimo-, por lo que me parecía cuanto menos interesante cómo sería su debut en el cine, cómo se desenvuelve un hombre de televisión en el mundo del cine. Han habido sus pocos buenos casos, y este no es uno de ellos. No es un fiasco, ciertamente, pero tampoco es una gran película. Simplemente correcta, lo cual no es suficiente.
Historia real, o quizás inspiración en hechos reales, ciertamente una mezcla de ambas posibilidades. Todos conocemos a George Reeves, actor de los cincuenta que hizo de Superman en televisión, que deseaba dar saltos importantes en su carrera pero que después de todo tuvo un lamentable final: muerto en su propia habitación debido a un disparo en la cabeza. Suicidio, dicen muchos, pero las interrogantes -junto con la madre del difunto- dicen homicidio. Y un investigador privado se pone a investigar, pues como la policía cree que la muerte fue un suicidio... y ya saben que estos lobos solitarios no pueden faltar en estas historias policiales.
Como toda muerte de celebridad, el asunto deviene en escándalo y luego en un misterio, una conspiración. Mientras más grande la estrella más oscuro el vacío que deja, y mayor la verdad oculta. Al menos esa es la lógica. La muerte de George Reeves he generado toda clase de teorías que señalan que el disparo efectivamente fue un suicidio, que fue obra y gracia de los directivos hollywoodenses, de los amigos, de la novia, de la otra novia o de quien se les venga a la mente, como los reptilianos, illuminatis, etc. No es por burlarme ni mirar en menos el genuino interés en cuestionar lo que se nos dice que fue; menciono lo anterior porque esa, la duda, es la base argumental que cimienta el cuerpo del relato: qué sucedió exactamente, y el motivo detrás de aquello. Y sabemos que al saber el qué y el por qué entonces tenemos la llave para muchas otras respuestas más, la apertura a un mundo desconocido para la mayoría de los mortales, aquellos que miran a sus celebridades favoritas por la tele, una sala de cine o las revistas, y que no tienen el placer de compartir con ellas, o al menos vivir en el mismo barrio. Si la película descubre el qué y el por qué, entonces también nos va a contar algo más, algo que podría hacernos saltar de nuestros asientos. Pero la única verdad con respecto a "Hollywoodland" -siempre me llamó la atención el título, y la respuesta me la dio otra película que no puedo recordar: el famoso e icónico letrero de Hollywood era más largo, específicamente "land" más largo, pero al parecer un incendio o algo asi hizo que esas últimas cuatro letras cayeran- es que no logra absolutamente nada. Para empezar, no esperen respuestas ni cosas por el estilo, ni siquiera un detalle desconocido, pues la película no es nada más que un burdo compendio de teorías y recolecciones de pruebas y testimonios y datos biográficos que se pueden encontrar en wikipedia. Nada más y nada menos. No hay ninguna verdad ni tampoco ninguna intención detrás del guión ni de la producción entera, solamente, quizás, el mero capricho de hacer una película ambientada en aquellos elegantes años, era dorada de, como dicen, la meca del cine. Una película sin actitud, sin poder y sin cine -irónicamente tocando el mundillo ese-, definitivamente: un vacío temporal de dos horas.
Pero la cosa sigue, yo sigo, siempre sigo, siempre me extiendo, nunca puedo limitarme tan sólo a un -gran- párrafo... pero qué le puedo hacer, no puedo evitarlo. Incluso si la película trata, argumentalmente hablando, sobre la nada misma, entonces al menos debe haber algo debajo del mero capricho de hacer una película elegante y dorada, ¿no? Digo, ¿cuál es la excusa de agarrar el caso de George Reeves y especular en torno a él sin llegar a ningún maldito puerto? ¡Aja! La moral que no existe, la decadencia escondida bajo la espuma de champaña, las finas sábanas de Egipto, el anillo de no sé cuántos quilates, etc.: lo negro y repugnante bajo el caparazón dorado hollywoodense: no todo lo que brilla es oro. Digo, hacen películas sobre la solidez de la familia y el respeto por las leyes y los policías, pero en realidad son divorciados que mandan a matar a cualquiera que amenace con revelar a la prensa amarilla sus trapos sucios. Esa es la intención, ¿cierto?, ¿mostrarnos un mundo decadente y vil? No me pareció tal cosa, para serles sincero, y eso que a veces, admito, me voy en la profunda. Pero como dijo un personaje una vez -en una serie o película que no recuerdo-, rasgas al superficie y encuentras más superficie. "Hollywoodland" es un relato hecho a partir de arquetipos y clichés, que intenta ser una especie de retrato de aquel submundo pero que no logra adentrarse ni diez centímetros... no logra ni hacer cosquillas. Da la impresión de que intenta denunciar y transgredir los límites, pero el prácticamente nulo elemento sustancial -sumado, desde luego, a la negativa de Hollywood a darle cabida a una cinta que lo denigra- hace que finalmente todo caiga en el olvido.
Con el final se me vino a la mente que quizás explorar the hollywood lifestyle no era, en realidad, la intención de la película, sino más bien explorar en el humano como individuo; ya saben, el humano que se hizo actor, la humana que se enamoró del actor, el humano investigador privado que indaga el asesinato de otro humano con sentimientos y complejos, la humana esposa del humano investigador privado que le recrimina el tiempo que pasa investigando en desmedro del tiempo que podría pasar con el humano hijo, otro ser que sólo quiere un poquito de amor parental... y humano. Puede que alguien se haya sentido conmovido por la historia del personaje de Adrien Brody -padre demandado por el trabajo y la familia, recuerde- o la caída de Reeves, pero eso sería obra y gracia del espectador conmovido; de hecho, dicho espectador merecería todos los premios y no la película en sí misma, incapaz de dotar de humanidad a sus personajes, simples juguetes y peones que se mueven para que veamos por qué Reeves pudo haber sido asesinado o por qué se pudo haber volado él mismo los sesos.
Como lo ven, a "Hollywoodland" no se le puede agarrar por ningún lado, pues ambas vertientes carecen de profundidad e incluso de fuerza, potencia dramática. Un relato inucuo, eso es lo que es.
Y ya para ir terminando, porque en algún momento tenemos que terminar, la labor de Coulter carece de personalidad y sensibilidad estética propia. Concordemos en que el aspecto técnico es correcto y todo lo demás, pero no hay una mente detrás de aquello, sólo una máquina o un piloto automático. Lo que más se le puede sacar en cara a Coulter es que, tratándose de una película con un misterio central, que por lo demás tiene tintes conspiranoicos, carece de una atmósfera opresiva, agobiante y oscura. Si pretende destapar el sórdido ambiente hollywoodense, pues entonces que la atmósfera creada contenga esa sordidez, esa repulsión, esa oscuridad; si pretende profundizar en la humanidad de los personajes, pues entonces que logre transmitir la emoción que éstos mismos están sintiendo. Y nada de lo anterior se logra llevar a cabo, pues ya dije que "Hollywoodland" no funciona ni como un mero relato policial ni como un drama humano envuelto en un relato policial.
Si la película no tiene respuestas, yo sí las tengo: los personajes no existen, en vez de humanos son androides; y tampoco hay misterio, el relato se pierde en especulaciones en vez de la búsqueda de certezas. ¿Las preguntas? Por qué no conmueve, por qué no inquieta. De todas formas, me permito decir que sí hay buenos momentos, para serles franco hay varios, pero el conjunto no termina de ser memorable ni poderoso.
Ya lo saben, mejor permanezcan en sus asientos, pues nada va a ocurrir y tampoco nada está sucediendo. Por mi parte, mejor me consigo un filtrador de impulsos, y quizás de paso deje de morderme las uñas. Pero antes de irme les quiero aclarar que, después de todo, "Hollywoodland" no es un fiasco ni un bodrio ni una bazofia: es correcta y, si están un poco más despiertos que yo y no tienen padres o personas que esperen hasta que se sienten a ver una película para pedirles estupideces, hasta puede que la disfruten hasta cierto punto. Todo depende de las circunstancias. Se los dejo a su riesgo.
Pero la cosa sigue, yo sigo, siempre sigo, siempre me extiendo, nunca puedo limitarme tan sólo a un -gran- párrafo... pero qué le puedo hacer, no puedo evitarlo. Incluso si la película trata, argumentalmente hablando, sobre la nada misma, entonces al menos debe haber algo debajo del mero capricho de hacer una película elegante y dorada, ¿no? Digo, ¿cuál es la excusa de agarrar el caso de George Reeves y especular en torno a él sin llegar a ningún maldito puerto? ¡Aja! La moral que no existe, la decadencia escondida bajo la espuma de champaña, las finas sábanas de Egipto, el anillo de no sé cuántos quilates, etc.: lo negro y repugnante bajo el caparazón dorado hollywoodense: no todo lo que brilla es oro. Digo, hacen películas sobre la solidez de la familia y el respeto por las leyes y los policías, pero en realidad son divorciados que mandan a matar a cualquiera que amenace con revelar a la prensa amarilla sus trapos sucios. Esa es la intención, ¿cierto?, ¿mostrarnos un mundo decadente y vil? No me pareció tal cosa, para serles sincero, y eso que a veces, admito, me voy en la profunda. Pero como dijo un personaje una vez -en una serie o película que no recuerdo-, rasgas al superficie y encuentras más superficie. "Hollywoodland" es un relato hecho a partir de arquetipos y clichés, que intenta ser una especie de retrato de aquel submundo pero que no logra adentrarse ni diez centímetros... no logra ni hacer cosquillas. Da la impresión de que intenta denunciar y transgredir los límites, pero el prácticamente nulo elemento sustancial -sumado, desde luego, a la negativa de Hollywood a darle cabida a una cinta que lo denigra- hace que finalmente todo caiga en el olvido.
Con el final se me vino a la mente que quizás explorar the hollywood lifestyle no era, en realidad, la intención de la película, sino más bien explorar en el humano como individuo; ya saben, el humano que se hizo actor, la humana que se enamoró del actor, el humano investigador privado que indaga el asesinato de otro humano con sentimientos y complejos, la humana esposa del humano investigador privado que le recrimina el tiempo que pasa investigando en desmedro del tiempo que podría pasar con el humano hijo, otro ser que sólo quiere un poquito de amor parental... y humano. Puede que alguien se haya sentido conmovido por la historia del personaje de Adrien Brody -padre demandado por el trabajo y la familia, recuerde- o la caída de Reeves, pero eso sería obra y gracia del espectador conmovido; de hecho, dicho espectador merecería todos los premios y no la película en sí misma, incapaz de dotar de humanidad a sus personajes, simples juguetes y peones que se mueven para que veamos por qué Reeves pudo haber sido asesinado o por qué se pudo haber volado él mismo los sesos.
Como lo ven, a "Hollywoodland" no se le puede agarrar por ningún lado, pues ambas vertientes carecen de profundidad e incluso de fuerza, potencia dramática. Un relato inucuo, eso es lo que es.
Y ya para ir terminando, porque en algún momento tenemos que terminar, la labor de Coulter carece de personalidad y sensibilidad estética propia. Concordemos en que el aspecto técnico es correcto y todo lo demás, pero no hay una mente detrás de aquello, sólo una máquina o un piloto automático. Lo que más se le puede sacar en cara a Coulter es que, tratándose de una película con un misterio central, que por lo demás tiene tintes conspiranoicos, carece de una atmósfera opresiva, agobiante y oscura. Si pretende destapar el sórdido ambiente hollywoodense, pues entonces que la atmósfera creada contenga esa sordidez, esa repulsión, esa oscuridad; si pretende profundizar en la humanidad de los personajes, pues entonces que logre transmitir la emoción que éstos mismos están sintiendo. Y nada de lo anterior se logra llevar a cabo, pues ya dije que "Hollywoodland" no funciona ni como un mero relato policial ni como un drama humano envuelto en un relato policial.
Si la película no tiene respuestas, yo sí las tengo: los personajes no existen, en vez de humanos son androides; y tampoco hay misterio, el relato se pierde en especulaciones en vez de la búsqueda de certezas. ¿Las preguntas? Por qué no conmueve, por qué no inquieta. De todas formas, me permito decir que sí hay buenos momentos, para serles franco hay varios, pero el conjunto no termina de ser memorable ni poderoso.
Ya lo saben, mejor permanezcan en sus asientos, pues nada va a ocurrir y tampoco nada está sucediendo. Por mi parte, mejor me consigo un filtrador de impulsos, y quizás de paso deje de morderme las uñas. Pero antes de irme les quiero aclarar que, después de todo, "Hollywoodland" no es un fiasco ni un bodrio ni una bazofia: es correcta y, si están un poco más despiertos que yo y no tienen padres o personas que esperen hasta que se sienten a ver una película para pedirles estupideces, hasta puede que la disfruten hasta cierto punto. Todo depende de las circunstancias. Se los dejo a su riesgo.
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