Director: Jason Eisener
Me temo que han sido días de exploitation en mi vida, pues además de haber visto y comentado "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta", apuesta chilena que sale airosa, me encontré con que "WolfCop" estaba, digamos, a la venta, aunque por desgracia sin subtítulos disponibles -para otra ocasión será-. Como tenía la intención de ver aquella cinta de un policía hombre lobo -lo asumo desde el título-, pensé: "¿Por qué no aprovecho de ver otra de explotación?", a lo que me respondí afirmativamente. La elegida es una que en su tiempo me llamó mucho la atención y que cuando la vi me encantó. Ya han pasado tres años desde entonces y mi mirada ha cambiado mucho más que sólo bastante, por lo que la impresión que me deja "Hobo with a shotgun" en esta ocasión ya no es tan grata como aquella primera vez.
Rutger Hauer es un vagabundo que viaja en los vagones traseros de los trenes en busca de su destino y su próximo refugio, uno de los cuales es, sin saber en lo que se mete, "Scum Town", otra de esas infames ciudades o pueblos donde el crimen es altísimo y las buenas constumbres brillan por su ausencia, o mejor dicho por la forma en que son aniquiladas. El panorama es tan caótico e indignante que eventualmente el buen pordiosero decide tomar una pistola, quiero decir una escopeta, y a escopetazo limpio, limpiar la puta ciudad esa.
Lo entiendo, claro que lo entiendo: no se le puede pedir demasiado a una cinta de explotación, pues por definición éstas lo que hacen es tomar un elemento escabroso, como el sexo o la violencia o cualquier otra cosa -a veces todos de una- y, justamente, explotarlos de mil maneras distintas, cada cual más grotesca e imaginativa que la anterior. Esa es la gracia de estas películas, e ir en contra de eso a la hora de evaluarlas negativamente es directamente idiota. No puedo pedir inteligencia o profundidad en la historia ni los planteamientos, ni siquiera personajes perfectamente dibujados o complejos y humanos. Lo que se puede pedir con facilidad a una cinta de explotación es que explote el elemento elegido, y que lo haga bien, con cierta originalidad.
Que el escenario sea una ciudad infame, del pecado, una Poisonville serie-B no es el peor error de la película, incluso cuando una premisa así ya no causa el mismo impacto. No, que todo ocurra en esta repugnante ciudad -o pueblo, mejor dicho- está bien y cumple lo suyo: albergar la mayor cantidad de depravaciones y degradaciones morales posibles con una base de verosimilitud y credibilidad. El pobre Rutger Hauer entra a los terrenos de Scum Town y de inmediato es involuntario espectador de crueles espéctaculos de sadismo y comportamientos parafílicos. Todo esto está bien, de hecho, es de lo mejor de la película. Las mejores escenas eran aquellas en las que se explotaba a la violencia como un circo. Así que en este aspecto podemos poner un lindo y vistoso ticket: la premisa argumental y la ciudad retratada funcionan bien y son coherentes con la propuesta. Segundo: la historia, la trama. En esto tampoco me voy a quejar, pues me parece bastante correcta la manera en que se organizó el relato, dejando que las cosas sucedieran de manera bastante e inesperadamente veloz, pues uno no se imagina que los graves problemas, digo los realmente graves -los que afectan al protagonista, no a los demás extras-, ocurran tan temprano; junto con ello, conflictos y soluciones y nuevos conflictos se van sucediendo con la misma velocidad y "sorpresa" -lo pongo entre comillas para que tampoco se hagan ilusiones vanas-, lo cual hace de "Hobo with a shotgun" una historia entretenida y en ocasiones intensa -desde luego, obviando los agujeros del guión a los cuales uno puede hacer la vista gorda-.
Ahora bien, si la ciudad y la premisa argumental y el desarrollo dramático están correctos dentro de lo que se le puede pedir a una cinta de explotación, una especie de eufemismo para "películas de mierda que se pueden disfrutar y que no ven necesariamente a su público específico como malditos idiotas al estilo espectadores hollywoodenses", ¿entonces por qué demonios digo que la impresión dejada no es grata ni favorable? Pues por cosas que son tan o incluso más importantes, dependiendo del caso -todo siempre varía de película en película; no se puede medir todo con la misma vara-: los personajes, las actuaciones y la dirección de Eisener.
Concordemos en que los personajes funcionan... pero en teoría, en el papel: el gran villano, The Drake, tiene dos hijos llamados Slick e Ivan, quienes dominan la ciudad a través del miedo y la violencia más insana y enferma. Ok, funcionan, claro que sí, pues llega un sujeto que quiere hacer justicia a su manera y ven en él una amenaza; el conflicto surge naturalmente y las fuerzas contrapuestas inevitablemente se tienen que enfrentar. Pero cuando vemos la construcción de los personajes y la actuación de sus actores es cuando las cosas comienzan a decaer y volverse deficientes. Como digo, estos no tienen que ser personajes densos ni complejos, pero son increíblemente simplones e insípidos, incluso para una historia que no exige demasiado, y el trío malvado, que se supone debe ser carismático y divertido, no tiene ningún tipo de gracia, sólo una exagerada pantomima e histrionismo -era necesaria la redundancia-, elementos acentuados aún más por la mala labor de los actores. Tanta gestualidad y gritos simplemente le restan credibilidad y solidez a unos personajes que únicamente provocan vergüenza ajena -no son más que payasos hiperactivos-, y la inevitable pregunta surge de inmediato: "¿Cómo mierda una ciudad de quién sabe cuántos miles de habitantes deja que tres idiotas se adueñen de todo?". El miedo no es una respuesta suficiente, pues juntas una horda y listo, adiós a los idiotas. Los únicos rescatables son los personajes de Rutger Hauer y la prostituta de la que se hace amigo, ambos correctamente elaborados tanto a nivel de guión como de actuación.
También lo que contribuye enormemente a que no nos tomemos en serio a los antagonistas es la dirección de Jason Eisener y el tono paródico con que filma: no se toma lo suficientemente en serio la película, como si el hecho de ser de explotación le diera libertad para hacer cualquier barbaridad que se le venga a la mente y de las maneras más vacuas posibles, como si fueran un chiste en vez de algo un poco más elevado que eso. Debido a ello la dirección, por mas estrafalaria que intente ser, simplemente se nota sin personalidad ni actitud, como siguiendo el manual de "cómo dirigir una película de explotación sin parecer 'cine serio para hipsters'". Eisener es un director de explotación wanna be, un simple y mal intento en vez de filmar la misma historia con un poco más de mirada propia; no filosóficamente hablando, sino a nivel de entretención y explotación, ya saben: "¿Cómo puedo hacer una verdaderamente gran película de explotación? ¿En qué me puedo diferenciar para ser una propuesta fresca?". El buen Ernesto Díaz Espinoza, sabiendo de la ligereza de su cinta "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta", realmente se nota que se concentró a la hora de hacer una historia simple pero directa y efectiva, dirigida además de una manera diferente y un tanto única, no dejándose llevar por "el estilo exploitation" que algunos están tan empecinados en seguir a ciegas para poder impresionar a unos pocos. A dónde se fue la personalidad, me pregunto yo. Y ya ni me refiero al toque sobrenatural de esa dupla llamada La plaga... como si lo fantástico y tenebroso de las tinieblas te hiciera ser más exploitation que lo demás. Un popurrí sin sabor ni identidad, eso es lo que es esta película: un vano intento de llamar la atención, o lo que es casi lo mismo, un cúmulo de sin ideas ordenadas de una manera que disfrace dicha falencia.
En definitiva, "Hobo with a shotgun" es una cinta de explotación fallida, víctima de su propio discurso de amateurismo y B-attitude que termina siendo perjudicial, no sólo hundiendo la interesante base argumental y conflictiva, sino el tono que debió haber tenido, mucho más serio del que en realidad tuvo. Tiene momentos, pero como conjunto deja mucho, mucho que desear. De todas formas, siempre es interesante ver vigilantes destrozando la cabeza de pedófilos, asaltantes, violadores, policías corruptos y simplemente imbéciles que se creen intocables. Pero como dicen, de lo bueno (sic), poco. En fin, ya me aburrí de criticar y ser negativo. Hay mejores propuestas de explotación que ver, y mejor damos un salto atrás en el tiempo, en los años en que el exploitation era mucho más que sólo tripas y balas o sexo; cuando era verdadera transgresión cinematográfica y político-cultural, tomándose lo suficientemente en serio para dejar películas memorables. Jason Eisener no es más que un adolescente jugando a ser sus ídolos.
Rutger Hauer es un vagabundo que viaja en los vagones traseros de los trenes en busca de su destino y su próximo refugio, uno de los cuales es, sin saber en lo que se mete, "Scum Town", otra de esas infames ciudades o pueblos donde el crimen es altísimo y las buenas constumbres brillan por su ausencia, o mejor dicho por la forma en que son aniquiladas. El panorama es tan caótico e indignante que eventualmente el buen pordiosero decide tomar una pistola, quiero decir una escopeta, y a escopetazo limpio, limpiar la puta ciudad esa.
Lo entiendo, claro que lo entiendo: no se le puede pedir demasiado a una cinta de explotación, pues por definición éstas lo que hacen es tomar un elemento escabroso, como el sexo o la violencia o cualquier otra cosa -a veces todos de una- y, justamente, explotarlos de mil maneras distintas, cada cual más grotesca e imaginativa que la anterior. Esa es la gracia de estas películas, e ir en contra de eso a la hora de evaluarlas negativamente es directamente idiota. No puedo pedir inteligencia o profundidad en la historia ni los planteamientos, ni siquiera personajes perfectamente dibujados o complejos y humanos. Lo que se puede pedir con facilidad a una cinta de explotación es que explote el elemento elegido, y que lo haga bien, con cierta originalidad.
Que el escenario sea una ciudad infame, del pecado, una Poisonville serie-B no es el peor error de la película, incluso cuando una premisa así ya no causa el mismo impacto. No, que todo ocurra en esta repugnante ciudad -o pueblo, mejor dicho- está bien y cumple lo suyo: albergar la mayor cantidad de depravaciones y degradaciones morales posibles con una base de verosimilitud y credibilidad. El pobre Rutger Hauer entra a los terrenos de Scum Town y de inmediato es involuntario espectador de crueles espéctaculos de sadismo y comportamientos parafílicos. Todo esto está bien, de hecho, es de lo mejor de la película. Las mejores escenas eran aquellas en las que se explotaba a la violencia como un circo. Así que en este aspecto podemos poner un lindo y vistoso ticket: la premisa argumental y la ciudad retratada funcionan bien y son coherentes con la propuesta. Segundo: la historia, la trama. En esto tampoco me voy a quejar, pues me parece bastante correcta la manera en que se organizó el relato, dejando que las cosas sucedieran de manera bastante e inesperadamente veloz, pues uno no se imagina que los graves problemas, digo los realmente graves -los que afectan al protagonista, no a los demás extras-, ocurran tan temprano; junto con ello, conflictos y soluciones y nuevos conflictos se van sucediendo con la misma velocidad y "sorpresa" -lo pongo entre comillas para que tampoco se hagan ilusiones vanas-, lo cual hace de "Hobo with a shotgun" una historia entretenida y en ocasiones intensa -desde luego, obviando los agujeros del guión a los cuales uno puede hacer la vista gorda-.
Ahora bien, si la ciudad y la premisa argumental y el desarrollo dramático están correctos dentro de lo que se le puede pedir a una cinta de explotación, una especie de eufemismo para "películas de mierda que se pueden disfrutar y que no ven necesariamente a su público específico como malditos idiotas al estilo espectadores hollywoodenses", ¿entonces por qué demonios digo que la impresión dejada no es grata ni favorable? Pues por cosas que son tan o incluso más importantes, dependiendo del caso -todo siempre varía de película en película; no se puede medir todo con la misma vara-: los personajes, las actuaciones y la dirección de Eisener.
Concordemos en que los personajes funcionan... pero en teoría, en el papel: el gran villano, The Drake, tiene dos hijos llamados Slick e Ivan, quienes dominan la ciudad a través del miedo y la violencia más insana y enferma. Ok, funcionan, claro que sí, pues llega un sujeto que quiere hacer justicia a su manera y ven en él una amenaza; el conflicto surge naturalmente y las fuerzas contrapuestas inevitablemente se tienen que enfrentar. Pero cuando vemos la construcción de los personajes y la actuación de sus actores es cuando las cosas comienzan a decaer y volverse deficientes. Como digo, estos no tienen que ser personajes densos ni complejos, pero son increíblemente simplones e insípidos, incluso para una historia que no exige demasiado, y el trío malvado, que se supone debe ser carismático y divertido, no tiene ningún tipo de gracia, sólo una exagerada pantomima e histrionismo -era necesaria la redundancia-, elementos acentuados aún más por la mala labor de los actores. Tanta gestualidad y gritos simplemente le restan credibilidad y solidez a unos personajes que únicamente provocan vergüenza ajena -no son más que payasos hiperactivos-, y la inevitable pregunta surge de inmediato: "¿Cómo mierda una ciudad de quién sabe cuántos miles de habitantes deja que tres idiotas se adueñen de todo?". El miedo no es una respuesta suficiente, pues juntas una horda y listo, adiós a los idiotas. Los únicos rescatables son los personajes de Rutger Hauer y la prostituta de la que se hace amigo, ambos correctamente elaborados tanto a nivel de guión como de actuación.
También lo que contribuye enormemente a que no nos tomemos en serio a los antagonistas es la dirección de Jason Eisener y el tono paródico con que filma: no se toma lo suficientemente en serio la película, como si el hecho de ser de explotación le diera libertad para hacer cualquier barbaridad que se le venga a la mente y de las maneras más vacuas posibles, como si fueran un chiste en vez de algo un poco más elevado que eso. Debido a ello la dirección, por mas estrafalaria que intente ser, simplemente se nota sin personalidad ni actitud, como siguiendo el manual de "cómo dirigir una película de explotación sin parecer 'cine serio para hipsters'". Eisener es un director de explotación wanna be, un simple y mal intento en vez de filmar la misma historia con un poco más de mirada propia; no filosóficamente hablando, sino a nivel de entretención y explotación, ya saben: "¿Cómo puedo hacer una verdaderamente gran película de explotación? ¿En qué me puedo diferenciar para ser una propuesta fresca?". El buen Ernesto Díaz Espinoza, sabiendo de la ligereza de su cinta "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta", realmente se nota que se concentró a la hora de hacer una historia simple pero directa y efectiva, dirigida además de una manera diferente y un tanto única, no dejándose llevar por "el estilo exploitation" que algunos están tan empecinados en seguir a ciegas para poder impresionar a unos pocos. A dónde se fue la personalidad, me pregunto yo. Y ya ni me refiero al toque sobrenatural de esa dupla llamada La plaga... como si lo fantástico y tenebroso de las tinieblas te hiciera ser más exploitation que lo demás. Un popurrí sin sabor ni identidad, eso es lo que es esta película: un vano intento de llamar la atención, o lo que es casi lo mismo, un cúmulo de sin ideas ordenadas de una manera que disfrace dicha falencia.
En definitiva, "Hobo with a shotgun" es una cinta de explotación fallida, víctima de su propio discurso de amateurismo y B-attitude que termina siendo perjudicial, no sólo hundiendo la interesante base argumental y conflictiva, sino el tono que debió haber tenido, mucho más serio del que en realidad tuvo. Tiene momentos, pero como conjunto deja mucho, mucho que desear. De todas formas, siempre es interesante ver vigilantes destrozando la cabeza de pedófilos, asaltantes, violadores, policías corruptos y simplemente imbéciles que se creen intocables. Pero como dicen, de lo bueno (sic), poco. En fin, ya me aburrí de criticar y ser negativo. Hay mejores propuestas de explotación que ver, y mejor damos un salto atrás en el tiempo, en los años en que el exploitation era mucho más que sólo tripas y balas o sexo; cuando era verdadera transgresión cinematográfica y político-cultural, tomándose lo suficientemente en serio para dejar películas memorables. Jason Eisener no es más que un adolescente jugando a ser sus ídolos.
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