Director: Ernesto Díaz Espinoza
En cuanto a lo que es cine chileno, hay un mega-evento que he tenido marcado en mi mente desde que se anunció, y ese sería el estreno de "Santiago Violenta", película que Díaz Espinoza anunció por el 2010 si recuerdo bien y que se pretendía estrenar el 2012, objetivo contrariado por problemas de presupuesto durante el rodaje y una complicada post-producción. Afortunadamente, el estreno ya se fijó: el 27 de noviembre llegará la historia de tres amigos que pasan de ser expertos piscoleros a novatos pistoleros. Pueden ver el teaser trailer acá, y supongo que debe venir una rectificación: el teaser que les dejé es uno que salió hace un par de horas; el primero que salió decía, al final del mismo, la fecha de estreno señalada, pero fue bajado y el actual tan sólo dice "pronto en cines"... ¿problemas de estreno? De verdad espero que no; ya he esperado demasiado y el ansia me está matando -una vez fui a una charla que Díaz Espinoza dio y, para deleite mío y de los demás presentes, mostró unos 25-30 minutos, entre ellos un plano secuencia realmente sensacional, de aquellos que no se olvidan. Lo aseguro con vehemencia: esta película dará que hablar-. Pero en fin, entre medio de dichos problemas financieros, un afligido Ernesto Díaz Espinoza decidió que un poco de amateurismo le vendría bien, por lo que no se hizo esperar el nacimiento de esta película, un muy digno divertimento y un memorable latinexploitation.
Santiago Fernández es un DJ que trabaja en la tanguería de un mafioso argentino llamado Che Longana, quien es el blanco de la Mujer Metralleta. El protagonista, también conocido como "Shago", sin querer se mete en los problemas de su jefe y, en competencia con una legión de sicarios implacables, se lanza a la cacería de la mujer más sanguinaria del continente. Y es que la recompensa es exhorbitante y... vale la pena el intento, ¿cierto?
Digo de inmediato que Ernesto Díaz Espinoza no me parece un gran director, pero sí con el talento suficiente como para lograr cosas interesantes o, al menos, labrarse un prestigio en base a sus intentos. En su caso, es el primer director chileno en hacer la "primera película chilena de...": kung-fu, con su opera prima "Kiltro", que no pude pasar más allá de la mitad porque la encontré malísima -aunque tenía guiños estilísticos interesantes como éste (minuto 24:07), claramente en referencia a esta secuencia de "Mauvais Sang", de Léos Carax-; superhéroe chileno de película con "Mirageman", de la que vi pedazos que mostraban una clara depuración en todos los sentidos; "James Bond chileno" con "Mandrill", otra de la cual sólo he visto buenos pedazos -Díaz Espinoza señaló, en la misma charla que les mencioné arriba, que, "con todo el amor que tiene a sus películas, 'Mandrill' no es coherente consigo misma"-. En el caso de las tres anteriores parece inevitable para Díaz Espinoza el tener que meter el elemento romántico, el de la mujer que hace sufrir al protagonista, que retuerce sus sentimientos de manera tal que se mete en sendos líos. Si me preguntan, el cine de Díaz Espinoza necesita menos amor y más actitud a balazo o puñetazo limpio, aunque supongo que podría afirmarlo mejor una vez que termine de verlas todas. Quedemos en que la mía es una opinión a medias que ya verá si se derrumba o, por el contrario, se fortalece. Tendrá que ser para más adelante, pues ahora mismo prefiero esperar "Santiago Violenta" y listo, que de seguro será de lo mejor que el cine chileno entregue en lo que va de milenio -Díaz Espinoza incluso hizo otra película más que también se estrenará dentro de poco: "Redeemer" o "Redentor", no estoy seguro cuál idioma eligieron para el título oficial-. Siguiendo el repaso, la tan esperada "Santiago Violenta" es la primera película chilena de gangsters y la de hoy, "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es la primera película chilena de explotación. Una más que interesante carrera la de este hombre; carrera que, pienso yo, está recién comenzando a volverse más sólida con estas dos últimas películas, mucho más coherentes con el medio e imaginario local al que pertenencen -aunque los sicarios de acá son estrafalarios, son mucho más convincentes que un James Bond chilensis o un místico y enano maestro de kung-fu que vive en las montañas frente al mar, y lo de convincente lo digo siendo consciente del tipo de película que hablo- y también más conscientes de qué es lo que realmente necesitan, estética y argumentalmente hablando.
Digo, está bien tener referentes cinematográficos, pero hay que mantener un poco "la identidad nacional" presente, algo que en "Kiltro" no se hizo y que causó mi indignación, no como con "Mirageman", que jugaba interesantemente con lo de "superhéroe chileno". En "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta", Díaz Espinoza también acierta al unir sólidamente un imaginario global en cuanto a cine se refiere con la chilenidad, sea lo que sea eso -la referencia a Sam Peckinpah es notoria, así como a la verdadera Mujer Metralleta, un interesante personaje local. Ahí lo tienen: unificación de dos imaginarios-, por lo que la trama nunca deja de sentirse cercana a la vez que respeta el género al que pertenece, nada que ver con "nuestra identidad y/o realidad local" -Díaz Espinoza contaba que los fondos audiovisuales rechazaron financiar su "Santiago Violenta" porque, citando a un miembro del jurado, "Santiago no es violenta"-. El que Shago se pasee por todo Santiago da buena fe de ello: tenemos madera de explotación y policíal sin recurrir descaradamente a "gringadas" o "italianadas" cutres. Chile es buen escenario, y eso es algo que Díaz Espinoza parece haber ido notando más y más con sus películas -con tropezones como tener que filmar un poco de "Mandrill" en Perú, algo hecho para los auspiciadores y no por iniciativa propia, lo que causó eso de la no coherencia-.
"Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es una película intensa y que una vez que comienza con lo suyo, lo que básicamente es al inicio mismo, no se detiene hasta el final; ritmo trepidante y situaciones una detrás de otra, ya sean tiroteos o amenazas o seguimientos o investigaciones, en ningún momento hay pausas, y ese es el gran acierto de esta apuesta: no detenerse a pensar, simplemente actuar y dejarse llevar por el caudal de acontecimientos. El otro gran acierto es que está presente toda la B-Attitude del cine de explotación, sin importarle mucho la seriedad e incluso verosimilitud de lo narrado; la consigna es entretener de maneras escabrosas y grotescas, lo que se cumple cabalmente. También me gustó que la trama no sea del todo predecible y que se permita sorprender con determinados acontecimientos, algo que sin duda logró provocar en mí la primera vez que la vi; no tanto en el sentido de que presenta finales y tramas nunca antes vistas como que se permite dar pequeños giros y amagues argumentales que logran generar una verdadera sensación de incógnita a cómo todo el entuerto se puede solucionar. Sabiendo de la simplicidad de los personajes y de la acción, me parece que el guión está construido de manera bastante inteligente.
En otros detalles, me gustaron las actuaciones de Fernanda Urrejola como la Mujer Metralleta -tiene un rostro muy interesante esta mujer, muy expresivo y honesto-, la de Jorge Alis como el Che Longana -es divertido verle en otras facetas distintas a la de humorista, que lo llevó al Festival de Viña, donde dejó una entretenida rutina-, y la de Mauricio Pesutic -qué tipo ese- como Mekano, un soez y jocoso mecánico.
No se puede decir que le sobren elementos a esta película, pues todo lo visto en ella aporta -incluso el toque romántico, ahora menos presente y cargante que en cintas previas, y, afortundamente, realmente útil-.
Para ir terminando, vale la pena aclarar que "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es mucho más actitud y ganas por hacer películas que verdadero cine, pero eso no es impedimento para disfrutarla sin complejos, pues hay que ser sensato a la hora de mirar distintas películas: "Tráiganme..." va directo al grano en lo que quiere contar, acierta en la manera en cómo quiere contarlo, tiene una pegajosa banda sonora muy ad hoc a la propuesta y logra ser una auténtica película de explotación, que es justamente lo que pretendía ser desde un inicio. Nada más y nada menos. No le pidan a esta película lo que no promete, esto es "cine serio" -como si tal cosa existiese, pero no se me ocurre otra forma de apuntarlo-, sino que déjense llevar por este tornado de violencia, sangre y disparos en la que probablemente sea la primera película realmente sólida echa por Ernesto Díaz Espinoza, un tipo al que hay que seguirlo con cuidado pero que sin duda merece nuestros respetos por hacer lo que hace: películas que le gustan. Eso sí, con que vaya mejorando ya tendremos a uno de los buenos realizadores nacionales. Por mientras, "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es prueba de que puede hacer buenas películas y, espero, "Santiago Violenta" será la que demuestre que se la puede al hacer grandes películas. Habrá que esperar.
Santiago Fernández es un DJ que trabaja en la tanguería de un mafioso argentino llamado Che Longana, quien es el blanco de la Mujer Metralleta. El protagonista, también conocido como "Shago", sin querer se mete en los problemas de su jefe y, en competencia con una legión de sicarios implacables, se lanza a la cacería de la mujer más sanguinaria del continente. Y es que la recompensa es exhorbitante y... vale la pena el intento, ¿cierto?
Digo de inmediato que Ernesto Díaz Espinoza no me parece un gran director, pero sí con el talento suficiente como para lograr cosas interesantes o, al menos, labrarse un prestigio en base a sus intentos. En su caso, es el primer director chileno en hacer la "primera película chilena de...": kung-fu, con su opera prima "Kiltro", que no pude pasar más allá de la mitad porque la encontré malísima -aunque tenía guiños estilísticos interesantes como éste (minuto 24:07), claramente en referencia a esta secuencia de "Mauvais Sang", de Léos Carax-; superhéroe chileno de película con "Mirageman", de la que vi pedazos que mostraban una clara depuración en todos los sentidos; "James Bond chileno" con "Mandrill", otra de la cual sólo he visto buenos pedazos -Díaz Espinoza señaló, en la misma charla que les mencioné arriba, que, "con todo el amor que tiene a sus películas, 'Mandrill' no es coherente consigo misma"-. En el caso de las tres anteriores parece inevitable para Díaz Espinoza el tener que meter el elemento romántico, el de la mujer que hace sufrir al protagonista, que retuerce sus sentimientos de manera tal que se mete en sendos líos. Si me preguntan, el cine de Díaz Espinoza necesita menos amor y más actitud a balazo o puñetazo limpio, aunque supongo que podría afirmarlo mejor una vez que termine de verlas todas. Quedemos en que la mía es una opinión a medias que ya verá si se derrumba o, por el contrario, se fortalece. Tendrá que ser para más adelante, pues ahora mismo prefiero esperar "Santiago Violenta" y listo, que de seguro será de lo mejor que el cine chileno entregue en lo que va de milenio -Díaz Espinoza incluso hizo otra película más que también se estrenará dentro de poco: "Redeemer" o "Redentor", no estoy seguro cuál idioma eligieron para el título oficial-. Siguiendo el repaso, la tan esperada "Santiago Violenta" es la primera película chilena de gangsters y la de hoy, "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es la primera película chilena de explotación. Una más que interesante carrera la de este hombre; carrera que, pienso yo, está recién comenzando a volverse más sólida con estas dos últimas películas, mucho más coherentes con el medio e imaginario local al que pertenencen -aunque los sicarios de acá son estrafalarios, son mucho más convincentes que un James Bond chilensis o un místico y enano maestro de kung-fu que vive en las montañas frente al mar, y lo de convincente lo digo siendo consciente del tipo de película que hablo- y también más conscientes de qué es lo que realmente necesitan, estética y argumentalmente hablando.
"Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es una película intensa y que una vez que comienza con lo suyo, lo que básicamente es al inicio mismo, no se detiene hasta el final; ritmo trepidante y situaciones una detrás de otra, ya sean tiroteos o amenazas o seguimientos o investigaciones, en ningún momento hay pausas, y ese es el gran acierto de esta apuesta: no detenerse a pensar, simplemente actuar y dejarse llevar por el caudal de acontecimientos. El otro gran acierto es que está presente toda la B-Attitude del cine de explotación, sin importarle mucho la seriedad e incluso verosimilitud de lo narrado; la consigna es entretener de maneras escabrosas y grotescas, lo que se cumple cabalmente. También me gustó que la trama no sea del todo predecible y que se permita sorprender con determinados acontecimientos, algo que sin duda logró provocar en mí la primera vez que la vi; no tanto en el sentido de que presenta finales y tramas nunca antes vistas como que se permite dar pequeños giros y amagues argumentales que logran generar una verdadera sensación de incógnita a cómo todo el entuerto se puede solucionar. Sabiendo de la simplicidad de los personajes y de la acción, me parece que el guión está construido de manera bastante inteligente.
En otros detalles, me gustaron las actuaciones de Fernanda Urrejola como la Mujer Metralleta -tiene un rostro muy interesante esta mujer, muy expresivo y honesto-, la de Jorge Alis como el Che Longana -es divertido verle en otras facetas distintas a la de humorista, que lo llevó al Festival de Viña, donde dejó una entretenida rutina-, y la de Mauricio Pesutic -qué tipo ese- como Mekano, un soez y jocoso mecánico.
No se puede decir que le sobren elementos a esta película, pues todo lo visto en ella aporta -incluso el toque romántico, ahora menos presente y cargante que en cintas previas, y, afortundamente, realmente útil-.
Para ir terminando, vale la pena aclarar que "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es mucho más actitud y ganas por hacer películas que verdadero cine, pero eso no es impedimento para disfrutarla sin complejos, pues hay que ser sensato a la hora de mirar distintas películas: "Tráiganme..." va directo al grano en lo que quiere contar, acierta en la manera en cómo quiere contarlo, tiene una pegajosa banda sonora muy ad hoc a la propuesta y logra ser una auténtica película de explotación, que es justamente lo que pretendía ser desde un inicio. Nada más y nada menos. No le pidan a esta película lo que no promete, esto es "cine serio" -como si tal cosa existiese, pero no se me ocurre otra forma de apuntarlo-, sino que déjense llevar por este tornado de violencia, sangre y disparos en la que probablemente sea la primera película realmente sólida echa por Ernesto Díaz Espinoza, un tipo al que hay que seguirlo con cuidado pero que sin duda merece nuestros respetos por hacer lo que hace: películas que le gustan. Eso sí, con que vaya mejorando ya tendremos a uno de los buenos realizadores nacionales. Por mientras, "Tráiganme la cabeza de la mujer metralleta" es prueba de que puede hacer buenas películas y, espero, "Santiago Violenta" será la que demuestre que se la puede al hacer grandes películas. Habrá que esperar.
¡¡YA NO PUEDO ESPERAR!!
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