Director: Nacho Vigalondo
Tal como señalé al final de la entrada-diatriba que le dediqué a esa cochinada que es "WolfCop", me fui a hacer terapia, pero no de la terapia normal; la mía es bastante simple: ver películas. Tenía la esperanza de recuperarme de la mano de una buena película, y lo he logrado. Me siento entusiasmado, alegre, relajado, y con un inusitado optimismo de cara a lo que será el resto de mi vida. Aunque no puedo decir que "WolfCop" sea una propuesta o un ejercicio fílmico -ni siquiera debería tener la osadía de hacerse llamar una película-, tomaremos su alocada idea como el nexo que nos lleve a "Open Windows", una película cuya idea es difícil de explicar en principio -yo nunca comprendí cabalmente qué pretendía Vigalondo, o cómo, hasta que finalmente vi su película (ni siquiera un trailer me ayudó)-, pero que deja de inmediato en claro que lo suyo es un reto, y no uno fácil; es un interesante ejercicio de suspenso que logra cruzar límites y acaba siendo una muy disfrutable y entretenida película que demuestra que su director, Nacho Vigalondo, es mucho más capaz de lo que muchos creen -me da la impresión de que en general se le subestima e ignora, sin saber yo cuál de ambas posibilidades es peor-, básicamente porque sabe qué ingredientes se necesitan de caso a caso. Y en el que nos ocupa... pues el tipo demuestra que sabe lo que hace y que no le tiembla la mano.
Elijah Wood es un sujeto que llega a Austin, Texas, a tener una cita con Sasha Grey como premio por ganar uno de esos concursos de "ten una cita con tu estrella favorita". Sasha Grey se encuentra dando una charla a raíz de su última película, y Wood está en un hotel, esperando la gran cita. Pero ciertos problemas con el premio del concurso devienen en una particular pesadilla para el indefenso y vulnerable Wood, quien deberá introducirse a ciegas en un laberinto tecnológico.
Sí señor, de vez en cuando llegan a nuestras retinas retos, desafíos y experimentos relativos al cómo se desarrolla y narra un relato, al cómo se ejecuta una película, y ciertamente a la combinación de los dos caminos descritos. A veces lo primero está de lujo pero lo segundo no tanto, a veces es lo inverso, a veces los dos están de lujo, a veces los dos dan asco; lo cierto es que ambas vertientes deben aunarse en pos del conjunto en vez de entorpecerse y acabar siendo una merma. Porque eso debe quedar claro: así como una restricción formal suele ofrecer ciertas posibilidades al relato, también establece, inherentemente, limitaciones de índole narrativo. Se me viene a la mente -sin connotaciones negativas... todo lo contrario- "PVC-1", opera prima del grecocolombiano Spiros Stathoulopoulos, que consistía en un único plano secuencia de 80 minutos que, no lo negaremos por ningún momento, era una proeza técnica y una muy buena película que, sin embargo, en ocasiones se veía restringida por el mecanismo elegido, disminuyendo la tensión de tan terrible situación relatada; no me malinterpreten, dicha película lograba sobreponerse a su plano secuencia y no viceversa: a fin de cuentas, una película -un conjunto bien ejecutado, toda una experiencia-. Entonces podemos decir, a raíz de todo lo anterior, que el experimento no lo es todo, que no hace a una película. Tristemente, también hay ejemplos que son todo lo contrario a "PVC-1", en los que el "experimento" es un mero capricho, como esa película que se hizo acá en Chile cuya gran novedad era que fue grabada con la cámara de un celular, sin ofrecer mucho más que esa cuña mediática sin sustento narratológico -se supone que es un found footage, pero el celular vendría dando lo mismo. ¿Experimento? Grabar con celular...-. Pero en el caso de "Open Windows", Vigalondo, que descansa en una pantalla de computador que tiene varias ventanas abiertas, cada una siendo alguna cámara de seguridad o de un celular o del mismo computador, logra sortear dicha restricción formal en pos del relato y de la forma; dicho de otro modo, a diferencia de muchos experimentos cuya ejecución suele traer limitaciones que hay que obedecer a regañadientes, en este caso Vigalondo dispone de un montón de posibilidades que provienen, justamente, de este reto formal -ya no vale mucho la pena llamarle "restricción formal"-. Claro, porque cada ventana trae consigo muchas posibilidades, y si juntas varias ventanas abiertas, entonces tienes un gran universo a partir del cual jugar, manipular, trastocar, confundir todo el entuerto que se desarrolla frente a tus ojos. Y esto hace, damas y caballeros, que "Open Windows" sea mucho más que su interesante y original punto de partida, mucho más que su experimento: es un eficiente ejercicio fílmico de suspenso cuyo peso y buen hacer se logra a partir de todo el mecanismo desplegado.
Yo diría que Nacho Vigalondo sale bien parado de ésta.
PD: No estoy comparando "PVC-1" con "Open Windows", pues es obvio que son películas distintas; simplemente estoy señalando que ambas descansan en lo arriesgado de sus propuestas, cada cual con distintos resultados finales propios de su mecanismo -y que conste, los dos resultados son, cuanto menos, positivos y muy disfrutables; aunque la cinta de Spiros busca removerte la consciencia mientras que la de Vigalondo pretende volarte la cabeza-.
Dicho esto, una vez que la película comienza -o luego de ese trailer falso, bastante ridículo si me preguntan-, la acción transcurre de manera trepidante, siempre manteniendo el suspenso sobre qué sucede, quiénes son los involucrados, hacia dónde nos dirigimos con todo este juego, etc. Se logra captar y mantener la atención del espectador sin mayores complicaciones, no sólo por todo lo de las ventanas abiertas sino porque Vigalondo teje toda una historia que poco a poco va tomando forma de manera ágil y bastante simple, sin demasiadas complejidades. La trama me parece bien contada, con sus buenas pistas dejadas por ahí, cosas sin explicación que luego demuestran el porqué de su sinsentido, otras ventanitas que amenazan con irrumpir de una manera más protagónica, etc.: en esta película vemos cada uno de sus elementos utilizados de manera correcta y efectiva, dando como resultado un conjunto francamente apreciable y estupendo.
La nota baja vendría siendo todo el segmento final, muy estrambótico y rebuscado para su propio bien, incluso para la propia naturaleza de la película, más dada a la sugestión y el suspenso que a las mil respuestas por minuto, cada cual más reveladora que la anterior, cada cual conteniendo algún giro que confunda más y más nuestras mentes. Vigalondo quiso pasarse de listo y todo el segmento de las resoluciones sufre de esa ambición, quitándole a la película el piso que se había construido hasta entonces -¿al final en qué queda todo? ¿En un capricho o en un plan maestro? ¿Verdaderamente tiene explicación la cosa? Mi teoría: sin tanto giro fatuo, la trama y sus motivaciones habrían calado mejor en el espectador, no generándose esa distancia que queda al final para con la historia; y es que la explicación más simple es la mejor, ¿o no?-. No exagero al decir que es probable que el tramo final de "Open Windows" tenga la mayor cantidad de giros argumentales por minuto, muy poco verosímil como para tomárselo realmente en serio. Por suerte el asunto no es excesivo en tiempo y no alcanza a molestar en demasía; al menos a mí, que me saltó un poco la cosa, no terminó por enojarme o algo similar. Sí, es de locos y muy rebuscado como para aceptarlo de buenas a primeras, incluso innecesario se hace tanto alboroto y revelación, pero no considero que el enrevesado final arruine la buena película que "Open Windows" es hasta ese momento -que pasa a ser tan sólo irregular... y que se alegre, pues a otros el pasarse de listos les acaba por sepultar: Vigalondo la sacó barata-.
Con todo, es una trama atrayente la que se va desarrollando.
Y, para no dejar esta entrada sin el toque interpretativo o el qué quiso decir el director, Vigalondo critica a la gente que alimenta todo el fenómeno de la viralización más que a la viralización en sí; después de todo, son los personajes, los importantes y los miles de anónimos -incluidos nosotros, malditos mirones-, quienes pervierten algo que, en buenas manos -o sin manos encima, sin ir más lejos-, puede ser en extremo útil. También puede ser una crítica a la maquinaria industrial de la fama y a algunos famosillos, pero nos estaríamos poniendo demasiado rebuscados, y esa no es la idea.
En definitiva, "Open Windows" es una entretenida y muy bien lograda pelicula que tiene suspenso, humor, una buena trama, un más que interesante mecanismo a la hora de narrar los hechos, y mucha eficiencia amén de un director ingenioso, tan loco como enfocado a la vez. Ya dije el punto bajo, pero dejémoslo de lado, miren que no es tan, tan malo como algunos podrían hacerlo parecer -he visto peores giros en producciones mejor apreciadas por la crítica y el gran público-. En fin, digna película de entretención. Vale mucho la pena verla... y yo sigo confiando en Vigalondo. El tipo no me decepciona -pero que quede claro, no lo considero un líder revolucionario-.
Sí señor, de vez en cuando llegan a nuestras retinas retos, desafíos y experimentos relativos al cómo se desarrolla y narra un relato, al cómo se ejecuta una película, y ciertamente a la combinación de los dos caminos descritos. A veces lo primero está de lujo pero lo segundo no tanto, a veces es lo inverso, a veces los dos están de lujo, a veces los dos dan asco; lo cierto es que ambas vertientes deben aunarse en pos del conjunto en vez de entorpecerse y acabar siendo una merma. Porque eso debe quedar claro: así como una restricción formal suele ofrecer ciertas posibilidades al relato, también establece, inherentemente, limitaciones de índole narrativo. Se me viene a la mente -sin connotaciones negativas... todo lo contrario- "PVC-1", opera prima del grecocolombiano Spiros Stathoulopoulos, que consistía en un único plano secuencia de 80 minutos que, no lo negaremos por ningún momento, era una proeza técnica y una muy buena película que, sin embargo, en ocasiones se veía restringida por el mecanismo elegido, disminuyendo la tensión de tan terrible situación relatada; no me malinterpreten, dicha película lograba sobreponerse a su plano secuencia y no viceversa: a fin de cuentas, una película -un conjunto bien ejecutado, toda una experiencia-. Entonces podemos decir, a raíz de todo lo anterior, que el experimento no lo es todo, que no hace a una película. Tristemente, también hay ejemplos que son todo lo contrario a "PVC-1", en los que el "experimento" es un mero capricho, como esa película que se hizo acá en Chile cuya gran novedad era que fue grabada con la cámara de un celular, sin ofrecer mucho más que esa cuña mediática sin sustento narratológico -se supone que es un found footage, pero el celular vendría dando lo mismo. ¿Experimento? Grabar con celular...-. Pero en el caso de "Open Windows", Vigalondo, que descansa en una pantalla de computador que tiene varias ventanas abiertas, cada una siendo alguna cámara de seguridad o de un celular o del mismo computador, logra sortear dicha restricción formal en pos del relato y de la forma; dicho de otro modo, a diferencia de muchos experimentos cuya ejecución suele traer limitaciones que hay que obedecer a regañadientes, en este caso Vigalondo dispone de un montón de posibilidades que provienen, justamente, de este reto formal -ya no vale mucho la pena llamarle "restricción formal"-. Claro, porque cada ventana trae consigo muchas posibilidades, y si juntas varias ventanas abiertas, entonces tienes un gran universo a partir del cual jugar, manipular, trastocar, confundir todo el entuerto que se desarrolla frente a tus ojos. Y esto hace, damas y caballeros, que "Open Windows" sea mucho más que su interesante y original punto de partida, mucho más que su experimento: es un eficiente ejercicio fílmico de suspenso cuyo peso y buen hacer se logra a partir de todo el mecanismo desplegado.
Yo diría que Nacho Vigalondo sale bien parado de ésta.
PD: No estoy comparando "PVC-1" con "Open Windows", pues es obvio que son películas distintas; simplemente estoy señalando que ambas descansan en lo arriesgado de sus propuestas, cada cual con distintos resultados finales propios de su mecanismo -y que conste, los dos resultados son, cuanto menos, positivos y muy disfrutables; aunque la cinta de Spiros busca removerte la consciencia mientras que la de Vigalondo pretende volarte la cabeza-.
Dicho esto, una vez que la película comienza -o luego de ese trailer falso, bastante ridículo si me preguntan-, la acción transcurre de manera trepidante, siempre manteniendo el suspenso sobre qué sucede, quiénes son los involucrados, hacia dónde nos dirigimos con todo este juego, etc. Se logra captar y mantener la atención del espectador sin mayores complicaciones, no sólo por todo lo de las ventanas abiertas sino porque Vigalondo teje toda una historia que poco a poco va tomando forma de manera ágil y bastante simple, sin demasiadas complejidades. La trama me parece bien contada, con sus buenas pistas dejadas por ahí, cosas sin explicación que luego demuestran el porqué de su sinsentido, otras ventanitas que amenazan con irrumpir de una manera más protagónica, etc.: en esta película vemos cada uno de sus elementos utilizados de manera correcta y efectiva, dando como resultado un conjunto francamente apreciable y estupendo.
La nota baja vendría siendo todo el segmento final, muy estrambótico y rebuscado para su propio bien, incluso para la propia naturaleza de la película, más dada a la sugestión y el suspenso que a las mil respuestas por minuto, cada cual más reveladora que la anterior, cada cual conteniendo algún giro que confunda más y más nuestras mentes. Vigalondo quiso pasarse de listo y todo el segmento de las resoluciones sufre de esa ambición, quitándole a la película el piso que se había construido hasta entonces -¿al final en qué queda todo? ¿En un capricho o en un plan maestro? ¿Verdaderamente tiene explicación la cosa? Mi teoría: sin tanto giro fatuo, la trama y sus motivaciones habrían calado mejor en el espectador, no generándose esa distancia que queda al final para con la historia; y es que la explicación más simple es la mejor, ¿o no?-. No exagero al decir que es probable que el tramo final de "Open Windows" tenga la mayor cantidad de giros argumentales por minuto, muy poco verosímil como para tomárselo realmente en serio. Por suerte el asunto no es excesivo en tiempo y no alcanza a molestar en demasía; al menos a mí, que me saltó un poco la cosa, no terminó por enojarme o algo similar. Sí, es de locos y muy rebuscado como para aceptarlo de buenas a primeras, incluso innecesario se hace tanto alboroto y revelación, pero no considero que el enrevesado final arruine la buena película que "Open Windows" es hasta ese momento -que pasa a ser tan sólo irregular... y que se alegre, pues a otros el pasarse de listos les acaba por sepultar: Vigalondo la sacó barata-.
Con todo, es una trama atrayente la que se va desarrollando.
Y, para no dejar esta entrada sin el toque interpretativo o el qué quiso decir el director, Vigalondo critica a la gente que alimenta todo el fenómeno de la viralización más que a la viralización en sí; después de todo, son los personajes, los importantes y los miles de anónimos -incluidos nosotros, malditos mirones-, quienes pervierten algo que, en buenas manos -o sin manos encima, sin ir más lejos-, puede ser en extremo útil. También puede ser una crítica a la maquinaria industrial de la fama y a algunos famosillos, pero nos estaríamos poniendo demasiado rebuscados, y esa no es la idea.
En definitiva, "Open Windows" es una entretenida y muy bien lograda pelicula que tiene suspenso, humor, una buena trama, un más que interesante mecanismo a la hora de narrar los hechos, y mucha eficiencia amén de un director ingenioso, tan loco como enfocado a la vez. Ya dije el punto bajo, pero dejémoslo de lado, miren que no es tan, tan malo como algunos podrían hacerlo parecer -he visto peores giros en producciones mejor apreciadas por la crítica y el gran público-. En fin, digna película de entretención. Vale mucho la pena verla... y yo sigo confiando en Vigalondo. El tipo no me decepciona -pero que quede claro, no lo considero un líder revolucionario-.
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