miércoles, 25 de marzo de 2015

Martha Marcy May Marlene - 2011


Director: Sean Durkin

  Con la bella y talentosa Elizabeth Olsen. Claro que no es lo único que me atrajo a esta película, aunque si dijera que ésa es la única razón tampoco estaría del todo mal... en cualquier caso, una pequeña sensación es la que causó la opera prima de Sean Durkin, "Martha Marcy May Marlene", una película extraña y atípica para ser estadounidense y tratar sobre sectas y familias rotas, pero que sale victoriosa y es merecedora de todos los elogios recibidos. ¿Lo mejor? Pues claro: Elizabeth Olsen, que ya la había visto en otros lados y se notaba buena actriz, pero es que en ésta lo suyo es tremendo... Fenomenal película, fenomenal protagonista.


  Martha es una chica estadounidense que vive en una secta disfrazada de comunidad ecológica o algo así, una maraña de tipos raros cuasi zombies, y de la cual decide escapar para terminar viviendo con su hermana, a quien no veía hace dos años. El cambio en el estilo de vida de Martha es brusco, y así se nota en la convivencia con su familia.


  Si hay algo que destaca en "Martha Marcy May Marlene" es la precisión de sus elementos y/o herramientas, con un brillante director que sabe qué mostrar y qué no -o cómo hacer sentir algo sin casi mostrarlo-, que sabe dónde cortar la acción para que ésta perdure más y por lo tanto tenga un efecto más viciado y contaminante -en el buen sentido de la palabra- en tanto eso que subyace impregne el fotograma y el siguiente y así..., y que a fin de cuentas sabe crear y mantener, amén de su interesante mirada y mejor pulso narrativo, una atmósfera de extrañeza total. Pero cuando digo total es verdaderamente total: todo está aparentemente podrido, sin posibilidad de retorno a ese lugar inocente que se perdió cuando Martha llegó a esa secta de zombies. Durkin, el director, acierta plenamente al hacer que dicha extrañeza surja desde la misma protagonista, cuya persona notoriamente no es la misma y que no ve el mundo con los mismos ojos pre-secta; Durkin nos hace habitar un lugar extraño, no necesariamente el bello pero frío e impersonal "hogar" en el que vive la hermana de Martha, sino su mente o, en su defecto, su percepción del entorno: las sospechas, los miedos, los recuerdos. Un espacio enrarecido incapaz de retomar el rumbo a la normalidad, la tranquilidad. Para llegar a esa constante y extraña atmósfera, Durkin hace uso de una cámara elegante y contenida -¿para qué mostrar una explosión cuando ya sucedió y el interior roto lo desnuda todo con un silencio y mirada?-, con una firme y pausada progresión narrativa  cuyo potente tempo le da una nueva y escondida imensión a cada imagen, dejando que cada una de estas numerosas escenas llegue, por sí sola, a su punto cúlmine, el que junto a los demás va construyendo -o destruyendo- la integridad psicológica de Martha. Y bueno, también elogiar en extremo el magistral uso de las transiciones entre una escena y otra; mejor dicho, entre un lugar y otro: entre el nuevo refugio familiar y la antigua secta, la quebradiza tranquilidad versus el miedo in crescendo... pero pierdo el rumbo: brillantes transiciones que lo único que hacen es confundir ambos lugares y estados a través de la cotidianidad más común y corriente, casi como si ambos lugares y estados fuesen el mismo, de nuevo, contribuyendo a minar la pobre mente de nuestra bellísima protagonista. No puedo hacer más que pensar positivamente de esta película y su excelente ejecución... sus espacios, sus tiempos, sus retratos... toda contención en pos de sugerir aquello nunca especificado del todo -aunque episodios importantes y traumáticos sí sean mostrados, pero con "delicadeza"-, es decir, lo más importante: el pasado que llevó a Martha a caer en manos de esta secta de autosuficientes zombies. Tanto su refugio como su estadía en la secta nos remiten a ese pasado desconocido, pues si en la actualidad del relato Martha huye de la secta, en sus recuerdos de la secta ella huye de su pasado, y refugiada con su hermana instala una lejanía, un muro que es una forma de huida no física.
En fin, decía que "Martha Marcy May Marlene" es una película atípica considerando que los estadounidenses suelen caer en el efectismo a la hora de mostrar a las sectas o la gente rarita, ya sea llevando sus costumbres al extremo más risible o... o eso mismo, retratar sus acciones mediante el morbo. En el presente caso Sean Durkin prefiere hacerlo todo desde la mirada de Martha, tan abierta y receptiva como cerrada y excluyente: indecisión que te mantiene en permanente suspensión y desorientación sensorial.
No me iré sin destacar el rol de los actores, sobre todo el de Elizabeth Olsen, una tipa que en cada escena me iba impresionando más y más, con una interpretación que huye del exceso y la pantomima y se queda en eso de esconder el pasado, a modo de fuga de él, pero tan pobremente que finalmente éste termina revelándose a través de las miradas, los gestos y todo lo demás. Buena parte de que la atmósfera de Durkin sea tan potente se debe a Olsen, cuyo rostro evoca comprensión y ternura pero también miedo e inquietud.
  Y como si el nerviosismo constante no fuera suficiente, ese final, de los más intrigantes que he visto últimamente, acaba por dejarnos más extrañados aún; no sólo por la acción misma sino por la dirección de Durkin, privilegiando el fuera de campo para centrarnos en el rostro de... claro que sí: Elizabeth Olsen... Sabemos lo que va a pasar, o quizás no realmente... Como sea, "Martha Marcy May Marlene" es una notable y excelente película. No se la pierdan.

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