domingo, 26 de abril de 2015

Killing Them Softly - 2012


Director: Andrew Dominik

  De vez en cuando hay cosas que necesito hacer, y en este caso estoy haciendo una de ellas, probablemente la más placentera de todas: no arriesgarme. Ir a la segura, saber que voy a ver una película que me va a gustar. Y no es que prediga el futuro, pero es que uno tiene presentimientos que la mayoría de las veces funciona. "Killing them softly", tercera película de Andrew Dominik, es un claro ejemplo de ello, pues hace un par de años la vi sabiendo que iba a quedar encantado, y finalmente así quedé. De todas formas, había un pequeño riesgo en aquel entonces, por lo tanto, es al ahora al que me refiero con no arriesgarme; cuando se te traban las ideas, pues qué mejor que recurrir a buenas películas ya vistas. "Killing them softly" sigue siendo tan potente y única en su tipo que es imposible cansarse o desprenderse de ella. Una película magnífica.


  Un juego ilegal de póquer, una cabeza que planea un golpe y dos brazos armados que lo efectúan, gente sin dinero y enojada, tipos malos que hacen el trabajo sucio, y un sistema que debe sortear con éxito las consecuencias del mencionado robo y volver a su cauce usurero y amoral. Causalidades y nada más: son sólo negocios, no te quejes.


  No debería ser necesario decirlo, pero es así con los tiempos que vivimos, con mujeres que se enojan porque "Drive" no es como la saga de "Rápido y furioso" o con gente en general que fustiga "Killing them softly" por no ser, y por no ser asumo que quieren decir no tener el ritmo o la energía de, como las famosas películas de mafiosos que tantos buenos recuerdos nos han dejado. No se confundan, no me malinterpreten: no critico esta o aquella película, simplemente a aquellos que no tienen idea de lo que ven y se enojan porque esperaban algo distinto. Al igual que las otras, cada una con su particularidad estilística y conceptual, "Killing them softly" no es sólo una película de mafiosos o criminales de poca monta que se matan y golpean entre sí, aunque descanse en una trama típicamente tradicional, esto es, alguien roba, alguien quiere castigo y paga por ello, alguien llega e intenta solucionar el lío para que todos -o casi- queden contentos y la vida siga igual que antes. No, "Killing them softly" es mucho más que ello.
"Killing them softly" es un retrato cruel, despiadado y crudo de la sociedad estadounidense, tan acostumbrada a embobarse con estrellas y fuegos artificiales -eso explica el éxito de "Rápido y furioso" o "Transformers"- que ni siquiera se da cuenta de que la mierda le llega hasta el cuello. No me engaño, no es sólo un feroz palo a un país que se jura excepcional, también es un palo a un sistema económico que propicia una competencia tan salvaje y descarnada que el que unos cuantos mueran es el necesario precio a pagar para que los sucios engranajes sigan moviéndose. Pero como digo, no me engaño, pues Dominik tampoco cae en lo fácil filmando propaganda socioeconómica irreal; por el contrario, nos ofrece un paisaje tan real que es casi imposible de aceptar: calles abandonadas y pestilentes y repugnantes, casi tanto como la apariencia de sus moradores o la moral de sus controladores; un escenario desesperado y abandonado a su suerte, sin siquiera una luz de esperanza, sólo basura y la muerte como única alternativa para el perdedor. "Killing them softly", como digo, no es una película de disparos y violencia a lo loco, es la fría y certera representación de un estado de las cosas, de el estado moral de los tiempos actuales: entes invisibles que mueven los hilos, entiéndase destinos, de las marionetas o instrumentos desechables así como así; representantes que halan gatillos sin parpadear y que sólo buscan sobrevivir sin importar qué; el resto de gusanos que les toca o no les toca, pero que deben aceptar lo que tienen de todas formas; y un Brad Pitt que sabe la única verdad, no sólo de Estados Unidos sino del universo entero: estamos solos, cada uno por su cuenta... El american dream no es más que una mentira, probablemente un sueño, o, nunca mejor dicho, un simple eslogan o cuña promocional... y claro, que Estados Unidos es un negocio y que las cosas se deben hacer de esa violenta manera pues así es la vida y no hay vuelta atrás. Con todo, por favor les pido que no seamos ingenuos: las palabras de Brad Pitt se puede aplicar a cualquier rincón en que la pérfida mano del hombre ejerza su malévola influencia, no hay que caer en el facilismo del odio a los Estados Unidos de América, algo tan tonto como la fe ciega en sus presuntos valores fundacionales.
"Killing them softly" tiene la misma esencia de lo que retrata -o mejor dicho, masacra-. Naturalmente, cada fotograma contiene ese furioso discurso que es mucho más que el típico alegato adolescente, cobarde, gritón e insustancial que tanto se ve y escucha en los templos de la demagogia, ese que jamás podrá tener la contundencia y solidez retórica con la que Dominik pone en imágenes la naturaleza del paisaje humano y fundacional de Estados Unidos. Por lo demás, su voz y su habilidad estética le otorgan una increíble y demoledora fuerza al relato, pues es imposible contar una historia de este nivel siendo un gato débil, sumiso y conformista. Dominik va directo al grano, y vaya que se nota el golpe... Otra cosa, y muy distinta, es ser el populista Oliver Stone...
  Por lo mismo, exactamente por todo lo anterior, "Killing them softly" no es una simple película de mafiosillos en la que lo más importante es quién mata a quién y quién le paga a quién para que la venganza sea servida... Acá hay de eso, claramente, son los códigos de toda organización criminal, pero no deja de ser interesante que su importancia es circunstancial y pasa a segundo plano, casi diciéndole a cachetadas al espectador que de eso no se trata lo que está viendo, al menos no en el rasgo más superficial y facilón. Acá hablamos de moral, o de su ausencia. Por eso la película de Dominik no es frenética, no es graciosilla o listilla; por eso la película es tremebundo mazazo de violencia simbólica y conceptual, escupida y lanzada a nuestros rostros de manera lenta y sin concesiones, primero desbaratando los cimientos intelectuales para luego dar el golpe final y señalar, finalmente, que todo está podrido, que lo haces o no lo haces, que pagas o no pagas -y no hablo de dinero, necesariamente-. ¿Qué? ¿Que no hay persecusiones a toda velocidad, que no hay ruidosos tiroteos en pequeños espacios en los que a pesar de las miles de balas eyaculadas nadie sale muerto? Insisto: llegan a la película equivocada.
  Finalmente, no puedo dejar de elogiar varias cosas: el personaje de Brad Pitt y, por extensión, la actuación de tan admirable actor; el manojo entero de personajes, variopinto y atractivo hasta decir basta; el extraordinario manejo cinematográfico de Andrew Dominik, quien no sólo nos deleita con una deliciosamente exagerada estilización sino que también con una poderosa fundición de fondo y forma; y el extraordinario guión del mismo Dominik, que es tanto una trama perfectamente construida como una profunda y pesimista narración que trasciende su argumento, que, parece obvio dicho lo dicho, avanza no a base de disparos y muertes sino de ideas y palabras... Unos cuantos y excelentes estallidos de violencia -que le agregan un estupendo y delicioso y en extremo agradecido sabor- no quitan el hecho de que "Killing them softly" sea una película eminentemente dialéctica; quizás la alta estilización es una forma de mostrar lo plástico y manipulable de los valores morales que rigen una sociedad, pero eso ya sería una exagerada especulación. El punto es que hay una perfecta conjunción entre la gran mentira base del american dream y la desolada vida que llevan los pobres diablos que se matan entre sí... Mejor terminemos, y con ese fenomenal y brutal final que es... es impagable...
  Lo dicho, "Killing them softly" es una puta genialidad. Una película salvaje y demoledora, sin duda, no una apta para todos los públicos.

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