Directora: Maya Deren
Todavía queda un poco de Maya Deren, pero entre proyectos no finalizados y otros de difuso paradero, quizás la cosa, es decir, esta retrospectiva intensiva, acabe en un par de días o antes. Quién sabe. Ciertamente, yo no... Lo que sé es que en estos días en los que el maldito calor retorna y yo sigo mordiéndome las uñas sin control, llega a mis ojos esta alocada y desmedida producción de Deren, que, no obstante, y haciendo caso omiso del sentido negativo de los adjetivos utilizados, es una total genialidad que sigue potenciándose de la misma línea estilística de su autora, que lleva a niveles aún más extremos de narración y significación toda su deliciosa imaginería. Imposible resistirse.
Nuavemente me encuentro a mí mismo sentado y rascándome la cabeza sin saber cómo resumir la premisa de este cortometraje de quince minutos. ¿Cómo comienza? Quizás sea más fácil empezar por ahí: Maya Deren está tejiendo y llega una muchacha a mirarla, lo que provoca que entre estas dos mujeres se desate un vendaval de excentricidades y sucesos aparentemente inexplicables, todo lo cual terminará en... bueno, ya verán.
Como es usual, podemos comentar "Ritual in transfigurated time" desde dos perspectivas: la que responde al sentido metafórico de la obra y la que se enmarca en sus aspectos formales, como la narración misma y el lenguaje cinematográfico. En cierta forma, tres perspectivas perfectamente unidas como una potente y desalentadora entidad. Ya no hace falta decir que Deren domina absolutamente su lenguaje, sólo de ella y de ella solamente.
Lo más llamativo e interesante de buenas a primeras es la trama, en apariencia más elaborada o producida que la filmografía previa de Deren, dado que hay más personajes y elementos simbólicos, pero que a la larga nos conduce a través de derroteros cruzados por las inquietudes ya conocidas y asimiladas de esta autora, que de todas formas nunca se tornan repetitivas o cansinas; Deren sabe cómo darle una dimensión única a cada relato suyo, o al menos sabe agregar un ingrediente que sea capaz de sostener de manera original un planteamiento ya visto. Así, lo que comienza como una divertida y atractiva locura, casi erótica y sensorial, deviene en una oscura y angustiante pesadilla marcada por los miedos de la protagonista, ya sea el cuerpo masculino y su brutal e implacable dominio y sed de sexo, ya sea por la soledad y el aislamiento social y personal. Configurado como un encierro y una persecución, o quizás una huida -depende el punto de vista-, "Ritual in trans..." parece narrarnos, de nuevo, la caída a los infiernos de la locura de una mujer atrapada y dominada por sus pulsiones, por la ambigüedad de su identidad, eje central de su conflicto interno y externo, y de la filmografía de Deren.
Es posible vislumbrar también, quizás, cierta crítica a los valores burgueses, toda vez que la protagonista se pierde en un mar de superficial opulencia, pero no iría tan lejos de momento; lo que sí está claro es la fragilidad mental, la indefensión personal y, un detalle agregado, el que la protagonista no parece estar buscando una verdad liberadora sino huyendo de una verdad potencialmente letal -de ahí la pesadilla, el miedo a ser atrapada y consumida-.
Desde luego, los espacios se funden y todos parecen formar un solo gran escenario, mientras que los personajes parecen trascender el lugar y ser capaces de transportarse más allá de los límites físicos. En esta ocasión la representación desplegada por Meren me parece más compleja, y la tarea de descubrir rincones y detalles ciertamente se vuelve más estimulante. En fin...
El cine de Deren me sigue pareciendo deliciosamente desafiante y, aunque en esta ocasión he entendido mucho menos, haciendo que mi débil interpretación me genere inseguridad, debo decir que lo he pasado de maravillas presenciando esta pesadilla tan ligera como densa, tan inocente como oscura. Les recomiendo el visionado.
Nuavemente me encuentro a mí mismo sentado y rascándome la cabeza sin saber cómo resumir la premisa de este cortometraje de quince minutos. ¿Cómo comienza? Quizás sea más fácil empezar por ahí: Maya Deren está tejiendo y llega una muchacha a mirarla, lo que provoca que entre estas dos mujeres se desate un vendaval de excentricidades y sucesos aparentemente inexplicables, todo lo cual terminará en... bueno, ya verán.
Como es usual, podemos comentar "Ritual in transfigurated time" desde dos perspectivas: la que responde al sentido metafórico de la obra y la que se enmarca en sus aspectos formales, como la narración misma y el lenguaje cinematográfico. En cierta forma, tres perspectivas perfectamente unidas como una potente y desalentadora entidad. Ya no hace falta decir que Deren domina absolutamente su lenguaje, sólo de ella y de ella solamente.
Lo más llamativo e interesante de buenas a primeras es la trama, en apariencia más elaborada o producida que la filmografía previa de Deren, dado que hay más personajes y elementos simbólicos, pero que a la larga nos conduce a través de derroteros cruzados por las inquietudes ya conocidas y asimiladas de esta autora, que de todas formas nunca se tornan repetitivas o cansinas; Deren sabe cómo darle una dimensión única a cada relato suyo, o al menos sabe agregar un ingrediente que sea capaz de sostener de manera original un planteamiento ya visto. Así, lo que comienza como una divertida y atractiva locura, casi erótica y sensorial, deviene en una oscura y angustiante pesadilla marcada por los miedos de la protagonista, ya sea el cuerpo masculino y su brutal e implacable dominio y sed de sexo, ya sea por la soledad y el aislamiento social y personal. Configurado como un encierro y una persecución, o quizás una huida -depende el punto de vista-, "Ritual in trans..." parece narrarnos, de nuevo, la caída a los infiernos de la locura de una mujer atrapada y dominada por sus pulsiones, por la ambigüedad de su identidad, eje central de su conflicto interno y externo, y de la filmografía de Deren.
Es posible vislumbrar también, quizás, cierta crítica a los valores burgueses, toda vez que la protagonista se pierde en un mar de superficial opulencia, pero no iría tan lejos de momento; lo que sí está claro es la fragilidad mental, la indefensión personal y, un detalle agregado, el que la protagonista no parece estar buscando una verdad liberadora sino huyendo de una verdad potencialmente letal -de ahí la pesadilla, el miedo a ser atrapada y consumida-.
Desde luego, los espacios se funden y todos parecen formar un solo gran escenario, mientras que los personajes parecen trascender el lugar y ser capaces de transportarse más allá de los límites físicos. En esta ocasión la representación desplegada por Meren me parece más compleja, y la tarea de descubrir rincones y detalles ciertamente se vuelve más estimulante. En fin...
El cine de Deren me sigue pareciendo deliciosamente desafiante y, aunque en esta ocasión he entendido mucho menos, haciendo que mi débil interpretación me genere inseguridad, debo decir que lo he pasado de maravillas presenciando esta pesadilla tan ligera como densa, tan inocente como oscura. Les recomiendo el visionado.
Me descubres a una directora completamente desconocida pero que parece sumamente interesante. Creo que este tipo de arte no hay que entenderlo, hay que abrir la mente y experimentarlo: no se encuentra en el fotograma, se encuentra en el ojo del espectador, que mira y siente.
ResponderBorrarSaludos.
Estoy de acuerdo: más que entender todo lo que vale la pena es dejarse llevar y vivir la experiencia cinematográfica,
Borrarpero intentar descubrir detalles y recovecos es un reto inevitable, jajaja, queremos saberlo todo.
Como sea, no me molesta en lo absoluto no entender cosas, menos en este caso en el que Deren hace lo que quiere con suma eficacia.
Saludos.