Creadora: Jenji Kohan
Hace un par de días que terminé de ver la segunda temporada de "Orange is the new black", pero estaba reservando el comentario para después de las películas de John Ford. Sorprendentemente el tiempo no ha estado conmigo, así que para no dejar un día sin post alguno, vamos con esta simpática serie cuya primera temporada me gustó pero no tanto como para elevarla a los altares de la televisión, la cual nunca tendrá mi total beneplácito, pues las series realmente buenas son la excepción y no la regla, y si quiero ver algo entretenido mejor veo películas (y entretenerme no es mi principal objetivo al ver películas, para empezar), no me voy a pasar una semana viendo una serie sólo para pasar un buen rato. Dicho esto, he visto esta serie para relajarme entre asunto importante y asunto importante, y para saber qué demonios sucede con Piper Chapman luego de que la furia la invadiera. Adelanto: esta segunda temporada supera con creces lo hecho en la primera, aunque vamos, no hay que exagerar, pero se agradece...
Luego de que Pennsatucky quisiera hacerle un daño irreversible a Chapman y que ésta se defendiera como corresponde (a golpes, patadas y destrucción de dientes afectados por la metanfetamina), muchas cosas pasarán. Perdonen lo vago, en serio... Lo cierto es que la cosa se pone seria e intensa.
De la primera temporada dije que lo mejor y más importante eran los personajes, todo un abanico de posibilidades tanto en lo argumental como en lo meramente emocional, ya saben, por eso de identificarse con determinadas reclusas y guardias y etc. No es que yo llegara a tal extremo, pero debo decir que, sin importarme demasiado el reduccionista conflicto central (tan vago como decir que Piper debe acostumbrarse a su nuevo estilo de vida y que de vez en cuando veremos algunos dramas carcelarios), eran los personajes los que me mantenían atento y los que le insuflaban valor a las tramas. No es algo malo, claro que no (no es fácil crear personajes que sean una entidad propia), pero daba la impresión de que descuidaban conscientemente el argumento sabiendo que la gente prefería divertirse con las blancas, las latinas y las negras (y las demás). Sin duda que el tema de la latina con el guardia lampiño era jugoso (excepto por lo extremadamente cursi) así como las varias consecuencias que de ello surgieron, pero a grandes rasgos no se podía decir que la primera temporada contara con una férrea estructura y construcción narrativa. Insisto en que lo que mantenía a flote el asunto eran los personajes, no una trama continuada a lo largo de los episodios (más bien pequeñas tramas que surgían de vez en cuando). Sólo al final se elaboraban tensiones, pero bien podían ser mecanismos para engancharnos a la temporada siguiente nada más...
Todo esto cambia, para mejor, con esta segunda temporada. Con respecto a los personajes, se mantiene la nutrida y variopinta base de mujeres, guardias y administrativos, pero además se sacan de las sombras nuevos elementos, y no por mero capricho; así, la ascensión de las ancianas es de las cosas que más agradezco, así como la importancia dada a la mujer con cáncer, a quien en la primera temporada se le mostraba como una simple y huraña solitaria. Pues bien, la señora Rosa ahora es un ser humano, nada menos. Además llega una mujer que quiere apoderarse del poder en la prisión, tanto del contrabando como del respeto, y aprovechando que es negra, comienza a plantar en las vulnerables cabecitas de las otra negras la semilla del victimismo y odio racial (como si fuera unilateral, aunque más importante, sin que a esta mujer le importe nada de ello) con tal de crearse un grupo y traer la violencia de verdad, aquella que mata, a la prisión. Esta mujer, la villana de la temporada, sin que me caiga en lo absoluto bien (ya lo dejé entrever), es un gran acierto narrativo, aunque debo decir que me molesta que gracias a ella personajes tan simpáticos y entretenidos como el grupo de las negras (Taystee, Poussey, las otras...) se volvieran tipas frías, violentas e inhumanas (y por qué no decir tontas, si se dejan lavar el cerebro de esa forma). Así, el gran conflicto no sólo será una lucha por el poder entre latinas, las negras, y los esfuerzos de la exiliada Red por golpear de vuelta, sino que también será eminentemente humano: dejar o no que crezca el odio, que, por si no lo he dicho lo suficiente, era bastante limitado antes de la llegada del mal.
Con respecto a la estructura, por un lado tenemos la llegada de esta mujer que desencadena una descarnada lucha por el poder, lo cual lo otorga continuidad argumental a los episodios; por el otro lado tenemos a Piper Chapman y sus dramas, tanto los estrictamente personales como los de la prisión, aunque el rol de Chapman se ha equilibrado bastante con los asuntos inherentes de la prisión. Ahora Chapman ya no es la puta reina de la función, y cómo serlo con tantos buenos personajes y conflictos que por fin le sacan el jugo al elemento humano. Con todo, además tendremos conflictos administrativos, pues las cosas en esa prisión no se hacen del todo bien y aquellos que quieren marcar la diferencia harán todo lo posible para que los corruptos se larguen de una buena vez. Los tejemanejes son deliciosos en todos los frentes, y el peligro por fin es palpable. Así, tenemos cuerda para todos los episodios sin que ninguno tenga que recurrir a pequeñas tramas relleno, si bien se mantienen los pobres y mal empleados flash-backs, en su gran mayoría inanes (a excepción de Rosa, la cancerígena).
Con respecto al tono, sin perder la solvente mezcla entre ligerísima comedia y serio drama personal, es cierto que oscurece notoriamente a raíz de las luchas por el poder mal amparadas en el odio racial. Eso es otro punto a favor, que haya misterio sobre la seguridad de las reclusas.
Lo que no me sigue gustando es que sigan dándole pantalla al novio de Chapman, un tipo tan pero tan desagradable y llorón que no se por qué no se han hecho campañas en su contra. Y no sólo se le da extrema importancia, sino que además le regalan el romance más desubicado, desabrido y asquerosillo que haya tenido el dudoso honor de ver. Pero en fin, si se pueden tapar los ojos y los oídos en esas escenas, tanto mejor... o directamente saltarlas, como si fueran importantes...
En resumen, muy buena temporada, pues no sólo entretiene sino que de verdad se nos cuenta algo, y con bastante tino y pulso, si me preguntan. Naturalmente lo audiovisual sigue en deuda, pero no se le puede pedir mucho tampoco, aunque es cierto que se logran bellos momentos, como el final de temporada, totalmente fenomenal. Insisto, sin ser una serie mala ni tampoco una digna del Olimpo, se agradece que la calidad mejore de esta forma.
Todo esto cambia, para mejor, con esta segunda temporada. Con respecto a los personajes, se mantiene la nutrida y variopinta base de mujeres, guardias y administrativos, pero además se sacan de las sombras nuevos elementos, y no por mero capricho; así, la ascensión de las ancianas es de las cosas que más agradezco, así como la importancia dada a la mujer con cáncer, a quien en la primera temporada se le mostraba como una simple y huraña solitaria. Pues bien, la señora Rosa ahora es un ser humano, nada menos. Además llega una mujer que quiere apoderarse del poder en la prisión, tanto del contrabando como del respeto, y aprovechando que es negra, comienza a plantar en las vulnerables cabecitas de las otra negras la semilla del victimismo y odio racial (como si fuera unilateral, aunque más importante, sin que a esta mujer le importe nada de ello) con tal de crearse un grupo y traer la violencia de verdad, aquella que mata, a la prisión. Esta mujer, la villana de la temporada, sin que me caiga en lo absoluto bien (ya lo dejé entrever), es un gran acierto narrativo, aunque debo decir que me molesta que gracias a ella personajes tan simpáticos y entretenidos como el grupo de las negras (Taystee, Poussey, las otras...) se volvieran tipas frías, violentas e inhumanas (y por qué no decir tontas, si se dejan lavar el cerebro de esa forma). Así, el gran conflicto no sólo será una lucha por el poder entre latinas, las negras, y los esfuerzos de la exiliada Red por golpear de vuelta, sino que también será eminentemente humano: dejar o no que crezca el odio, que, por si no lo he dicho lo suficiente, era bastante limitado antes de la llegada del mal.
Con respecto a la estructura, por un lado tenemos la llegada de esta mujer que desencadena una descarnada lucha por el poder, lo cual lo otorga continuidad argumental a los episodios; por el otro lado tenemos a Piper Chapman y sus dramas, tanto los estrictamente personales como los de la prisión, aunque el rol de Chapman se ha equilibrado bastante con los asuntos inherentes de la prisión. Ahora Chapman ya no es la puta reina de la función, y cómo serlo con tantos buenos personajes y conflictos que por fin le sacan el jugo al elemento humano. Con todo, además tendremos conflictos administrativos, pues las cosas en esa prisión no se hacen del todo bien y aquellos que quieren marcar la diferencia harán todo lo posible para que los corruptos se larguen de una buena vez. Los tejemanejes son deliciosos en todos los frentes, y el peligro por fin es palpable. Así, tenemos cuerda para todos los episodios sin que ninguno tenga que recurrir a pequeñas tramas relleno, si bien se mantienen los pobres y mal empleados flash-backs, en su gran mayoría inanes (a excepción de Rosa, la cancerígena).
Con respecto al tono, sin perder la solvente mezcla entre ligerísima comedia y serio drama personal, es cierto que oscurece notoriamente a raíz de las luchas por el poder mal amparadas en el odio racial. Eso es otro punto a favor, que haya misterio sobre la seguridad de las reclusas.
Lo que no me sigue gustando es que sigan dándole pantalla al novio de Chapman, un tipo tan pero tan desagradable y llorón que no se por qué no se han hecho campañas en su contra. Y no sólo se le da extrema importancia, sino que además le regalan el romance más desubicado, desabrido y asquerosillo que haya tenido el dudoso honor de ver. Pero en fin, si se pueden tapar los ojos y los oídos en esas escenas, tanto mejor... o directamente saltarlas, como si fueran importantes...
En resumen, muy buena temporada, pues no sólo entretiene sino que de verdad se nos cuenta algo, y con bastante tino y pulso, si me preguntan. Naturalmente lo audiovisual sigue en deuda, pero no se le puede pedir mucho tampoco, aunque es cierto que se logran bellos momentos, como el final de temporada, totalmente fenomenal. Insisto, sin ser una serie mala ni tampoco una digna del Olimpo, se agradece que la calidad mejore de esta forma.
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