Director: Stacy Peralta
En "Dogtown and Z-Boys" Peralta ya tocaba el tema del surf, pero como introducción al quid del documental, que era el skate. Salta a la vista que Peralta quedó con grandes ganas de dedicarle un documental completo al surf, que como decía en su anterior documental, era su primera pasión antes que el skate, y eso hace con "Riding giants", que, eso sí, se centra específicamente en el surf de grandes olas, esas que miden diez metros en los inicios de la práctica y treinta o cuarenta en tiempos actuales. Desde luego, tenemos entre manos un muy buen documental.
Cuando era chico recuerdo que en un verano en la playa, pasando el tiempo en el mar, no muy adentro eso sí, de repente me puse imprudente y arrogante y me adentré un poco más, y ahí estaba todo confiado hasta que de la nada aparece tremenda ola que me golpea y durante sus largos y nunca calculados segundos hace lo que quiere conmigo. Por un momento pensé que me iba a ahogar y sería todo, aunque realmente nunca tuve tiempo para sentir miedo o desesperación; de repente estaba de pie mirando la ola que se cernía sobre mi, y al momento siguiente estaba en la oscuridad, sintiéndome como en una lavadora, sin distinguir la derecha de la izquierda o arriba de abajo. Sólo pensaba "mierda, ¿dónde demonios están mis pies?". Lo cierto es que era un muñeco de trapo a merced de fuerzas externas. De repente estaba fuera del agua y, sorprendentemente, con los pies en la arena, caminando firme. Igual estaba desorientado hasta que mi mamá me tomó de la mano y me llevó a nuestro puesto en la playa. En esto pensaba cuando en el documental llega el momento en que los surfistas comienzan a hablar sobre sus experiencias cayéndose de las olas (algo mucho, mucho peor que lo mío, a todas luces), empleando las mismas expresiones que he usado yo, las mismas sensaciones, sólo que ellos no sólo deben soportar la ola que no pudieron dominar sino que una o dos más que según ellos son aún peores. Me sorprende, y me baso en los videos mostrados, que al caer los surfistas no se sumerjan de inmediato en el agua sino que se golpeen como si fuera cemento, más o menos cuando un skater se cae y da giros sobre el pavimento. ¿Se imaginan eso en una ola de veinte o treinta metros? Por eso es que no soy un hombre de mar; prefiero los lagos y su calma y soledad, aunque admito que me encantaría hacer surf, sólo que el sencillo, para temerosos como yo. Del dicho al hecho... En fin, hasta ahora hemos hablado sobre miedo, pero el documental de Peralta también transmite emoción, alegría, purificación, relajo, etc.; se transmite energía y pasión, y no es de extrañar. Eso sí, en esta ocasión, a diferencia de lo hecho en "Dogtown and Z-Boys", Peralta se embarca, más que en un viaje a su pasado y más (por ponerlo simple, para qué escribir más), en una suerte de crónica sobre la búsqueda de la ola más grande, crónica que abarca gran cantidad de lugares, nombres y décadas; una búsqueda a lo largo de una práctica entera, un paseo por su historia. Más informativo que personal en tanto premisa o pie argumental, lo segundo sigue predominando al momento de la narración, como se ha dicho, pues al fin y al cabo, tal como lo dicen todos, el surf es un estilo de vida, la razón de la existencia de estos hombres y mujeres. Así, comenzamos viendo a un puñado de californianos que surfeaban en sus costas hasta que una foto de una revista especializada mostraba las grandes olas hawaianas, motivo suficiente para partir hacia nuevos horizontes que continúan en otros lugares con otras personas tan curiosas y apasionadas como los primeros, que se remontan a más de mil años atrás. En un momento citan a un famoso surfista cuyo lema era, decían, (parafraseo acá, no confíen mucho en mí) "para conseguir la ola definitiva tienes que pagar el precio definitivo", frase que no recuerdo bien si la dice el personaje de Patrick Swayze en "Point Break". Como sea, "Riding Giants" es un documental muy recomendable y relajante, además cuenta con las mismas cualidades formales de "Dogtown and Z-Boys", es decir, mucho ritmo y dinamismo audiovisual, buenos entrevistados y mucha actitud de fondo. Déjense llevar y ya me cuentan...
Cuando era chico recuerdo que en un verano en la playa, pasando el tiempo en el mar, no muy adentro eso sí, de repente me puse imprudente y arrogante y me adentré un poco más, y ahí estaba todo confiado hasta que de la nada aparece tremenda ola que me golpea y durante sus largos y nunca calculados segundos hace lo que quiere conmigo. Por un momento pensé que me iba a ahogar y sería todo, aunque realmente nunca tuve tiempo para sentir miedo o desesperación; de repente estaba de pie mirando la ola que se cernía sobre mi, y al momento siguiente estaba en la oscuridad, sintiéndome como en una lavadora, sin distinguir la derecha de la izquierda o arriba de abajo. Sólo pensaba "mierda, ¿dónde demonios están mis pies?". Lo cierto es que era un muñeco de trapo a merced de fuerzas externas. De repente estaba fuera del agua y, sorprendentemente, con los pies en la arena, caminando firme. Igual estaba desorientado hasta que mi mamá me tomó de la mano y me llevó a nuestro puesto en la playa. En esto pensaba cuando en el documental llega el momento en que los surfistas comienzan a hablar sobre sus experiencias cayéndose de las olas (algo mucho, mucho peor que lo mío, a todas luces), empleando las mismas expresiones que he usado yo, las mismas sensaciones, sólo que ellos no sólo deben soportar la ola que no pudieron dominar sino que una o dos más que según ellos son aún peores. Me sorprende, y me baso en los videos mostrados, que al caer los surfistas no se sumerjan de inmediato en el agua sino que se golpeen como si fuera cemento, más o menos cuando un skater se cae y da giros sobre el pavimento. ¿Se imaginan eso en una ola de veinte o treinta metros? Por eso es que no soy un hombre de mar; prefiero los lagos y su calma y soledad, aunque admito que me encantaría hacer surf, sólo que el sencillo, para temerosos como yo. Del dicho al hecho... En fin, hasta ahora hemos hablado sobre miedo, pero el documental de Peralta también transmite emoción, alegría, purificación, relajo, etc.; se transmite energía y pasión, y no es de extrañar. Eso sí, en esta ocasión, a diferencia de lo hecho en "Dogtown and Z-Boys", Peralta se embarca, más que en un viaje a su pasado y más (por ponerlo simple, para qué escribir más), en una suerte de crónica sobre la búsqueda de la ola más grande, crónica que abarca gran cantidad de lugares, nombres y décadas; una búsqueda a lo largo de una práctica entera, un paseo por su historia. Más informativo que personal en tanto premisa o pie argumental, lo segundo sigue predominando al momento de la narración, como se ha dicho, pues al fin y al cabo, tal como lo dicen todos, el surf es un estilo de vida, la razón de la existencia de estos hombres y mujeres. Así, comenzamos viendo a un puñado de californianos que surfeaban en sus costas hasta que una foto de una revista especializada mostraba las grandes olas hawaianas, motivo suficiente para partir hacia nuevos horizontes que continúan en otros lugares con otras personas tan curiosas y apasionadas como los primeros, que se remontan a más de mil años atrás. En un momento citan a un famoso surfista cuyo lema era, decían, (parafraseo acá, no confíen mucho en mí) "para conseguir la ola definitiva tienes que pagar el precio definitivo", frase que no recuerdo bien si la dice el personaje de Patrick Swayze en "Point Break". Como sea, "Riding Giants" es un documental muy recomendable y relajante, además cuenta con las mismas cualidades formales de "Dogtown and Z-Boys", es decir, mucho ritmo y dinamismo audiovisual, buenos entrevistados y mucha actitud de fondo. Déjense llevar y ya me cuentan...
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