Director: Peter Jackson
¿A quién se le habría ocurrido que un sujeto que partió dirigiendo películas como "Bad taste", "Meet the Feebles" y "Braindead" iba a ser el director de la saga de El señor de los anillos y El Hobbit (dejemos la calidad de lado por el momento, centrémonos en lo colosal de las producciones), convertido en una poderosa figura de la gran industria cinematográfica gringa? ¿Sería algo así como el sueño del pibe? En estos tiempos en que un novato parte dirigiendo una grandilocuente y vacía cinta de acción o ciencia ficción (y no me refiero a Neill Blomkamp, por favor) la carrera de Jackson es una hazaña, aunque, ojo, no es que le exprese mi total admiración; sí admito que tanto la presente como "Braindead" me parecen genialidades del horror y la comedia más escatológica y lisérgica, extrema y desenfadada, y que es sano ver un cine así de libre de prejuicios. Ya saben, no estamos ante la octava maravilla pero vaya que estarán ante una noche de locos si es que se deciden a verla en circunstancias propicias, que no fue mi caso, lo que no me hizo disfrutarla menos.
Una compañía de teatro cuyo número estrella es el de Los Feebles se apresta a una noche que asoma memorable: a teatro lleno y con cámaras de televisión filmando, nada debe salir mal, sino las penas del infierno. Pero como las cosas no son tan deslumbrantes como sugieren los carteles, el infierno se desata sobre el escenario y toda clase de amoralidades se desatan, desde infidelidades hasta drogas y cine snuff, y creo que me estoy quedando corto...
No hay que ser brillante para notar la ácida crítica que se vierte sobre el mundillo del espectáculo, ya sea del teatro o la tele o el cine, hasta el tope de mentiras y todo aquello que ya podemos intuir. Veremos a los paparazzis, a los déspotas productores que capturan chicas soñadoras para convertirlas en estrellas consumidas, a los egocéntricos y arrogantes que no oyen razones sino delirios de grandeza propios, a los más dignos que aún así se prestan al juego conscientes de que así sobreviven, a las ratas que detrás de escena corrompen a modo de negocio los buenos elementos, y a los desesperados que ya no tienen escapatoria de esa gran telaraña que es la farándula y la industria más salvaje y superficial, más preocupada de causar impresión que de crear arte o buenas historias (aunque ésto último es bien ambiguo). Toda clase de personajes en toda clase de delirantes, hilarantes y arrolladoras situaciones, desde los líos de falda tan típicos detrás del telón, los movimientos de drogas y otras sustancias entre colegas, el torrente de información (fidedigna o no), y los negocios paralelos que siempre terminan afectando al show principal. "Meet the Feebles" cumple lo que promete con creces, y qué mejor que con un cáustico y adulto sentido del humor que no deja títere con cabeza (nunca mejor dicho) y que le imprime fuerza a un guión que, si bien no es especialmente original, sí sabe aglutinar en noventa minutos su buen par de historias más o menos genéricas que devienen en una convincente caída a los infiernos de la locura más extrema y desmedida, todo rodado con el esperable y disfrutable estilo desvergonzado y desprejuiciado, en donde no importa lo pequeña de la producción como lo que se puede lograr con lo que se tiene a mano. Tampoco se dejen engañar: aunque haya sexo y violencia explícita, "Meet the Feebles" no se queda en ese inofensivo nivel de transgresión; en realidad las críticas son mucho más punzantes y acordes con la época (fines de los ochenta) de lo que los bonitos títeres sugieren, por lo demás algunos conflictos y personajes de verdad generan empatía (una estimable dimensión agregada a lo atractivo de las tramas); en lo personal me quedo con el sapo enganchado a la heroína y que vive el descenso infernal más doloroso de todos. Pero así en palabras simples, la segunda película de Peter Jackson es una divertida comedia negra en que unos títeres se despedazan entre sí a lo largo del día en que tienen su gran función televisada, riéndose del mundillo del espectáculo a la vez que contando una historia de deterioro mental y emocional, todo lo cual confluye en un tramo final completamente arrollador. Al igual que en la pedante "Birdman", acá el público aplaude toda la violencia, pero en donde Iñárritu se estanca en su propia mierda intelectualoide (sobre la creación o qué sé yo), Jackson se libera de toda presunción y deja que la trama siga su rumbo natural, dejando al entendimiento de cada uno el mensaje de fondo para que lo que de verdad importe, la diversión, se desarrolle sin barrera alguna. Y lo logra. Si me permiten añadir, mejor de lo que lo hace Iñárritu con personas reales. En fin... "Meet the Feebles" es un salvaje divertimento de lo más recomendable, puede que por el desarrollo un par de tramas se cansen un poquito, pero ya he dicho suficiente y no se necesita más incitación. Hasta mañana.
No hay que ser brillante para notar la ácida crítica que se vierte sobre el mundillo del espectáculo, ya sea del teatro o la tele o el cine, hasta el tope de mentiras y todo aquello que ya podemos intuir. Veremos a los paparazzis, a los déspotas productores que capturan chicas soñadoras para convertirlas en estrellas consumidas, a los egocéntricos y arrogantes que no oyen razones sino delirios de grandeza propios, a los más dignos que aún así se prestan al juego conscientes de que así sobreviven, a las ratas que detrás de escena corrompen a modo de negocio los buenos elementos, y a los desesperados que ya no tienen escapatoria de esa gran telaraña que es la farándula y la industria más salvaje y superficial, más preocupada de causar impresión que de crear arte o buenas historias (aunque ésto último es bien ambiguo). Toda clase de personajes en toda clase de delirantes, hilarantes y arrolladoras situaciones, desde los líos de falda tan típicos detrás del telón, los movimientos de drogas y otras sustancias entre colegas, el torrente de información (fidedigna o no), y los negocios paralelos que siempre terminan afectando al show principal. "Meet the Feebles" cumple lo que promete con creces, y qué mejor que con un cáustico y adulto sentido del humor que no deja títere con cabeza (nunca mejor dicho) y que le imprime fuerza a un guión que, si bien no es especialmente original, sí sabe aglutinar en noventa minutos su buen par de historias más o menos genéricas que devienen en una convincente caída a los infiernos de la locura más extrema y desmedida, todo rodado con el esperable y disfrutable estilo desvergonzado y desprejuiciado, en donde no importa lo pequeña de la producción como lo que se puede lograr con lo que se tiene a mano. Tampoco se dejen engañar: aunque haya sexo y violencia explícita, "Meet the Feebles" no se queda en ese inofensivo nivel de transgresión; en realidad las críticas son mucho más punzantes y acordes con la época (fines de los ochenta) de lo que los bonitos títeres sugieren, por lo demás algunos conflictos y personajes de verdad generan empatía (una estimable dimensión agregada a lo atractivo de las tramas); en lo personal me quedo con el sapo enganchado a la heroína y que vive el descenso infernal más doloroso de todos. Pero así en palabras simples, la segunda película de Peter Jackson es una divertida comedia negra en que unos títeres se despedazan entre sí a lo largo del día en que tienen su gran función televisada, riéndose del mundillo del espectáculo a la vez que contando una historia de deterioro mental y emocional, todo lo cual confluye en un tramo final completamente arrollador. Al igual que en la pedante "Birdman", acá el público aplaude toda la violencia, pero en donde Iñárritu se estanca en su propia mierda intelectualoide (sobre la creación o qué sé yo), Jackson se libera de toda presunción y deja que la trama siga su rumbo natural, dejando al entendimiento de cada uno el mensaje de fondo para que lo que de verdad importe, la diversión, se desarrolle sin barrera alguna. Y lo logra. Si me permiten añadir, mejor de lo que lo hace Iñárritu con personas reales. En fin... "Meet the Feebles" es un salvaje divertimento de lo más recomendable, puede que por el desarrollo un par de tramas se cansen un poquito, pero ya he dicho suficiente y no se necesita más incitación. Hasta mañana.
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