Director: David Miller
Maldita radio, nunca ponen música de Lana del Rey y cuando lo hacen, justamente cuando no estoy escuchando, ¡son seis canciones seguidas! Esa debió haber sido una media hora genial y de puta madre, maldita sea mi suerte. En fin, dejemos los berrinches de lado porque acá tenemos la opera prima de David Miller, quien antes de la presente hizo bastantes cortos de ficción y documental, dato traído a colación porque yo juraba que tendría otro feature film anterior por ahí, pero ya saben que a veces la vida nos sorprende. Y hablando de sorpresas, yo pensaba que ésta no la iba a poder ver, pero por suerte ahí está esa isla del tesoro cinéfilo que tanto he venido mencionando estos días, y que me tiene como loco descubriendo y descubriendo, descargando y descargando, tanto que pienso que sería una gran inversión pagarme una cuenta premium en speedyshare, ¿o no? Si tan solo tuviera dinero...
El famoso forajido Billy the Kid llega a una ciudad para rescatar a su amigo Pedro, apresado en una cárcel por molestar a unos mafiosos que controlan al sheriff y al juez de la ciudad, y quienes le ofrecerán trabajo a un Billy the Kid mucho más reticente a las malas acciones de lo que su reputación puede sugerir. Pronto, el famoso forajido se verá envuelto en una suerte de guerra entre los sin ley y los con ley.
Volvemos a la cantinela del dilema moral como principal motor narrativo, como gran eje argumental: un Billy the Kid retratado como alguien provocador y altivo, impulsivo y violento, quien no duda en sacar su arma a matar de ser necesario (da la impresión de que desea que algo malo acontezca para poder desenfundar su arma), comienza a cuestionarse los métodos y/o formas mediante las cuales se ha ganado la vida al conocer a un elegante y cauto inglés que hace negocios con ganado. Además de la conciliadora y cauta figura del inglés, también añade contraste la presencia de un viejo amigo de la infancia de Billy the Kid que es empleado por el susodicho, igualmente todo lo contrario al protagonista: tan cauto y reacio a la violencia como su jefe, pero de manera auténtica, no por órdenes o persuasivas palabras circunstanciales. No deja de ser importante el que Billy the Kid, a pesar de todos sus apuntados defectos, se represente como alguien bueno pero, por desgracia, llevado por el mal camino, el gran conflicto del relato. Acá encontramos la usual división entre lo estrictamente argumental y lo estrictamente sustancial/moral, dos aspectos que ulteriormente se funden coherentemente en una sola entidad: la trama contiene y expresa la moral, la moral guía la trama (ojo: no me refiero a la moralina barata externa al filme, una moral más propia del panfleto gratuito de los habladores que del buen cine; me refiero a la moral interna, la que surge directamente del fotograma), la imagen da vida a lo anterior descrito. La lógica argumental es bastante sencilla pero no por ello menos elocuente y efectiva: Billy the Kid llega al pueblo en donde unos mafiosos lo controlan todo e inmediatamente es contratado por estos despreciables peces gordos, enfrentados con un inglés cuyos negocios suponen una amenaza. Como ven, los mafiosos representan el lado violento de Billy the Kid, todo aquello que es mejor desechar, mientras que el inglés (y su amigo) representa la honradez y el bienestar, los verdaderos valores del hombre de la época. ¿Billy the Kid? Entre medio de los dos contendientes, decidiendo si cambiar de una vez por todas sus costumbres o seguir en la misma línea; mejor dicho, intentando comprender y abrazar los preceptos por los que se rige el inglés, intentando encontrar sentido al vivir creyendo en las poco prometedoras leyes.
El director, apoyado en el preciso guión, primero construye sendos personajes que no por "unidimensionales" (ya saben: el malo, el bueno, el traidor, el honesto) carecen de complejidad humana y sustancial, para luego establecer posiciones que no sólo obedecen al ámbito de lo dramático sino que también al dialéctico. La premisa, o más bien la pregunta, es si un hombre violento puede redimirse y encontrar paz; y de ser así, cómo. "Billy the Kid" es una constante reflexión y paseo por todas las posibilidades, que cuenta con momentos de alta tensión (el preludio a los tiroteos), otras escenas realmente emocionantes (como la que encabeza este post) y una atmósfera muy bien sostenida y sustentada en el carácter ambiguo de Billy the Kid. De hecho, el argumento de la cinta poco a poco va adentrándose en terrenos de lo más trágicos, con una muy bien hilada trama detrás.
A mí me ha gustado mucho la manera en que se relacionan los personajes de Billy the Kid, el inglés y el amigo de la infancia: hay una química muy natural entre ellos, diálogos fluidos y carentes de toda presunción y una construcción de personajes notable, potenciada por las justas interpretaciones de sus respectivos actores. Por lo demás, Miller demuestra una hábil mano para la puesta en escena y una avezada mirada para la creación de imágenes mucho más complejas de lo que en apariencia sugieren. Algún día llegaremos a "Lonely are the brave", pero miren, recién estamos comenzando esta década (y ni siquiera alcancé a ver todas las apuntadas de la década anterior). Lo mejor, sin duda, más que el argumento en sí, es la batalla dialéctica que esconden los enfrentamientos y asesinatos y esa dimensión trágica de la vida de Billy the Kid.
Volvemos a la cantinela del dilema moral como principal motor narrativo, como gran eje argumental: un Billy the Kid retratado como alguien provocador y altivo, impulsivo y violento, quien no duda en sacar su arma a matar de ser necesario (da la impresión de que desea que algo malo acontezca para poder desenfundar su arma), comienza a cuestionarse los métodos y/o formas mediante las cuales se ha ganado la vida al conocer a un elegante y cauto inglés que hace negocios con ganado. Además de la conciliadora y cauta figura del inglés, también añade contraste la presencia de un viejo amigo de la infancia de Billy the Kid que es empleado por el susodicho, igualmente todo lo contrario al protagonista: tan cauto y reacio a la violencia como su jefe, pero de manera auténtica, no por órdenes o persuasivas palabras circunstanciales. No deja de ser importante el que Billy the Kid, a pesar de todos sus apuntados defectos, se represente como alguien bueno pero, por desgracia, llevado por el mal camino, el gran conflicto del relato. Acá encontramos la usual división entre lo estrictamente argumental y lo estrictamente sustancial/moral, dos aspectos que ulteriormente se funden coherentemente en una sola entidad: la trama contiene y expresa la moral, la moral guía la trama (ojo: no me refiero a la moralina barata externa al filme, una moral más propia del panfleto gratuito de los habladores que del buen cine; me refiero a la moral interna, la que surge directamente del fotograma), la imagen da vida a lo anterior descrito. La lógica argumental es bastante sencilla pero no por ello menos elocuente y efectiva: Billy the Kid llega al pueblo en donde unos mafiosos lo controlan todo e inmediatamente es contratado por estos despreciables peces gordos, enfrentados con un inglés cuyos negocios suponen una amenaza. Como ven, los mafiosos representan el lado violento de Billy the Kid, todo aquello que es mejor desechar, mientras que el inglés (y su amigo) representa la honradez y el bienestar, los verdaderos valores del hombre de la época. ¿Billy the Kid? Entre medio de los dos contendientes, decidiendo si cambiar de una vez por todas sus costumbres o seguir en la misma línea; mejor dicho, intentando comprender y abrazar los preceptos por los que se rige el inglés, intentando encontrar sentido al vivir creyendo en las poco prometedoras leyes.
El director, apoyado en el preciso guión, primero construye sendos personajes que no por "unidimensionales" (ya saben: el malo, el bueno, el traidor, el honesto) carecen de complejidad humana y sustancial, para luego establecer posiciones que no sólo obedecen al ámbito de lo dramático sino que también al dialéctico. La premisa, o más bien la pregunta, es si un hombre violento puede redimirse y encontrar paz; y de ser así, cómo. "Billy the Kid" es una constante reflexión y paseo por todas las posibilidades, que cuenta con momentos de alta tensión (el preludio a los tiroteos), otras escenas realmente emocionantes (como la que encabeza este post) y una atmósfera muy bien sostenida y sustentada en el carácter ambiguo de Billy the Kid. De hecho, el argumento de la cinta poco a poco va adentrándose en terrenos de lo más trágicos, con una muy bien hilada trama detrás.
A mí me ha gustado mucho la manera en que se relacionan los personajes de Billy the Kid, el inglés y el amigo de la infancia: hay una química muy natural entre ellos, diálogos fluidos y carentes de toda presunción y una construcción de personajes notable, potenciada por las justas interpretaciones de sus respectivos actores. Por lo demás, Miller demuestra una hábil mano para la puesta en escena y una avezada mirada para la creación de imágenes mucho más complejas de lo que en apariencia sugieren. Algún día llegaremos a "Lonely are the brave", pero miren, recién estamos comenzando esta década (y ni siquiera alcancé a ver todas las apuntadas de la década anterior). Lo mejor, sin duda, más que el argumento en sí, es la batalla dialéctica que esconden los enfrentamientos y asesinatos y esa dimensión trágica de la vida de Billy the Kid.
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