domingo, 19 de junio de 2016

Antiviral - 2012


Director: Brandon Cronenberg

¿Creían que los días cronenbergianos se habían acabado? No señor, para nada. O sea, sí, se han acabado. Hoy, con la opera prima de uno de los tres hijos de David Cronenberg, Brandon. A propósito, leí por ahí que David se inspiró en su primer divorcio (el único a la fecha, por lo que sé) para hacer "The Brood", sobre todo para la construcción de personajes (ya se imaginarán en quién se basa la violenta y rencorosa madre, y en quién se basa el preocupado y urgido padre). En fin, dejemos los chismes de lado y concentrémonos en "Antiviral", hasta el momento único largometraje del joven Brandon, que al parecer tiene tres películas en distintas etapas de desarrollo, y que tienen elementos de ciencia ficción, de horror y de sátira. Igual ya ha pasado tiempo, y tampoco es que esté impaciente por ver qué otra cosa nos puede ofrecer el joven Cronenberg, miren que "Antiviral" no es tan buena que digamos; en realidad es bastante decepcionante, sobre todo porque tenía buenas ideas.


Syd March es un sujeto que trabaja en una clínica especializada en vender enfermedades de famosos, así los fanáticos pueden sentirse más cerca de sus admirados objetos de deseo. Demás está decir que la sociedad está obsesionada con las celebridades. Nuestro protagonista no está obnubilado por el brillo de las estrellas, pero igualmente se enferma y se mete en problemas. Será introvertido y de bajo perfil pero no se quedará de brazos cruzados.


Supongo que no sirve de mucho tener buenas ideas y escribir interesantes argumentos si es que al momento de dirigir no se tiene una visión propia, un estilo propio. Claro, podrán decir que la imagen pulcra y hermética, con una cámara precisa y casi quirúrgica, con encuadres bien equilibrados contrastados con otros más bien asimétricos, de cámara movediza y en mano, con una imagen sucia y violenta es un estilo, pero no sé, a mí no me convence que el joven Cronenberg mezcle a tontas y a locas el estilo "sofisticado" de algunos sci-fi recientes ("The Signal", "Ex-Machina" -cuya propuesta sí que se sustentaba-, entre otras) con el "extremismo" de recientes exponentes del terror más gore y violento. Entre medio la película adolece de cierto vacío psicológico, algo que realmente vincule potentemente ambos estilos de dirección, y es que ocupar la lógica de "cuando la cosa explote la cámara se vuelve loca" no es suficiente. En ese incierto terreno intermedio los personajes se vuelven monigotes sin entidad, meras herramientas e instrumentos. La trama se vuelve una simple sucesión de acontecimientos, no la fascinante caída a los infiernos que prometía con su medianamente distópico escenario. Se nota que Brandon está influido por su padre en cuanto a los temas y demás, pero parece que no aprendió nada viendo sus películas (si es que las vio... yo creo que sí), pues se nota que no hay cuidado estético, no como en los excelentes filmes del padre, a todas luces un estudioso de las formas cinematográficas (entre otros muchos temas), no por nada he venido alabando su uso del montaje casi sin descanso. "Antiviral" muestra lo enferma, moralmente hablando, de una sociedad obsesionada con el culto a las celebridades, las cuales hacen negocio vendiendo sus resfriados y enfermedades. Así, Hannah Geist (interpretada por la preciosa Sarah Gadon, actriz que desde el 2010 o 2011 trabaja con cualquier Cronenberg que se lo pida... acá su instagram) es la máxima estrella entre estrellas y sus "cosas" (enfermedades, injertos de piel, filetes de carne -artificial, claro, al igual que la piel-) se venden con tal éxito tanto por medios oficiales (la clínica en que trabaja el protagonista) como ilícitos, que es en donde el tal Syd March se mete en problemas, pues por pura codicia se mete una enfermedad que demuestra ser mortal, y el tiempo se le va agotando. La premisa es interesante y el desarrollo, el relato, también lo es hasta cierto punto, al menos hasta que se vuelve redundante. ¿Por qué redundante? Porque el joven Cronenberg, más que una exploración del contexto que construye (que sólo queda en eso: un contexto del que burlarse fría y desapasionadamente), prefiere establecer como motor narrativo la consecución de un objetivo, y eventualmente las acciones del protagonista se van repitiendo (no de manera obvia, claro). Además, considerando que el director no altera el ritmo de acontecimientos ni el gélido tempo de la imagen (por más que alterne entre lo hermético y los arrebatos), se nota aún más la pérdida de fuerza cuando, de un momento a otro, la imagen carece del poder de atracción y, ciertamente, de contenido. No diría que el ritmo se vuelve pesado o cansino, pues no hay nada con qué cargarlo realmente, simplemente diría que el joven Cronenberg pierde fluidez y que el pulso le duró unos 45 minutos como mucho; en otras palabras, el ritmo se vuelve intrascendente. No es para lamentarse como si fuera el fin del mundo, pero confieso que esperaba más de "Antiviral". Tenía elementos e ideas para ser mejor.

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