martes, 21 de junio de 2016

Hyena - 2014


Director: Gerard Johnson

Primero que todo, hoy es el cumpleaños de Lana del Rey, aquella gran artista que hace música con el alma, así que ya saben que es un día especial. ¿Al final qué pasó con el libro de James Franco sobre Lana del Rey y sus conversaciones imaginarias? En fin, con un poco de Ultraviolence toda amargura se cura; además ya es hora de hablar de "Hyena", una de esas películas que retornan a la mente con la misma rapidez con que se pierden de ella, pero como mañana comentaré una de policías bastardos, me pregunté "oye chato, ¿cuál es esa película de policías bastardos que a Nicolas Winding Refn tanto le gustó? ¿Hyena?". Y bueno, acá estamos.


Cuatro policías bastardos y corruptos, además de luchar contra el crimen, se la pasan asaltando criminales y robando (o incautando) drogas que luego ellos consumen en sus pequeñas pero desenfrenadas fiestas. Pero en el cuerpo siempre hay otros policías que o detestan la corrupción o detestan al corrupto, y sumado a los criminales con que nuestros protagonistas hacen tratos, estén seguros de que la espiral de violencia no tardará en comenzar.


Será el efecto de las drogas, ya saben, el dañar las fosas nasales o afectar la laringe y esas cosas, quizás por eso estos policías hablan así. Película inglesa que veo y película que está llena de ingleses que hablan como si tuvieran la boca llena de comida (al menos aquellas que no tratan sobre petulantes aristócratas). Como sea, para que no me acusen de criticón o que todos están equivocados menos yo (lo que nunca sostengo), acá va una autocrítica: a veces esas sinopsis que pongo antes de las capturas me quedan muy mal y como que me causan algo de pudor, por no decir vergüenza. Trabajamos para mejorar. En todo caso hasta acá llegan los reproches, pues "Hyena" es una película realmente sensacional, muy tensa y agobiante, una experiencia dura y terrible de la que sólo resta escribir elogios. Allá vamos.
"Hyena" es un crudo retrato de la decadencia y podredumbre humana, configurado como un tremebundo descenso a los infiernos (siempre son así) en donde ya poco va importando quiénes son los corruptos, los honestos, los bastardos o los criminales, pues todo están sumido en la mierda total, en un clima de asfixiante y desesperante ambigüedad moral. La ejecución del director es sorprendente, directa al hueso y sin concesiones, y es curioso también, pues al inicio la alta estilización de la imagen puede confundir y aturdir, apuntar hacia otro lado, pero progresivamente la imagen deja de teñirse con luces de neón e hipnótica banda sonora para, lisa y llanamente, exponer con certera y explícita brutalidad, ya sin adornos casi, el abismal hueco que consume a los personajes. Los últimos 40-45 minuto son, cómo decirlo, de lo más violento e infartante que he visto últimamente, y si antes de este tramo final la película ya era dura y contenía potentes imágenes, pueden apostar a que el director duplica estas características comenzado el descenso definitivo. Además la trama está muy bien escrita; no sólo construye arcos argumentales precisos y férreos, también construye personajes poderosa y desgarradoramente reales, algunos genuinamente tenebrosos, otros tristemente vulnerables e indefensos, otros asquerosamente rastreros. A propósito, Stephen Graham (que hizo de Al Capone en "Boardwalk Empire"), a pesar de su corta estatura y nada impresionante cuerpo, siempre se las arregla para lucir y ser amenazante, para investirse de un aura de maldad que intimida de inmediato. Y bueno, los albaneses no se quedan cortos en esto...
Nicolas Winding Refn dijo que "Hyena" es una de las mejores películas de su año, y ya puedo ver porqué: no sólo porque por sí misma la película de Gerard Johnson es tremenda, sino porque la misma recuerda bastante a lo que el danés hizo con su trilogía "Pusher", tanto formal como sustancialmente, sobre todo en la segunda, también un duro retrato moral del criminal interpretado por Mads Mikkelsen y su entorno. Pero que quede claro: "Hyena" y Johnson demuestran completa personalidad, demuestran ser dueños de un estilo y una visión propia. No se la pierdan.

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