Director: Robert Budreau
Antes de adentrarme en los "planes" que tengo para los próximos días, comentaré dos películas que me encontré muy casualmente por ahí y que me parecieron lo suficientemente interesantes como para echarles un vistazo. La primera película, protagonizada por Ethan Hawke (vaya coincidencia, ¿no?), se trata sobre Chet Baker, el famoso trompetista de la costa oeste. Nada mal para empezar, ¿no?
En un principio, "Born to be blue" es una muy lamentable e incomprensible película que da la impresión de aprovecharse de las vicisitudes de Chet Baker para parecer una especie de thriller psicológico bastante fallido. Y es que además las actuaciones son malas y el conjunto entero apesta a despropósito. Por suerte, con el correr del metraje la calidad de la cinta se va afinando, puliendo, haciendo aceptable y, a veces, agradable. Supongo que el problema consistía en que "Born to be blue" no es el típico biopic del auge y caída (¿y posterior redención?) del famoso retratado, sino que el menos común pero igualmente típico biopic de la caída y el auge, en este caso de Chet Baker. Así, comenzamos con su arresto en Italia, su vuelta a Estados Unidos y la debacle total: la golpiza que hace pensar que no podrá volver a tocar la trompeta nunca más. ¿Se podría caer más bajo? Como he dejado entrever, todo el segmento de la caída está terriblemente escrito, rodado y actuado (a excepción de la escena en que Baker se presenta en el Birdland por primera vez, que ya verán es una meta-escena), con un director muy incapaz e indeciso en su puesta en escena, en su punto de vista de la historia: es cómo si un cualquiera hubiese trasladado de manera literal los hechos a la pantalla, hilando bruscamente escenas sin mayor lógica narrativa que el "así sucedió" y sin ser capaz de otorgarle energía o atmósfera a la imagen. En otras palabras, el director no sabe como empezar, pues donde usualmente los demás comienzan con calma, presentando datos importantes (o con imágenes de archivo, etc.) para luego entrar al conflicto, acá se prefiere comenzar con un "conflicto" que no es el verdadero eje del relato y que parece forzar elementos narrativos impropios e innecesarios. El punto es que la película no sólo no funcionaba, sino que no hacía ningún maldito sentido. No es que después la película se convierta en una maravilla y un portento, pero todos estos errores se corrigen y afinan una vez que comienza el nuevo auge de Baker, cuando, luego de tocar fondo, decide levantarse y aprender a tocar sin varios de sus dientes, recorriendo el siempre difícil camino a la cima y todo eso. Un biopic como cualquier otro, pero efectivo y pasable, con un propósito, un sentido que guíe a los distintos elementos del relato; que otorgue coherencia interna, por lo menos. Además, hay un par de escenas en donde la tensión logra elevarse sobre la inane media, especialmente cuando Baker comienza a quebrarse antes de algún evento importante. Uno se pregunta si lo logrará, uno se pone nervioso. Está bien hecho, sí. Ahora bien, ¿hay alguna lectura sobre la persona/artista de Chet Baker? Yo diría que no; ni el director quiere abarcar mucho ni tampoco ahonda en lo poco que abarca: es simplemente ver cómo resurge este trompetista, que tiene problemas con las drogas, aunque tampoco es que tal aspecto tenga un gran tratamiento; eso sí, podríamos decir que se nos muestra a un atormentado músico que necesita de algo, sea droga o una mujer, para no perder al gran amor de su vida: la música, el jazz, su trompeta... su dulce condena.
En resumen: La inocua "Born to be blue" consta de una primera media hora muy mala y de una hora posterior aceptable y pasable, de creciente calidad (el final es bastante bueno, a decir verdad: tiene algo trágico y ambiguo bien potente, sobre todo por ser el cierre de todo); en cualquier caso, su visionado no es para nada esencial ni imprescindible.
Si quieren ver algo realmente bueno sobre Chet Baker, les recomiendo "Let's get lost" (clara referencia para la presente cinta, pues el director le copia mecanismos visuales recurrentemente), documental dirigido por Bruce Weber y filmado prácticamente en los últimos días del gran trompetista, que comienza a repasar los grandes y pequeños acontecimientos de su vida, reflexionando sobre la misma, sobre la música, sobre todas esas cosas importantes.
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