domingo, 13 de noviembre de 2016

Aquí no ha pasado nada - 2016


Director: Alejandro Fernández Almendras

El bueno de AFA anunció en su Facebook que "Aquí no ha pasado nada", su más reciente película estrenada a la fecha, estaba en Netflix, así que yo, que no pude ir al cine a verla cuando se estrenó ni mucho menos quise verla en las proyecciones de la escuela (la sola idea de compartir visionado con la gente de allá me causaba náuseas), me dije "por qué no", de todas formas tengo la cuenta de una amiga de una amiga de mi hermana, así que todo bien. Y acá estamos, ante una de las mejores películas chilenas del año... Como si fueran muchas, ja, ja; seguramente se encuentra, por defecto, en el top 3 junto a "Neruda" y... y... oh, bueno, ya veremos algún día. No hay prisa.


"Aquí no ha pasado nada" se basa en el tristemente célebre caso de Martín Larraín, hijo de un senador que atropelló y mató a una persona mientras conducía borracho, aunque al final quedó libre de acusaciones luego de un sinnúmero de irregularidades ampliamanete conocidas, como cuando se probó que el médico falsificó la autopsia del atropellado o cuando a la familia de la víctima le ofrecieron determinada cantidad de dinero... en fin, lo típico: tráfico de influencias y todo eso. Pero, tal como AFA se ha encargado de señalar en numerosas entrevistas, "Aquí no ha pasado nada" no es una impersonal y simplista reconstrucción detallada de dicho caso, sino que es una profunda y asfixiante reflexión sobre la moral en situaciones extremas, que es cuando verdaderamente se pone a prueba, y sobre lo corrupta de nuestra sociedad y sus instituciones. Sin ánimo de pontificar ni apuntar con el dedo, y a través de una agobiante atmósfera de extrañeza y ambigüedad moral, AFA explora las motivaciones y las emociones primarias de un puñado de personajes que no son ni buenos ni malos, que no van por ahí con la decidida intención de atropellar y matar al primer desafortunado que vean, pero que tienen los medios para salir airosos de problemas tan graves como éste, lo cual desnuda y expone una gran e irrefutable realidad: que la justicia no es para todos, y que la justicia no es la justicia. Podemos decir que "Aquí no ha pasado nada" tiene dos relatos: el primero, el de este joven de clase alta que va de fiesta en fiesta hasta que con un grupo de amigos atropellan a alguien, momento en que el relato se escinde en dos: el moral, es decir, el de un grupo de jóvenes, movidos por el miedo y la vergüenza, dispuestos a manipular la verdad y hacer lo que sea con tal de salir libres; y el amoral (que es el segundo relato; perdonen si me ramifiqué de forma enredada), es decir, el de un grupo de representantes del poder que hacen leves esfuerzos por mantener el anquilosado y rancia estado de las cosas, aquél en donde nos adentramos en los tejemanejes políticos (porque de eso se trata en el fondo), en las zonas grises del sistema y en los rincones oscuros de una nación. La desalentadora conclusión final, tal como lo señalan múltiples veces varios de los personajes, es que, al fin y al cabo, la verdad es lo que se puede probar... y se puede probar cualquier cosa con los medios adecuados. Y así, la vida de los individuos, la de un país, avanza en base a mentiras que van cimentando la gran estructura social, política... la gran fuerza que nos gobierna.
Pero quién soy yo para venir a decir estas cosas, después de todo, "Aquí no ha pasado nada" es una película que los invita a ustedes a sacar sus propias conclusiones, a reflexionar en torno a lo frágil que en realidad somos y a darnos cuenta que, en un enfrentamiento de gallitos, el poder le gana la pulseada a la verdad. Ésta es una historia de derrotados... y los derrotados, lo sabemos, están en todos lados.
"Aquí no ha pasado nada" sigue la senda que AFA comenzara con "Matar a un hombre" y que continuará con otro tercer título que aún no tiene nombre oficial (no que yo sepa, y eso que yo soy el primero al que le informan estas cosas) pero que tratará sobre la justicia de las corporaciones, como el mismo AFA ha dicho. ¿La senda? Mostrar cuán roto está el sistema judicial chileno y cuán atados de manos nos encontramos frente a situaciones límite, pero oigan, en realidad esto pasa en todos lados, como en una de las dos historias buenas de "Relatos Salvajes". Definitivamente, AFA es uno de los grandes directores que tenemos por acá, y que además de lo anteriormente señalado, tiene otros proyectos la mar de interesantes, como el de ciencia ficción en la Patagonia o ese que planea rodar en República Checa (y que será hablado en checo, claro). Acá estaremos esperando.

2 comentarios:

  1. ¿Y por qué todas (dejémoslo en la mayoría) las películas chilenas que veo abordan el tema de la injusticia social, de clase, la corrupción del sistema? En fin, que comedias, pocas.
    Saludos.

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    1. Bueno, no es que yo sea el gran analista del cine chileno, ja, ja, pero lo atribuiría a dos grandes razones, aunque no sé muy bien en qué orden exponerlas. Ojalá me salga bien:
      -Las comedias suelen ser muy pero que muy malas, quizás "entretenidas" (no apoyo esa consigna, pero en twitter siempre dicen eso) pero de dudoso valor cinematográfico/artístico y, en algunos casos, con un dudoso retrato de lo popular como sello humorístico. Además, quienes hacen esas películas no son cineastas sino que humoristas (las del Che Copete o Coco Legrand), imitadores (las de Stefan Kramer), animadores de radio (las de El Rumpy), etc., en calidad no muy diferentes de las calientes teleseries nocturnas (como Infieles). "Sexo con amor", de Boris Quercia, no la he visto, pero fue un bombazo por acá. Y bueno, actualmente los referentes de la comedia chilena son realmente horrorosos (Sebastián Badilla, Nicolás López, los tipos de El Club de la comedia)... En efecto, hay pocas comedias (buenas). Como siempre, hay excepciones, y ésas serían las pelis del Che Sandoval ("Te creís la más linda... pero erís la más puta" y "Soy mucho mejor que voh"... y parece que su próxima se llamará "Mucha ex, poco sex") y "Malta con huevo", de Cristóbal Valderrama, pero como por desgracia no venden lo mismo que los infames nombrados (Badilla y López son exitazos), se demoran mucho y, lo que nos lleva a lo próximo, tampoco dan con el perfil para ir a grandes festivales y obtener gran distribución internacional más allá de un par de esforzados nichos.
      -A pesar de que en su momento la gente (el vulgo, en general) desdeñaba las pelis chilenas bajo el lema de "todas tratan sobre la dictadura (o son muy políticas), tienen sexo y delincuentes o flaites (algo así como los canis ¿?)", últimamente se han disparado de tal forma los escándalos políticos de corrupción y demás cosas que es casi obligación hablar de ello, del estado de las cosas, ya sea mostrando a la élite o a los pobres y sus miserias, por lo demás ahora tienen más difusión y aceptación, ya no se reciben con un "uy, qué aburrido, por qué no hablan de otra cosa". Y por lo general, son buenas (como las de AFA), así que no tienen problemas en ir a otros lados (puede que sean las únicas películas que se estrenan en otros países).
      Aunque, lo que podría dar más luces al meollo de la cuestión, es que cualquier sociólogo de tres al cuarto dirá que "el pueblo chileno es un pueblo sufrido que sueña, que trabaja duro y que, en los momentos difíciles, se ayuda entre sí". Es decir, no es difícil mostrar lo mal que lo pasamos.
      En cualquier caso, hay algunos pocos-varios cineastas que hacen propuestas más personales, tanto en sustancia como en estilo, y ahí tenemos el cine de género de Ernesto Díaz Espinoza, el de Alicia Scherson, el de Sebastián Silva, el mundo literario de Alberto Fuguet...
      Perdón por alargarme tanto, pero al fin y al cabo creo que todo se reduce al perfil que las pelis con más proyección internacional deben tener: que traten temas contingentes, sociales y no estén distanciadas de la realidad. Hay que contentar el criterio de los pocos que deciden qué películas nos representan como país.
      No sé si acá me darán la razón, son todos amigos y se defienden los unos a los otros con uñas y dientes, pero dudo que entre sus viajes a Sundance y San Sebastián tengan el tiempo o las ganas de leer a un marginado como yo. Pero "Aquí no ha pasado nada" es buena incluso más allá de su contexto, yo la vería sin pensarlo dos veces.
      Saludos.

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