domingo, 21 de mayo de 2017

The Lobster - 2015


Director: Yorgos Lanthimos

Antes de comentar "The Lobster", la tercera y última película de Yorgos Lanthimos que repasaremos antes de continuar con esta inusitada e insuficiente puesta al día de Cannes 2017, quiero manifestar mi sorpresa por tres hechos particulares, bastante similares entre sí: primero, el otro día me enteré que Gina Gershon, que aparece en "Killer Joe" chupándole el pollo a Matthew McConaughey (tengo que volver a ver esa película, dios santo), es también la protagonista, Corky, de "Bound", la violenta opera prima de las hermanas Wachowsky en donde dos lesbianas se unen para acabar con el mafioso y posesivo novio de una de ellas; segundo, el mismo día me enteré que Irène Jacob, que aparece en la tercera temporada de "The Affair" interpretando a la profesora francesa que se interesa en Dominic West, es nada más y nada menos que la protagonista de "La double vie de Veronique", de Kieslowski; tercero, hace unos minutos me enteré que Abel Ferrara actúa en la recientemente comentada "Daddy Longlegs", pero ¿en qué parte?, me pregunté: es el viejo ladrón que asalta al protagonista tempranamente en el relato. Son las curiosidades de la vida.


¿En qué animal elegirían convertirse si no pueden curar su soltería luego de 45 días de infructuoso esfuerzo? Imagino que, en el mundo en que vivimos, lo mejor es elegir lo más práctico y no dejarse llevar por criterios de belleza, gracia o majestuosidad. Sería bellísimo ser un elefante, una cebra o un perro, pero corres el riesgo de que te maten por tu marfil, de que te despedacen leones o humanos (malditos humanos) o que, así de la nada, llegue un sujeto cualquiera y te apalee sin compasión mientras un compinche suyo graba la ocurrencia para luego subirla a los sectores más oscuros (en realidad ni tan oscuros) de internet. Y ni hablar de ser un pudú, un mapache o una ardilla; los dos últimos son las presas preferidas de niños aburridos que puede que acaben convertidos en asesinos seriales. ¿Un delfín, quizás? ¿Una ballena? El único escenario en el que me gustaría ser un delfín es en aquel imaginado por Los Simpsons, en un episodio especial del día de brujas (creo), en el que los delfines se rebelan y masacran a los humanos, relegándolos a vivir en el mar. Una ballena quizás podría ser, pero me daría miedo que los malditos japoneses (¡eh, cuidado con esos estereotipos!) me lanzaran arpones sin cesar. En un inicio había pensado que sería mejor ser un águila, preferentemente aquellas que viven en las zonas menos pobladas por humanos. Ahora lo he pensado mejor y he cambiado mi elección, partiendo por el hecho de que las águilas son depredadores de tomo y lomo y yo no tengo ni espíritu ni personalidad de depredador en cuanto a alimentación se refiere (de hecho dejar la carne me hizo más fuerte y hermoso). Elegiría ser una ballena azul, pues, a pesar de que de igual forma se alimenta exclusivamente de un crustáceo llamado krill (si bien no lo considero un depredador en el mismo sentido que un león o un águila), estos majestuosos y bellos mamíferos pueden vivir en todos los océanos del mundo (a mí me gusta nadar, así que vivir toda la vida bajo el agua sería maravilloso) ya sea en solitario como en pareja, dos posibilidades que me parecen ideales (si estoy solo, bien, si estoy con otra ballena, me imagino que sería mi media naranja marítima, ¿no?), además de que viven en promedio entre 80 y 90 años. Por desgracia las ballenas azules están en peligro de extinción, pero grandes personas y organizaciones ya han logrado revertir dicha condición en gran cantidad de animales, así que conseguir el mismo logro con las ballenas no suena tan descabellado. Como sea, está decidido: me gustaría ser una ballena azul.
¿A qué viene todo esto? Je, je: es la premisa de "The Lobster": en una sociedad distópica en donde está prohibida la soltería (¿no será la soledad?), es decir, en donde es obligatorio vivir emparejado a alguien, aquellos que queden solteros son enviados a un hotel en donde tendrán un plazo de 45 días para encontrar pareja y volver a vivir a la ciudad (en teoría no es tan difícil: el hotel está lleno de solteros para todos los gustos). Si no encuentran pareja en dicho plazo, serán convertidos en un animal de su elección. Colin Farrell, el protagonista, un callado y taciturno arquitecto, ya sabe que quiere convertirse en langosta de no conseguir pareja, pero para ello faltan 45 días: primero tiene que intentar conquistar a alguien. Nuevamente Lanthimos nos lanza de lleno en una realidad delirante y absurda sin mediar explicaciones ni contextos: poco a poco te vas enterando de las normas que estos personajes ya han aceptado hace rato. En "The Lobster" lo importante no es por qué se ha implementado dicho sistema y cómo llegaron a determinadas normas; lo que a Lanthimos le interesa es, como hemos podido constatar en sus dos trabajos previos, examinar la conducta humana, sus variadas ramificaciones, en situaciones fuera de lo común o directamente anormales. Mayor análisis no es necesario, pero creo que el tema central apunta a demostrar lo difícil que es vivir en la sociedad, estés solo o acompañado (tomen esto en un sentido literal o metafórico). En cualquier caso la gran gracia de "The Lobster" es su negro y mordaz sentido del humor, su relato decidida y deliberadamente delirante y acaso surreal, lleno de personajes extraños y aún así humanos en este mundo donde nada tiene sentido realmente. Hasta la media hora final, que es cuando la cosa se desinfla, "The Lobster" me estaba encantando y deslumbrando a partes iguales, tanto por la apuesta formal del director como por un argumento incapaz de agotarse, repetirse o apagarse (la demostración de por qué es malo estar solo es sensacional). No obstante, llegada la media hora final, la película pierde esa aguda y despiadada ironía para concentrarse exclusivamente en una historia de amor y las extravagantes dificultades que debe sortear, trama que no aporta al conjunto salvo para funcionar a modo de cierre... un largo cierre de media hora, pero qué se le va a hacer; aún así no pierde del todo su atmósfera, pero sí, pasa de ser una corrosiva exposición de las fallas humanas a una simple historia con detalles argumentales excéntricos pero vacuos e inocuos. Sin duda lo mejor ocurre dentro y en las inmediaciones del hotel; luego mete otro conflicto aparte pero aún así la historia funcionaba porque era la continuación de las peripecias del protagonista, pero ya digo, cuando llega el amor se pierde toda la mala leche.
Aún así se las recomiendo; no tiene desperdicio alguno.

2 comentarios:

  1. Buenos días!

    Estupendo anlálisis de esta peli distópica. Tiene escenas que me dejaron poco menos que helada. Como la del bosque, pues me recordó a 'Los juegos del hambre'.
    Conseguir en 45 días pareja, bajo esas circunstancias.... no sé hasta que punto es complicado.
    ¡Saludos!

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ja, ja, pensaba lo mismo: no debería ser misión imposible encontrar a alguien afín considerando tan absurdo destino.
      Esta película es ciertamente ingeniosa y lo bueno es que logra combinar ese ingenio con cierto clima perturbador, divertido, etc. A pesar de que el relato seguía una lógica de acción-consecuencia, el porvenir era bastante difuso y no sé por qué le dieron tanta claridad con esa historia de amor. Como sea, yo me habría concentrado en la piscina...
      ¡Saludos!

      Borrar

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...