sábado, 14 de octubre de 2017

Coogan's Bluff - 1968


Director: Don Siegel

Estamos cerca de terminar la segunda patita de este descuidado e incompleto repaso a la filmografía de Don Siegel. Uhm... "Coogan's Bluff" es la primera de cinco películas en las que Don Siegel y Clint Eastwood colaboraron como director y actor, respectivamente: una asociación de incuestionable calidad, ciertamente. Ahí tienen "Dirty Harry" y "Fuga de Alcatraz", por mencionar las dos que he visto, y ahí tendremos "The Beguiled"; "Two Mules for Sister Sara" la dejaremos para más adelante (tardará pero llegará), pues con los westerns estoy siguiendo un orden diferente.


Definitivamente, no se hacen películas así en estos tiempos: tan corrosivas, inteligentes, ácidas, rudas y divertidas, irreverentes, políticamente incorrectas pero, en el fondo, más coherentes y firmes moralmente que cualquier otro alegato social hecho pasar por cine. "Coogan's Bluff" nos cuenta una historia, una historia que por lo demás no cojea en ningún momento y fluye con la jocosa naturalidad de quien maneja su oficio, pero también nos sumerge, aunque no lo parezca a primera vista dada su etiqueta de "película de acción" o su negrísimo sentido del humor (que a los más incautos podría inducirlos a pensar que están ante alguna cosa leve, de fugaz disfrute y rápido olvido), en la compleja construcción de personajes así como de lugares, idiosincrasias, costumbres, etc. El protagonista, un ayudante de sheriff de métodos poco ortodoxos aunque efectivos (por eso el sheriff nunca lo despedirá: será muy excéntrico y puede pasarse las reglas por el borde de las bolas, pero tipos como él son los que ponen las cosas en su lugar y solucionan los problemas propios y ajenos), es enviado de Arizona a New York a buscar a un fugitivo capturado y encarcelado en alguna comisaría de la célebre ciudad. Coogan, acostumbrado a cazar a los fugitivos a lo largo y ancho de vastos desiertos en los que no hay persona viva en kilómetros a la redonda, llega a una ciudad en donde, aparte de ser rígida y burocrática, en una sola manzana pueden haber ciento e incluso miles de personas. En todo caso nada de esto importa si Coogan puede llevarse al fugitivo de inmediato... pero no: es recibido por complicaciones de oficina y, en fin, el caso es que se arma tremendo lío y tendrá que pasar por un montón de infortunios con tal de poder llevarse al criminal de vuelta a Arizona. Ahí está la historia, el argumento, el cual, como dije, está narrado con pulso firme y rodado como sólo los maestros saben (la escena de la persecución, la de la pelea en el billar, la de la fiesta en la discoteca pasada a marihuana... son sólo ejemplos del genial poderío visual de Siegel). Oh, y, por supuesto, tienen la sabrosa y sucia estilización-ejecución de la violencia marca de la casa. ¿Recuerdan la escena de "The Killers" en la que Lee Marvin y su compipa casi lanzan por la ventana de un hotel a Angie Dickinson? No esperen que Clint Eastwood sea menos delicado, je, je...
Pero es que además tenemos tantas historias de fondo, historias apenas sugeridas y esbozadas que, sin embargo, cuentan tanto y de manera tan directa; "Coogan's Bluff" es una película tan implícita como explícita, una película inagotable. Lo que más van a notar es la temática (o problemática) de género, y no me refiero a los géneros cinematográficos, sino a la relación entre hombres y mujeres. También está la cuestión de los prejuicios: apenas pone un pie en la ciudad, a Coogan le preguntan insistentemente si es de Texas y, básicamente, si de donde viene viven como si aún fuera el siglo XIX. Y está el mordaz retrato de la ciudad, de la sociedad (acá caben los dos puntos anteriores, claro): gente que intenta estafarte y engañarte, gente demasiado atareada y alterada, etc. Hay excepciones, desde luego, y a fin de cuentas, todos deben cooperar si están juntos en la lucha contra el crimen y las conductas despreciables. Con respecto a la construcción de personajes (variada y singular galería de secundarios, pintorescos y únicos, de entidad propia), sólo basta mencionar a Coogan, un sujeto tan arisco como encantador, tan caótico como efectivo e implacable, quien, no obstante, alberga una compleja y rica historia de fondo, la cual apenas se sugiere (un diálogo modesto, casi fugaz e imperceptible: sutil y elegante), pero que aporta profundos matices y múltiples capas a su personaje. Coogan no es el tipo duro: es el tipo que debe ser duro, y tanto Siegel como Eastwood saben ahondar en la diferencia de ambas actitudes. Siegel siempre ha sido un gran director de actores y un gran lector-explorador de personajes, de psicologías y moralidades y naturalezas humanas. Además es dueño de una delicada sensibilidad, y si no me creen, miren la descripción del romance entre Coogan y la asistente social: no es el típico romance como superfluo instrumento argumental, es la unión entre dos personas que buscan compañía y honestidad en un mundo de mierda, hipócrita y hermético. Fuerza y sutileza son dos palabras que describen muy bien el cine de Siegel, pienso yo.
En fin, "Coogan's Bluff" es una gran película, pero no a secas: es una gran película de Don Siegel. Corta.
¡Ah! Y qué guapo era Clint Eastwood, no me digan que no.

*(A propósito de eso de fuerza y sutileza, hay una escena en la que Clint Eastwood tiene sexo con una muchacha, pero lo importante es lo siguiente: ellos ya están recostados, en el preludio al sexo, él sobre ella, besándose, la cámara filmando esos besos, y más importante aún: la cámara filmando los puntiagudos zapatos de Eastwood, mientras se funde con la imagen de la escena siguiente. ¿Se entiende la intención? ¿No? Pues ahí lo tienen, amigas y amigos.)

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