Director: Andrey Zvyagintsev
"Nelyubov" es una de las cinco nominadas a mejor película de habla no inglesa en los Oscars de este año (una de las ediciones más aburridas y predecibles -no por los probables ganadores, aunque igual, sino por las nominaciones mismas de los apartados más populares- en mucho, mucho tiempo), y yo dije que ya era el colmo que aún no comentara nada de su director, Andrey Zvyagintsev, cuya filmografía ya me propuse ver cuando hace unos tres o cuatro años estrenara "Leviathan". El caso es que tengo mano para todas sus películas y de aquí al viernes, si todo sale bien, comentaremos su obra fílmica de un tirón (lo que convierte esta semana en un improvisado ciclo o retrospectiva que no estaba anotada en mi cuaderno). Se me ponen los pelos de punta de solo pensarlo. Por lo demás... ¡ESTA ES LA PRIMERA PELÍCULA RUSA QUE COMENTO EN EL BLOG! ¡¿Lo pueden creer?!, ¿después de, cuánto, cuatro años de actividad bloguera? Demonios, de verdad que no lo puedo creer. En cuanto a soviéticas, he comentado una película y un corto. Nada más. ¿Qué carambolas ay caramba pasa conmigo?
Ya había visto la opera prima de Andrey Zvyagintsev, pero en aquel entonces no supe muy bien qué decir, cómo hablar de ella, y esta vez no me iba a tirar para atrás, aunque debo decir que el tono de esta entrada no será tan solemne ni elegíaco como el de la película. Lo cierto es que "El regreso" (mucho más fácil de escribir y de pronunciar que su título original) es como un viaje iniciático de múltiples interpretaciones y capas, en donde hay espacio para un tormentoso despertar o proceso de maduración, así como también para una suerte de lucha contra cierta visión, esquemática y superficial, de la masculinidad. La película nos cuenta la historia de dos hermanos que un buen día asisten al retorno de su padre, quien había abandonado a su familia hace doce años por motivos tan inciertos como los de su regreso. El padre decide llevar a los hijos en un viaje un tanto turbio (la figura misma del padre es turbia: podría ser un criminal, traficante, algo así) que no tardará en adquirir tintes cuasi místicos y espirituales, como si hubiera algo de divino o cósmico en todo este asunto de "hacerse hombre". A propósito, la película no puede comenzar de manera más transparente y directa, con una escena en donde un montón de chicos deben saltar de lo alto de un ¿mirador? hacia el lago, cual ritual se tratase; de negarse, el "cobarde" (o sensato) no será aceptado en el grupo, la manada. El hermano mayor salta, el menor no: el estigma queda. Luego llega el padre y los llevará en un viaje que los pondrá a prueba de maneras para las que no están ciertamente preparados (físicas, emocionales, psíquicas, incluso morales), pero que deberán afrontar porque, a fin de cuentas, llegado el momento de la verdad hay que atreverse a saltar al vacío, ¿no?
En cualquier caso poco importan las palabras, pues el director, sin descuidar necesariamente el relato ni su trasfondo argumental (de todas formas uno de los aciertos del film es dotar de una profunda ambigüedad a varios de los elementos de la película, como el misterio de los personajes y cierta sensación de no-lugar de los escenarios, infundiéndoles intemporalidad y trascendencia), lo apuesta casi todo a la construcción de la atmósfera, de esas imágenes elegíacas y anticlimáticas que, no obstante los puntos álgidos del relato, prescinden de todo efectismo vacuo para potenciar constantemente esa pulsión subyacente que recorre cada imagen y cada segundo del film. De la experiencia. Esta historia podría ser perfectamente una metáfora casi mitológica de la tierra, de la vida, del ser humano. "El regreso" es realmente una película potente; honesta pero profunda, bella pero misteriosa, como un lago.
Imprescindible. Imprescindible rima con Vozvrashcheniye. ¿Cierto?
En cualquier caso poco importan las palabras, pues el director, sin descuidar necesariamente el relato ni su trasfondo argumental (de todas formas uno de los aciertos del film es dotar de una profunda ambigüedad a varios de los elementos de la película, como el misterio de los personajes y cierta sensación de no-lugar de los escenarios, infundiéndoles intemporalidad y trascendencia), lo apuesta casi todo a la construcción de la atmósfera, de esas imágenes elegíacas y anticlimáticas que, no obstante los puntos álgidos del relato, prescinden de todo efectismo vacuo para potenciar constantemente esa pulsión subyacente que recorre cada imagen y cada segundo del film. De la experiencia. Esta historia podría ser perfectamente una metáfora casi mitológica de la tierra, de la vida, del ser humano. "El regreso" es realmente una película potente; honesta pero profunda, bella pero misteriosa, como un lago.
Imprescindible. Imprescindible rima con Vozvrashcheniye. ¿Cierto?
...la muerte del padre es la libertad...
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