sábado, 10 de febrero de 2018

Top of the Lake: China Girl


Creación: Jane Campion & Gerard Lee
Dirección: Jane Campion, Ariel Kleiman

Antes siquiera de comenzar y terminar de ver "Mosaic", había visto la segunda temporada, titulada China Girl, de "Top of the Lake", que sí estaba anotada en mi cuaderno de series y filmografías por ver. Claramente, la obra de Jane Campion también se aparecerá por acá. Esta segunda temporada exhibió sus primeros dos episodios el pasado año en Cannes, y luego no me fijé y ya la habían dado por la tele. Gran serie, les digo de inmediato.


Si la primera temporada de "Top of the Lake" ya era una desoladora maravilla, con "China Girl" Jane Campion y compañía logran un resultado aún mejor, más potente y memorable. Magníficamente escrita y dirigida (habrá que poner atención a Ariel Kleiman, que dirige cuatro de los seis episodios), el entramado de "China Girl" vuelve a poner especial atención a los personajes femeninos y a las conflictivas dinámicas y mecánicas que día a día desarrollan con su entorno, así como también a los variados mundos interiores que cada mujer alberga. La protagonista, una sensacional Elisabeth Moss, luego de los acontecimientos de la primera temporada (ocurridos en Nueva Zelanda) retorna a Sydney, Australia, para retomar su labor policial y de paso reordenar un poco su compleja vida personal y familiar, más aún ahora que decide contactarse con la hija que tuvo producto de una violación ocurrida en su adolescencia. Sin que se dé cuenta al inicio, ambas vertientes, la personal y la policial, estarán conectadas y nuevamente tendrá que enfrentarse a los fantasmas de su pasado, que parecen emanar de los detalles del nuevo caso que la ocupa: el de una prostituta tailandesa que aparece muerta dentro de una maleta varada en las playas de la ciudad. Con una mirada certera y profunda, dolorosamente profunda, "China Girl" pone especial énfasis en las distintas capas de la violencia de género, sus variadas ramificaciones y formas, apuntando a cómo, a día de hoy, ser mujer sigue acarreando una suerte de peligro intrínseco. Los distintos personajes que se entrecruzan conforman un amplio retrato que captura, con sutileza y sin ignorar los siempre presentes matices, además de las hipocresías y las contradicciones de todos, temas tan complicados y difíciles como la sumisión/dominación/dependencia psicológica de las relaciones tóxicas, lo cual se ve en la trama de la hija de la protagonista, no enamorada sino que engatusada de un sujeto (excelente David Dencik: crea un personaje despreciable... pero coherente y verosímil) que sabe aprovechar su "encanto" (o poder, mejor dicho) sobre las mujeres de alguna u otra forma vulnerables (porque son jóvenes e ingenuas, porque son prostitutas sin nadie a quien recurrir, curioso que mujeres más educadas y de mejor posición social no se dejen engatusar por él), así como también de lo difícil que es para las mujeres hacerse un lugar en una sociedad manejada por hombres, lo cual se ve, básicamente, en cada aspecto de la serie: las mujeres obligadas a prostituirse (y embarazarse) para enviar dinero a sus familias en Tailandia o simplemente para ganarse la vida, como presas, en la mitad de la noche, con precarias condiciones que favorecen a sus cafiches; la protagonista, que no por ser policía deja de tener un blanco de piropos y miradas degeneradas, o simple desprecio y menosprecio, sobre su espalda; el grupito de amigos que se sienta en un café a discutir sobre prostíbulos y escorts, como si éstas fueran mercancía; y ya me seguirán diciendo ustedes. En cualquier caso, la gracia de "China Girl" es que todo lo anterior lo expresa en imágenes, en sensaciones, y no tanto en palabras, y la dirección tanto de Campion como de Kleiman, además de lograr una atmósfera de perpetua inquietud y tensión (obsérvese la brillante secuencia en la playa, del último episodio) o de obsequiarnos momentos sorprendente pero deliciosamente surreales, enfermizos y desquiciados, destaca por aquella sensibilidad tan cruda como delicada, tan desalentadora como esperanzadora. El episodio final es tan triste como extrañamente bello. Imposible que a uno no se le forme un nudo en la garganta. Las interpretaciones (eso sí, no me gustó mucho la de Gwendoline Christie), la puesta en escena, la genial banda sonora compuesta por Mark Bradshaw, Elisabeth Moss y Nicole Kidman...
Magnífica, imprescindible y preciosa. Imperdible, a fin de cuentas.
...hello darling...

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