sábado, 28 de julio de 2018

Ya no basta con rezar - 1972


Director: Aldo Francia


La segunda y última película que dirigió Aldo Francia, de quien hace un par de días comentamos su opera prima "Valparaíso, mi amor", se adentra y reflexiona en torno al rol de la Iglesia ante las problemáticas sociales y políticas que afectan principalmente a los pobres, tema no menor en un Estado que, a pesar de considerarse laico, se ha visto estrecha y a veces oscuramente ligado a la Iglesia Católica, actor influyente en gran cantidad de acontecimientos y episodios importantes de la historia nacional (y estoy siendo suave: hay familias oligarcas enteras que se reparten entre gobiernos y altos cargos eclesiásticos). El protagonista, interpretado por el gran Marcelo Romo, es el sacerdote de una parroquia a donde asisten obreros así como dueños de fábricas y aristócratas en general, y cuando una huelga afecte a la empresa de uno de sus más "generosos" feligreses (buenas donaciones da, claro) y las protestas comiencen a ser fuertemente reprimidas por las fuerzas policiales, nuestro protagonista, que por lo demás no es ciego y no puede evitar sentir cierta indignación ante la extrema pobreza de muchos y la obscena opulencia de pocos, poco a poco irá involucrándose más y más en las luchas sociales de obreros, alejándose así de la hipocresía de los ricos y de la indolencia de sus superiores en la Iglesia (cuyas ayudas no van más allá de recolectar ropa y dar alimento a los más desposeídos, y a lo mejor encabezar una que otra actividad folclórica, pero de ahí a promover y apoyar mayores cambios estructurales... ni pío), sin por ello abandonar su fe ni su misión evangelizadora. A fin de cuentas, definido y establecido el verdadero rol de la Iglesia chilena (sentada junto a los ricos, los oligarcas, la élite política y económica) ante las problemáticas sociales, "Ya no basta con rezar" se centra en el rol que una persona, en este caso una persona de fe, debe llevar a cabo cuando la situación así lo requiere: a veces los ideales son más grandes que las instituciones y la moral de un hombre, en compañía de tantos otros, podría mover montañas. Todo lo conduce a la ya icónica imagen de su afiche oficial, en donde el cura, vestido con sotana y reluciente la cruz en el pecho, sostiene con su mano derecha una piedra totalmente dispuesto a lanzarla. Actitud que la Iglesia nunca ha parecido querer tomar.
Aldo Francia no pretende imponer soluciones ni mucho menos aleccionar; lo que hace es situarse en un espacio ambiguo y complejo (que no pierde vigencia, basta ver los acontecimientos actuales), y analizar sus múltiples perspectivas, estudiar y confrontar las distintas realidades (que también retratan la cotidianidad, como un cuadro de costumbres sociales y culturales), para que las conclusiones emerjan por sí solas, porque eventualmente llega el punto en que las contradicciones no se sostienen y, para honrar ciertos valores, hay que actuar y tomar cartas en el asunto, porque, en efecto, ya no basta con rezar: los asuntos de Dios son una cosa y los del hombre otra muy distinta.
Con una puesta en escena de mayor depuración formal que en su opera prima (ahora la dirección de fotografía está a cargo de Silvio Caiozzi, que también deja su deliciosa huella en "Palomita blanca"), "Ya no basta con rezar" es una película casi ensayística cuyo argumento dialoga e interpela permanentemente la situación socio-política del país, ahondando más en abismos imposibles de ignorar que en conflictos dramáticos particulares (así, las urgencias de los variados personajes están ahí para conformar el retrato, la crítica social, para reforzar el clima de desigualdad e injusticia; no para especular estéticas y argumentos): la historia que se nos cuenta no tiene final; es tan sólo un episodio más cuyo punto más importante acaso no sea una ficticia y conciliadora resolución, sino la toma de consciencia y la voluntad de decisión y acción. La película entera es una potente declaración de intenciones y su final da buena fe de ello.
Como curiosidad, "Ya no basta con rezar" comienza con el mismo plano con que termina "Valparaíso, mi amor".
La pueden ver en este enlace.

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