jueves, 30 de agosto de 2018

Hereditary - 2018


Director: Ari Aster


Y damos fin a todo este cuento del terror con otra de esas películas que causan sensación a su paso, reportando personas que vomitan, que se desmayan, poco menos que les da un ataque cardíaco. Gente de Sundance, se entiende. En todo caso siempre salgo con la misma cantinela, quejándome del alboroto que causa la gente ("la película de terror definitiva del siglo") y luego pasándolo bastante bien con esas películas, que a pesar de todo me han dado apreciables satisfacciones (a propósito, hace rato que hay que estar atentos a los estrenos que distribuye A24). En todo caso lo que más me molesta es que vendan estas películas como si sólo fueran máquinas de sustos, cuando sus propuestas, por lo general, van más allá (aunque tampoco las vamos a tildar de octavas maravillas). "Hereditary", opera prima de Ari Aster, es buen ejemplo de ello. Es de terror, no lo vamos a negar, tanto por el tema que poco a poco hilvana como por la atmósfera que genera, a grandes rasgos de tensión e incomodidad, para golpear de vez en vez con pequeños pero impactantes estallidos, para finalmente adentrarse de lleno en un agobiante pozo de repulsión... y desesperanza, porque también estamos, como bien lo dice el profesor del muchacho, ante una tragedia familiar. Tragedia de esas que son imposibles de escapar, porque el destino está sellado, porque el destino lo manejan terribles y malvadas garras, fuerzas oscuras y ocultas. No importa quién o qué maneje el destino, lo que importa es que el individuo no puede hacer nada, impotente, salvo sufrir el fracaso de sus propios intentos por salvarse. Aunque nos estamos adelantando. La película comienza con una familia en luto, debido a la muerte de la abuela, la madre de Toni Collette. La familia de por sí es rara, de relaciones enrarecidas y densas. Y tienen una historia compleja, complicada, incluso escalofriante. Pero intentan sobreponerse al luto, y nada sale bien. ¿Y acaso importa el porqué? Ari Aster parece querer retratar, como un estudio psicológico de personajes, lo desalentador de una familia rota, hundida, aplastada, de hijos que no conectan con sus padres, de una madre y un padre bajo cuya cordialidad yace la desconfianza y el resentimiento, de unos lazos que en realidad no existen y que, por forzarlos, acaba lastimando a sus integrantes más allá de los muros de su hogar, que a todo esto, parece como una instalación, algo falsa, artificial, como casa de muñecas (no hay que inspirarse mucho para sacar tal lectura: una imagen del inicio es bastante clara al respecto). La relación de aspecto, un inusual 2.00, contribuye también a esa sensación. Y no es casualidad, claramente, esta composición, que trata a sus personajes como lo que progresivamente vamos viendo que son: muñecos. Tristes y pobres muñecos. Sin poder. Y lo que es mejor, la película poco a poco ordena un rompecabezas cuyas piezas están inteligentemente dispuestas a lo largo del metraje (y no hay que ser muy observador, sólo basta prestar atención), para rematar la faena con un infernal tramo final. Es curioso, porque todo estaba calculado, y sin embargo durante gran parte el relato parecía transitar libre y naturalmente múltiples derroteros, como escapando en una u otra dirección, y sin embargo, todo los caminos chocan con el mismo muro... Ahí se nota la inteligencia del director y también guionista, en que no sólo articula una trama precisa (pero construida con sutileza), sino que también dota de ambigua entidad propia a sus personajes, dota de contenido y sustancia a todo cuanto deben sufrir. Una extraña, pero fascinante, mezcla de vaguedad, incertidumbre (estos personajes están desorientados desde el inicio, aunque creamos saber que es debido a su viciado clima familiar), y narración milimétrica, quirúrgica, pero también convincente y verosímil (porque, como vimos ayer, a veces lo calculado se siente un poco artificial). Notable. Realmente notable.
Muy buena, excelente película. Ari Aster demuestra grandes dotes como narrador y director.
"Hereditary", para seguir apreciando en futuros visionados.

En otros temas, comenzó el Festival de Venecia, certamen que en los últimos años no ha sido muy bien tratado (la "prensa especializada", quejándose de estupideces como siempre), pero que en esta edición parece recuperar el cariño y el prestigio, quizás porque dentro de la programación hay películas secuestradas por los anti-cine de Netflix, que a estas alturas queda claro que no hicieron sino boicotear al de Cannes, y como el mundo es imbécil, los palos los reciben los franceses. El caso es que, de Venecia, demuestro mi desprecio e indiferencia inmediata por lo nuevo de Chazelle, director cuya filmografía creo que no veré jamás en la vida (aunque le valoro que haya rodado sus últimas dos películas en celuliode: 16mm, 35mm e incluso 65mm, en la del astronauta). Sí estoy ansioso por saber de "Dragged Across Concrete" y "Suspiria" (la segunda rodada en 35 mm), películas que duran alrededor de dos horas y media, duración ideal de toda genialidad que se precie. Se verá lo nuevo de Mike Leigh, atentos a eso. Y por alguna razón no me interesa tanto lo de Lanthimos, que a lo mejor lo rodó en celuloide (porque se prometió no volver a rodar en digital nunca más). Y hay más, pero me da pereza comentar... por ahora...
Fin del comunicado.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. No puedo negarme a las bondades de estas películas, ja, ja, siempre acaban por convencerme. Esta está sorprendentemente bien pensada y trabajada. El cuidado a los personajes, esa trama entre "caótica" pero perfectamente calculada... Y yo que suelo tener debilidad por esas historias con personajes que nada pueden hacer frente a hechos como predestinados... Y estoy seguro que la dirección del director promete nuevas observaciones en futuros visionados.
      Me sigue dando cosa el adjetivo de "terror", aunque esta tiene, claramente, más terror que la indie del año pasado, "It Comes at Night".
      Saludos.

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