Director: Alfred Hitchcock
No es mala película "Murder!", al menos no en la misma medida que "Juno and the Paycock", sin embargo no es un Hitchcock prolijo, ágil y concreto el de este filme; no es ese maestro de la narración visual y de las técnicas narrativas, aunque hay fugaces pinceladas de ese innegable talento que, acaso, aún no se acomodaba del todo a la llegada del sonido (ya para el año 1931, al menos así lo demuestran sus películas, parecía más cómodo y decidido, pero mejor no nos adelantemos). Y eso que "Murder!" tiene toda la pinta de ser una de las buenas películas de Hitchcock, si consideramos todo el asunto ese de maestro del suspenso, el misterio y la intriga, porque "Murder!" comienza con un asesinato, la muerte de una actriz, y una especie de misterio: en la escena del crimen se encuentra la asesina, pero parece demasiado fácil para ser verdad, y habrá quien no se convenza del todo e inicie una investigación por su cuenta, dado que la policía no tarda en cerrar el caso ante lo pasmosamente fácil que fue.
En primer lugar debo reprochar lo explicativo de casi todos sus elementos, en especial de los diálogos, que no cesan de exponer y disertar, a falta de imágenes, informaciones cruciales que, desde luego, demostrarán su razón de ser en momentos más decisivos. En segundo lugar, la falta de orden y coherencia interna, porque si la idea de la película es que se investigue la supuesta inocencia de una chica erróneamente acusada (y condenada, qué demonios), no tiene mucho sentido que los primeros cuarenta minutos se destinen a, primero, mostrar vagas investigaciones policiales y, después, las deliberaciones del jurado, que se ponen a discutir sobre enfermedades mentales, si es moralmente correcto condenar a quienes no están conscientes de sus actos, etc., y luego a convencer a quienes creen en la inocencia de la muchacha con el fin de que el veredicto sea unánime. A todas luces, estos minutos tienen un fin: primero, con la "investigación policial", presentarnos a los actores de la compañía teatral de la finada, que además de presentarse a sí mismos con lujo de detalles, hacen lo mismo con las rencillas y curiosidades de la muerta, y después, el asunto es tan simple como mostrar que alguien cree en la inocencia de la mujer y que ese alguien pasará a protagonizar el film, puesto que dará comienzo a su propia investigación. Pero, maldita sea, ¿cuarenta minutos para propósitos que no necesitan más de quince o veinte minutos? Y bueno, la película misma se alarga demasiado hasta unos cien cansinos y poco sustanciales minutos de metraje. Lo que sigue después de la presentación del verdadero conflicto, del real motor narrativo del relato (probar la inocencia de la chica), es una seguidilla de escenas en donde se palpan los problemas de ritmo y tempo, ni siquiera el humor le sale fluido y chispeante. No vale mucho la pena describir esas arritmias, esos problemas de ritmo y tempo, tienen que verlo para entender; el montaje, las actuaciones, la cámara misma, el guión, todo ello se siente disperso, pesado, tedioso. Y aunque los detalles del misterio estén apropiadamente diseminados (no es complicado armar el puzzle, dado las bien colocadas piezas), Hitchcock, paradójicamente, no juega con el misterio ni con la ambigüedad, pues desde temprano ya queda claro quién es, y el largo tramo final consiste en esperar que dicho sospechoso confiese y asuma sus culpas, lo cual no es algo muy interesante que digamos. Lo único que rescato son esos destellos de brillantez visual de Hitchcock, que quedan marcadas en la escena casi final del trapecista, en donde el director refleja, visualmente, la locura interior de un personaje perseguido por lo inevitable de su derrota. Lástima que dicha escena sea seguida por otra en donde una carta nos explique punto por punto los motivos o los pormenores de la fatal noche del crimen. Y, con todo, al final uno se pregunta el porqué de... de todo. Por qué el culpable hizo eso, por qué hizo aquello... Las respuestas tan pobremente entregadas se refieren lo factual, pero no a lo moral, lo humano. Quizás sea muy quisquilloso, pero el argumento de esta película me parece gratuito.
"Murder!" tiene una versión alemana, dirigida por el mismo Hitchcock, titulada "Mary", pero no tuve ganas ni energías para verla. Sí le di una rápida mirada y pude comprobar que la historia es la misma, mismos diálogos, mismos planos, mismos chistes, con la diferencia, esencial, de que aquella versión dura no más de una hora y cuarto, y honestamente me pregunto si esa síntesis mejora las falencias de ésta (también me pregunto si las actuaciones serán mejores, más concretas, más decididas). Pero como dije, sin ganas, ni me acerqué a un visionado apropiado.
En efecto, "Murder!" es una fallida película de misterio, mal escrita y pobremente dirigida, y vaya que duele decirlo (espero no ser demasiado audaz) de alguien como Hitchcock. Honestamente, no sé qué es lo que nos cuenta esta película.
Ya mañana cambiamos el tono y la satisfacción será la sensación general de la semana.
En primer lugar debo reprochar lo explicativo de casi todos sus elementos, en especial de los diálogos, que no cesan de exponer y disertar, a falta de imágenes, informaciones cruciales que, desde luego, demostrarán su razón de ser en momentos más decisivos. En segundo lugar, la falta de orden y coherencia interna, porque si la idea de la película es que se investigue la supuesta inocencia de una chica erróneamente acusada (y condenada, qué demonios), no tiene mucho sentido que los primeros cuarenta minutos se destinen a, primero, mostrar vagas investigaciones policiales y, después, las deliberaciones del jurado, que se ponen a discutir sobre enfermedades mentales, si es moralmente correcto condenar a quienes no están conscientes de sus actos, etc., y luego a convencer a quienes creen en la inocencia de la muchacha con el fin de que el veredicto sea unánime. A todas luces, estos minutos tienen un fin: primero, con la "investigación policial", presentarnos a los actores de la compañía teatral de la finada, que además de presentarse a sí mismos con lujo de detalles, hacen lo mismo con las rencillas y curiosidades de la muerta, y después, el asunto es tan simple como mostrar que alguien cree en la inocencia de la mujer y que ese alguien pasará a protagonizar el film, puesto que dará comienzo a su propia investigación. Pero, maldita sea, ¿cuarenta minutos para propósitos que no necesitan más de quince o veinte minutos? Y bueno, la película misma se alarga demasiado hasta unos cien cansinos y poco sustanciales minutos de metraje. Lo que sigue después de la presentación del verdadero conflicto, del real motor narrativo del relato (probar la inocencia de la chica), es una seguidilla de escenas en donde se palpan los problemas de ritmo y tempo, ni siquiera el humor le sale fluido y chispeante. No vale mucho la pena describir esas arritmias, esos problemas de ritmo y tempo, tienen que verlo para entender; el montaje, las actuaciones, la cámara misma, el guión, todo ello se siente disperso, pesado, tedioso. Y aunque los detalles del misterio estén apropiadamente diseminados (no es complicado armar el puzzle, dado las bien colocadas piezas), Hitchcock, paradójicamente, no juega con el misterio ni con la ambigüedad, pues desde temprano ya queda claro quién es, y el largo tramo final consiste en esperar que dicho sospechoso confiese y asuma sus culpas, lo cual no es algo muy interesante que digamos. Lo único que rescato son esos destellos de brillantez visual de Hitchcock, que quedan marcadas en la escena casi final del trapecista, en donde el director refleja, visualmente, la locura interior de un personaje perseguido por lo inevitable de su derrota. Lástima que dicha escena sea seguida por otra en donde una carta nos explique punto por punto los motivos o los pormenores de la fatal noche del crimen. Y, con todo, al final uno se pregunta el porqué de... de todo. Por qué el culpable hizo eso, por qué hizo aquello... Las respuestas tan pobremente entregadas se refieren lo factual, pero no a lo moral, lo humano. Quizás sea muy quisquilloso, pero el argumento de esta película me parece gratuito.
"Murder!" tiene una versión alemana, dirigida por el mismo Hitchcock, titulada "Mary", pero no tuve ganas ni energías para verla. Sí le di una rápida mirada y pude comprobar que la historia es la misma, mismos diálogos, mismos planos, mismos chistes, con la diferencia, esencial, de que aquella versión dura no más de una hora y cuarto, y honestamente me pregunto si esa síntesis mejora las falencias de ésta (también me pregunto si las actuaciones serán mejores, más concretas, más decididas). Pero como dije, sin ganas, ni me acerqué a un visionado apropiado.
En efecto, "Murder!" es una fallida película de misterio, mal escrita y pobremente dirigida, y vaya que duele decirlo (espero no ser demasiado audaz) de alguien como Hitchcock. Honestamente, no sé qué es lo que nos cuenta esta película.
Ya mañana cambiamos el tono y la satisfacción será la sensación general de la semana.
No vi esta película. La buscaré por youtube, porque tu reseña despierta mi curiosidad.
ResponderBorrarProbablemente esté en youtube, a decir verdad es increíble la cantidad de películas antiguas que hay subidas, incluso versiones restauradas e impecables (lo que, de paso, da cuenta de la buena salud del celuloide, ahí se pueden encontrar películas de la década de 1910, por ejemplo, que se ven de lujo).
BorrarOjalá lo pases mejor que yo, pero se vienen mejores, eso es cierto.
Saludos.