Director: Spike Lee
Claramente Spike Lee tiene las mejores inteciones con "BlacKkKlansman", su película antiracista y antiodio, y ha sido bastante bien recibida supongo que por ese tono "chúpate esta Trump" que desprende. Le tenía fe a esta película; pensaba que nos traería de vuelta a ese Spike Lee furioso, incendiario y cinematográficamente deslumbrante, explosivo, coherente y de una personalidad arrolladora; además fue rodada en 35 mm (otro poco en 16 mm), que es la estética que Lee necesita y no esa mierda digital con que ha hecho sus últimas, insípidas y horrorosas películas (y serie). Supongo que Spike Lee ha perdido el toque, nada más. La intención política de la película se entiende, y se nota que los acontecimientos que han sacudido a Estados Unidos en el último par de años (supremacistas blancos marchando por las calles exigiendo su derecho a odiar; marchas pacíficas siendo atropelladas y golpeadas por los racistas; el presidente diciendo que hay gente mala en ambos lados, que hay buenos supremacistas...) le tienen la vena a punto de reventar, y a quién demonios no, es imposible no sentir asco con toda esta mierda que anda brotando en gran cantidad de regiones del mundo.
Lo anterior no puede redimir una película apenas correcta, o dicho de otro modo, de muy pobre y mediocre calidad narrativa, dramática y fílmica. La trama es predecible y llena de tópicos, no cuenta nada nuevo (tampoco expresa nada nuevo, nada que no hayan ya dicho los genios de las redes sociales), pero lo cuenta justo cuando parece haber un gran lobo malo de presidente así que tiene eso a su favor ante el ojo público. La cosa consiste en un policía negro, el primero de alguna ciudad de Colorado, que se hace amigo de una federación de estudiantes negros y que luego se hace pasar (por teléfono) por un blanco que quiere entrar en el KKK de la ciudad, pero como en persona no puede plantarse ante esos supremacistas, Adam Driver, que además es judío, es quien debe encarnar a este interesado en las teorías de esos intelectuales de la raza. Así las cosas, la película consiste en Driver pasando el rato con sus amigos racistas, que dicen muchas cosas feas (el tipo de cosas que se esperaría de estos personajes), mientras el hijo de Denzel Washington (el protagonista) se enamora de la presidenta de le federación de estudiantes negros, que también lanza sus proclamas, hasta que los racistas planean poner bombas y los estudiantes negros se juntan a discutir sobre posibles métodos para acabar con la opresión racial (que comenzó gracias a "El nacimiento de una nación" de Griffith, y más tarde la violencia juvenil fue culpa de James Dean y más tarde el crimen aumentó gracias a los Grand Theft Auto), y lo típico, antagonistas muy malos y tontos y ridículos, y protagonistas muy buenos, impolutos e intachables, y entre medio Topher Grace (Eric en "That's 70 Show", acá el líder del KKK) con una interpretación de lo más sosa, blanda e irrelevante que no sé por qué lo traumó tanto si ni siquiera es el personaje con los más denigrantes diálogos. En pocas palabras, un desorden en donde los personajes aparecen y desaparecen sin orden ni concierto, pero todo reunido bajo el arco de esta farsa armada por el protagonista (lo de la infiltración casi ni tiene importancia en todo caso), que se supone nos debe hacer reflexionar sobre el odio y la confraternidad dado que trata sobre racistas, oprimidos y mucha historia manchada de sangre. De los actores rescato a Adam Driver porque es un gran actor y a Robert John Burke porque aparecía en las primeras películas de Hal Hartley, además el bueno de Harry Belafonte también se deja ver lo cual fue una grata sorpresa. Por último, poco y nada queda de esa apabullante e incorrecta plasticidad estética de Lee, que ahora no le queda otra más que imitarse a sí mismo porque quedó muy atrapado en su propio personaje, y dirigir de memoria ya no sirve mucho (no faltan los refritos de películas anteriores: escenas de policías racistas siendo racistas; el protagonista mostrando altiva dignidad en todo momento; el enésimo recordatorio de que hasta los blancos tienen ídolos negros en música, deportes, etc.; los elocuentes discursos salidos del ego de Lee)...
Lo verdaderamente indignante y aterrador es el epílogo de la película, en el que vemos registros verídicos de los acontecimientos descritos, con imágenes in situ de los atropellos (literales, con autos pasando por arriba de personas y todo) y las golpizas mencionadas, como un llamamiento para despertar y poner fin a esta nueva ola de violencia, lo cual me recuerda un poco al final de "The Wolrd Moves On", aquella saga familiar de John Ford que termina mostrándonos imágenes de los fascismos europeos (Hitler, Mussolini) temiendo una nueva guerra, llamando a evitar otro conflicto armado. Estos registros turban, enfurecen y conmueven más que todo el metraje anterior, metraje que demuestra la sequedad creativa de este Spike Lee que más que cineasta y narrador de historias, parece publicista electoral y vocero de ese peligroso neopuritanismo. Un Spike Lee acomodado para el populacho, para el clamor de las redes sociales como twitter...
Quien te viera y quien te ve, Spike Lee...
Lo anterior no puede redimir una película apenas correcta, o dicho de otro modo, de muy pobre y mediocre calidad narrativa, dramática y fílmica. La trama es predecible y llena de tópicos, no cuenta nada nuevo (tampoco expresa nada nuevo, nada que no hayan ya dicho los genios de las redes sociales), pero lo cuenta justo cuando parece haber un gran lobo malo de presidente así que tiene eso a su favor ante el ojo público. La cosa consiste en un policía negro, el primero de alguna ciudad de Colorado, que se hace amigo de una federación de estudiantes negros y que luego se hace pasar (por teléfono) por un blanco que quiere entrar en el KKK de la ciudad, pero como en persona no puede plantarse ante esos supremacistas, Adam Driver, que además es judío, es quien debe encarnar a este interesado en las teorías de esos intelectuales de la raza. Así las cosas, la película consiste en Driver pasando el rato con sus amigos racistas, que dicen muchas cosas feas (el tipo de cosas que se esperaría de estos personajes), mientras el hijo de Denzel Washington (el protagonista) se enamora de la presidenta de le federación de estudiantes negros, que también lanza sus proclamas, hasta que los racistas planean poner bombas y los estudiantes negros se juntan a discutir sobre posibles métodos para acabar con la opresión racial (que comenzó gracias a "El nacimiento de una nación" de Griffith, y más tarde la violencia juvenil fue culpa de James Dean y más tarde el crimen aumentó gracias a los Grand Theft Auto), y lo típico, antagonistas muy malos y tontos y ridículos, y protagonistas muy buenos, impolutos e intachables, y entre medio Topher Grace (Eric en "That's 70 Show", acá el líder del KKK) con una interpretación de lo más sosa, blanda e irrelevante que no sé por qué lo traumó tanto si ni siquiera es el personaje con los más denigrantes diálogos. En pocas palabras, un desorden en donde los personajes aparecen y desaparecen sin orden ni concierto, pero todo reunido bajo el arco de esta farsa armada por el protagonista (lo de la infiltración casi ni tiene importancia en todo caso), que se supone nos debe hacer reflexionar sobre el odio y la confraternidad dado que trata sobre racistas, oprimidos y mucha historia manchada de sangre. De los actores rescato a Adam Driver porque es un gran actor y a Robert John Burke porque aparecía en las primeras películas de Hal Hartley, además el bueno de Harry Belafonte también se deja ver lo cual fue una grata sorpresa. Por último, poco y nada queda de esa apabullante e incorrecta plasticidad estética de Lee, que ahora no le queda otra más que imitarse a sí mismo porque quedó muy atrapado en su propio personaje, y dirigir de memoria ya no sirve mucho (no faltan los refritos de películas anteriores: escenas de policías racistas siendo racistas; el protagonista mostrando altiva dignidad en todo momento; el enésimo recordatorio de que hasta los blancos tienen ídolos negros en música, deportes, etc.; los elocuentes discursos salidos del ego de Lee)...
Lo verdaderamente indignante y aterrador es el epílogo de la película, en el que vemos registros verídicos de los acontecimientos descritos, con imágenes in situ de los atropellos (literales, con autos pasando por arriba de personas y todo) y las golpizas mencionadas, como un llamamiento para despertar y poner fin a esta nueva ola de violencia, lo cual me recuerda un poco al final de "The Wolrd Moves On", aquella saga familiar de John Ford que termina mostrándonos imágenes de los fascismos europeos (Hitler, Mussolini) temiendo una nueva guerra, llamando a evitar otro conflicto armado. Estos registros turban, enfurecen y conmueven más que todo el metraje anterior, metraje que demuestra la sequedad creativa de este Spike Lee que más que cineasta y narrador de historias, parece publicista electoral y vocero de ese peligroso neopuritanismo. Un Spike Lee acomodado para el populacho, para el clamor de las redes sociales como twitter...
Quien te viera y quien te ve, Spike Lee...
en ésta usa la música de Prince o será en una próxima? que lástima lo que decís de él, es un muy buen director que quizá perdió el rumbo un rato... la fotografía es excelente por lo que veo... saludos...
ResponderBorrarEn esta precisamente sale, je, je. En todo caso no es mala, pero sí poca cosa para lo que se esperaría de un director como él. Basta comparar ésta con "Do the Right Thing" para notar qué le falta, o qué le sobra. Sí, Spike Lee se ha ido acomodando y domesticando...
BorrarSaludos.