Director: Alfred Hitchcock
"Sabotage" es una gran película no sólo porque en ella Hitchcock demuestra su mano maestra para la tensión y el suspenso, para esa maldita asfixia, también porque nos cuenta una historia de poderosa carga e intensidad dramática que va más allá de conspiraciones bien hilvanadas, razón por la cual me gustó más que "The 39 Steps". "Sabotage", a grandes rasgos, nos cuenta la historia de un grupo de personas que intentan destruir Londres, primero con un risible apagón que causa la ira de los saboteadores, luego con una bomba a colocarse en un concurrido punto de la ciudad, pero también la de otro grupo de personas que se enfrentan a esos saboteadores para proteger a la población, y en medio vemos la historia de ese grupo de personas común y corriente, ajenas a toda clase de malvados planes o de medidas de contrainteligencia, preocupadas de subsistir en el día a día. El gran acierto de esta película es centrarse en sus personajes, elaborando complejos retratos personales, psicológicos y humanos, manteniendo la base dramática en un foco más bien "íntimo", en tanto la acción se desarrolla prácticamente en una familia, con un puñado de personajes: el señor Verloc, dueño de un cine que apenas cubre los gastos, que por dinero acepta sabotear la vida de la ciudad; su esposa, una mujer estadounidense que llegó a Londres para llevar una vida mejor junto a su adolescente hermano menor; un verdulero vecino que en realidad es agente de Scotland Yard, y sería, el resto son un par de contados secundarios que impulsan el argumento cuando corresponde, porque éste se desarrolla sin artificios, de manera fluida y natural, conduciéndonos por una historia cada vez más desoladora y desconsoladora, bastante triste. En su tercio final, que es cuando el asunto se pone pesimista, apreciamos aún más las excelentes interpretaciones, sobre todo del señor y la señora Verloc, contenidas pero expresivas y hondas (la escena en que una lastimada y desorientada señora Verloc se pone a ver una película es brillante, magnífica), y la incisiva y certera labor de Hitchcock, que captura la contradicción moral y psicológica de estos personajes sacudidos por las circunstancias, por sus propias decisiones y sentimientos de culpa, de futilidad. Más que una historia de policías versus criminales, "Sabotage" parece, y es, un profundo estudio de personajes sometidos a presión, una brutal disección de la moral humana en situaciones extremas.
Me ha gustado particularmente la actuación de Oskar Homolka como el señor Verloc porque a su expresión un tanto tenebrosa y malévola (esas cejas pobladas y enarcadas, esos ojos como diabólicos, su rostro y entera apariencia de claroscuros, impresión potenciada por la excelente dirección de fotografía y composición con que Hitchcock lo retrata) contrapone una manera de ser suave, casi tierna, inofensiva y benevolente, como si el hombre no pudiera (ni quisiera) lastimar ni a una mosca, y sin embargo ahí lo tienen, haciendo esas cosas, voluntaria o involuntariamente quién sabe, pero reflejando en cada momento un arrepentimiento que lamentablemente no borra ese cinismo que nace en quienes se ven cometiendo cosas malas y que saben que están haciendo mal, pero que de alguna forma deben justificarlo para aferrarse a ese último trazo de humanidad y moral que creen conservar a pesar de todo, porque a futuro, si es que lo hay, no podrían vivir consigo mismos sintiéndose monstruos. Sylvia Sidney está soberbia, no hay para que detallar su grandiosa labor.
Y, en efecto, mientras Hitchcock desarrolla este complejo drama moral, también lleva a cabo un impecable thriller de... ¿espionaje?, o casi, pero thriller al fin y al cabo con escenas que te quitan el aire, como... sí, bueno, ya lo verán, la verdad es que Hitchcock golpea duro, pasan cosas que uno pensaba que no iban a ocurrir, que ocurrirían milagros, pero el maestro británico no está para contentar al público con recursos narrativos mediocres. Claro que finalmente lo que golpea fuerte es esa desolación que causa con su argumento cada vez más duro y despojado, en donde nada va quedando...
Magnífica, imprescindible y, claro que sí, una pequeña pero innegable obra maestra.
No se la pierdan.
No se la pierdan.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...