lunes, 17 de diciembre de 2018

Under the Silver Lake - 2018


Director: David Robert Mitchell


Ja, ja, ¿no es genial tener que retractarse, o en su defecto abandonar ciertos prejuicios cuando algo es bueno, más que bueno, y con su calidad te dice oye cabro, no andabai diciendo que yo era penca, que iba a valer pico, que no iba a satisfacer tu exquisito paladar, quién es el penca, el pobre huevón ahora, qué pasa, te comieron la lengua los ratones que te quedai callado? Sí, bueno, por la boca muere el pez; hay que dar y también saber recibir ¿no?
Pues sí, la tercera película de David Robert Mitchell, de la cual se venía hablando desde hace dos o incluso tres años (se demoró bastante en ser estrenada, a decir verdad), me tenía muy entusiasmado; si bien "It Follows" no me deslumbró tanto, sí me dejó interesado en su director y cuando leí que su próxima película sería un relato neo-noir ambientado en L.A., demonios, levantamos los corazones y todo. Luego vimos que "Under the Silver Lake" fue seleccionada para competir por la Palma de Oro en Cannes 2018, y poco después (o poco antes) salió el trailer, el cual no me gustó: no me gustó su tono, esa frivolidad que desprendía, dije que parecía un "Inherent Vice" para adolescentes. Pues bien, no tiene nada que ver con el magistral filme de Paul Thomas Anderson, al menos nada muy sustancial salvo la ciudad y la investigación, el misterio, acaso la atmósfera surrealista y onírica, pero compararla no viene al caso, "Under the Silver Lake" es distinta, es más y mejor de lo que esperaba, menos conformista de lo que pensé en un momento, menos acomodaticia, bastante mala leche y rabiosa en ciertos sentidos, incluso suicida si me emociono un poco. En esencia, estoy feliz de que esta película no haya sido otro producto simplemente divertido y aderezado con referencias pop en tiempos saturados de "nostalgia" y "cantos de amor" a determinadas décadas anteriores, porque eso es puro negocio y Mitchell precisamente viene a cagarse en esos negocios, a destruirlos e incendiarlos. Al contrario, todo el asunto de los mensajes subliminales, las referencias (porque las hay, aunque la inclusión tiene menos de homenaje -aunque lo tiene un poco- que de demolición cultural o artística) y el apego a la "imagen" de las cosas contiene una crítica cargada de cinismo y nihilismo, todo lo cual confluye sobre todo en la maravillosa escena con el compositor, pero que durante el metraje entero parece indicar, a las escondidas, furtivamente, como una aguja que te aguijonea en la nuca perpetuamente, como si nadie quisiera verlo o aceptarlo porque hermano no hay que ser amargado, que todo es un gran vacío disfrazado con el brillo de las estrellas, que todo este perpetuo flujo de información y de consumo masivo, la industria de las comunicaciones y del entretenimiento y la vida que crean e implantan es una farsa, que todo es una maldita farsa, que no somos dueños de nuestras vidas y que nuestros dolores y placeres forman parte y son el producto de la gran maquinaria corporativa y económica; que caemos en un abismo sin fondo viendo eso sí la luz de donde nos precipitamos aunque la ilusión de felicidad publicitaria (¡cualquiera puede ser presidente, dueño de una empresa o el hombre del año si trabajamos, si cumplimos con el horario, si somos disciplinados!) nos hace pensar que es la luz al final del túnel, el premio que vamos a recibir por nuestros esfuerzos; que bajo la hipócrita máscara de "todos tienen una oportunidad para surgir" y que dentro de ese cochino papel de regalo nostálgico para aplacar las dudas y la angustia late el miedo al sinsentido existencial, que para qué pensar y preguntarnos por la vida y el universo y el sentido de las cosas y si estamos bien o mal o por qué y para qué hacemos las cosas cuando podemos contentarnos con ver, ahora, "Stranger Things" mientras comemos una pizza (que no sea de piña, como indican los memes) en una maratón haciendo netflix and chill y luego a twitter los boletos y destruir al paria de turno o hablar del nuevo auto, del buen colegio que te garantiza entrar a la universidad a estudiar una buena carrera porque no somos nada sin título, sin dinero, sin algo material que pondere nuestro valor como individuos; que para qué, para qué, para qué aproblemarse por las puras si podemos rodearnos de comodidad y de ideas fijas, respuestas inmediatas, unas buenas vacaciones dentro de poco para recargar las pilas para el nuevo año, para todos los años, la gente tiene que trabajar. En fin... No hay que tomarse las cosas de forma tan literal, pero definitivamente "Under the Silver Lake" habla, entre muchas otras cosas supongo, en contra del conformismo, de la domesticación, de la superfluidad y la pasividad, la indolencia, la apatía de una sociedad autocomplaciente y egoísta que... ah, miren, ya iba a comenzar a dar la lata otra vez. A fin de cuentas, me parece increíble y extraordinario la desesperación que hay debajo de este argumento.
Y a propósito de argumentos, de esto va el asunto: Andrew Garfield es un sujeto que tiene la gran vida: vive en un buen departamento, tiene un buen auto, tiene teles pantalla plana con consolas de videojuego y reproductores VHS y DVD, no trabaja, igual tiene dinero, tiene una amiga que lo visita y con la que tira cada vez que se asoma por la puerta, una colección de cómics, mucho tiempo libre para vagar y abandonarse al ocio, cierta misteriosa y paranoica obsesión con mensajes subliminales, y más encima se encuentra con que tiene una atractiva vecina con la que inicia una amistad, aunque después de hablar con ella desaparece al día siguiente e, intrigado, por qué se fue sin avisarme debe haber gato encerrado estoy seguro que era especial para ella si no ¿para qué me habló entonces?, decide buscarla y lo que encontrará es un confuso y caótico mar de... de qué, a fin de cuentas: signos, secretos, formas de vida ajenas e inalcanzables, misterios y conspiraciones, todo un submundo o supraexistencia que lo aplasta, lo hace insignificante, un maldito insecto, un sucio gusano sin nada, nada, consciente de su ínfima condición, qué puede hacer después de todo salvo jugar al misterio, como un niño que aún conserva el ingenuo brillo en sus ojos, y creer que puede ser parte de cosas importantes, cambiar el mundo o marcar una diferencia. Pero, miren ustedes, hallará respuestas que no esperaba, hallará respuestas de verdad, Silver Lake sí escondía algo, lo encontró. Oh, pero no, miren que la película no se entiende, ¡qué mala!, deja cosas sin respuestas, para qué ese monólogo si no deja nada claro, ¿al final qué había al fondo de Silver Lake?, ¿quién era el asesino de perros?, ¿la mamá existía?, ¿y la chica de los globos, dónde quedó esa aguja?, a lo mejor al director se le olvidó eso, ¿y para qué la escena de la rubia despampanante llorando, por qué llora si tiene buen cuerpo y un departamento de lujo, nos quiere decir algo con esa tristeza?...
En cualquier caso, "Under the Silver Lake" es una película increíblemente delirante, entretenida, refrescante e incluso fascinante, si es que aceptamos adentrarnos más allá, más al fondo de los recovecos de su desquiciado y paranoico guión. Tiene una furia que no esperaba y que me ha encantado.
Disfruten una de las películas del año.

2 comentarios:

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...