Director: Steve McQueen
Y comenzamos otra retrospectiva 2018, en esta ocasión con títulos de algo más elevado perfil...
"Widows", cuarto largometraje de Steve McQueen, es una buena película, pero no es una gran película y se le pueden achacar varias cosas, y, sin embargo, el suyo no me parece un visionado irritante ni mucho menos, después de todo es un heist bien resuelto, dirigido con el pulso firme y elegante de McQueen, cuyo talento y visión son desaprovechados por el tambaleante y meramente instrumental guión de Gillian Flynn (en co-escritura con el mismo director, hay que decirlo), empeñada en meterse en el mundo del cine aunque aún no demuestre mucho talento para ello (y sí una alarmante querencia por recurrir a rebuscados giros argumentales como gran tabla de salvación). Podría, ahora, decir que "Widows" es un heist interesante que, además del asunto del robo, del gran robo, intenta abarcar varios temas candentes, lo cual no lo hace del todo mal, pero, adivinen, tampoco del todo bien, así es como va funcionando esta película.
El asunto es sencillo: Liam Neeson y su banda realizan un atraco. Sale mal. Tan mal que acaban todos muertos, y bien muertos, tan muertos que es imposible dudar de que, en efecto, murieron. La viuda de Neeson, Viola Davis, decide, como lo dice la sinopsis y lo dice el trailer, continuar con los planes de su difunto marido, pero ojo: no es por orgullo o empoderamiento, no realmente, no necesariamente; en realidad sus motivaciones son algo más pedestres y urgentes: resulta que el robo fallido estuvo dirigido en contra de un negro mafioso que quiere ser alcalde de un distrito de la ciudad de Chicago, y el negro mafioso, que es todo un hombre, va donde la viuda y le exige que le devuelva la suma robada, que asciende a dos millones de dólares. Tal cual. Así las cosas, y como la viuda encuentra un cuaderno con los planes póstumos de Neeson, no le queda otra más que llevar a cabo ese "próximo robo", cuya ganancia promete cinco millones de dólares. El resto lo saben: la viuda recluta a otras viudas, que con la muerte de sus maridos quedan en mal situación económica, y démosle nomás cabras. Lo que no saben: el mafioso negro se postula a la alcaldía, su rival es Colin Farrell, hijo de Robert Duvall, alcalde saliente. Se habla, así por encima, de temas sociales, corrupción, política y crimen organizado, conflictos y tensiones raciales, el negocio de las iglesias, violencia doméstica o psicológica, etc., mientras nuestras chicas dan lecciones, para la galería claro está, sobre cómo tener las pelotas bien puestas. Y todos están en el mismo saco de alguna manera, y hasta resulta divertido la forma en que tanta trama y personaje se conecta, o ingenioso si nos pillas benevolentes.
Con todo, con tanto desorden, con tanto flanco abierto que tiene más de truculento que de contenido o relato (Daniel Kaluuya comete alguna que otra golpiza y luego si te he visto no me acuerdo), me ha gustado y lo único que me pareció poco convincente, aunque dentro de todo no es realmente imposible (en el mundo del crimen, al menos de la narrativa criminal, suceden tantas cosas locas que impresionarían al mismo Jesucristo, mago entre magos), es ese giro, sí, ese sobrante giro que no puedo mencionar pero que lo entenderán cuando lo vean. Es un giro que sólo sirve para darle al relato un final feliz, un cierre satisfactorio para los personajes más queribles, esforzados, sufridos. Si ese giro no ocurría, entonces nuestras chicas acababan todas muertas. Por lo demás, no todos los flashbacks funcionan del todo bien, y es que dudo que la relación entre Viola Davis y Liam Neeson, o su tragedia pasada (que tiene que ver con brutalidad policial hacia negros, eso sí), sea lo más importante del film (rodado en 35mm, olvidé mencionarlo), en realidad el asunto resulta más sólido por las amenazas del mafioso que quiere ser político. En fin, no es el mejor de los guiones y sin embargo McQueen, mediante su puesta en escena, logra corregir y disfrazar sus pifias.
En resumen, "Widows" es un efectivo y solvente heist cuyo entramado coral está bien aderezado con superficiales toques de crítica u observación social o política. Nada del otro mundo, pero oye, como thriller se disfruta la mar de bien, sus poco más de dos horas se pasan volando, aunque yo esperaría más, bastante más, de este director.
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