domingo, 28 de abril de 2019

The Hit - 1984


Director: Stephen Frears


Curiosa película es "The Hit", de Stephen Frears (¿a alguno le interesa la filmografía reciente, digamos post-"Tamara Drewe", de este señor?), que por un lado podría considerarse un thriller, sucio y seco, contundente y violento, al modo que los estadounidenses lo hacen, sobre secuestros, asesinos y criminales traidores que movieron mucho la sin hueso perdidos en una road movie, aunque claro, no es esta una película estadounidense sino que inglesa, y por otro lado, no lo sé, una especie de drama cuasi existencial sobre gente relacionada con la muerte, sea ésta como destino, como negocio o actividad profesional, o como simple experiencia catártica, lo cual forma una mezcla un tanto extraña, quizás no del todo lograda, pero ciertamente interesante. Lo cierto es que Frears, efectivamente, dirige con pulso, con estilo diría, como si "The Hit" fuera una novela negra de espíritu B, de hecho juega constantemente con esa estética, la de los asesinos con intensos lentes negros, miradas glaciales y rostros pétreos, autos polvorientos pero con clase, colores que permiten distinguir las múltiples y variadas formas que adquiere la sangre derramada en tal o cual superficie, paisajes solitarios en donde lo único que delata la actividad humana es el sendero de polvo que levantan los vehículos o las mismas pisadas, vestimentas vistosas y, claro, un bombón de esos por los que un fulano podría apostarlo todo sin pensárselo dos veces, en este caso Laura Del Sol vistiendo un ajustado y escotado vestido que no deja mucho a la imaginación, por desgracia lo suficientemente firme como para que, sin importar cuánto la zamarreen de allá para acá a la pobre, no se le escapen jamás, ¡maldita sea!, esas zonas creadas para admirar y succionar, pero vaya que uno queda, ejem, acelerado. El caso es que un mafioso londinense, Terence Stamp, como dijimos, suelta la sin hueso, vende a sus compipas y como agradecimiento la policía le concede una vida tranquila en alguna localidad española, pero sabemos que los mafiosos no perdonan y menos a los chupas, a los traidores que hablan con los de uniforme, y diez años después dos asesinos, uno veterano y taciturno, John Hurt, y otro primerizo joven algo pasado para la punta (pasao' pal pico, como diría un viejo amigo), Tim Roth, llegan a buscarlo para entregarlo al jefe que desea compensación. Entre medio, por esas cosas de la vida, se les une el mencionado bombón (agua la boca, perdón), que no tiene mucho que ver aunque sí genera divisiones internas, porque, aparte de la indiferencia de Stamp, la verdad es que Tim Roth le toma cariño y no quiere que a la pobre le den el bajo, mientras que Hurt, que tampoco es de hierro, sí es profesional y sabe que no hay que dejar cabos sueltos, y así se arma toda una atípica dinámica entre el improbable cuarteto, con este mafioso que tranquilamente va en camino a su muerte, manipulando, eso sí, la maleable mente y actitud del muchacho, menos duro de lo que aparenta, mientras el veterano no deja traslucir mucho de su persona aunque sus silencios y su poca expresividad, en efecto, sí transmiten más de lo que él desea. Y el bombón, claro, que no tiene mucho que hacer salvo intentar, en contadas ocasiones, huir, sólo para cagarla un poco más. Una road movie sobre la muerte, porque sabemos que no importa si los asesinos cumplen con el trabajo o si el chupa recibe el castigo por su poca lealtad, este viaje es sobre otra cosa, total, de repente el mafioso, fiel a su naturaleza parlanchina, se larga a perorar sobre la vida y la muerte, el eterno proceso de la consciencia, la fugacidad de la existencia, cosas que le entran por un oído y le salen por el otro al muchacho pero que parecen calar hondo en el veterano, admirado de la entereza del hablador, aunque nadie del cuarteto entabla real amistad con algún otro, entonces ¿qué clase de complicidad es esta? Yo creo que, aparte de la puesta en escena de Frears, su gran logro es la dirección de actores y la forma en que éstos sumen a sus personajes en un halo sutil y ásperamente elegíaco (en todo caso, afortunadamente, acá no usa el meloso recurso de la redención o su búsqueda), porque a simple vista estos parecen personajes vaciados de cualquier rasgo de humanidad, pero sólo al principio, ya después es otra cosa...

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