jueves, 5 de noviembre de 2020

18

En Estados Unidos, a diferencia de casi todo el resto del mundo, miden las distancias en millas; se miden a ellos mismos en pies; se pesan en libras; usan galones y no litros; le dicen soccer al fútbol (quizás lo más desagradable de la lista); no miden la temperatura en grados Celsius y; para colmo, eligen a sus autoridades políticas no a través de un sistema de participación directa, sino que a través de representantes electorales, que es todo un enredo de mierda, como se puede ver ahora mismo. Obviamente ese remate podría ser terrible si, no lo sé, hubiese ganado Trump, lo cual sigue siendo incierto, porque aunque Biden va a sacar más votos propiamente tal, gracias a ese sistema de representantes electorales la cosa está para morderse los dedos, especialmente ahora que los de Trump están peleando los votos en Nevada, que al parecer será el estado que lo decidirá todo (quizás para el fin de semana recién, según aventuran algunos). En todo caso no lo creo, no creo que el payaso anaranjado gane, por algo está haciendo el ridículo de denunciar un fraude electoral y todo eso, los últimos aletazos de ahogado. Pero en fin, así son los gringos, así de "especiales" son. Así es el mundo, un mundo loco. Qué mundo, ¿no? Vaya mundo, en efecto... En todo caso quizás los gringos no estén tan locos, quizás no sean tan malos, después de todo no son ellos los que eligieron a un payaso ladrón dos veces, no como otros, ejem...

Por lo demás, hoy ha sido un día entre agotador y delicioso, porque al parecer tenía tres sustanciosos descuentos en Uber Eats, tan sustanciosos que de hecho me hice tres pedidos contundentes que me salieron gratis, a excepció del envío, que en comparación es la nada misma. Comer de esta forma es agotador, pero no me arrepiento, no me arrepiento de nada. Comer de esa forma, ¡y prácticamente gratis! Ojalá pudiera ganarme la vida haciendo artículos tan fáciles como sacar treinta fotos del instagram de Margot Robbie o alguna otra actriz famosa, eso es dinero regalado, ja, ja, ¿no creen? Demonios, demonios. Por cierto, ¿que Mia Goth no tiene película mala? ¿Y A Cure for Wellness qué es?, no me dirán que es una buena película, porque ciertamente no lo es. No la pondría en una lista de lo peor del año pero habría que estar loco para ponerla en una lista de lo mejor del año, en todo caso eso pasa cuando le das poder de palabra a fanáticos, a simps, como se diría ahora. Simp for Mia Goth. Vaya, Mia Goth nació 27 días antes que yo.

Bueno, aparte de incoherencias y esas cosas, de digresiones y asuntos sin pies ni cabeza, hoy hablaré rápidamente de Young Liars, otro cómic escrito y dibujado por David Lapham, publicado bajo el sello de Vertigo Comics, que consta de 18 números. Francamente, no hay mucho que decir. Es una historia que muta y se transforma de la manera en que lo haría una película de Lynch, pero de manera mucho más descontrolada. El protagonista es un muchacho tímido que quería ser una leyenda del rock pero que termina viviendo en un basurero de New York junto a su novia Sadie, que es una muchacha de armas tomar, muy alocada y sin miedo al peligro, yendo de fiesta todas las noches junto a otras personas. Sadie es hija de un millonario famoso y excéntrico que de repente la quiere encontrar, y así el muchacho, Sadie y los demás caen de lleno en una sangrienta y violenta persecución/huida que con cada página se pone más inverosímil y azarosa, con hechos escabrosos eso sí, como violaciones y penes cortados, y luego hay otro escenario que se derrumba, y todo tiene que ver con una realidad fracturada que intenta rearmarse de una manera placentera para aquella persona cuya vida es una mierda, más o menos como lo haría Lynch, pero sin la complejidad o trasfondo crítico de Lynch, cuyas historias son lo que son, sí, pero mucho más, es decir son historias de traiciones y amores rotos y todo eso, pero esas traiciones y amores (rotos) representan otras cosas como, no lo sé, la inocencia artística versus la máquina devoradora de Hollywood, que consume a los soñadores a través del placer, a través del comercio de placeres. En Young Liars hay algo de eso: cuando pillamos el truco sabemos que todas las estupideces que vemos (que no son atractivas ni imaginativas en lo absoluto) son alguna reinterpretación de hechos que no conoceremos porque lo que importa, según Lapham, es lo que reflejan: la cobardía, la obsesión, la locura, etc., de algún personaje en concreto que no se atreve a enfrentarse a sí mismo por lo que es. Sin embargo, todo es tan plano e inocuo que es imposible encontrarle algo de sustancia a este desaguisado galimatías en donde las cosas primero existen y luego no, para luego ser más o menos así o asá, en fin, un enredo de los mil demonios. Además hay temas recurrentes y provenientes de Stray Bullets que en comparación palidecen, pues en su obra magna Lapham refleja mejor sus intereses e inquietudes. Por ejemplo, el muchacho enamorado de una muchacha de armas tomar, eso ya lo vemos en Stray Bullets con Orson y Beth, o la fantasía/alter ego que un personaje se hace de sí mismo, por ejemplo en Stray Bullets la niña Virginia se imagina como Amy Racecar, acá el muchacho tímido se imagina como una especie de David Bowie, pero a lo mejor esta joven estrella de rock retirada es la "realidad" y todo este asunto de adolescentes fracasados y perseguidos por mafiosos es la fantasía... Es una lástima porque me encanta David Lapham y Young Liars tenía pinta de ser algo con onda y actitud, y con potencial, pero, como ya les dije, es una tontería sin pies ni cabeza que decepciona casi de inicio a fin, aunque entre medio tenga interesantes y rescatables (aunque contadas y acotadas) partes. Por cierto, aparentemente Young Liars fue cancelada, es decir no alcanzó su final correspondiente, lo que explica que no se entienda nada aún con los 18 números. Bueno, hay tres partes bien diferenciadas, cada una de seis números. Yo pienso que la más interesante y más o menos correcta, o sólida, o redonda, es la que va del número 7 al 12, porque es la que más se acerca a ser una historia o relato que, a su vez, parece contener ecos o sombras de una verdad mayor. Si se animan, ya me dirán ustedes. Yo no pienso volver a leer Young Liars. Siempre puedo leer mil veces Stray Bullets, esa sí que es una obra maestra.

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