Los dos últimos días he dormido mejor, luego de una seguidilla en los que no me dormía antes de las cuatro de la mañana. El otro día me dormí pasaditas la una y ayer pasaditas las dos (supongo). Algo es algo. Espero que la vecina de atrás no me cague la onda con sus mega-fiestas-en-plena-pandemia-y-toque-de-queda de los fines de semana. A esa misma vecina le rayan el auto, le escriben cosas, cosas como rota (maleducada), eso quiere decir que en su pasaje la odian, odian a la maldita esa, que bueno que la odien, por maleducada y por su falta de conciencia. Maldita, sucia, desgraciada. Ja, ja, ja. Hoy voy a dormir mejor, lo presiento. Y si no, será. Dormiré hasta las 13 horas, lo que quizás no sea sano, pero oigan, ¿me estoy perdiendo de algo? ¿De nadar, de ir a la Biblioteca, de leer, de ver películas? No me pierdo de nada, como ven. Podría dormir el día entero y quizás mis días serían igual de "productivos". Como sea, he estado jugando un videojuego del que les voy a hablar ahora mismo.
Así es: Return of the Obra Dinn. El creador y desarrollador (y creo que hasta hace la música y unas cuantas cosas más, lo que no es baladí; escuchen: la banda sonora de este juego es brillante y bellísima, trágica y sublime, y cuando uno está dentro del juego la calidad musical se mezcla con la calidad narrativa y la calidad jugable: perfecta conjunción) es Lucas Pope, y quizás conozcan otro juego suyo que causó sensación (y con razón: otro gran juego): Papers, please. Ya lo comentaremos otra vez llegado el momento, hoy sólo concentrémonos en Return of the Obra Dinn (por supuesto, junto a ese otro juego aprovecharemos de comentar los otros juegos previos de Pope). Lucas Pope se tomó unos cuatro o cinco años para completar este juego, una verdadera obsesión y pasión para él, a medida que crecía y crecía. El éxito crítico y monetario de Papers, please le permitió acometer de manera más o menos tranquila el desarrollo de este juego, sin premuras ni plazos, poniendo el punto final cuando el juego estuviera realmente terminado en todo su esplendor. Y qué esplendor. Qué esplendor.
Return of the Obra Dinn nos pone en la piel de una agente de seguros que es enviada al Obra Dinn, un malogrado barco que no pudo completar su itinerario y que de hecho se perdió, sin que se supiera nada de lo que sucedió, hasta que cinco años después reaparece, de manera repentina y misteriosa, en las brumosas costas inglesas. La agente de seguros recibe, de parte de un tal Henry Evans, un libro con información importante para completar su trabajo (está la lista de tripulantes originales, mapas del barco, ilustraciones de los personajes, y diez capítulos que detallan, aunque uno deberá ir completando los hechos, qué demonios sucedió), que es determinar cómo murió cada uno de los sesenta tripulantes, además de darle una identidad visual a esos tripulantes (para eso las ilustraciones). No sirve decir que, por ejemplo, Bryan Algo murió asesinado de un balazo por el señor X si nos equivocamos en el rostro del señor Bryan Algo, ¿comprenden? Para emprender dicha tarea además recibimos un reloj de bolsillo que actúa como memento mori, es decir, cuando nos encontramos con alguna cosa que haya tenido que ver con alguna de las desgracias, el reloj se activa y podremos viajar al momento de la desgracia, con suerte para recabar información. Así, uno deberá pasearse por todos los rincones del barco e ir atando cabos sueltos, completar la información, el flujo de acontecimientos, y llevar a cabo nuestra tarea, que no será fácil, pues no todas las personas se pueden identificar así a la primera y de hecho no todas las muertes están a plena vista: deberemos deducir, inferir, todos esos procesos lógicos, además de ir descartando esto y lo otro. Yo completé el juego en algo más de quince horas repartidas en cuatro días. Es un juego agotador, sí, pero de ese agotamiento que es plenamente satisfactorio (como ver "La Flor", ¿han visto "La Flor", maldita sea?), de ese agotamiento que te da un subidón de alegría y todo eso: ir determinando los destinos de los tripulantes te hace sentir bien, especialmente si estabas entrampado en un punto muerto o entrampado en una conclusión errónea. Ahí uno debe darse cuenta que el equivocado es el yo, no la realidad. Por lo demás, la trama es fenomenal y uno llega a conocer a los personajes, a sentir el peso de la tragedia que cae sobre todos y cada uno de ellos. Con algunos uno se encariña y hasta llegaba a sentirme triste, tengo mis tripulantes favoritos por quienes me apeno profundamente de sus terribles destinos, solitarios e injustos destinos. El efecto de ir revisitando sus muertes es una repetición que, más que ser banal, en realidad provoca gran desazón, un efecto realmente demoledor, sentir que nada se puede cambiar y que estamos condenados a ver cómo se matan o mueren en accidentes o lo que sea una y otra vez, sólo para determinar un nombre y su respectivo destino (o sino, como sale en el juego). Acá uno es el burócrata, pero la realidad de este barco se te mete bajo la piel. El juego está en primera persona y tiene una gráfica de 1-bit (según dice wikipedia, al respecto no soy experto) y la acción transcurre a inicios del 1800 (del siglo, no del año propiamente tal). Y que conste, cuando uno revisita las desgracias, escuchamos parte de la acción (pero sólo el audio) y lo que vemos es el instante congelado de la muerte del desgraciado/a, debiendo inferir, según el audio, los "movimientos" que llevaron a ese instante congelado, instante que podremos recorrer de cabo a rabo, pues mucho son los secretos y habrá que saber mirar en rincones oscuros para iluminar aquellas zonas oscurecidas por el desconocimiento. Habrá que saber mirar lo que está a plena vista, pues uno puede asumir una cosa por el audio (como que el que dijo eso es ese que está parado ahí), cuando en realidad la verdad es otra (spoiler: el que dijo es es ese que está parado allá). Un verdadero reto.
Return of the Obra Dinn es un juego que realmente te atrapa por todo: por su portentosa visualidad, por su magnífica narrativa, por su inmersiva jugabilidad, por la rotunda calidad de todo y cada uno de sus elementos (las actuaciones, la mencionada banda sonora, etc.). Una experiencia inolvidable, realmente inolvidable. Ayer soñé con este juego. Y yo no puedo dejar de recomendárselos. Juéguenlo, por favor. Háganse ese favor. Qué belleza, qué brutalidad. Obra maestra.
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