miércoles, 30 de junio de 2021

41

 

Una vez mi abuelo y mi hermana estaban hablando de películas de terror, llegando a la pregunta de ¿qué es el cine de terror? Esa pregunta la dirigieron a mí, "el que sabe" (aunque yo no sé nada). Yo expresé mi opinión, más bien mi teoría, que seguramente no es nada original, pero a la que, al menos, llegué por mi propia cuenta.

Dicha pregunta me la formulé con más determinación viendo, curiosamente, un mediometraje que nadie catalogaría como "terror". Me refiero a "Lordagen den 5.10", de Roy Andersson, que narra la vida cotidiana de un sujeto común y corriente utilizando diversos mecanismos narratológicos, desde el ensayo fílmico hasta una cámara cuasi documental (como si de una obra de Frederick Wiseman se tratara), pasando por una puesta en escena más "convencional". Pero es que en ese mediometraje hay un tramo realmente perturbador e inquietante, no tanto por lo que se ve o se muestra como por lo que, precisamente, no se ve: no hay monstruos, asesinos, trampas mortales, no hay truculencia ni sangre ni muerte, solo miedo. Miedo puro. Por su buen par de minutos. La escena consiste nada más y nada menos en la pareja caminando por un camino rural y algo aislado, cuando al hombre le dan ganas de hacer pipí, desapareciendo por ahí. De repente los sonidos y la cámara adquieren una atmósfera gélida y lóbrega, como si ese escenario bucólico fuera una amenaza, y la mujer se intranquiliza, llama al novio, éste no responde y, en fin, el miedo se apodera de ella. No pasa nada de nada, pero el miedo es real y se transmite con inesperada y portentosa fuerza expresiva y dramática. No es un mediometraje de terror, pero esa escena es terror puro. Entonces, ¿qué es el terror en el cine?

Primero que todo, la verdad es que no es un género. Al menos no de la manera en que comúnmente se habla y piensa sobre "cine de terror". Yo pienso que el terror es un efecto o, para usar una palabra menos fea, un tratamiento de la puesta en escena. Un efecto a veces pobremente utilizado (con jumpscares simplones, por ejemplo), a veces aprovechado con todas las herramientas cinematográficas a disposición de un director/a con sólida preparación y buen gusto. ¿El uso de efectos de terror es lo que determina que una película pueda ser catalogada como "cine de terror"? Parece que no es una razón muy potente ni convincente. Es que además hay que diferenciar el terror como efecto del suspenso, por ejemplo. El terror como efecto es algo más bien corto, conciso, reconcentrado y en cierta forma inesperado: su gracia es que te toma por sorpresa, pero de manera grotesca y, valga la redundancia, aterradora. El suspenso es algo más a "largo plazo", algo que se sostiene durante el relato; de hecho, el terror como efecto puede ser (no obligatoriamente) el clímax del suspenso, pues el suspenso debe, necesita, como si fuera un relato en sí mismo, una conclusión, una catarsis, ya sea confirmando y haciendo explotar la tensión provocada, ya sea liberando tensiones. Por lo demás, el suspenso es sugestión, el terror como efecto puede ser más provocación. De todas formas no lo tengo muy claro, no me he dado el tiempo para pensar ni analizar estas ideas, que se contradicen levemente como me he dado cuenta mientras he escrito esto. Con todo, estoy seguro de que el terror en el cine es un efecto, no un género.

Por otro lado, se habla de "cine de terror" generalmente cuando nos venden historias de asesinos, psicópatas, monstruos, vampiros, fantasmas, zombis, etc., que invaden casas, cazan adolescentes, capturan niños, más etc., en dicho caso, ¿es válido afirmar que el cine de terror es más bien una temática, en lugar de un efecto? Tiene sentido. Desde las Drácula, Frankenstein de los treinta, los filmes de la Hammer, el slasher, el torture porn, hasta las más recientes home invasion. Pero es que, es que... ¿Qué hay de "Shaun of the Dead" o "Juan de los muertos"? Son películas de zombis, ergo, de terror... ¡pero son comedias! Uno se ríe con lo que usualmente, en otras películas, nos cagaríamos de miedo (en teoría cagarnos de miedo). Bueno, son, como se dice, comedias de terror. Comedias... ¿con efecto de terror? ¡Nein!; ¿con temática de terror? Parece que sí. Está "What We Do in the Shadows". Otra comedia "de terror". Ya ni hablar de las parodias de terror, que cinematográficamente hablando son horribles, pero que reflejan el punto: usan "el terror" para hacer reír. Y ya ni hablar de esas sagas adolescentes que usan la temática de terror para elaborar dramas románticos. Estoy dispuesto a conceder cierto margen al terror como género si lo vemos como temática, pero, como se ha visto, esas películas son primordialmente de otros géneros que, eso sí, se aprovechan de diversas temáticas, lo que no hace que estas temáticas sean un género en sí mismo. No me van a decir que las películas de Navidad son un género sólo porque se hacen comedias ambientadas en dicha época del año.

En todo caso esto de los géneros es puro márketing. Cualquiera que haya visto más de cinco películas sabe que muchas trascienden géneros, combinan géneros, para construir propuestas únicas y diferentes. Por lo demás, lo que para mí prueba que el terror es un efecto es que, precisamente, las grandes películas de terror (es necesario seguir usando esta expresión, qué se le puede hacer) son aquellas que saben que el terror es un efecto y, por lo tanto, se construyen sobre otros aspectos narrativos y cinematográficos, por ejemplo "La cosa", de Carpenter, una película sobre la desesperación, la desconfianza, la fragilidad humana amenazada por una cosa desconocida y poderosa, que, a base de suspenso y terror como efecto, transmite esa desesperación, ese miedo, esa atmósfera de desazón y devastación. Es una historia principalmente humana, luego, claro, luego viene el terror.

Como sea, aún me falta mucho cine, mucho mucho mucho cine, para fortalecer esta idea mía. Además necesitaría más dedicación para pensar más al respecto y luego poder redactarlo de manera decente. Pero estoy convencido de ello: el terror en el cine es un efecto, no un género. ¿Qué piensan ustedes?

lunes, 28 de junio de 2021

40

 

Ha parado de llover pero el frío de estos días de invierno es capaz de asesinar cruel y lentamente a una persona, a un gato callejero, a un perro abandonado, además yo, que con los años me he vuelto más sensible, veo con perplejidad y resignación cómo se han debilitado ciertas características de mi cuerpo que yo tenía en alta estima, como tener alta resistencia a un frío  que no me causaba ningún efecto (siempre me iban a ver con una polera mientras los demás se abrigan con polerones, bufandas, etc.), no como ahora, tristemente. Me pregunto si voy a envejecer bien o mi cuerpo se convertirá, implacablemente, en una masa patética y lamentable. Espero que no, en todo caso; espero que mi nuevo y decidido giro a una vida más sana y activa (que debería afianzarse en mi cotidianidad una vez encuentre trabajo... cuando pueda) me libere de futuros sufrimientos corporales. Tengo optimismo en ello.

Hoy será una entrada corta porque es necesario y porque tampoco puede meter todas las cosas insulsas que se me ocurren en entradas más, ejem, "sustanciales" (que en estos momentos es hablar de cómics). ¿No les causa gracia que todos los que ven películas se crean cinéfilos? Son personas que con suerte ven cine estadounidense, o las tendencias que los diarios digitales recomiendan para ver en los servicios de streaming, o peor, franquicias de superhéroes o sagas espaciales. No negaremos que de entre las producciones mainstream o comerciales salgan muchas películas buenas, a veces muy buenas, pero hoy hablamos de espectadores más bien accidentales y pasivos, que por el sólo hecho de ver una que otra película usan ese término que antes podía significar algo, pero que hoy en día no es más que una impostura, incluso una parodia. He escuchado varias veces cosas como "sí, soy muy cinéfilo: me he visto todas las películas de Marvel", o "a mí me encanta el cine, he visto toda la saga de 'Star Wars'", y uno queda sin palabras y con ganas de decirles "no, a tí no te gusta el cine ni eres cinéfilo: simplemente eres un fanático al que le gustan las franquicias". Pero mejor no decir nada, las respuestas serían aún peores. La gente es muy insegura. Cuando ven que hay personas que en verdad aman el cine y en verdad se dedican a ver toda clase de películas de todos los tiempos y lugares posibles, que no ven el cine como una evasión sino como un arte complejo y de múltiples y profundas posibilidades, que saben apreciar realmente una película más allá de los lugares comunes, estos falsos cinéfilos se quedan pasmados y paralizados por su propia rigidez mental. Y de ahí comienzan a desdeñar el cine de autor, o a decir que el cine es puro entretenimiento, o que ellos no se creen superiores intelectualmente (interesante que siempre saquen eso cuando enfrentan un punto de vista más informado y más inteligente en materia cinematográfica: ¿desde cuándo dar una opinión es creerse superior?), o que seguro que uno se la pasa viendo películas vietnamitas de cuatro horas y en blanco y negro en donde solamente hablan y "no pasa nada", entre otras falacias de dudoso gusto. Pero es que así son las cosas de la masividad: todo acaba por banalizarse.

viernes, 25 de junio de 2021

39

 

Hoy es un día típicamente invernal, un día con frío, un frío helado que aprovecha cada pequeño hueco de tu casa para introducirse y morderte la espalda, un día gris y apagado, un día lluvioso, lluvia persistente aunque no demasiado intensa, si bien de todas formas se las arregla para revivir la vieja gotera que se resiste a ser reparada. Dentro de casa, nada mucho que hacer. Luego de despertar a las 13, bueno... Ya son las 19, así pasan las horas.

El miércoles originalmente me tocaba mi segunda dosis de AstraZeneca, pero como hubo problemas con un sujeto (aunque conociendo la escandalosa e impune falta de transparencia del gobierno de Piraña, que por cierto hoy sumó un nuevo capítulo al conocerse que la primera mujer con la variante delta del covid en el país no hizo ni cuarentena ni se hizo exámenes PCR al ingresar al país, como se nos dijo en cadena nacional, en resumen, conociendo esa falta de transparencia y respeto por sus propias "medidas" sanitarias, quizás más de una persona tuvo problemas con la vacuna inglesa y por eso decidieron suspender su uso en hombres menores de 45 años), mi segunda dosis se postergó en dos semanas, además de que ahora me vacunaré con la segunda dosis de la Pfizer, que según me dijo mi madre, sus colegas, conocidos de esos colegas y una modesta cantidad de testimonios en redes sociales, pega fuerte, bien fuerte, lo cual es el colmo de la buena suerte para mí, dado que la primera dosis de la AstraZeneca también me pegó fuerte, tal como lo dije cuando volví a hablar en este pobre blog abandonado. Es decir, tendré la fortuna de recibir dos dosis fuertes. Así es la vida, es lo que corresponde hacer de todas formas, especialmente si quiero recuperar cierta normalidad, cierta rutina y, sobre todo, cierta independencia económica para satisfacer mis vicios nobles y también los innobles. Por cierto, se renovó el maldito Estado de Excepción, lo que implica que, entre otras cosas, el puto toque de queda seguirá siendo utilizado, lo cual arruina mis planes. Todo bien, ¿no?

Mientras tanto, sigo enganchado con las desventuras de Sykkuno/Yuno en el mundo NoPixel. El otro día falló su primer hack, ya veremos cómo sigue la cosa.

Hoy, desde luego, hablaremos de la tercera parte y final de la trilogía egoísta de Antonio Altarriba y Keko, tercera parte titulada "Yo, mentiroso", acaso la más ambiciosa de todas (al menos es la más larga, con casi 180 páginas).


Primero que todo, nuevamente debo señalar que, si bien se puede leer "...Mentiroso" sin haber leído las otras dos historias previas, es definitivamente preferible conocer esas historias para no confundirse con algunos personajes y acontecimientos que en esta tercera parte se introducen en la historia sin menor explicación, dado que es natural asumir que el lector ya conoce dichos personajes y sucesos ocurridos con anterioridad. En realidad es imprescindible haber leído "Yo, asesino" y "Yo, loco" para poder cerrar de manera más satisfactoria y cabal esta trilogía.

El autor señala, al inicio de este cómic, que cualquier parecido con la realidad es insidiosa (o alguna palabra similar) coincidencia. Supongo que mis amigos y visitantes españoles captarán personajes, situaciones y críticas mucho mejor que yo, que vine a darme cuenta completamente de lo que estaba leyendo no tan temprano, je, je. El caso es que el protagonista es un poderoso pero sombrío asesor comunicacional que trabaja para el presidente de un partido derechista que, además, está podrido por la corrupción, una corrupción que no puede controlar en lo absoluto. Así, mientras este asesor trabaja leal y esforzadamente para salvar a su presidente de la furia popular y de los tejemanejes políticos (que incluye un opositor socialista que quiere hacerle una moción de censura o algo así), también deberá resolver, aunque no sea policía, un espeluznante caso en donde tres concejales son asesinados y sus cabezas aparecen preservadas en frascos. ¿Fueron los poderosos del partido? ¿Fue alguien más? Así, entre los laberínticos chanchullos del Partido oficialista, que ya parece distanciado de este presidente débil y pusilánime, el caso policial y los embates de todas las fuerzas políticas, el protagonista sufre problemas personales y dilemas morales que respectan a su propio futuro, además de reflexiones sobre la verdad, sobre la mentira, sobre la política, sobre la justicia, etc. Esto suena a sinopsis cargada de lugares comunes, pero qué le puedo hacer. La trama está contada con precisión de thriller, los personajes son retratados y dibujados, a pesar de todo, con humanidad (no como caricaturas mesiánicas o súper malvadas), el arte de Keko mantiene un perfecto equilibrio entre un dibujo realista y cierta magnificencia simbólica (y, si en las entregas anteriores sobre el blanco y negro destacaban los colores rojo y amarillo, respectivamente, acá es el verde el que agrega capas de observación y de significado), y en general la escritura de Altarriba siempre mantiene una calidad magnífica que no se contradice, que no se desequilibra y que, en el presente caso, con los consabidos riesgos de construir un relato tan inspirado en la realidad (especialmente en una realidad tan presente aún, o mejor dicho reciente), no cae en la proclama simple, en el alegato panfletario (aunque acá se dispara contra todos), al contrario, Altarriba elude inteligentemente la denuncia somera y obvia, más bien extrae el carácter literario de esa realidad para (re)construir un relato/retrato sobre la naturaleza humana. Todo ello con una historia bien contada, bien relatada y bien resuelta, con una que otra macabra sorpresa o giro argumental (especialmente si ponemos atención a todo lo que proviene de los otros dos cómics), que concluye como una obra grande debe concluir: dejando cabos sueltos, puertas abiertas, para que esos fantasmas acechen al lector y se extienden en el imaginario. Estos personajes siguen viviendo y sufriendo, más aún si se inspiran insidiosamente en la realidad.

Altamente recomendable trilogía de cómics de parte de un autor del que seguiremos hablando, porque "Yo, asesino", "Yo, loco" y "Yo, mentiroso" no es lo único que hemos leído de Antonio Altarriba.

lunes, 21 de junio de 2021

38

 

Disculpen la demora pero esta semana estuve muy pero que muy flojo (como siempre a decir verdad): las tardes las usaba entregándome al ocio u otras cosas menos ociosas (como hacer ejercicio y otra cosita que mencionaré dentro de poco), las noches inevitablemente me ponía a ver a Sykkuno, que ha vuelto a jugar GTA NoPixel con regularidad dado que el servidor de Minecraft de OTV básicamente se desinfló, y siempre hay cosas interesantes y divertidas que ver, el nivel de calculado caos que tiñe cada cosa que Yuno hace en Los Santos. Por lo mismo, he vuelto a dormir menos ya que me quedo despierto hasta bien tarde viéndolo, y mis días son un cúmulo de horas adormiladas hasta que llega la madrugada, momento de dormir, que es justo cuando el sueño se me pasa, y de repente mi almohada y mi cama, sumamente cómodas durante la tarde o pasado el mediodía (cuando despierto), son lo más incómodas y molestas que se pueda ser, y como mi imaginación es mi mejor amiga y me quiere tanto, me lleva a escenarios de lo más pesimistas, catastróficos y trágicos. Es lo que es, de todas formas cuando sea bartender éste será mi horario: trabajar de noche, hasta que el último borracho se vaya y no quede más veneno que servir. Por ahora, el veneno circula en mi cerebro. ¿No les ha pasado que cuando sueñan y les toca reír o llorar, lo hacen con una intensidad tal que no parece propia de sus yoes de la vida real? La semana pasada soñé que estaba jugando GTA en el servidor de NoPixel (para que vean hasta qué punto estoy metido en eso) y me encontraba con personajes como 4T, y por alguna razón nuestras interacciones eran sumamente graciosas y yo no paraba de reír, no podía, y seguía riendo y riendo como si lo que sea que me estaba haciendo reír fuera lo más gracioso del mundo, el universo y la historia conocida. Anoche, por otra parte, lo que recuerdo es que estaba en un lugar que era una mezcla de interiores con exteriores, como si las habitaciones de esta gigantesca mansión fueran a la vez una calle, o una multicancha pública, o algo por el estilo, y yo vivía en este lugar, al menos me sentía cómodo circulando por sus intrincados pasillos y habitaciones/exteriores. Al parecer tenía un perro, que no son mis compañeros perrunos y perrunas que tengo hoy en día (ni que tuve en el pasado); este perro parecía ser un labrador o algo similar, cachorro además, y estaba a mi cargo, yo tenía que salir y lo llevaba conmigo, lo llevaba en brazos pero por un momento, cuando traspuse la puerta principal, lo dejé caminar y oler en el porche, mientras yo bajé las pequeñas escaleras que llevaban al exterior y caminé un poco hacia adelante, hablé algo con alguien, me doy vuelta y el perro no está, y lo busco por todos lados y no lo encuentro, no lo encuentro jamás porque en el sueño pasa el tiempo, pasan los años y la misteriosa desaparición de este cachorro me pesa cada vez más, cada vez que camino por este laberíntico lugar y en sus rincones sólo encuentro sombras y espacios vacíos, espacios vacíos que me acusan cruelmente y me muestran que ese cachorro no está, ni ahí ni en ningún lado. Yo me siento terrible y, eventualmente, me pongo a llorar porque no puedo encontrar a este cachorro y, sea lo que sea que le sucedió, es mi culpa. Lloraba con un desconsuelo gigante, lloraba como llora Collin Farrel en esta escena de "In Bruges", pero peor, mucho peor. Al despertar, en todo caso, la sensación, sea que llore mucho o ría mucho en sueños, es de curiosidad y a veces perplejidad, es que siempre me llama la atención las cosas que sueño. A pesar de todo me gusta soñar tanto como lo hago, son mundos re locos e impredecibles, si bien, si es que tiene símbolos, nunca los puedo descifrar. Mejor así, mejor el misterio.

Antes de hablar de lo que vine a hablar hoy, dos cosas: El otro día mi abuelo vivió una cómica situación: pasada las doce de la madrugada, aburrido por un corte de luz, recibe una llamada con un código que le indica que la llamada proviene de otro país, y en efecto lo llaman unos argentinos que de inmediato le preguntan "Gordo, ¿y qué le pasó a Bravo?", cosas relativas a los partidos que ambas selecciones de fútbol han tenido (dos en las últimas dos semanas, ambos empates a 1), y sin entrar en detalles, tanto mi abuelo como los argentinos lo pasaron la mar de bien, provocándose con esto y lo otro. Al final mi abuelo cortó porque no sabía si la llamada se la cobran a él o no, además porque, por lo que cuenta, parece que estuvo hablando más de quince minutos. En cuanto a mí, el sábado participé de un torneo de ajedrez bullet organizado por Agadmator, que estaba de cumpleaños y decidió celebrarlo de esta forma, con una bolsa de premios de mil dólares a repartir entre los tres primeros lugares. Yo quedé en el lugar 550 de más de 5000, con el mismo puntaje que el 529. Ganó un sujeto sin título, el segundo lugar fue para un GM y el tercero para un IM, quienes, supongo, imaginaron que este torneo iba a ser dinero fácil para ellos. A pesar de que mi nivel es apenas de un aficionado, igual me ilusioné un poco, ja, ja.

Ahora bien, hablemos de lo que debemos hablar de hoy: "Yo, loco", escrito por Antonio Altarriba y dibujado por Keko. El otro día hablamos de "Yo, asesino", que es la primera parte de la llamada Trilogía del egoísmo, que concluye con "Yo, mentiroso". Si bien cada historia, en estricto rigor, se puede leer de manera unitaria, yo recomiendo que se lean en el orden que fueron publicados, pues si bien "Yo, loco" no es ni una secuela ni nada similar de "...asesino", sí presenta una interesante y deliciosa continuidad de ciertos personajes y acontecimientos que, si bien no son vitales ni obligatorios, sí aportan un peso narrativo y dramático que quien haya leído el primer cómic sabrá apreciar en su mérito, mientras que en alguien que no haya leído la otra historia la presencia de esos "easter eggs" le causan más confusión  y extrañeza que inmersión.


Primero que todo, supongo que no vale mucho la pena detenerse en el trabajo artístico de Keko, pues es la misma propuesta visual y estética de "Yo, asesino", sin presentar ningún tipo de decaimiento de calidad, al contrario, su poderío y justificación se sienten y se ven más rotundos, más potentes. Eso sí, tal como en la primera historia del blanco y negro destacaba el rojo, acá destaca el color amarillo y, por lo demás, podríamos decir que el dibujo apuesta por imágenes más contrastadas y de un marcado carácter expresionista y surreal, en consonancia con el tipo de historia que vemos. En cuanto al argumento, la trama, el relato, a diferencia de la historia del asesino, que, si bien era una historia con conflictos y personajes perfilados y retratados con profundidad y filosa agudeza, gozaba de una atmósfera y narrativa anticlimática, siendo una historia más conceptual que argumental, en tanto lo importante de aquella obra era establecer un paralelo entre la vida asesina del protagonista, con sus principios artístico-estéticos-morales grabados a fuego o hierro en su mente, y su vida de civil común y corriente, cada vez más decadente, frágil e insoportable, tan despojada que finalmente no le queda otra más que abrazar su faceta asesina, sin importar mucho las preguntas sin responder que quedaron en esa vida anodina e hipócrita (en donde no puede llevar a cabo su arte) que parecía despreciar su lado más salvajemente artístico. Me dejé llevar. Decía que "Yo, loco" se estructura de manera más decidida y cabal en lo que cualquiera podría llamar un thriller psicológico, cuyo motor principal es una conspiración que alberga una crítica social tanto como político-económica, en donde la tragedia de un hombre es a la vez el perfecto retrato del cruel y salvaje mundo de los negocios, particularmente el elusivo y críptico de los farmacéuticos. El protagonista es un dramaturgo frustrado que, luego de haber escrito un par de obras en su juventud, decide dedicarse a crear perfiles psicológicos o patológicos en la mayor farmacéutica del mundo, acá nombrada Pfizin (cualquiera puede saber a cuál se refiere, más aún en estos tiempos en donde las vacunas y, más importante, quiénes las fabrican, están en boca de todos). Su trabajo, más relacionado con el márketing que con lo científico o lo psicológico, consiste, básicamente, en crear enfermedades o, en su defecto, conductas nocivas y dañinas que requieran tratamientos con medicamentos. ¿Hablas muy bajo o lo que sea? ¡Zas!, se inventan un nombre para ese "mal" y un medicamento que te ayudará a superarlo. Claramente vemos la manera en que estas compañías, siniestra e inescrupulosas, juegan y lucran con la salud mental de la población, patologizando conductas normales e incluso necesarias con tal de capturar un público susceptible y ya devorado por el maremágnum de rígidos modelos conductuales que sirven más para producir y consumir que para contribuir a la calidad de vida y autorealización. ¿Han visto el corto "Smiling Addiction"? No es la gran cosa, pero refleja bien el asunto. Volviendo a "Yo, loco", el autor se inmiscuye en las siniestras telarañas de esta poderosa farmacéutica, mostrando sus secretos, sus tejemanejes, sus experimentos, sus métodos, sus jerarquías, etc., a través del progresivo deterioro mental y personal del protagonista, que al inicio ya sufre de pesadillas cada vez más intrincadas y extrañas, lo cual lo lleva a replantearse sus decisiones y reflexionar sobre la vida que lleva, sobre el peso de su pasado y la naturaleza del trabajo que realiza (más aún cuando aparece un colega dispuesto a destapar los sospechosas actividades de la empresa); pronto, todos estos problemas personales y éticos devienen en una pesadilla real que lo conducirán a un final oscuro y desolador, planeado y ejecutado con inteligencia, con no poca maldad incluso. Una historia perfectamente cerrada, aunque no de la manera más luminosa y feliz, he ahí el poderío de esta historia.

Totalmente recomendable, y piensen dos veces antes de tragarse cualquier cosa, sean pastillas o "verdades", que los poderosos les pongan por delante.

miércoles, 16 de junio de 2021

37

 

Ja, ja, resulta que porque Cristiano Ronaldo sacó, no con poco desprecio, dos botellas de Coca-Cola de una conferencia de prensa, las acciones de la compañía se desplomaron y se perdieron cuatro mil millones de dólares (acá podría insertar, especialmente en tiempos de tanta urgencia como estos, lo que podría hacerse con semejante cantidad de dinero, pero la verdad es que no sé cuántos hospitales podrían construirse, cuantas familias podrían recibir ayudas económicas, etc.), y ante esto yo no sé qué demonios pensar, porque no entiendo cómo demonios funciona la bolsa y los mercados financieros (o como se llamen). Está bien que Cristiano Ronaldo sea una estrella del fútbol y todo, pero ¿perder cuatro mil millones de dólares por un gesto? ¿Cómo es que el valor de algo cambia tanto por ese tipo de cosas? ¿Es dinero real siquiera, digo, efectivo, tangible? Imagino que en cualquiera momento los de la Coca-Cola descubren la cura contra el cáncer o contra el covid y a lo mejor así recuperan su valor bursátil, pero qué sé yo. La verdad es que no entiendo que ese mundo se base en cosas poco reales, más bien en ilusiones o espejismos. Esto me recuerda a la novela "El socio", de Jenaro Prieto. Lo que recuerdo de ella es que el protagonista es un sujeto bien poca cosa, esa clase de hombres que no destacan en nada y que llevan una existencia mediocre, en el mejor de los casos lo suficientemente aceptable para estar contento, pero lo dudo de este protagonista, que intenta hacer negocios sin éxito, que no tiene mucho dinero, que le cuesta mantener un nivel de vida razonablemente decente. El caso es que este sujeto, que todos deben ver como un perdedor o, peor, un pusilánime que dice intentar pero en realidad no intenta nada, este sujeto digo, por alguna razón que escapa a mi memoria, se inventa un alter ego, un personaje que no existe, pero al que le otorga todas las cualidades que a él le faltan: glamour, inteligencia, buen olfato para los negocios, y pronto este "socio" se convierte en una estrella del mercado, y todo lo que piensa es oro puro, y sus palabras elogiosas son seguidas por acciones que suben como la espuma, y sus palabras despreciativas hunden como el Titanic otras acciones, y todos estos acontecimientos francamente surreales, estos hechos reales y tangibles ocurren por la potente influencia de este ser ficticio e imaginario que vive en la mente de este protagonista apocado, al que nadie escucha ni toma en cuenta, a pesar de ser el interlocutor de este famoso "socio". Después la trama se vuelve aún más surreal y este "socio", sin existir, más interviene en la realidad, pero no viene al caso seguir contando, simplemente lo traje a colación por este asunto de las bolsas o mercado bursátil y cuán frágiles y ridículos me parecen. Yo prefiero comprar billetes de lotería (cuando tenga dinero, cuando tenga trabajo).

Hoy, sin embargo, vengo a hablar de, a comentar "Yo, asesino", cómic (o novela gráfica) escrito por Antonio Altarriba y dibujado por Keko, que es la primera entrega de una trilogía que, si no me equivoco, se llama la trilogía del egoísmo, y que continúa con "Yo, loco" y "Yo, mentiroso", pero de esas hablaremos otros días.


Yo no me considero especialista en nada, ni siquiera en cine, aunque de cine hablo con mucha más seguridad que de cualquier otra cosa. Lo digo siempre en todo caso, yo no hago reseñas ni críticas ni análisis, a lo más digo si algo es bueno o malo (no en un sentido moral, sino cualitativo), siempre sustentado en criterios personales y, para muchos, quizás poco confiables o creíbles. El caso es que no diré ni puedo decir mucho de "Yo, asesino". Primero que todo, me gustó. Me gustó su arte, el dibujo, todo eso, el trabajo de Keko a fin de cuentas. Es un dibujo preciso, detallado, y con cierta sensación filosa, tan filosa como la prosa, como el estilo con que se narra el relato, en donde se retrata a la perfección tanto los espacios/lugares como los personajes, sus rostros, sus matices y ambigüedades. Si habláramos en términos de puesta en escena, en especial cuando entramos en terrenos del thriller o algo similar, siempre es bueno cuando el narrador sabe situarte en un espacio, casi de manera natural e intuitiva, para luego dejar que el tiempo y las acciones fluyen en esas imágenes, entre lo que hacen y dicen los personajes. En este cómic nos movemos por salones o pasillos universitarios, parques y callejones, galerías de arte y auditorios de conferencia, dibujados con una calidad inmersiva, y luego vemos personajes de quienes captamos a la perfección la hipocresía, la frialdad, la decepción, la ira, la mentira... Todo en un blanco y negro aderezado con algunas tonalidades (o manchas) rojas, que claramente remiten a la sangre, pero también a la ira, a la pasión, al aura trágico del hombre. Y luego está el relato, sorprendente y saludablemente anticlimático, que no da respuestas, más bien induce la incertidumbre, que nos cuenta la historia de un profesor universitario de arte, un profesor de harto prestigio, que tiene revistas y es conocido por sus teorías del arte cruel, quien también resulta ser un asesino en serie que ve el acto de matar como una de las bellas artes, siendo cada asesinato una obra de arte en sí misma, cada asesinato con su propia ética y estética que el protagonista sigue a rajatabla: un artista de la muerte, que se permite innovar, experimentar, renovar, refrescar su arte. El protagonista, que es también el narrador, reflexiona sobre qué es el arte y cómo aplica esa misma visión a sus actividades mortales, manteniendo una coherencia entre el discurso o el soporte teórico y la ejecución en sí misma del arte en cuestión. Reflexiones la mar de interesantes que hablan sobre la moral, las reglas, la humanidad (el protagonista dice que el humano es un asesino nato, una especie cruel que reprime o dosifica sus impulsos asesinos...), y que van avanzando sobre el siguiente argumento o conflicto dramático: mientras el protagonista planifica sus asesinatos, su vida comienza a desmoronarse por diversos motivos que escapan a su voluntad, incluso a sus actos, curiosamente, salvo los asesinatos, ninguna de las consecuencias que el protagonista sufre son su responsabilidad, de esta forma debe equilibrar su meticuloso modus operandi con una vida personal y profesional que se tambalea a pasos agigantados. Además hay agudas y punzantes críticas políticas, sociales e incluso filosóficas, retratando un mundo que, en efecto, está lleno de muerte, pero de muerte en otras formas, otras caras: engaños, farsas, mentiras, confabulaciones, esas pequeñas pero constantes formas de destrucción mutua que confirmarían las teorías del protagonista, que el ser humano es un asesino, pero un asesino que no se atreve a aceptar su naturaleza.

Como siempre, tratándose de mí, deben haber muchas cosas que se me olvidan, otras que a lo mejor escribí mal, qué sé yo, pero lo importante es lo siguiente: "Yo, asesino" es un cómic altamente recomendable, un cómic redondo entre lo gráfico y lo narrativo y lo sustancial. A mí no es que me haya cambiado la vida (creo que algunos cómics de Enki Bilal lo logran), pero sí que da gusto leer/ver algo de tan incuestionable calidad y que, se nota, está hecho para, en efecto, transmitir y expresar algo: una visión de mundo, una forma de sentir el mundo. Puede sonar cursi refiriéndome a un cómic tan elegantemente brutal, pero esa es su gracia: el protagonista no mata por pasión, por odios ni rencores ni principios, mata por arte, por motivos estéticos, y lo mismo podría decirse del cómic: no se vanagloria en su retrato de la hipocresía y las maquinarias del poder del mundo académico (y no sólo académico), pero ahí está, latente, respirando sobre nuestra nuca. Tiene su gracia esa dualidad, esa dicotomía: justamente lo que arruina al protagonista es aquello que evita en su actividad más preciada: el mundo que lo rodea, el sistema social.

Interesante sin dudas, ciertamente un imperdible.

lunes, 14 de junio de 2021

36

 

En la entrada más reciente hablé del blog, así que hoy hablaremos, ejem, de mí.

Ya que mencionamos el blog, no he hecho ninguna de las tareas que me propuse... aún.

Hace dos o tres semanas soñé que estaba en el campo plantando árboles, pero de manera ordenada y meticulosa, no a lo loco ni en cualquier parte.  En el mismo sueño me daba cuenta que lo hacía inspirado por esa pareja brasileña que, ayudada por una fundación, plantaron no sé cuántos miles de árboles en su propiedad, logrando, con los años (no pocos: veinte), que ese terreno, que en la práctica era un inmenso peladero con unos cuántos árboles solos desperdigados por ahí, se convirtiera en una selva, llena de vida, albergando más de cien especies de árboles, de aves, de insectos, una o dos docenas de anfibios, entre otros, logrando que el agua volviera a fluir naturalmente de nuevo, toda una maravilla que demuestra lo resistente, rebelde y poderosa que es la naturaleza, y lo mucho que las cosas podrían mejorar si los humanos ponen de su parte (porque la naturaleza puede recuperarse por su cuenta, claro, y todo a una escala suprahumana, porque si la especie humana en verdad convierte al planeta en una bola de polvo y ceniza, ésta se recuperará, pero no de un día para otro, tal vez le demore siglos en recuperar su esplendor, ojalá ya sin nosotros). Lástima que allá en Brasil ahora tengan a un psicópata como presidente, que, entre otras estupideces y barbaridades, no ha dudado en decir que no le importaría vender toda la Amazonía a privados.

Siguiendo un poco con lo de los sueños, pero enfocados en el dormir, se supone que ahora que Sykkuno dejó de jugar GTA NoPixel con tanta asiduidad como antes, yo podría dormir mejor, dormir más, pero es como si mi cuerpo se obligara a estar dos o tres horas más despierto, aunque sea haciendo nada, sólo por esa inercia de mi rutina de los últimos dos meses. Cuando son las doce y me digo que es hora perfecta para dormir, ¡saz!, me pongo a hacer algo que me tiene en pie hasta las dos de la mañana. Espero corregir eso prontamente.

Resulta que al final los hombres menores de 45 años que se vacunaron con la AstraZeneca en sus primeras dosis, para la segunda deberán vacunarse con la Pfizer. Yo entro en ese grupo y este desorden no lo entiendo mucho, pero habrá que acatarlo. Para más remate, la fecha para mi segunda dosis fue postergada en dos semanas, lo que retrasa mis planes para estudiar bartender y ser un hombre que se valga por sí mismo.

Hablando de vacunas y bartender, dos cosas. ¿Por qué trabajar como bartender?, ¿qué motiva dicha elección? Pues bien, hasta ahora he tenido dos trabajos: cuando salí del colegio trabajé en un KFC en la parte de atrás, tanto en la freidora como en la estación para preparar sandwiches y otros productos del menú. Entonces la paga me parecía genial (nunca antes había tenido dinero realmente, salvo los regalos de cumpleaños, pero nada en comparación a un sueldo como tal), pero hoy en día no trabajaría por un sueldo tan exiguo y tampoco trabajaría preparando carne. Unos tres años después, para poder comprar el computador que uso ahora (el que tenía antes se echó a perder cuando le cayó agua encima... culpa mía), me puse a trabajar de copero en un pub-restaurant. Copero es, básicamente, quien lava los cubiertos, los vasos, los platos sucios, las ollas, sartenes, los utensilios de cocina, etc. La paga era mucho mejor que el sueldo del KFC y además las propias, que no eran tan buenas, iban sumando. Obviamente es una buena opción para un vago perdedor como yo, en tanto que te paguen tanto por lavar platos básicamente, es como algo demasiado bueno para ser verdad. Y esa iba a ser mi opción, pero luego pensé tres cosas: dudo que sea bueno para la salud de mi piel trabajar tanto tiempo usando tanto detergente y más de esos productos, quién sabe cómo acabarían mis manos luego de años haciendo lo mismo, y no quiero descubrir cuánto daño pueden aguantar; tampoco sería bueno para mi espalda, dado que para lavar debo estar inclinado sobre la estación de trabajo, y una columna descuidada es de las cosas que más y mas fuerte pegan en la vejez; por último, ¿alguien ve a un viejo de cincuenta/sesenta años trabajando como copero? Nadie. Nadie, tampoco, contrataría a alguien de esa edad para un trabajo como ese; obviamente, dicho empleo recaería en alguien más joven, sin duda alguna. Pero como me gusta esa área de trabajo y me gusta el horario nocturno, me dije: ¿Y si soy bartender? Porque como mesero lo haría mal, en la cocina no tengo nada que hacer, entonces me queda el bar. En el bar perfectamente puede haber un viejo de cincuenta/sesenta años trabajando; quizás no en el bar más chic de la ciudad, pero en algún lugar contratarían a un viejo, especialmente a un viejo tan apuesto y bien mantenido como lo seré yo. El trabajo de bartender, además, soluciona el problema de la columna y las manos: no tengo que estar inclinado ni tampoco deberé ahogarme en detergente durante ocho horas seguidas. Por lo demás, como bartender estoy seguro que gano más que como copero, y las propinas serán más grandes también.

Si ya con todo esto de la pandemia he estado reflexionando sobre la salud y el cuidado que uno debe prestarle, especialmente cuando uno no puede ni caminar tanto como antes, ni mucho menos ir a nadar, en resumen cuando las circunstancias te obligan a un estilo de vida más sedentario, motivándome a comer más frutas y verduras, incorporar alimentos más variados a mi fabulosa y moralmente correcta dieta vegetariana, y disminuir las porciones que suelo comer, el fuerte golpe que me dio la primera vacuna me hizo abrazar mis nuevos motivaciones de manera tajante. Si antes comía manzanas cuando me acordaba, ahora como dos al día. Como dos naranjas diarias también, un plátano diario sumen. Y mis porciones de arroz y fideos son la mitad de antes. Y los antojos de cosas dulces y chatarras (chocolates, helados, galletas) disminuyeron casi a cero, solamente los miércoles, cuando salgo a hacer las compras semanales a mi abuelo, me permito comprar un pastelito, pero fuera de eso, nada más. Si bien aún no bajo ningún kilo, por alguna razón me veo más esbelto, mis brazos y piernas se ven más fuertes y cuando hago ejercicio me siento más, cómo decirlo, más vigoroso, me siento menos cansado. Imaginen si pudiera nadar... ¿Y por qué la vacuna fue tan decisiva? Es que sus síntomas fueron tremendos, y la náusea que me causó no se las deseo. Todas las cosas no sanas que había comido por alguna razón las sentía en mi boca, un sabor extraño inundaba mi lengua, incluso mis dientes, como si me estuvieran persiguiendo. En definitiva, no quiero sentirme así de nuevo y, para qué estamos con cosas, los chocolates, los completos, las pizzas, ya no me causan tanto placer o gozo como antes, aunque no quiero abandonarlos del todo. Por otra parte, las frutas son tan deliciosas. Por eso también quiero un sueldo y dinero: la economía actual no permite comprar, como yo quisiera, un cajón de kiwis, otro de mangos, unos cuantos kilos de arándanos y una que otra papaya. Con esas frutas en mi cotidianidad sería feliz.

Por último, pronto mi madre va a cambiar su actual celular por uno nuevo. El que tiene ahora me lo va a dejar a mí, y el que tengo yo ahora... ¡también quedará para mí! Esto me viene de maravillas para uno de mis objetivos (ya cuando tenga trabajo y dinero): un celular queda como celular personal, para familia y amistades (si es que tengo), el lado A como se dice por ahí; el otro celular quedará para mis actividades más placenteras, el lado B como dicen. Esto soluciona bastantes complicaciones que tenía en mi mente sobre cómo me iba a organizar en dichas materias. Ya puedo sentirme más tranquilo.

Y creo que eso sería todo por hoy. En los próximos días hablaremos de unos cuantos buenos cómics.

sábado, 12 de junio de 2021

35



Ahora seremos un poco más claros, calmados y reposados para escribir estas entradas. Lo que pasa es que perdí la costumbre de tomarte el trabajo de escribir algo legible, además ayer el cómic que comenté no me gustó nada y poco entusiasmo tenía en hacerme entender bien, si al fin y al cabo estábamos ante un cómic predecible, cliché y decepcionante en términos gráficos. El mero pensamiento de tener que ordenar los argumentos y los planteamientos me daba pereza y algo de desidia, para qué mentir; dividir el aspecto narrativo del gráfico y "analizar" cada aspecto por sus partes, con sus pros y contras, qué cansancio. No sería de esta forma si hablara de películas, claramente, las películas son otra cosa, son, o eran, el motor principal de este blog y por ende uno escribía de la mejor manera que se podía, dadas las circunstancias. Ahora la cosa va más de compartir lo que sea, sin prestar atención a detalles formales, para qué, después de todo el objetivo es no desaparecer.

Hoy no hablaremos de nada en específico. Pensando en lo que el blog es o fue o podría ser, anoche me puse a revisar y ordenar etiquetas, herramienta que, en el caso de este blog, su ubican en el extremo inferior de la página en su versión web. Ahí podrán ver las citadas etiquetas divididas en (a) Año, algo útil, al menos para mí, porque siempre es bueno saber de cuándo son las películas, y a veces uno le da por pensar que hay años particularmente buenos, otros particularmente malos, y aunque mi modesto blog no tiene muchas películas comentadas (no al menos como para conformar un universo lo suficientemente amplio que permita identificar tendencias o patrones en la relación de la calidad y las fechas de estreno-producción), sí me resulta satisfactorio darle click al año 1969, que a mí me parece un año fascinante en cuanto a estrenos, lo mismo con el año 2007; (b) Directores/as, esto no necesita mayor explicación: si uno quiere ver si yo he hablado de determinada película, qué mejor que buscar en esa nube de etiquetas al nombre de su director/a y darle click, por lo demás, y esto es algo que hago con otros blogs igualmente bien ordenados, me encanta revisar nombres que no conozco, que no me suenan de nada, para darles click y descubrir películas desconocidas para mí, pues de eso se trata todo; (c) País, algo también obvio y esencial. A veces lo de los países puede resultar confuso, especialmente con las co-producciones, pero complicaciones aparte, las etiquetas por países también son importantes y esenciales para descubrir tendencias y diferencias entre las variadas y diversas cinematografías del mundo. Estas tres etiquetas son básicas, del verbo básicas. Esenciales en un blog como este.
Hay otras también, entre ellas unas que ya desaparecieron y otras que van a permanecer (al menos hasta que se me ocurra lo contrario, lo cual dudo). Las que desaparecieron son solamente dos: (a) las casas televisivas de las series ("-HBO", "-Showtime", "-FX", y así...), pues en este blog también hay series comentadas, y en los inicios me parecía una buena manera de separar y organizar las series, dado que solía entregarle cierta "autoría" a las casas productoras/televisivas, como por ejemplo que HBO siempre hacía series de calidad y para un público adulto, también prestando especial atención y cuidado a sus propuestas artísticas, intentando ir a la vanguardia en cuanto a televisión se refiere, en contraste con, no lo sé, los típicos dramas médicos, de abogados o detectives, que acumulan decenas de temporadas sin pretender darle un cierre. Desde antes incluso que no pudiera seguir viendo películas y comentándoles esa etiqueta ya no me convencía, pues de autoría las casas televisivas ya no tienen mucho que digamos y el mayor crédito siempre va al creador/a y director/a(s), por lo demás las series comentadas no necesitan un criterio extra de organización, pues las series mismas tienen una etiqueta con su nombre, bajo la cual se ordenan las distintas temporadas de cada cual. Así que saqué esas etiquetas y, como se puede apreciar, no disminuyen la facilidad para encontrar las series. La otra etiqueta que eliminé era (b) una que decía "*Anime series", un despropósito sin duda; los animé ordenados bajo dicha etiqueta fueron movidos simplemente a "*Animación", que de ahora en adelante aglutinará todo aquel trabajo animado con dibujos, por computadora, etc., sea un largo, un corto o una serie.
Las que permanecen son: (a) "*Animación", ya mencionada unas pocas líneas arriba, y que para agregar a lo ya dicho, aglutinará sin importar de qué país venga, da lo mismo si es animación japonesa, estadounidense, china, etc.; (b) "*Documental", si bien la idea no es hacer una etiqueta para cada género cinematográfico, sí es importantísimo destacar la labor documental del cine, por eso esta etiqueta facilita la búsqueda de títulos documentales (independiente de si puedan ser encontrados a través de sus directores/as) y además los reúne en una "misma sala", para que también sea más fácil no distraerse con títulos de ficción entre medio (si es que no existiera tal etiqueta); (c) "*Opera prima" y "*Último filme", son dos etiquetas que son las respectivas caras de una moneda y que son una satisfacción personal, un capricho útil, una curiosidad necesaria: si quieren tener una lista ordenada de las primeras películas de sus directores favoritos, detestados y desconocidos, ahí la tienen, lo mismo para aquellos títulos que marcan el final de las variadas filmografías, ya sean por fallecimientos que interrumpen sus carreras, simples retiros de la actividad cinematográfica, etc.; (d) "*Series USA" y "*Series British", me parece una manera más fácil de ordenar las series, tan simple como eso, así no distingo sus orígenes productivos (ya sean de grandes cadenas televisivas o pequeñas productoras web o lo que sea), y además no mezclo en las etiquetas de los países series con películas, porque no hay que mezclarlos. ¿Y qué pasa para las series que no son ni de Estados Unidos ni de Inglaterra? Tengo que crear una tercera y última etiqueta, quizás algo como "*Series Around the World", que precisamente era una etiqueta que saqué hace mucho tiempo, pero que ahora quiero rescatar, especialmente por el argumento ese de no mezclar series ni películas en las etiquetas de países (y me consta que por ahí tengo series francesas, danesas y de otros países comentadas). Tarea pendiente, seguramente lo haré ahora luego de subir esta entrada; (e) "*Cyberpunk", otra etiqueta que es un capricho personal, dado lo mucho que me encanta el cyberpunk, sí pienso que tengo abandonada esta etiqueta, que me faltan títulos ya comentados por agregar, otra tarea pendiente. Puede que en algún momento me anime a hacer lo mismo con otros dos queridos géneros: el "*Western" y el "*Noir", la verdad es que me entusiasma hacer esas etiquetas. Como digo, no haré etiquetas para cada género (no haré un "*Drama", ni un "*Fantasía", ni un "*Thriller", por ejemplo, pues privilegio que las películas sean conocidas por quien las creó y filmó, más que por su género, que a la postre no es más que una limitación mercantil, una simple manera de catalogar los perfiles de espectadores, nichos y potenciales consumidores), los que planteo los haré por un tema de fanatismo (lo admito) y nostalgia; por último (f) las etiquetas de las series: "<nombre de la serie>", una manera explícitamente fácil y directa de encontrar lo que buscan. ¿Necesaria? A decir verdad puede que no, ya que contraviene un poco ciertos principios mencionados durante todo este párrafo, pero es una etiqueta que no me incomoda y que de hecho a mí mismo me sirve y me gusta ver, por lo que no planeo quitarla.
Así las cosas, ordené un poco las etiquetas y me quedan tareas pendientes: crear esas dos nuevas etiquetas y ver si a algunas etiquetas le faltan títulos. Ardua tarea, pero no es que tenga algo mejor que hacer, además todo por el bien del blog.

Entonces ¿qué se viene para el blog? No sé qué será del blog, simplemente sé que quiero que siga existiendo y que volverá a su perdida modalidad cuando yo pueda ver películas, o sea no sé cuándo demonios, pero espero que algún día. Me gusta el cine, me gusta ver películas, pero no veo películas por ocio, no las veo para pasar el rato ni nada por el estilo. Para mí el cine es un arte, un arte hermoso, maravilloso y complejo, es también un estilo de vida, y cuando veo cine, cuando quiero ver una película, lo hago para disfrutar cada aspecto de su propuesta, para disfrutar una historia, unos personajes, sus imágenes, sonidos, montaje, para dejarme llevar, dejarme llevar tanto que me olvide del mundo exterior y sea solamente la película y yo. Si bien no soy un espectador analítico o cerebral en el primer visionado (que debería ser siempre como el primer amor: un flechazo, un hechizo, sin preocuparse del porqué ni de los mecanismos de conquista, simplemente de esa sensación de encantamiento), a la larga mis películas más queridas y admiradas son aquellas que respetan el arte del cine, sus herramientas, sus posibilidades, porque el cine no es sólo una historia, es también un complejo conjunto de elementos que, si no estuvieran en consonancia, en armonía, si no estuvieran pensados ni ejecutados bajo una visión propia, no serían nada, nada memorable ni perdurable al menos. El cine es un arte humano y las mejores películas son aquellas hechas por seres humanos que vuelcan en el cine, en ese arte tan bello, inquietudes, miedos, alegrías, etc. En todo caso este blog siempre ha sido desenfadado. No tengo idea lo que es una reseña ni una crítica, no conozco la diferencia una de otra. Yo simplemente comento, yo hago comentarios de películas, a veces más elaborados, a veces más espontáneos, a veces más técnicos e incluso teóricos, a veces más informales, pero con el único fin de compartir. A mí me encanta investigar y descubrir películas que no conozco, yo intento hacer lo mismo por los demás. Si alguien llega acá y descubre, gracias a las etiquetas o lo que sea, alguna película que haya llamado su atención, algún director o directora que parezca una persona de filmografía interesante o atractiva, me doy por pagado, feliz y satisfecho. Y como saben, acá no discriminamos. Vemos películas de Bergman, de Tarkovsky, de Tarr, de Fassbinder, al mismo tiempo que vemos westerns, melodramas, películas de acción, cine de terror, cine B, cine Z; acá hemos celebrado películas sobre monstruos informes y esos densos dramas bergmanianos, aunque claro, si me pidieran hacer una lista, sería una lista en donde no faltarían las mismas obras maestras de siempre, pero es que es lo que son, si te gusta el cine, si de verdad te gusta el cine, entonces las obras maestras son incontestables, porque son propuestas técnico-formales-narrativas de calidad y valor superlativo que han marcado un antes y un después. "El ciudadano Kane", "Yojimbo", "2001", "Barry Lyndon", "Andrei Rublev", "El sacrificio", "Karhozat", "El hombre que mató a Liberty Valance", "El padrino" (cualquiera), "El silencio", "La dolce vita", en fin... Y luego vienen las películas magníficas, magistrales, maravillosas, fenomenales, espectaculares, formidables... Hay mucho con lo que disfrutar, este blog tiene tanta vida como cine exista, y cine existe para una y un millón de vidas más.

Y, bueno, no tenía planeado extenderme tanto, pero qué se puede hacer, cuando a uno le da a uno le da, ¿no? Si bien yo me doy por pagado con que descubran películas y luego las puedan ver y disfrutar, hay otra cosita que creo haber aportado: la creación, ejem, de un nuevo (sub)género. Ejem, ejem. En realidad no sé si alguien más haya acuñado el término antes que yo, es lo más probable, pero me gusta el concepto del anti-coming-of-age. ¿Qué es un coming-of-age? Es de esas películas, usualmente protagonizadas por adolescentes o jóvenes que retratan el paso a la adultez o la madurez, usualmente a través de acontecimientos fuertes (que no es lo mismo que macabro o truculento) que los obligan a cambiar su visión de mundo y darse cuenta de que ya no son niños, que ahora dependen de sí mismos para existir y que en el mundo están, en esencia, solos. Es una definición un poco simple y reducida, pero la esencia es que los personajes de este tipo de historias, finalmente, crecen, cambian, avanzan, y desde ese futuro rememoran esa época de cambios con nostalgia y aceptación: "eso, aunque haya dolido, sirvió y me hizo ser el hombre o la mujer que soy ahora". El coming-of-age no es algo exclusivamente cinematográfico, de hecho en la literatura es algo que se fue viendo con bastante frecuencia y consistencia al menos desde el siglo XVI más o menos, llamado "novela de aprendizaje" o Bildgunsroman en su primera y oficial acuñación allá por el inico del siglo XIX, pero obviamente el cine le ha dado sus propias características. Entonces lo que yo digo es que el anti-coming-of-age es lo contrario, es decir, personajes que, en esos procesos del paso a la adultez, en la maduración personal, emocional y psicológica, sufren acontecimientos tan terribles que, a la larga, no crecen, se quedan atrapados y estancados en ese mundo adolescente o juvenil, incapaces de enfrentar sus traumas, dejándose engullir por el pasado, por ese pasado que lo devora todo, el presente y el futuro. El ejemplo por excelencia que se me ocurre es la película "The King of Pigs", de Yeon Sang-ho, en donde vemos como el bullying y la violencia escolar se transforman en fantasmas y monstruos que persiguen a sus personajes por el resto de sus vidas, incapaces de llevar una vida adulta, pues aún viven y palpan esos dolores y traumas juveniles. A diferencia de los muchachos de "Cuenta conmigo", que la pasan mal pero que crecen y se transforman en adultos propiamente tales, los de "The King of Pigs" murieron en esos años de adolescencia, y luego continuaron como zombis. Es oscuro, ciertamente. Otra película que se me ocurre, algo más blandita pero que encaja a mi parecer con esto, es "El efecto mariposa": ahí vemos cómo Ashton Kutcher, sin importar cuántas veces intente cambiar el pasado, particularmente dos o tres hechos traumáticos, su presente siempre será terrible y frustrante, en tanto las heridas del pasado siguen igual de vivas y latentes, incapaz de llevar una vida normal separada de las frustraciones de ese pasado. Y como vemos en la película, el protagonista finalmente puede llevar una vida normal cuando por fin se libere del peso del pasado y acepte que las cosas suceden, que no se pueden cambiar y que no todo lo que se desea  se puede tener en la vida, que a veces lo mejor es renunciar a ciertas cosas en vez de forzarlas por cualquier medio. Entonces "El efecto mariposa" no es del todo un anti-coming-of-age, pero casi, y como película tenía mucho potencial, filosófico y argumental, pero las personas a cargo no estaban a la altura de tan prometedor material.

En fin, qué piensan de todo esto. Del anti-coming-of-age. De las etiquetas. De si se me entiende mejor o no. 

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Pero como se me olvidan las cosas olvidé mencionar que también me gustaría comprar y jugar (para mi hipotético y, viendo la actualidad, altamente improbable futuro como bartender que gana mucho dinero para destinarlo en varios objetivos) Red Dead Redemption 2, también el 1 porque lo tengo para mi ya gastada X-Box 360 aunque como mi tele era chica nunca pude entender bien porque apenas veía los subtítulos y mi oído en ese entonces no servía de nada para el inglés, Little Nightmares 1 y 2, que he visto buenos comentarios e interesantes clips al respecto, y qué más, qué más, no lo sé. Algo importante que igualmente olvidé mencionar es que con mi hipotético y altamente improbable sueldo + propinas quiero comprar una cámara análoga, quiero sacar fotos y entrenar el ojo, aunque no sirva de mucho, para componer fotos en blanco y negro y a color, calcular todas esas cosas que se necesitan calcular para sacar una foto (diafragma, velocidad de obturación, etc.) pero, claro, de manera análoga, no de forma digital porque el digital tiene menos calidad y porque no tiene mucha gracia, ya que el resultado se ve de inmediato y hasta se puede corregir, en cambio con el análogo uno debe pensar bien el proceso, la composición, la "química" del momento. Al año 2019, en mi segunda y fallida oportunidad para cumplir mis sueños, aprendí y saqué fotos bien buenas, y eso que el fotómetro de la cámara que nos prestaron a mí y a un compañero estaba malo así que realmente tuvimos que calcular bien y evaluar la luz natural que teníamos, las sombras, etc. La tarea era sacar fotos, luego revelarlas, elegir una sola y exponerla, con un nombre que fuera un concepto o algo así, por lo que yo le saqué una foto a un perro que miraba hacia adelante, algo fuera de campo, y lo titulé "Incertidumbre". Si tuviera una cámara análoga y sacara fotos y todo eso, tendría que mandarlas a revelar a una tienda fotográfica supongo, ya no dispongo del laboratorio de, ejem, la escuela, y aunque podría comprar los utensilios y los líquidos, no tengo un cuarto oscuro propio y tampoco tengo esa máquina inmensa que no sé cómo se llama, pero que es donde uno pone las fotos del rollo revelado, luego una luz hace que esa fotito del rollo se "pegue" en el papel fotográfico (¿así se llama?), que es más grande. Podría usar términos más técnicos, pero los olvidé. No el proceso, pero sí los términos y los nombres. Así que ahí están mis objetivos para mi improbable dinero futuro: 0.- Básicos; 1.- Libros y cómics; 2.- Placer; 3.- ¿Videojuegos?; 4.- Cámara análoga y lo demás; 5.- Gustos (cine, ropa, comida); y 6.- un mini cine para el aún más improbable futuro en donde viva solo y pueda destinar una habitación a ser mi cine privado y personal e íntimo.

Algunas coincidencias me han llamado la atención. Con las vacunas hemos escuchado muchos Sinovac y Pfizer y BioNTech y Janssen o Jensenn y Johnson&Johnson y Sputnik y más. La vacuna china, la alemana, la inglesa, la rusa, etc. Laboratorios y otras instituciones que, a menos que sepas del asunto, uno nunca le ha dado mucha importancia, pero, como digo, ahora están en boca de todos. Por lo mismo es que, leyendo "Yo, loco" (ya hablaremos de ello) me fijo en que el protagonista trabaja para una inescrupulosa farmacéutica de nombre Pfizin, y normalmente no me habría fijado en este detalle, lo habría tomado como un nombre ficticio, pero con todo esto de las vacunas me dije que claramente esta Pfizin era un trasunto de Pfizer, y supongo que nada casual. Me pregunto qué se sabe de Pfizer. Con todo, terminada la lectura, más que investigar sobre Pfizer seguí con "Yo, mentiroso" y luego me olvidé del asunto. El laboratorio volvió a mi mente gracias a Spike Lee, quien planea hacer un musical sobre el Viagra, y en los artículos mencionan que el Viagra fue inventado por la compañía estadounidense Pfizer, y yo me dije "¿Pfizer otra vez?", más aún, me pregunté que si Pfizer es una compañía gringa por qué demonios, entonces, le decimos "vacuna alemana" a la "Pfizer". El asunto se aclara medianamente porque además de Pfizer el otro fabricante es BioNTech, y ellos son alemanes. Aún me quedan ciertas dudas, pero prefiero pasar a otros asuntos. Volviendo a lo de Spike Lee y su musical, que no me interesa, ahora sí que me puse a investigar (es decir, revisar la página de wikipedia) sobre Pfizer, y encontré algunas cosas interesantes: que se fundó el año 1849 por dos primos alemanes que migraron a Estados Unidos; que actualmente es el laboratorio/farmacéutica más grande y poderoso del mundo mundial; que, en efecto, inventaron el Viagra... el año ¡1998! (yo juraba que se había creado mucho antes, mucho antes como el siglo pasado); y que, desde luego, ha estado involucrado en muchas controversias y polémicas, por su fuerte lobby y marketing, competencia desleal y esas cosas. Una organización oscura, si se quiere mirar así. Pero qué sé yo.


Por último, les hablaré de un cómic, rápidamente. Escrito por un tal Chris Condon e ilustrado por Jacob Phillips, hijo de Sean Phillips, colaborador de Ed Brubaker, que es lo que, en esencia, me atrajo de "That Texas Blood". De momento se han publicado seis números, el primero que es unitario, y los cinco siguientes, que conforman un arco argumental propio. En términos narrativos, "That Texas Blood" es una oda al lugar común pero sin ningún tipo de calidad (al menos los lugares comunes de Brubaker son tolerables). El primer número nos presenta un pueblo de mierda de Texas, en donde el sheriff es un septuagenario que se aburre mucho porque nada mucho pasa. Este sheriff, en el día de su cumpleaños 70, se la pasa yendo de allá para acá, hablando cosas con los del pueblo, mientras intenta recuperar la cacerola que su esposa le prestó a una amiga pero que ahora necesita para cocinarle algo por el cumpleaños. La de la cacerola se hace la tonta y bueno, el día sigue y sigue, el sheriff recuerda cosas del pasado, cosas que le atormentan, hasta que un hecho violento sucede y la conclusión final es que, bueno, qué se puede hacer, shit happens. Es un número bien anecdótico e intrascendente, bien poca cosa, sin emoción, sin conflicto, sin poderío dramático, sin atmósfera. Nada. Los cinco números siguientes no son nada mejor, de hecho peor: al mismo pueblo regresa un escritor de Los Angeles porque su hermano es asesinado en el desierto. Mientras el sheriff intenta encontrar la solución y resolver el caso, el hermano se enoja y se deja llevar por la venganza y la ira. Original, ¿cierto? El hermano vuelve y se encuentra con resentimiento y hostilidad de otros, sorpresa. El problema es que los personajes son planos y sus acciones no se justifican realmente, simplemente siguen el manual del típico thriller de venganza. La resolución tiene de interesante la idea pero no la ejecución: que la realidad, la verdad, sea distinta de los delirios vengativos del protagonista. El concepto podría haber dado de sí, pero la trama y los personajes son tan superficiales que opacan y estorban las ideas. En resumen, una historia que transcurre tal cual uno espera que ocurran estas historias, sin ni siquiera un componente humano lo suficientemente atractivo como para justificar ver más de lo mismo.
En cuanto al arte, al dibujo, el trabajo de Jacob Phillips me parece decepcionante, especialmente ya que lo precede el nombre de su padre y su tremenda obra gráfica. Claramente no tiene que seguir los pasos del padre, pero no sé, es como si estuviéramos frente al trabajo de un cualquiera, no de alguien que seguramente ha debido aprender un montón de un gran artista como Sean Phillips. El caso es que el trabajo de Jacob en "That Texas Blood" tiene muchas cosas buenas, por ejemplo: las perspectivas, los paisajes, los rostros, las proporciones y el uso del color. Las cosas buenas no tienen una calidad consistente a lo largo de los seis números, pero sin duda resaltan incluso tomando en cuenta la mediocridad general. Por momentos parece que uno está leyendo (o viendo) un trabajo en bocetos, casi sin imaginación para las viñetas. Pero uno debe asumir que lo que vemos es una decisión, que está ahí porque a Jacob Phillips le pareció suficiente. Y eso lo hace peor. El hecho de que explicite demasiado los trazos de color, tanto que parecen garabatos, una "pintada" rápida hecha minutos antes del plazo final. Imagino que eso tiene que ver para crear una atmósfera (visual al menos) rudimentaria o rústica en consonancia con el retrato de este estado alejado del estilo de vida hiper tecnológico y estilizado de las grandes ciudades, pero eso no es suficiente. Además del trazo y el coloreo demasiado evidente y "espontáneo", destaca negativamente la falta de composición en gran cantidad de viñetas: no es extraño que rostros y objetos sean lo único de un cuadro, el resto siendo un estéril espacio blanco y vacío, a veces coloreado con un color al azar. Estas composiciones no tienen justificación emocional o dramática, de aislamiento o introspección personal, ni nada, simple falta de imaginación y construcción del espacio. Los contras son los que más pesan, los que se sobreponen siempre a los pros, y eso que el trabajo de Jacob Phillips mejora notablemente, destacando especialmente en los dos últimos números, dando cierto atractivo a una historia que, como ya dije, carece de todo interés. En estos números finales podemos ver a un Jacob Phillips que corrige esos errores (lo del trazo rudamente evidente no tanto) y que logra crear espacios con atmósferas, sin dejar nada vacío, ningún color al azar, todo armonizado entre las formas, las perspectivas, los tonos, etc. No obstante esa calidad excepcional, el resultado general es poco satisfactorio y, como dije, parecen bocetos y no un cómic publicado por una editorial de primera como lo es Image Comics. Talento y calidad no le faltan a Jacob Phillips, quizás le falta más trabajar un poco más en sus dibujos. Un cómic nada recomendable. Repetitivo, previsible y con un trabajo gráfico al que le falta mucho para madurar y alcanzar su innegable potencial.

Por supuesto, no me he molestado en corregir nada de nada así que los errores me los perdonan, por fis. Gracias por pasar, como siempre, aunque ahora sea un blog de cine de mentira.

miércoles, 9 de junio de 2021

33

 

Entonces está claro que cierta paranoia sigue en el aire. El otro día estaba comiendo una manzana y me hice una pequeña herida en el labio inferior, por lo que me quedó una mancha entre roja y morada. Mi madre vio esa mancha y pensó que era un coágulo, una trombosis porque me había vacunado hace poco y mira que suspendieron la vacuna porque a un tipo le dio trombosis, que había que llevarme de urgencia a una posta, llamó a mi papá para preguntarle consejo (aunque, que yo sepa, él no sabe nada de medicina) y hasta pensó en llamar a un primo mío que es médico, pero por suerte no lo hizo. Yo estaba atónito por el espectáculo, además no paraba de maldecir internamente a las putas noticias, con sus tratamientos amarillistas. Mi hermana dijo que era mejor esperar y así no me expongo al covid en la urgencia, que seguramente está saturada como todo el sistema sanitario. Yo agregué que era una excelente idea no hacer nada, no sólo porque así evito exponerme a un contagio, sino que además evito exponerme al ridículo y a que quienes me atiendan se burlen de mí (porque yo soy la persona ideal para burlarse) por ir a urgencia por algo tan estúpido e intrascendente como una herida por comer manzana. En dos días desapareció la herida/mancha y yo sigo igual de bien que siempre, es decir, igual de indiferente y perdido, esperando que me toque mi segunda dosis, luego esperar los 14 días y luego ver si es que acaso puedo aprender a ser bartender (un curso de seis semanas) para así poder trabajar, tener dinero y comenzar una vida como corresponde, alejado de los sueños de infancia y adolescencia, una vida adulta.

¿Mis objetivos con el dinero? Primero, seguir comprando libros, muchos libros. Ya cuando me calme, agregaré cómics. Antes que lo primero, lo básico: pagarme la piscina (si es que vuelve a abrir), pagarme la bencina, algunos alimentos, productos para cuidar mi cabello, ese tipo de cosas. Como vivo en la casa paterna/materna, que es propiedad de la familia, al menos no debo preocuparme de pagar arriendo ni el agua ni la luz ni el gas ni la mayoría de los alimentos. Dudo que vaya a poder independizarme de esa manera. Luego de lo básico y lo primero, lo segundo: placer. Luego lo tercero: la verdad es que quiero volver a jugar videojuegos, quiero una PS5, con varios juegos como The Last of Us 2, Resident Evil VII y VILLage, las colecciones Legacy de Mega Man, Mega Man X y Mega Man Zero, entre otros que no puedo recordar. De The Last of Us 2 no he visto nada, no conozco nada de su argumento, quiero jugarlo y vivirlo por mí mismo. The Last of Us, el primero por supuesto, lo vi en el canal de TheRadBrad, un muy buen tipo. Quizás me compre juegos más "viejos", pero ya veremos, estas cosas sí que son caras, además tendría que comprar un monitor (pienso que sale más práctico y barato comprar un monitor en vez de comprar una de esas caras y pomposas Smart TVs, que tampoco necesito todo lo que traen). Para este tercer ítem claramente deberé ir ahorrando. Cuarto: Gustos varios, como alguna ropa nueva, ir a comer algo por ahí (cuando se pueda), incluso quiero intentar jugar paintball, aunque para eso necesito tener amigos, ja, ja, o conocidos, y no tengo nada de nada. Quinto y último, de momento: un proyector y un lienzo o telón o lo que sea, así puedo replicar lo más posible lo que es ver películas en un cine. Claramente tiene que venir acompañado de un Home Theater o algo así, quizás me compre un computador nuevo también. Obviamente este quinto ítem es para muuuuuuucho más adelante, porque no veré películas si las condiciones no son ideales para mí. Espero que ese momento llegue, ver películas me hace bien, me siento bien viendo películas, me sentí tan bien viendo Como si fuera cierto y Once Upon a Time in Hollywood la otra vez: el placer de dejarme llevar, de dejarme capturar por una historia, unos personajes, un relato, esas imágenes, y que pase el tiempo y nada más importe, solamente yo y el lazo, la conexión que surge entre mi persona y la película, el cine, ese arte tan pero tan hermoso, tan lejos de mí de momento. Y claro, todos esos objetivos con el dinero dependen no sólo de si puedo estudiar bartender y encontrar trabajo, también de cuánto me paguen. Pronto debería terminar el plazo del Estado de Excepción, con ello terminaría el toque de queda; el gobierno de piraña quiere renovar el Estado de Excepción por tres meses más, el Senado vota la solicitud, espero que se los niegue, el toque de queda no es una medida sanitaria y bien poco ha ayudado a enfrentar la pandemia. Al menos sin toque de queda podré trabajar (hipotéticamente) en horario nocturno como prefiero. En fin, ya veremos...

En todo caso hoy les hablaré un poco de dos cómics que leí recientemente, de ese autor que tan poco me entusiasma, el maldito Ed Brubaker, que este año ha publicado "Reckless" y "Reckless: Friend of the Devil", esperando una tercera parte para octubre del 2021. Reckless es el apellido del protagonista y cada novela gráfica es una historia independiente, aunque como suele suceder, es mejor leerlas en el orden que fueron publicadas porque el segundo libro obviamente cuenta las cosas dando por sentado que uno sabe la información que se dio en el primer libro. Daremos por sentado que la calidad gráfica a cargo de Sean Phillips es magnífica y que él es quien más trabajo y pasión pone en estas, ejem, historias.

Sin más preámbulos, "Reckless" se sitúa en los años ochenta, aunque tiene flashbacks de los años setenta y sesenta. "Reckless" es en realidad una larga evocación, en tanto el narrador, el mismo Reckless, nos cuenta qué sucedió desde un futuro indeterminado, quizás los 2000's o incluso los 2010's (y, por qué no, los 2020's, que ya están acá, baby, los nuevos locos años veinte), lo que el mediocre de Brubaker aprovecha para llenar de ese manido, trillado tono trágico que trae consigo el uso del participio o pluscuamperfecto o como se diga (perdonen mi ignorancia), ya saben, los típicos "pero nada podía evitar el infierno que traería consigo nuestro encuentro", "lamentablemente ya estaba condenada a un destino terrible por mi culpa", "pero eso fue antes de que las cosas se pusieran en marcha para destuirnos la felicidad". ¿En qué iba? Bueno, "Reckless" es un in-extrema-res (éste sí lo sé), es decir comenzamos en el clímax, con el protagonista y el antagonista a punto de enfrentarse a muerte, y luego dos semanas antes y todo el cuento, y el cuento es el siguiente: Reckless es un ex-hippie y ex-FBI de tormentoso pasado que vive haciendo favores a la gente, esa clase de favores que pagan muy bien y que requieren mucha discreción. El conflicto comienza cuando a su vida vuelve una ex-hippie amante de Reckless, con la que compartió el amor y los sueños de revolución de los sesenta, pero que ahora vive en los ambiguos ochenta, y que le pide ayuda con otro ex-hippie que se volvió un terrible y cruel emperador criminal y que le debe dinero, claro que no se lo quiere pagar. Reckless entonces debe encontrar al rey criminal, en el camino lo amenazan, lo golpean, tiene flashbacks sobre lo terrible de sus decisiones, llega donde el criminal como vimos al principio, y lo de después no se los puedo decir. La verdad es que no tengo ganas de esforzarme en "reseñar" esta oda al lugar común, con sus amores trágicos e imposibles; su protagonista duro, convencionalmente atormentado, típico justiciero al margen de la ley, en busca de una redención que sabe que no le será otorgada y que vive en un soportable autodesprecio; y una trama que transita por derroteros previsibles y carentes de emoción y sorpresa. El malo es el títere de turno, aunque al final hay un interesante giro, menos grandilocuente de lo esperado, y acaso eso sea lo único rescatable, porque por Dios que habría sido aburrido meternos en otra gran conspiración de agencias y gobiernos corruptos, al menos la cosa se mantuvo en planes y venganzas personales, humanas, pero a no confundirse: Brubaker no es capaz de crear personajes con emociones ni conflictos morales reales ni creíbles, todo lo construye en un blanco y negro simplón y facilón, y su lenguaje pretendidamente poético es empalagoso.

"Reckless: Friend of the Devil" es otro in-extrema-res, aunque acá seré más rápido. El tal Reckless, en medio de un caso, conoce a una bibliotecaria. Se enamoran, amor salvador, purificador, destinado a la violencia y la muerte cuando la bibliotecaria le pide ayuda a Reckless a encontrar a su hermana desaparecida. Reckless entonces descubre redes neonazis, snuff films, cine clase B, el sueño americano/hollywoodense convertido en pesadilla, cultos satánicos, el starter pack básico de todo guionista principiante, aunque Brubaker es un autor de renombre (no de calidad). Aunque el relato está tan plagado de lugares comunes como es de esperar, al menos todo el chanchullo de los satanistas y los productores de cine B y los nazis y los artistas underground es bien entretenido, pero esas cosas ya no sorprenden ni impactan en un cómic. Además se ha hecho mejor y mucho antes, como por ejemplo Black Kiss, de Howard Chaikyn, justamente publicado en plenos ochenta (¿les he hablado de ese cómic?).

Son dos cómics que se pueden leer sin problema y que no son malos-malos, pero son del montón y, además de ser inofensivos y conservadores, poco y nada aportan al arte del cómic, por mucho que ensalcen al vendehumos de Brubaker como un innovador o un transgresor incluso, como dicen ciertos despistados. Tiene sus excepciones (con mi dinero futuro me compraría, por ejemplo, "Pulp" y hasta el integral de "Fatale", y me lo pensaría con la saga "Criminal"), pero no se dejen engañar por Brubaker, de él ya no espero nada, aunque siga cayendo y lea sus cómics, esperando sorprenderme, porque es bonito sorprenderse y la verdad es que "Pulp" me sorprendió y vaya que lo disfruté. Como sea, ya estaremos hablando de la tercera "Reckless", cuando salga por allá en octubre, cuando ya esté establecido como bartender y mi vida se haya afianzado en una confortable y saludable rutina diaria y ciudadana.

domingo, 6 de junio de 2021

32

 

Y bueno para ir terminando con el asunto, porque ya ha pasado una semana completa desde entonces, las reacciones que me provocó la vacuna fueron: tener mucho frío, dolor de cabeza, dolor en la zona de vacunación, sensación de fiebre (escalofríos, sudor, tiritones), sensación que me ardía la cabeza, fatiga, cansancio, cierta lasitud en mis brazos y piernas, náusea y diarrea. Me parece que no se me olvida ninguna reacción. Vaya noche fue esa, ¡jo, qué noche! A mí me habría gustado con la vacuna rusa, la Sputnik, pero parece que no ha llegado y, bueno, es lo que es.

Mis esperanzas en todo caso de que todo vuelva a cierta normalidad o control, el suficiente como para yo poder estudiar bartender y luego trabajar en eso, se hacen cada vez más nulas. Ojalá que no, pero parece que vamos a estar en este maldito vaivén de estar entrando y saliendo de situaciones sanitarias críticas, con las consecuentes cuarentenas (además del puto toque de queda, que me arruina mi horario ideal de trabajo), durante mucho, mucho tiempo. Mientras tanto, la autoridad dice que todo está bien. Aún es temprano para ser pesimista (aunque la experiencia dice que siempre es un excelente momento para ser pesimista; el asunto es que uno debe ser pesimista para sí mismo, no es la idea andar matándole la onda a los demás), pero no sé si en septiembre pueda estar trabajando y, por supuesto, ganando buen dinero para poder comenzar el resto de mi vida, es decir, mi vida como un ciudadano que debe sobrevivir día a día (yo quería ser un hombre que cumpliera sus sueños día a día, pero ya no fue eso).

Yo, por supuesto, no he visto películas, a excepción de cuatro títulos que ya había visto y que decidí ver para pasar el rato y/o porque las vi en la tele y decidí quedarme ahí. En algún momento de enero o febrero vi Mad Max 4 (la con Tom Hardy) y Bastardos sin gloria, de Tarantino. De Mad Max no hay mucho que decir, pues su visionado sigue resistiendo con fiereza y una calidad a prueba de balas. Lo único malo es que esa vez no estaba en la posición más cómoda y mi cuello y mis hombros lo resintieron. Bastardos sin gloria la vi en dos días (para que vean la calidad de espectador en que me he convertido): en la noche vi creo que los tres primeros episodios, al día siguiente los dos últimos. Me sigue gustando, me gusta la intención detrás, pero con los visionados la experiencia se hace cada vez menos impresionante. Cada vez pienso más que el primer capítulo, con Landa interrogando al granjero francés, es muy corto, o mejor dicho, que Tarantino seguramente filmó más, más o menos como un interrogatorio real, pero por esas cosas del montaje (que no puede ser tan largo porque la gente se queja y bla bla bla) debió editarlo de manera más concisa. En concreto, me parece muy abrupto el modo en que el francés se rinde ante Landa, cuyo juego psicológico es bueno, soberbio incluso, pero no me compro lo fácil que el francés se quiebra, más encima de un momento a otro. Con todo, buena manera de empezar una película. Luego viene el episodio donde se presentan a los bastardos, que se siente como los primeros quince o veinte minutos de "Lucky Number Slevin", es decir, un montón de escenas más explicativas que narrativas, una larga presentación de personajes y situaciones que deberían encajar cuando el relato como tal comience de verdad. Los tres restantes episodios me parecen bien, una historia fluida que avanza sin problemas ni nada.

El día siguiente de mi vacunación, es decir el jueves 27 de mayo, como no quería meterme al computador ni nada, me fui a la pieza de mi madre y me puse a ver tele. Tenía planeado ver carreras en el Hipódromo, pero me encontré con "Como si fuera cierto" (Just Like Heaven), esa en donde Mark Ruffalo se enamora del espíritu de Reese Whiterspoon. Ya la había visto una vez en un canal de tevé abierta cuando era chico, siempre la recordaba con agrado, y esta vez también me gustó. Me gustó su ingenuidad y desenfado para hacer una comedia romántica sobrenatural, bonita pero bien contada supongo, aunque su clímax es más estrambótico de lo que se necesitaba. El director es Mark Waters, un tipo que durante todos los 2000 le fue muy bien con ese tipo de películas (Mean Girls, Freaky Friday) "simplonas" podría decirse, pero que lograban aunar buena recepción crítica y de público. Ya en los 2010 su carrera se fue un poco a la mierda con títulos absolutamente mediocres. Luego de esa película comí almuerzo y después vi "Once Upon a Time in Hollywood", de Tarantino. Como dije cuando la comenté, me encantó. Es una grandiosa película, distinta a las de Tarantino, el simple pero gran retrato de una época en su glamorosa (aunque no carente de oscuridad) cotidianidad. Lo único que me sigue no gustando nada es su clímax, esa vuelta de tuerca a la historia que se sale de tono y es como un onanista capricho de un Tarantino fuera de sí. No sé cómo podría haberse resuelto el clímax, pero, en términos de relato (términos narrativos y toda esa vaina), lo que vimos en cines no le hace justicia a toda la película que se había visto hasta entonces ni tampoco al final-final, esos breves pero deliciosos (y ciertamente dolorosos, tristes, en tanto sabemos que es una fantasía que contrasta con la brutal realidad) minutos luego de la masacre, que tampoco es muy creíble porque ¿qué clase de seguidores desobedecen las órdenes de su líder de secta? Imagínense el trío logra su renovado objetivo, vuelven donde Charles Manson, le dicen "ah no, mira Charlie, no matamos a los de la casa de Terry sino que a sus vecinos porque...", y la explicación no termina porque Manson se vuelve loco y seguramente mata a los jóvenes. Como sea, buena película, pero ese clímax es malo.

Nada más he visto. Nada más. Quizás vea "A Bittersweet Life", la obra maestra de Kim Jee-woon. Y si alguna vez me encuentro con "Lucky Number Slevin", a pesar de sus imperfecciones, la veré porque, demonios, sigue siendo una película más que disfrutable.

jueves, 3 de junio de 2021

31

 

De hecho la semana pasada me vacuné, específicamente el miércoles 26 de mayo, alrededor de las 13.30 horas. Me tocó la AstraZeneca, la tan controvertida AstraZeneca, que tanto le ha costado generar confianzas en la población. Mientras esperaba mi turno, un tipo llegó y preguntó qué vacunas estaban poniendo. "La alemana, Pfizer, a las mujeres; la inglesa, la AstraZeneca, a los hombres". El tipo, luego de un largo "aaaaaahhhhhh", dijo que esa es la que menos le daba confianza. Y se fue. No le queda otra: en todos lados están vacunando con la AstraZeneca a los hombres. Al menos hasta hoy, que se suspendió la vacunación con esa vacuna porque un sujeto de 31 años tuvo reacciones adversas, aparentemente trombosis. Mañana deberían dar el veredicto de si seguir o no con la vacuna inglesa; lo más probable es que sí, después de todo ya se ha discutido largo y tendido sobre la inglesa y sus famosas trombosis, que es más probable que te dé trombosis por usar pastillas anticonceptivas o algo así. El caso es que me vacuno, vuelvo a mi casa, todo bien hasta las 21 más o menos. Dos días después me llega una encuesta, preguntándome cosas sobre mis efectos adversos y todo eso, y gracias a la encuesta es que sé con seguridad todos los síntomas que tuve. Me dieron casi todos, ja, ja, menos los graves-graves que habrían requerido hospitalización o algo así. Como sea, volviendo al miércoles a las 21 horas: comienza a dolerme la cabeza, me da frío, mucho frío, me siento con fatiga y cansancio (aunque me puedo mover y hacer todo lo que hago usualmente: es decir ni puta mierda), un poco de náusea, todo de manera no tan terrible hasta que llega mi hora de dormir, cuando todo es casi insoportable: el frío (me envolví en todo lo que tenía y aún así, si me movía un poquito, me daba frío y tiritaba y todo), los consecuentes escalofríos, el dolor de cabeza... La fatiga y el cansancio eran menos notorios, dado que estaba acostado, pero aún así mi cuerpo se sentía súper incómodo, especialmente en mis extremidades (brazos y piernas). La náusea era fuerte también, aunque en esto aportó el hecho de que esa noche, tipín 20 horas, haya comido dos completos que acompañé con dos latas de Limón Soda (una bebida gaseosa muy deliciosa), mucha falta de criterio de mi parte en este aspecto, claramente. Pero sí, sentía que iba a vomitar y que las cosas me volvían por la garganta. A veces sentía como zumbidos agudos en los oídos, dos o tres veces en total. Eventualmente me dormí; me despertaba de tanto en tanto, soñando puras estupideces que me hacían sentir peor, hasta que de repente sentí todo lo contrario: un calor insoportable: sentía mi cara arder, mis orejas arder, mis ojos los sentía como inflamados (aunque no los tenía inflamados), mucho arder, así que me destapé y así estuve hasta que me desperté cuando mi madre se preparaba para ir a trabajar. En ese momento me volvió el frío, aunque ya no tanto como al principio de mis reacciones a la vacuna. Mi madre se fue, yo tenía ganas de mear y de cagar, así que meé y cagué, luego vomité, luego me fui a dormir. Desperté, es jueves, y ya me sentía algo mejor. Sólo quedaba un poco de dolor de cabeza, puede que algo de fatiga o cansancio muscular, pero ya nada tan terrible. Para el viernes me sentía recuperado, respondí la encuesta y me quedaron claros mis síntomas, que superé sin medicamentos ni nada eso. Como dije, no me dieron síntomas graves: nunca tuve ni dolor ni dificultades para respirar; nunca me sentí paralizado, incapaz de moverme; nunca me sentí "perdido", así como que haya olvidado cosas o lo que sea; y tampoco se me inflamaron partes del cuerpo, de hecho ni se nota la vacunación en mi brazo. Todo eso me dejó con la sensación siguiente: no quiero ni imaginar como demonios debe ser tener el puto covid. Algo me hace pensar que si esta primera dosis me golpeó tan fuerte (aunque haya sido por un período no tan prolongado a decir verdad), el covid me habría hecho mucho peor, por lo que en la basura queda mi teoría que a lo mejor yo sería asintomático o algo así; ya no me interesa descubrirlo (nunca me interesó a decir verdad, pero como uno nunca sabe y el virus ataca hasta a las personas más precavidas, me decía que si de alguna forma me daba el virus no me daría fuerte o no me darían síntomas o algo así). Ahora debo esperar mi segunda dosis, ver qué sucederá con la vacuna ante el caso del tipo con reacciones adversas, y supongo que aguantar lo que me toque. Mi abuelo dice que la segunda dosis no debería darme tan fuerte, eso espero yo (mi madre se vacunó con la Pfizer y en su caso -y el de varios colegas que también se vacunaron con la alemana- la segunda dosis fue la fuerte, a ella le dio fuerte también. Mi padre, mi hermana y mi abuelo se vacunaron con la Sinovac, a ellos no les dio nada en ningún momento), porque demonios que no quiero volver a pasar por lo que pasé con la primera dosis.

En todo caso, algo me dice que una vez que esté vacunado con mis dos dosis y hayan pasado 14 días luego de mi segunda dosis, no hay mucho que pueda hacer en cuanto a "normalidad" se refiere. Yo quiero ir a estudiar a la bar academy para convertirme en bartender, pero quién sabe cómo estarán las cosas a mediadios-finales de julio, que es cuando estaré tiqui-taca. Ojalá la situación sanitaria esté algo controlada (con este gobierno de ineptos es bien difícil), lo suficiente como para sentirme seguro de ir a estudiar (por última vez, lo suplico) y luego trabajar, quiero trabajar, quiero dinero, dinero, ¡dinero!

miércoles, 2 de junio de 2021

30

 

Mi teoría es que se vienen unos nuevos locos años veinte. Es cierto que los años veinte ya empezaron, que ya llevamos dos años (un año y medio para ser precisos), y es cierto que lo que va de década ha sido muy pero que recontra loco, pero supongo que saben a lo que me refiero: los nuevos locos años veinte (como los locos años veinte del siglo pasado, que comenzaron luego de una pandemia... y una terrible guerra ¿mundial?), que empezarán a brillar y resplandecer una vez termine esta pandemia, con repuntes económicos y democracias cada vez menos fascistoides; al menos ese es el sueño, la esperanza; y las similitudes saltan a la vista. Quizás ya mencioné mi teoría, quizás ya la hayan dicho antes por ahí, qué importa. El caso es que se vienen tiempos de excesos, de felicidad, de euforia, en donde se gastará dinero a lo loco, a lo bestia, y a lo mejor uno puede estirar la mano y agarrar un poco del pastel. Saborear el pedazo de pastel que te toque, de ser posible.

¿Qué piensan al respecto? Hay quienes piensan que todo esto se parece más a la época de finales de los cincuenta, al menos en lo que respecta a la realidad chilensis. Puede que también se pregunten (muy probablemente no) por qué dejé de subir entradas o por qué vuelvo ahora. Supongo que por desidia, no tenía mucho que aportar a decir verdad. Por falta de costumbre, además. Ahora mismo no tengo mucho que hacer, y las ganas de escribir en mi blog otra vez las tengo desde hace semanas, semanas sin que me decidiera a escribir algo. Tampoco ha pasado mucho desde la última entrada. Fue mi cumpleaños, para el que no escribí nada (aunque quería), mis hábitos se han mantenido igual, acaso cambia el contenido. La fiebre de Among Us, como era de esperar, amainó. Yo seguí viendo streamers y todo eso. Aún disfruto viendo a Valkyrae y TinaKitten. Ante la falta de Among Us la gente de OTV creó un servidor privado de Rust, un videojuego de supervivencia (y un toque de construcción a lo Minecraft, pero con gráficos realistas), y durante un mes hubo una fiebre de Rust y sucedieron muchas cosas. Se descubren nuevas personas interesantes, como un grupo de gente que hacía de cat people, diciendo miau al final de cada oración, gente muy divertida. Y más personas, ja, ja, la flojera me sigue ganando al momento de hablar. Pasó la fiebre de Rust, volvió un poco Among Us, entre medio juegos con la misma fórmula de Among Us fueron probados y testeados por estos streamers, mucho Valorant, un juego aburrido y repetitivo a cagar. Mi horario de sueño se estabilizó dado que no había nada que ver, pero volvió a desordenarse una vez comenzó la fiebre de GTA, en el servidor privado de NoPixel, versión 3.0. Como 500 personas jugando al mismo tiempo, haciendo toda clase de locuras. No sólo uno disfruta grandes momentos, la verdad es que también se aprende harto, yo al menos. Han surgido interesantes historias, lugares, personajes, no lo sé, me resulta inspirador (en el sentido creativo del término, supongo). Curiosamente, a pesar de la gran cantidad de personajes y streamers interesantes a seguir, durante el último par de meses (o tres meses) he visto principalmente a Sykkuno, un tipo al que pensaba que nunca iba a seguir, pero que juega GTA de manera muy divertida, por lo que se hace inevitable verlo a él. Ahora, sin embargo, OTV lanzó su servidor privado de Minecraft y Sykkuno volverá a su burbuja de amigos, es decir jugará en GTA NoPixel uno o dos días a la semana con suerte, lo que a la larga me servirá porque así puedo recuperar mis horas de sueño, porque Minecraft me parece un juego muy aburrido a decir verdad. Como ven, nada muy interesante he hecho.

He seguido haciendo ejercicio, no he nadado nada porque obviamente la piscina está cerrada y aunque estuviera abierta no iría a nadar todavía, y de trabajo, trabajar tampoco puedo todavía. He decidido lanzarme a una nueva etapa de vida, dejar de intentar el otro sueño que tenía (esa locura de hacer películas, de hacer cine), y trabajar para sobrevivir de la manera más decente posible, como todo el mundo. Mi plan es el siguiente: ser bartender. Para eso tengo que estudiar en una academia de bar, la única que hay en Chile (puede que haya más, pero ninguna muy creíble que digamos), y luego encontrar trabajo. Mi idea es encontrar un puesto de bartender en un hotel, horario nocturno. No sé nada pero algo me dice que en horario nocturno a lo mejor el hotel me pasa una habitación de empleado, así, en vez de tener que volver a mi casa de madrugada, terminada mi jornada me duermo en esa habitación y luego al otro día en la mañana me voy a hacer mis cosas. Además no creo que pueda trabajar de madrugada, dado que mi madre debe despertarse temprano y nuestro perro Renato, el que vive adentro, hace un gran escándalo cuando oye gente llegando y entrando a la casa. Pero ese sería mi horario ideal: durante el día voy a nadar, hago ejercicio, leo alguna cosa, hago cositas placenteras; durante la noche, el trabajo, que espero que pague bien y que sea aún mejor con suculentas propinas, porque si encuentro trabajo en un hotel obviamente sería un hotel para ricachones. Ese es el sueño. Espero que, como todos mis otros sueños, no se vaya a la mierda y pueda llevarlo a cabo.

No he leído libros ni cómics, no me he sentido con energía para ello. Espero recuperar esa energía una vez vuelva cierta normalidad, la energía de la rutina, de la natación, del ir y venir de aquí para allá. Siempre me han dicho que soy antisocial y todo eso, pero la verdad es que lo paso hasta bien cuando tengo cosas que hacer fuera de casa. Lo pasé sumamente bien el tiempo que estuve en mi segunda oportunidad para mi sueño perdido, en la escuela de cin... uh... nada, nada. Seguramente lo pasaré bien con trabajo y colegas y todo eso. Películas dudo que pueda ver, como siempre digo, ya no quiero hacer las cosas a medias, y no quiero ver películas en malas condiciones ambientales, mucho ruido, música al lado, etc. Pero debo confesar algo: Sí he visto películas unas tres o cinco veces, siempre en la tele de mis padres, cuando he estado solo, no en condiciones ideales pero no importaba, porque si veo películas en la tele veo películas que ya vi, así no arruino la experiencia de la primera vez ante una película, que siempre es una experiencia inigualable e imborrable, si es que la película es buena y te llega y nada te lo arruina (como me ha pasado a veces). Quizás hable en otra ocasión de esas películas que vi. También he estado comprando muchos libros que leeré cuando me siento bien para leer. He estado haciendo triquiñuelas, malabares y todo, me he pegado disgustos, sobre todo cuando llego tarde y alguien me ganó un libro, pero qué hacer, así es la vida.

Intentaré escribir más entradas, aunque no hable de mucho. Intentaré comentar en otros blogs, también perdí esa costumbre. Al menos he vuelto a escribir aquí y ahora. No tengo mucha energía para revisar y corregir, así que paciencia. Y sí me he puesto a leer cómics estos últimos días, hablaremos de ellos por supuesto. Sea lo que sea, siempre es y será un gusto.