domingo, 24 de agosto de 2014

Take care of your scarf, Tatjana - 1994


Pidä huivista kiinni, Tatjana
Director: Aki Kaurismäki

  El buen Kaurismäki haciendo buenas películas. Puede que pequeñas, pero siempre confiables. En este blog, pequeño rincón de la surface web, ya he comentado la trilogía del proletariado, compuesta por Shadows in Paradise, Ariel y The match factory girl. Una muy buena trilogía, y cada película que la compone es, independiente de lo que hay escrito en la respectiva entrada de cada una, notable cuanto menos y con el sello de calidad del finlandés; me gustaron bastante. Y es que una cosa es la sensación que tienes durante el metraje de la película y otra muy distinta la que te queda para el resto de la vida; dicha trilogía la recuerdo con cariño y mucha simpatía, a pesar del pesimismo que ronda en el cine Kaurismäki, que a su vez esconde esperanza con cierta ingenuidad. Pero mejor me concentro en la película que titula esta entrada.


  Dos hombres, típicos perdedores Kaurismakianos que aparentemente rondan los cuarenta, casi de manera anecdótica y gratuita, se suben a un auto y comienzan un viaje por la carretera finlandesa, recalando en cada bar y hotel que encuentren en el camino ¿Destino claro? Por dios, no. Sólo la llegada de dos mujeres extranjeras parece otorgarle un norte a esa brújula rota que es la vida de cada personaje, ambos finlandeses. Todos juntos embarcados en un viaje en el cual, desde luego, se producirán cambios y descubrimientos personales casi catárticos. La gracia es deshacerse de aquello que te hace un perdedor, ¿no?


  Son muchas las razones que suelen sacarnos de nuestras casillas. Usualmente a mí me vuelven loco mis clases de universidad, el 85% de ellas completamente aburridas, casi que uno se puede morir de aburrimiento y sin aprender ninguna maldita cosa -en las de ese porcentaje, claro-. A uno de los dos hombres que inician este improvisado viaje, el más alto y grande llamado Valto, sin duda que lo vuelve loco el no tener café: el hombre deja de tejer ropa, encierra a su madre en un armario, le quita el dinero, se compra un café, y junto a su amigo Reino deciden dominar la carretera, hit the road. Sin duda que es un inicio al más puro estilo de Kaurismäki: directo al grano, sin adornos ni grandilocuencias: algo falta, alguien toma cartas en el asunto. Tiene sus variantes con cada filme, pero de los que recuerdo suele ser así, como por ejemplo en "Ariel", en la que tan sólo al inicio, cierran la fábrica y se muere el padre del protagonista, que luego parte a la ciudad a arreglárselas como pueda: la vida es difícil en cualquier caso.
  Como buen autor con preocupaciones propias que es Kaurismäki, se pueden notar ciertas similitudes en el desarrollo del relato, como que a lo largo del mismo vayan conociendo todo tipo de personajes, buenos y malos, llegando a distintos lugares, y descubriendo cosas de ellos mismos que se pensaban enterradas y escondidas bajo esa cara parca que tienen. Desde luego, el entorno que rodea a los personajes Kaurismakianos no es el más alentador: una sociedad un tanto miserable, con bares de mala muerte, restaurantes casi vacíos y hoteles desiertos, todo un reflejo de la visión crítica e implacable del finlandés, para quien el esplendor no se encuentra en propia tierra, sino en territorios lejanos y ajenos: Finlandia no es el gran país que se suele mostrar al mundo -al menos no es la imagen que llega de los medios-. En cierta forma, así como muchos estadounidenses reniegan del american dream, así como el chino Jia Zhangke criticaba con despiadada acidez al gigante asiático en A touch of sin, Kaurismäki se encarga de desacralizar y desmitificar el sueño finlandés. De todas formas, esta película es de los noventa, probablemente de aquel entonces hasta ahora Finlandia haya cambiado para mejor. No lo sé, ya me lo dirán los películas más recientes de Kaurismäki.
  De todas formas, la vida en Finlandia que Kaurismäki describe, en su defecto la vida del hombre común y corriente, del trabajador promedio, se desarrolla con monotonía y hastío, en una pérfida rutina que seguirá hasta el fin de sus días. Claro, a menos que por una vez las personas quieran recuperar aquello que se les arrebató: sus vidas, con sueños y todo. Es el enfrentamiento entre Estado e individuo: el segundo tiene que pagar con su vida -no en el sentido de morir- la mediocridad del primero. El perdedor no es necesariamente el individuo, es el Estado. Sólo cuando uno es dominado totalmente por éste se vuelve un verdadero perdedor... y de la peor calaña.


  Una de las grandes virtudes del cine de Kaurismäki que siempre me llama la atención gratamente, es que todos sus personajes, a pesar de ser parcos y ser interpretados con minimalismo, son tremendamente entrañables, personajes dulces, honestos y nobles, personajes que son víctimas de las circunstancias, personajes que sin duda se merecen una vida mucho mejor que la que tienen que soportar y enfrentar día a día. Hay veces en que a Kaurismäki se le va la mano con la crueldad, véase a todos los Frank de "Calamari Union" o el personaje de Kati Outinen en "The match factory girl"; por cierto, la misma Outinen repite en esta película -lo cual no es de extrañar, siendo una de las más frecuentes colaboradoras del director- haciendo de la chica estonia que acompaña a los dos protagonistas. Pero en este caso veo a un Kaurismäki un poco más simpático y apaciguado, pues aunque se sigue notando su vena pesimista y mala leche, trata mucho mejor a sus personajes, casi dándoles en el gusto a sus deseos.
  Como sea, esta es una historia en la que estos personajes van descubriendo, con motivo del mencionado viaje, lo que realmente quieren en la vida, sea amistad, amor, café, trabajo, etc. Que sea una road movie es tremendamente sugerente, pues todos los filmes de este tipo siempre me suelen evocar dicha búsqueda interna: personal y espiritual. Me parece interesante cierto simbolismo en las nacionalidades de los personajes: las mujeres, rusa y estonia, quieren regresar a sus tierras natales, no apuradas necesariamente por la partida del barco, sino porque si lo pierden, se tienen que quedar en Finlandia, algo que continuamente demuestran no querer por nada del mundo; los finlandeses, en cambio, inician el viaje sin un destino claro, poniendo de manifiesto con esto que quizás la sociedad finlandesa en general no sabe realmente a donde ir, que simplemente van dando pasos a ciegas en un camino que no conocen. El destino final de cada personaje es elocuente, y para mí, en perfecta coherencia con dicha lectura mía -claro, cuando uno piensa en algo se convence tanto de su perfección argumental-.


  Desde luego, no se me puede olvidar algo de lo que me enteré recién, aunque ya muy atrasado: la muerte de Matti Pellonpää, actor que el año 1995, a los 44 años, sufrió un ataque al corazón. Pellonpää es un muy buen actor finlandés que prácticamente actuó en todas las películas de Kaurismäki a la fecha de su muerte -siendo la de esta entrada la última-, además de aparecer en las del hermano de Aki, Mika, en cintas de otros directores finlandeses, y en el segmento en Helsinki que hizo Jim Jarmusch para su "Night on earth".
  Un muy buen actor que solía actuar con la misma ropa que él usaba diariamente, otorgando toques de su misma personalidad, pues consideraba que los personajes de Kaurismäki que interpretaba tenían mucho de sí mismo: alguien dulce, honesto y que siempre buscaba lo mejor para sí -no en el sentido egoísta-. La actuación en "Take care of your scarf, Tatjana", interpretando a Reino, no es menor, pues a pesar del ya mencionado estilo de actuación Kaurismakiano, su personaje, al igual que los otros que interpretó, tenía una expresividad sin igual, pues lo verdadero trascendiende excesivas pantomimas -recuerden la actuación de Tadanobu Asano en "Last life in the universe", también minimalista pero aún así poderosa-.
  Y no por nada ganó el premio Europeo a Mejor Actor, galardón que también se lo han llevado actores de la talla de Max von Sydow, Kenneth Branagh, Ian McKellen, Roberto Benigni, Ralph Fiennes, Ben Kingsley, Toni Servillo, Ewan McGregor o Jean-Luis Trintignant, entre otros. Lo dicho, Matti Pellonpää es un pequeño grande de la actuación que siempre estará en nuestros corazones cinéfilos.


  En fin, tal como señalé al comienzo del post, este filme es típico y buen Kaurismäki: gran sensibilidad fotográfica -en esta ocasión en un hermoso y sucio (con cariño) blanco y negro-, siempre con sus buenos tangos sonando, mucho humo, mucho alcohol, mucha música en vivo. Desde luego, también mucho sentido del humor, desde aquel más fino, pasando por el más absurdo -cerca del final verán una excelente manera de pedir café-, hasta el más furioso y punzante.
  Quizás esta no sea la película más contundente ni poderosa de Kaurismäki, pero tiene su identidad inconfundible e inalterable, con un claro mensaje que esta vez llega de una manera mucho más relajada que de costumbre, aunque sin dar a torcer su lado pesimista: si bien muchos comienzan a buscar aquello que quieren en la vida, ésta puede ser un círculo para los que no se atreven a hacerlo, o para los que quizás no lo encontraron, o quizás lo perdieron. En cierta forma, no dejo de pensar que Kaurismäki suele hablar sobre su país con mucha rabia y decepción, como si aquel círculo fuera el destino mismo de Finlandia. Recuerden, por algo el director siempre se la pasa en los puertos: porque se ven nuevos horizontes.

LLUVIA DE CAPTURAS


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