sábado, 19 de marzo de 2016

A time to love and a time to die - 1958


Director: Douglas Sirk

  Ya vamos llegando al final de esta revisión fassbinderiana de Douglas Sirk, es decir, de ver y comentar las seis películas que Fassbinder vio de Sirk al momento de escribir, en 1971, un artículo titulado, justamente, "seis películas de Douglas Sirk". Y es que el cine de Hans Detlef Sierck (nombre real) produjo un gran impacto en el de Fassbinder, impacto que no podíamos ignorar al momento de continuar con la retrospectiva a la filmografía (casi) entera del buen R. W. F. "A time to love and a time to die" (casi me equivoco y la llamo "a time to live...") es la penúltima película que Sirk hizo, basada en la novela de Erich Maria Remarque. Otra delicia, y no es que los sorprenda con tal juicio ¿ah? Así son los buenos directores: hay que repetir sus nombres incansablemente...


  John Gavin es un soldado alemán que se encuentra enfrentando rusos hasta que le conceden un permiso de tres semanas para volver a casa. Si el joven creía que la situación en su ciudad natal iba a ser tranquila y pacífica, al llegar se dará cuenta de que la guerra va más allá del campo de batalla...


  Al igual que "The tarnished angels" y "Interlude", "A time to love and a time to die" está filmada en Cinemascope (no había resaltado este hecho en los citados filmes), como podrán apreciar en las imágenes. Era algo que debía decirse, ciertamente.
  Supongo que tendré que discrepar medianamente de Fassbinder, aunque sus argumentos son realmente buenos. Él dice que "A time to love..." no es una película pacifista, al menos no esencialmente pacifista, sentencia con la que concuerdo (más aún cuando desarrolle(mos) sus argumentos). No obstante, sí tiene dimensiones pacifistas, como no podía ser de otra forma en una película bélica, lo que no estoy reprochando en lo absoluto, aunque la ejecución de tal componente sea otro cantar. Está claro que no es el foco principal, pero igualmente tiene marcada presencia dramática, quizás demasiada. O quizás estoy confundiendo pacifista con anti-belicista. Como sea, podemos notar la crítica a la guerra al inicio, cuando nos encontramos con el típico sujeto llorón y sumido en lamentaciones que grita a los cuatro vientos lo que todos saben: que la guerra es mala y etc. Esta introducción es la parte más débil de la película (incluso aunque sea una introducción bastante buena considerando todo lo que debe pasar el protagonista), justamente por superponer esa declaración anti-belicista de manera tan obvia, pasando a llevar la construcción narrativa. En cualquier caso, la introducción funciona porque uno piensa que habrá un contraste, que luego de tan infernal escenario John Gavin llegará a su hogar a tomar un baño caliente y caminar por las bellas calles de la ciudad junto a su familia; por desgracia, a su llegada se da cuenta de que los edificios están destruidos y que sus padres no se encuentran en ningún lado: la guerra no lo ha dejado, o mejor dicho, él no ha dejado la guerra... en realidad, la guerra no ocurre en un único frente. Acá notamos que no se está levantando ni reforzando un discurso sino construyendo personajes y emociones: construyendo un relato. A partir de entonces, la búsqueda de sus padres lo llevará de un lado a otro constatando la dura realidad que está afectando a casi todos por igual, además de conocer a una chica con la que iniciará un romance marcado, precisamente y en un sentido mucho más complejo de lo que parece a primera vista, por la guerra. Porque acá llegamos al argumento central de Fassbinder, que dice: si bien el libro de Remarque es pacifista, la película de Sirk no lo es puesto que el primero señala que sin la guerra, el amor del protagonista con su amada sería eterno, mientras que el segundo indica que sin la guerra ese amor no habría existido en lo absoluto. Una tesis audaz, sin duda alguna. Y tiene razón dado que cada suceso provocado por la guerra conduce al romance de estos dos, desde su reencuentro hasta la urgencia de su unión definitiva, amenazada por la lealtad a la nación y sus punitivos mecanismos institucionales, como el plazo del permiso. Además, circunstancias similares conducen a personas a establecer lazos más íntimos, cercanos: tanto él como ella son seres abandonados a su suerte en una ciudad en ruinas, cada uno es la compañía que el otro necesita.
  Ahora bien, que la guerra esté entre medio y el hecho de que John Gavin deba regresar de su permiso vuelven a poner en primer plano el absurdo de la guerra, que como discurso es indiscutible aunque como elemento dramático no termina de convencerme del todo, ni al inicio ni al final, si bien no me quejo de la película como conjunto, ciertamente una obra increíblemente sensible y real que destaca sobremanera cuando le guerra es, tal como dice Fassbinder, un mero decorado: entonces los humanos cobran real protagonismo, como debe ser.
  En cualquier caso, una auténtica delicia narrativa y cinematográfica, ya quisieran muchos poder hacer películas como ésta. Ahí tienen a Sirk y su mano maestra. Ahora, vayamos con "Imitation of life".

2 comentarios:

  1. A mí me parece una obra maestra, una película que me produjo una fuerte impresión con apenas 18 años; no era la típica película bélica, pero estaba rodada como tal y aportaba ese punto de vista intimista de Sirk. No ha envejecido nada...

    ResponderBorrar
    Respuestas
    1. Ciertamente sigue igual de fresca, su calidad global permanece intacta. Eso sí, nunca me han caído bien los personajes llorones, siempre se vuelven un estorbo (en todo sentido). En cualquier caso, sin duda alguna que es una gran película: su tratamiento de la guerra es único, mejor que otras bélicas centradas más en la acción y el ruido, en el decorado. Sirk hace eso y mucho, mucho más, y con qué ejecución...
      Saludos.

      Borrar

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...