martes, 9 de agosto de 2016

American Gigolo - 1980


Director: Paul Schrader

Uf, la verdad es que no entiendo nada: estamos en agosto, en invierno, ¡y hace un calor insoportable! ¿Qué pasó con los inviernos de mi infancia, aquellos gélidos agostos caracterizados por llover desde el primer día hasta el último? De hecho, por esa misma razón odiaba tanto los meses de agosto (era el mes del año que prefería saltarme por completo), y es que no se podía hacer mucho con tantas lluvias. Pero bueno, supongo que así son las cosas, tampoco le voy a dar tantas vueltas, aunque estoy seguro que septiembre y octubre serán meses fríos de verdad, lo cual no deja de ser interesante. Pero, como este blog es de cine, mejor me concentro en "American Gigolo", tercer largometraje de Paul Schrader, el cual quería ver desde incluso antes de que supiera de la existencia de su director (lo supe gracias a que le gusta al protagonista de "Mala Onda", primera novela de Alberto Fuguet, aunque, ya ven, nuevamente me voy por las ramas...).



Se dice la palabra 'realismo' y la gente se imagina películas sobre borrachos, huérfanos, madres solteras y tantos otros desposeídos que son seguidos muy de cerca por una cámara en mano que no se cansa de demostrar lo en mano que es (es decir, tiritando y rebotando por doquier y sin motivo legible) para registrar los problemas de su cotidianidad, usualmente caracterizados por largos e incómodos viajes en el transporte público y una que otra oferta indecente de gente con malas intenciones, como si el solo registro fuera lo único que se necesita para ser real...ista (en desmedro de un tratamiento cinematográfico, una sensibilidad y una cosmovisión expresadas en la imagen). Demás está decir que no estoy de acuerdo con dicha clasificación, sobre todo porque, pensando sobre "American Gigolo", me veo invadido por el siguiente pensamiento: "American Gigolo" es una película realista. Realista al estilo Schrader, claro, pero es que tampoco hay una única forma de ser realista, o mejor dicho, el realismo no se encuentra necesariamente en la forma como en el contenido, el discurso. Ahora bien, exactamente ¿qué me impulsa a decir que "American Gigolo" es realista? Éso, amigos míos, no lo puedo detallar bien; sólo sé que "American Gigolo" es una película realista. De un realismo estilizado, quizás, y no estilizado sólo en la forma, por favor, no hace falta seguir repitiéndome. Supongo que, sí están conmigo, el realismo es una de esas cosas que sentirán y notarán cuando vean la película por ustedes mismos: "exacto, todo está ahí, sin trucos, de manera diáfana".
"American Gigolo", como es de esperar considerando que Schrader es el guionista y el director, no es una película común y corriente, un thriller al uso. La propuesta de Schrader apunta hacia otros lados, otras facetas que unidas conforman el sólido empaque de casi dos fantásticas horas. Por un lado, podemos decir que estamos ante una deconstrucción o retrato sentimental (que no cursi o meloso, ojo) del poco mainstream oficio de la prostitución masculina  (aunque gigoló suena más sexy y sofisticado), lo cual queda reflejado cuando una mujer quede empotada de Richard Gere (y eso que ni siquiera contrató sus servicios, lo cual es bastante importante), acostumbrado a lo efímero en que se basan las relaciones que mantiene con sus clientas, quien también comienza a reflexionar (aunque sin mucho ruido, recuerden que acá todo es preciso y pulcro; Schrader deja que las pulsiones inunden genuinamente al fotograma, no hace que el discurso se imponga por la fuerza) sobre la naturaleza de sus interacciones sociales. Por otro lado, también somos testigos de la decadencia moral de determinados círculos (por no decir de la sociedad a secas, afirmación demasiado amplia y vaga), lo cual vemos gracias a las posibilidades que ofrece el oficio de Richard Gere, capaz de infiltrarse, gracias a esposas insatisfechas, en la casa de políticos, empresarios y famosos, pero también en exclusivos hoteles y restaurantes. Aunque quizás lo que valga es que Schrader quiere explorar y reflexionar sobre las relaciones humanas, sobre lo artificial y natural de las mismas, sobre la autenticidad de los afectos y la conveniencia de las amistades... y qué mejor que un negocio en donde se mueve un montón de personas. De esta forma, Schrader construye su relato de manera bastante interesante, pues como dije, no sigue patrones comunes de narración, de hecho, en los primeros treinta minutos no hay señales de una trama propiamente dicha, "sólo" la certera descripción de personajes y escenarios opulentos y lujuriosos necesitados de afecto, de la moral de todo eso. Sólo pasada la media hora podemos decir que comienza el thriller de verdad, el cual no tiene propósitos ni patrones genéricos pues, con sus sucesos, sigue escarbando en la autenticidad de las relaciones humanas, derribando lo artificial y elogiando lo verdadero, aunque eso no quiere decir que el relato no aproveche la paranoia ni la deliciosa estructura de la narrativa negra. Hay que tener claro, no obstante, que el foco del relato no es el argumento sino el estado de las cosas.
"American Gigolo" es un fascinante y contundente híbrido, en definitiva, entre lo mejor de distintos géneros (el noir, cierta sátira social) y el fascinante sentido del ritmo y de la imagen de su autor. Imprescindible.

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