martes, 10 de abril de 2018

The Tracker - 2002


Director: Rolf de Heer

La otra vez me puse a recordar cosas y a mi mente retornó "Bad Boy Bubby", magnífica película (la tildaré de obra maestra, sin prepucios... quiero decir, sin prejuicios) que trata sobre Bubby, un adulto con mente de niño que jamás ha salido del oscuro y pequeño departamento al que su madre, que lo maltrata y abusa de él sexualmente, lo ha confinado durante todos sus 35 años de vida, y que por esas cosas de la vida escapa de dicho encierro, encontrándose con el mundo exterior y un variopinto grupo de personas que lo conducen por un viaje de autodescubrimiento y reflexión sobre la condición humana, para lo cual, paradójicamente, su "no contaminada" mente (a excepción del veneno que su madre le inyectaba en forma de terribles mentiras apocalípticas) le permite observar la esencia de las cosas que se cruzan en su camino. Aunque a primera vista parece la típica comedia negra vulgar y superficialmente "transgresora" que sólo se contenta con mostrar sórdidas rarezas conductuales, lo cierto es que va mucho más allá de ello y se erige como un relato inteligente y delicado. Dicha película ya está comentada por acá y aquí mismo, en este enlace, les dejo una escena que a mí me parece maravillosa. Realmente les recomiendo esa película, cuyo director es Rolf de Heer, australiano nacido en los Países Bajos, cuya filmografía luce bastante interesante, y no teman, no le voy a hacer una retrospectiva (no de momento), es sólo que hoy mismo, y sólo porque recordé esa otra película, también recordé que por ahí tenía "The Tracker", ésta que les comento ahora y que confirma a de Heer como un narrador atípico y nada acomodaticio, un tanto inclasificable (por la cantidad de géneros que aborda y la manera en que lo hace), que sabe aunar en una sola entidad los códigos de distintos tipos de narrativa con su propia visión (cinematográfica) de las cosas, de los temas, de las historias. Así que sin más preámbulos...


"The Tracker" es una película con aura y mística de western que cuenta la historia de cuatro hombres, tres de ellos a caballo y uno a pie, tres blancos y uno negro, aborigen, que a lo largo y ancho del vasto paisaje australiano le siguen el rastro a otro aborigen, prófugo, acusado de haber violado y asesinado a una mujer blanca. Aunque, naturalmente, este aspecto de la trama no se descuide ni olvide en ningún momento (funciona como arco dramático, como firme estructura argumental), podemos decir con total seguridad que es sólo la excusa, el Macguffin del cual de Heer, que además de director también las hace de guionista, se vale para desarrollar fundamentalmente la cuestión racial entre aborígenes y hombres blancos australianos, acaso para ofrecer un retrato histórico sobre una problemática que claramente es todo un tema en Australia (al menos en las regiones, remotas, en donde se concentra -y mezcla con blancos- mayor cantidad de población aborigen... Acá está comentada otra película australiana que toca el tema, sólo que dicha película es un thriller de misterio sobre, si mal no recuerdo, el asesinato de una niña aborigen y del policía aborigen que investiga el caso; la película se llama "Mystery Road"), en tanto los tres hombres blancos guiados por el aborigen son racistas, especialmente el líder del grupo, un sujeto que cree firmemente en la inferioridad intrínseca de la raza aborigen (así, generalizado) y la superioridad inherente del civilizado hombre blanco. Sería banal entrar en detalles sobre cómo el director desarrolla dicha cuestión, lo importante es que de Heer no cae víctima de corrección política, melosidades y palabras de buena crianza, aunque sí podemos llegar a la conclusión de que uno de los mensajes de este relato es que la colaboración entre personas no distingue  (no debería) entre color de piel y raza, aunque el entendimiento entre individuos de culturas distintas no garantice el entendimiento entre las respectivas culturas. En realidad "The Tracker" es una película rica en capas y matices que parece contar más de una historia, más que sólo la pausada persecución entre dos cuasi símbolos destinados a no confluir.
Así, mientras este grupo le sigue la pista al fugitivo que por alguna razón siempre lleva la delantera, de Heer se centra más en las tensiones internas, provenientes de los rasgos más característicos de cada hombre (la ambigüedad del aborigen, que es negro pero también tiene algo de blanco y hasta es cristiano; la desidia del más viejo; la inseguridad del soldado joven e inexperto...), que suscita especialmente el racismo recalcitrante del líder y esa dureza varonil suya disfrazada de honor, esa inflexibilidad que acaba por romperlo. No obstante, "The Tracker" no es un thriller ni tampoco un relato de misterio, en realidad es un parsimonioso y acompasado drama sobre hombres en tránsito, siguiendo caminos diferentes a pesar de caminar los unos junto a los otros, que se encontrarán con su destino durante esta expedición. de Heer deliberadamente evade la truculencia, la violencia gráfica (la sangre, las heridas, las muertes mismas, representadas a través de pinturas que reemplazan las imágenes, en carne y hueso, de violencia) y con eso ya nos queda aún más claro su intención fundamentalmente dialéctica y reflexiva: no estamos ante un relato de acción, definitivamente no.
Aparte de la puesta en escena y del guión, destaca la banda sonora (canciones escritas por el propio director pero compuestas y musicalizadas por otros artistas), la bella fotografía y el elegante montaje de Tania Nehme. Y qué puedo decir: a fin de cuentas, como siempre señalo (así como para que tampoco le den demasiado significado a mis insignificantes desvaríos y peroratas), "The Tracker" es una excelente película, muy bien narrada y actuada, que potencia su cosmovisión y su relato con ese poderoso aura propio del western que engrandece al cine mismo y que hace de éste un relato intemporal. Ese final habla por sí solo.
No se pierdan esta desconocida joya australiana.

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