Director: Robert Wise
Ahora vamos a comentar el único western que dirigió Robert Wise (¿o me equivoco?) y uno de los pocos en los que actuó el gran James Cagney. Estamos hablando de "Tribute to a Bad Man", también una de las últimas películas protagonizadas por ese titánico actor. Sí señor, durante esta semana comentaremos algunos cuantos varios no tan pocos ni muy numerosos westerns.
Magnífico western me ha parecido "Tribute to a Bad Man", de sencilla premisa, redondo conjunto y consistente relato que sobresale especialmente por su compleja construcción y desarrollo de personajes, arquetipos, sí, pero dotados de profunda y trágica humanidad. James Cagney es el ranchero, el jefe de este rancho dedicado a la crianza y venta de caballos, un hombre duro que se hizo solo, que no teme en imponer su propia ley con tal de pelear contra quienes busquen aprovecharse de él, o peor, de robarle caballos, lo cual se paga colgado de un árbol con una soga al cuello, tícket que te lleva derechito al infierno (o al lado del Señor, si antes de morir te arrepentiste). Don Dubbins, que interpreta al protagonista, es el chico de cristiana crianza, ajeno a toda violencia y buena persona, que buscando trabajo para ganar dinero con el que ayudar a su enferma y adolorida madre llega al rancho de Cagney, en donde aprenderá a conocer cara a cara la verdadera condición humana, esa que lleva, ya sea por amor o por codicia o por venganza, a cometer los más crueles e inhumanos actos. Por último, Irene Papas interpreta a la ex bailarina y cantante de bar de mala muerte rescatada por el ranchero, mujer enamorada de esa bestia y lastimada por la brutalidad con que su hombre impone mano firme en su ensangrentado y escarmentado reino. No faltan los enemigos, los buitres, las ratas, los desesperados que completan este cuadro de personajes impelidos por pulsiones y emociones primarias (de la cuadrilla de Cagney reconocemos a Lee Van Cleef y a Royal Dano, a quien vimos en "Man of the West", de Anthony Mann, en donde interpretaba al mudo miembro de la pandilla que "secuestra" a Gary Cooper).
Aparte de la sólida y contundente narración con que fluye el relato (el conflicto, el arco dramático que engloba este choque de pasiones y furias: otro robo de caballos y la sospecha de Cagney por su exsocio), como digo, "Tribute to a Bad Man" ofrece dos portentosas interpretaciones de parte de Irene Papas y James Cagney, ese monstruo de la actuación, quien despliega su ya conocida y admirada sensibilidad y ferocidad interpretativa, que profundizan descarnadamente en la triste y trágica condición de sus personajes, como si muy en el fondo lo único que quisieran es desligarse de esta imagen que los aplasta y aprisiona, como si toda la violencia de Cagney se desquitara contra él y todo el silencio de Papas la recriminara incensantemente por dentro. Sumen a ello una soberbia, magnética, elegante banda sonora compuesta por Miklós Rósza, y un CinemaScope excelentemente aprovechado, y repito, tenemos como resultado un magnífico western, tan delicado como salvaje.
No parece ser "Tribute to a Bad Man" uno de esos westerns destinados a ser calificados como una obra maestra, pero sí pertenece a ese numeroso grupo de películas compuesto por joyas relativamente escondidas (que con dignidad demuestran su calidad a la sombra de títulos mayores o mayormente conocidos y aclamados) que no sólo están muy bien escritas y dirigidas, sino que también ofrecen una mirada y ejecución propias (no necesaria ni obligadamente innovadoras o renovadoras) dentro del género que integran.
Magnífico western me ha parecido "Tribute to a Bad Man", de sencilla premisa, redondo conjunto y consistente relato que sobresale especialmente por su compleja construcción y desarrollo de personajes, arquetipos, sí, pero dotados de profunda y trágica humanidad. James Cagney es el ranchero, el jefe de este rancho dedicado a la crianza y venta de caballos, un hombre duro que se hizo solo, que no teme en imponer su propia ley con tal de pelear contra quienes busquen aprovecharse de él, o peor, de robarle caballos, lo cual se paga colgado de un árbol con una soga al cuello, tícket que te lleva derechito al infierno (o al lado del Señor, si antes de morir te arrepentiste). Don Dubbins, que interpreta al protagonista, es el chico de cristiana crianza, ajeno a toda violencia y buena persona, que buscando trabajo para ganar dinero con el que ayudar a su enferma y adolorida madre llega al rancho de Cagney, en donde aprenderá a conocer cara a cara la verdadera condición humana, esa que lleva, ya sea por amor o por codicia o por venganza, a cometer los más crueles e inhumanos actos. Por último, Irene Papas interpreta a la ex bailarina y cantante de bar de mala muerte rescatada por el ranchero, mujer enamorada de esa bestia y lastimada por la brutalidad con que su hombre impone mano firme en su ensangrentado y escarmentado reino. No faltan los enemigos, los buitres, las ratas, los desesperados que completan este cuadro de personajes impelidos por pulsiones y emociones primarias (de la cuadrilla de Cagney reconocemos a Lee Van Cleef y a Royal Dano, a quien vimos en "Man of the West", de Anthony Mann, en donde interpretaba al mudo miembro de la pandilla que "secuestra" a Gary Cooper).
Aparte de la sólida y contundente narración con que fluye el relato (el conflicto, el arco dramático que engloba este choque de pasiones y furias: otro robo de caballos y la sospecha de Cagney por su exsocio), como digo, "Tribute to a Bad Man" ofrece dos portentosas interpretaciones de parte de Irene Papas y James Cagney, ese monstruo de la actuación, quien despliega su ya conocida y admirada sensibilidad y ferocidad interpretativa, que profundizan descarnadamente en la triste y trágica condición de sus personajes, como si muy en el fondo lo único que quisieran es desligarse de esta imagen que los aplasta y aprisiona, como si toda la violencia de Cagney se desquitara contra él y todo el silencio de Papas la recriminara incensantemente por dentro. Sumen a ello una soberbia, magnética, elegante banda sonora compuesta por Miklós Rósza, y un CinemaScope excelentemente aprovechado, y repito, tenemos como resultado un magnífico western, tan delicado como salvaje.
No parece ser "Tribute to a Bad Man" uno de esos westerns destinados a ser calificados como una obra maestra, pero sí pertenece a ese numeroso grupo de películas compuesto por joyas relativamente escondidas (que con dignidad demuestran su calidad a la sombra de títulos mayores o mayormente conocidos y aclamados) que no sólo están muy bien escritas y dirigidas, sino que también ofrecen una mirada y ejecución propias (no necesaria ni obligadamente innovadoras o renovadoras) dentro del género que integran.
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