Director: Jean-Jacques Beineix
ULT
"Terminal" es una película que habría encajado en este ciclo sin nombre, lo mismo que "Sin City". "La Lune dans le caniveau", el excesivo delirio de Jean-Jacques Beineix, definitivamente no encaja y me ha decepcionado, no sólo porque no encaja, aunque estilo no le falta, sino porque como película me parece una cosa carente de peso: su argumento (basado en una novela de David Goodis, autor de novela negra, estilo pulp y hard-boiled) carece de peso, sus personajes carecen de peso, su misma estilización carece de peso. Quizás debimos haber visto "Diva", la opera prima de Beineix, quizás debimos haber comenzado por el principio, quizás "Diva" habría encajado en este elusivo ciclo sin nombre. Tiene aspectos interesantes este filme, claro que sí, como su atmósfera, sus imágenes, ese halo de irrealidad tan llamativo, pero le pesan su tremenda cursilería, una dispersión dramática que se esfuma hasta lo extenuante, una estilización tan pero tan calculada que resulta impostada y autocomplaciente, una narrativa también autocomplaciente que parece más preocupada, o mejor dicho embobada, en tirar sobre la mesa estereotipos o clichés del género negro que en relatar una verdadera historia. A propósito, de esto va la cosa: Gérard Depardieu es un trabajador de los muelles que sigue atormentado por la violación y posterior suicidio de su hermana, a mese de ocurrido el hecho, decidido a encontrar al culpable y darle su merecido. Se la pasa en tugurios de mierda, calles malolientes y una casa que se cae sola, entre vagabundos, gente de poca moral y fracasados. Vive con una mujer que lo ama celosamente, aunque a él poco le importa. Sin embargo se enamora de Nastassja Kinski, una de esas millonarias a las que le emociona e incluso humedece la miseria de los bajos fondos, la mirada cascada de los hombres embrutecidos, la piel dura de sus manos crueles. Y se enamoran los dos, y las dos horas y algo que dura esta película son largos paseos por esas calles de estudio, diálogos pobremente literarios y poéticos, secuencias en donde se funden los sueños con la realidad, un misterio que nadie quiere resolver (ni el propio director) y un triángulo amoroso que no es ni triangular ni amoroso. Tiene su mérito que en una hora y algo pueda escenificar algunas pocas escenas, que de repente se pierda la noción del tiempo, pero por otro lado, la vacuidad de esta película se hace pesada en casi todo el metraje y la mayor parte del tiempo uno no sabe qué pretende el director, indeciso y confuso entre sobreestimular su puesta en escena o retomar líneas argumentales que entran y salen caprichosamente, casi al tún tún. Tiene su mérito, también, que haya poca violencia, que la sordidez de los escenarios y de los personajes no sea vilmente explotada, que el director quiera enfocarse en el lado irreal u onírico del asunto, en la suspensión de las certezas, en la ambivalencia de la credulidad, pero no es algo que haya logrado ejecutar bien, no es algo que esté bien logrado, tristemente no es algo que haya funcionado, y para terminar con lo mismo, este manufacturado y plástico preciosismo queda fuera de lugar, tiene el efecto contrario: vacía a los personajes y al argumento, los reduce a meros recipientes huecos, ininteligibles, inverosímiles, a los que es imposible creerles que sientan algo, digamos rencor, o amor, o lujuria, o melancolía, a los que es imposible creerles voluntad y decisión y entidad e integridad propias, claramente la trama entera no es más que un mal disimulado despropósito que mueve piezas a su antojo, sin importar si en el proceso derriba pilares o cimientos previamente fijados. Al final, si deciden ver este filme, nada se entiende y la sensación última es de estupor o perplejidad, de "qué demonios fue todo esto".
El director quería lanzar una versión extendida, con una o incluso dos horas más de metraje. Eso no ha sucedido ni sucederá. Demos gracias por ello.
Lo único que salva son las actuaciones de Kinski y Depardieu, lo demás, ya está dicho, es una sonora y rotunda decepción. Maldito seas, Beineix.
El director quería lanzar una versión extendida, con una o incluso dos horas más de metraje. Eso no ha sucedido ni sucederá. Demos gracias por ello.
Lo único que salva son las actuaciones de Kinski y Depardieu, lo demás, ya está dicho, es una sonora y rotunda decepción. Maldito seas, Beineix.
ese fotograma último es muy bueno... y si está flaco debe ser muy antigua la película ja...
ResponderBorrarJa, ja, cómo pasa el tiempo para algunos, pero qué hacer, la buena mesa es tentadora. Al menos sigue siendo un buen actor, pero una dieta no le vendría mal, je, je.
BorrarSaludos.