Director: Arnaldo Valsecchi
Los calzones rotos son un tipo de dulce, no sé si originalmente chilenos (pero parece que sí), que consisten en una masa de harina frita (harina con huevo y polvos de hornear, claro) a la que luego se le espolvorea azúcar flor; aparentemente era un dulce de invierno, pero quien quiera puede preparar esta receta en cualquier época del año, total, es fácil, no requiere de grandes ingredientes y el tiempo de preparación es corto (menos de una hora). A veces a mi mamá y a veces a mi hermana (a veces a las dos juntas) les da por preparar calzones rotos, para comer en familia a la once o al desayuno, o para vender en el colegio. Yo nunca como porque los calzones rotos no me gustan, soy de berlines (rellenos con manjar, claro, no crema pastelera: no me gusta la crema pastelera) y tortas curicanas. Aunque me gusta lo dulce, mis preferencias no son muy variadas, a los anteriores me decanto especialmente por los eclairs (que nunca hay en la maldita pastelería de la vuelta de la esquina, ya parezco imbécil yendo tantas veces para devolverme derrotado, con las manos vacías y con menos fe en el mundo dentro de mi atormentada alma) y el crème brûlée, que probé por primera vez cuando trabajaba lavando platos en un pub, puede que de las mejores épocas de mi vida (oh, tener dinero). Si este fuera un blog de cocina (y puede perfectamente serlo, que no lo sea no pasa porque no pueda serlo, porque puede serlo: pasa porque yo no sé de cocina ni repostería ni pastelería, aunque me encantaría, no sólo porque podría prepararme cosas ricas todos los días, también porque con esa habilidad podría tener trabajo y a lo mejor prosperar en el luminoso oasis neoliberal que es este país) seguiríamos hablando de comida, pero es un blog de cine (que a veces se desvía hacia la televisión... lo que me recuerda que debo hacer un comentario en un ridículo artículo, que habla sobre lo "obsoleto" del celuloide, de una revista de cultura online... vuelvo de inmediato, no se impacienten), así que hablemos de "Calzones rotos", la película.
"Calzones rotos" se basa en una novela homónima escrita por Jaime Hagel, me parece que única novela de un escritor, según puedo ver, centrado especialmente en los cuentos, que viene publicando desde finales de los cincuenta, aunque su bibliografía no sea muy numerosa. No he leído ni sus cuentos ni la novela en cuestión, pero me suena, a juzgar por la película, a que es uno de tantos que busca emular al gran José Donoso, con esta historia, primero, situada a finales de los cincuenta, es decir, en las postrimerías de la rancia aristocracia chilena y su estructura cuasi medieval, segundo, con la inminente muerte de la matriarca de un clan familiar como catalizador de toda clase de revelaciones que rompen máscaras y secretos, revelaciones que muestran el verdadero rostro, decadente y podrido, de esa clase social tan solemne y seria puertas afuera, aunque puertas adentro esconda toda clase de sórdidos acontecimientos ensombrecidos por el orgullo de clase: todo se aguanta con tal de no perder ni ensuciar la estirpe. Puede que la novela sea buena, en todo caso, eso por ahora no lo sé y para cuando lo sepa ya no importará, pues la película ya la vi y ya la he comentado en estas páginas. Mi impresión es que no es tanto una novela como cuentos disfrazados de novela, pero ya da lo mismo, la película tampoco puede arreglarlo.
Si la novela puede evocar con calidad el espíritu literario de Donoso es una cosa, pero la película pasa olímpicamente de todo eso. Aunque su ambientación, diseño de arte, diseño de producción y todas esas cosas, incluso la dirección de fotografía, sean impecables, la narración, correcta y funcional, es superflua, plana y burda. El director te dirá maravillas sobre de lo que se trata la película, que es lo único que hacen muchos directores, explicar detalladamente el discurso de la película, como si el potencial espectador no pudiese leerlo por su cuenta, para que así ese espectador vea, por inducción, las cosas que el director dice que tiene la película, aunque la película no tenga nada. Lo cierto es que, sí, tenemos una película sobre una familia aristocrática que esconde sus sórdidos secretos bajo la alfombra, las muertes y las "perversiones" sexuales, cuya premisa y sus elementos reciben un tratamiento casi infantil y muy simplón, además de un relato trillado y previsible, que no aporta nada ni a nivel discursivo ni narrativo. Más que cine, "Calzones rotos" parece una de esas teleseries de después del almuerzo, con un reparto que es simpático, sí, pero burdamente dirigido (como en las teleseries, lo cual no extraña de un director cuya carrera es, primera y primordialmente, publicitaria y televisiva), aunque su mayor problema sea, tal como la gran mayoría de las teleseries, anular la existencia de una verdadera mirada crítica para ofrecer una parodia de crítica social que, aunque lo aparente, no se atreve a molestar a nada ni a nadie. Es como diría Raúl Ruíz: la realidad chilena ha dejado de existir, lo que existen son las telenovelas (tenemos pendiente de ver "La telenovela errante", pero la premisa de esa película, por sagaz y reveladora, no se me ha ido nunca de la cabeza), y "Calzones rotos" es un ejemplo de eso: no retrata ningún tipo de realidad, ni social ni política ni de género, porque no la conoce; no es más que el espejo de esa otra realidad que los canales de televisión construyeron, a través de sus teleseries (los noticiarios se encargan de otras realidades), para adormecer a la población, que luego piensa que los campesinos hablan como en la tele lo hacen los actores, nacidos en cunas de oro, que los interpretan, o que las simpáticas fechorías burguesas son inofensivas y banales anécdotas para luego compartir en la cena.
La película no es mala, supongo, pero es tan superficial y tan vacía, tan insulsa, que llega a ser irritante. Una simple porcelana. ¿Ya dije que es previsible, trillada y trivial? No hay desarrollo de personajes, no hay conflicto dramático... Y claro, lo de calzones rotos alude a las conductas sexuales de los personajes, no sé para qué me pongo a hablar de dulces chilenos...
"Calzones rotos" se basa en una novela homónima escrita por Jaime Hagel, me parece que única novela de un escritor, según puedo ver, centrado especialmente en los cuentos, que viene publicando desde finales de los cincuenta, aunque su bibliografía no sea muy numerosa. No he leído ni sus cuentos ni la novela en cuestión, pero me suena, a juzgar por la película, a que es uno de tantos que busca emular al gran José Donoso, con esta historia, primero, situada a finales de los cincuenta, es decir, en las postrimerías de la rancia aristocracia chilena y su estructura cuasi medieval, segundo, con la inminente muerte de la matriarca de un clan familiar como catalizador de toda clase de revelaciones que rompen máscaras y secretos, revelaciones que muestran el verdadero rostro, decadente y podrido, de esa clase social tan solemne y seria puertas afuera, aunque puertas adentro esconda toda clase de sórdidos acontecimientos ensombrecidos por el orgullo de clase: todo se aguanta con tal de no perder ni ensuciar la estirpe. Puede que la novela sea buena, en todo caso, eso por ahora no lo sé y para cuando lo sepa ya no importará, pues la película ya la vi y ya la he comentado en estas páginas. Mi impresión es que no es tanto una novela como cuentos disfrazados de novela, pero ya da lo mismo, la película tampoco puede arreglarlo.
Si la novela puede evocar con calidad el espíritu literario de Donoso es una cosa, pero la película pasa olímpicamente de todo eso. Aunque su ambientación, diseño de arte, diseño de producción y todas esas cosas, incluso la dirección de fotografía, sean impecables, la narración, correcta y funcional, es superflua, plana y burda. El director te dirá maravillas sobre de lo que se trata la película, que es lo único que hacen muchos directores, explicar detalladamente el discurso de la película, como si el potencial espectador no pudiese leerlo por su cuenta, para que así ese espectador vea, por inducción, las cosas que el director dice que tiene la película, aunque la película no tenga nada. Lo cierto es que, sí, tenemos una película sobre una familia aristocrática que esconde sus sórdidos secretos bajo la alfombra, las muertes y las "perversiones" sexuales, cuya premisa y sus elementos reciben un tratamiento casi infantil y muy simplón, además de un relato trillado y previsible, que no aporta nada ni a nivel discursivo ni narrativo. Más que cine, "Calzones rotos" parece una de esas teleseries de después del almuerzo, con un reparto que es simpático, sí, pero burdamente dirigido (como en las teleseries, lo cual no extraña de un director cuya carrera es, primera y primordialmente, publicitaria y televisiva), aunque su mayor problema sea, tal como la gran mayoría de las teleseries, anular la existencia de una verdadera mirada crítica para ofrecer una parodia de crítica social que, aunque lo aparente, no se atreve a molestar a nada ni a nadie. Es como diría Raúl Ruíz: la realidad chilena ha dejado de existir, lo que existen son las telenovelas (tenemos pendiente de ver "La telenovela errante", pero la premisa de esa película, por sagaz y reveladora, no se me ha ido nunca de la cabeza), y "Calzones rotos" es un ejemplo de eso: no retrata ningún tipo de realidad, ni social ni política ni de género, porque no la conoce; no es más que el espejo de esa otra realidad que los canales de televisión construyeron, a través de sus teleseries (los noticiarios se encargan de otras realidades), para adormecer a la población, que luego piensa que los campesinos hablan como en la tele lo hacen los actores, nacidos en cunas de oro, que los interpretan, o que las simpáticas fechorías burguesas son inofensivas y banales anécdotas para luego compartir en la cena.
La película no es mala, supongo, pero es tan superficial y tan vacía, tan insulsa, que llega a ser irritante. Una simple porcelana. ¿Ya dije que es previsible, trillada y trivial? No hay desarrollo de personajes, no hay conflicto dramático... Y claro, lo de calzones rotos alude a las conductas sexuales de los personajes, no sé para qué me pongo a hablar de dulces chilenos...
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