Director: Quentin Tarantino
Bien señores, con un par de amigos he ido a ver la última película de Tarantino, que como siempre últimamente, ha generado opiniones contrapuestas y apasionadas, pues te gusta o no te gusta, términos simples que describen a la perfección la era actual, lo que también explicaría que algunos tilden "The Hateful Eight" de misógina, lo que de inmediato llamaremos una puta chorrada. Volviendo a las opiniones contrapuestas y lo simple de los términos, pienso que quienes no gusten de esta película es porque lisa y llanamente no comulgaron con la propuesta cinematográfica o porque no les gusta la persona del señor Tarantino, y sabemos que los segundos campean a lo largo y ancho del panorama cinematográfico (esta lógica también funciona para aquellos que gusten de la película), si bien aferrarse a ambas opciones es una posibilidad viable, especialmente si no quieren caer en la segunda categoría (nadie quiere ser un simple reaccionario). Mi posición es intermedia: aprecio lo que Tarantino hace y significa, le tengo tremenda confianza, pero ello no me nubla el juicio, si bien nunca una película suya me ha dejado disconforme ni enojado, lo que no me impide hacer observaciones y reproches. "The Hateful Eight" es un buen ejemplo de buena película con muchas cosas a observar/reprochar.
Han pasado más de veinte años desde que Tarantino significara un soplo de aire fresco para el cine, el tiempo no pasa en vano y es cierto que el último Tarantino es imperfecto y lo que quieran, que cada vez más se deja llevar por sus arrebatos (sus "tarantinadas"), pero hay cosas que no cambian: primero, la pasión de este hombre por el cine, por buscar nuevas formas de hacer disfrutar al espectador sin traicionarse a sí mismo, por aplastar la podrida cabeza de los ñoños que amenazan con tomarse el poder (miren las nominaciones al oscar, por dios santo, aunque, ciertamente, la cosa no luce tan mal como el año pasado), por demostrar que el cine no está muerto y que siempre puede ser una experiencia memorable, y por hacer lo que se le venga en puta gana, que acá no hay que obedecer a ningún cabrón; y segundo, que el tipo sabe hacer cine, sabe lo que es la imagen y cómo manejarla, y domina a la perfección su narrativa, excesiva y pueril y lo que quieran (no concuerdo, en todo caso, con lo pueril), pero tremendamente efectiva y disfrutable y explosiva (no se tomen esta palabra de forma literal), que es como debe ser el cine: una explosión de pasión, manejada como quiera cada autor (pausadamente, sin descanso, etc.), pero pasión y amor por el cine al fin y al cabo, algo que esta película me transmitió durante todo el maldito metraje.
En fin, procedamos a comentar la primera de Tarantino de este blog, o también, el otro western nevado de la temporada. (A propósito, Iñárritu se quiere alejar lo más posible de dicha palabra, pues viene de género, es decir genérico, cuyo significado no representa su rutilante cine, que a pesar del ego del mexicano no es más que un conjunto de planas etiquetas unidas sin sensibilidad artística alguna... Ahí tienen otro ejemplo de género -en tanto palabra- mal entendido, lo que es peor, con un sentido desdeñoso propio de bastardos arrogantes sin idea ni pasión por el cine. ¿Cuándo entenderán estos "revisionistas" que la palabra género no tiene nada de malo, y que los buenos revisionistas son aquellos que no reniegan ni desdeñan el género?). Uf, pero qué párrafo introductorio más largo...