Director: Kinji Fukasaku
Cine de yakuzas, samurais, policías, ciencia ficción, futuros distópicos, realitys adolescentes macabros, violencia en general. Supongo que son las palabras que más se vienen a la mente de aquellos que han visto las películas del japonés Kinji Fukasaku; de hecho yo mismo pensaba que su filmografía contaba sólo con películas de esos géneros tan deliciosos -de él he visto sólo las dos primeras "Yakuza papers"-. Bueno, en realidad no pensaba eso completamente, pues gracias a wikipedia sabía que tenía su puñado de dramas, sólo que tenía la idea de que eran casi imposibles de hallar. Al final no lo eran tanto y "Kataku no hito" llamó poderosamente mi atención. Nunca pensé que un drama romántico iba a ser la primera cinta de Fukasaku que iba a comentar, pero realmente uno nunca sabe nada. A propósito del filme de esta entrada, me ha encantado bastante, especialmente por su sólido y maduro final que, para mí, es un broche de oro a un conjunto estupendo.
Kazuo es un hombre casado y con una gran familia que consta de cinco hijos. Además es un escritor importante y ganador de premios, antiguamente un completo vividor. Durante la película se narra la vida del protagonista y cómo cambia debido a la aparición de una joven y bella actriz que despierta en él sentimientos frescos y una intensa atracción que provoca dudas en su matrimonio y familia, especialmente cuando el fogoso amorío comienza a materializarse. Dudas, dolor, reflexión, deseos, pasión, rupturas y despedidas. Un período de vida movido para el protagonista, eso es seguro. Qué no le pasó al hombre.
El título de la película me parece muy bonito y a la vez muy evocador una vez que sabes lo que significa, claro está. La traducción literal, que fue el título tanto en inglés como en español, es "casa en llamas". La imagen de una casa en llamas evoca cierta etapa de la vida, o quizás del año. Ciertos sentimientos encontrados, cruzados contradictoriamente entre sí, casi como una mezcla indiscriminada. Cualquier cosa en llamas suele asociarse -al menos yo lo hago- a deshacerse del pasado, de lo malo, quemándolo y reduciendo todo a cenizas, purificándote para una nueva etapa, un nuevo futuro. Dar vuelta la página. Más aún cuando lo que se quema es una casa, un hogar: construcción entre cuyas paredes permanecen recuerdos y memorias. Quizás ya no es sólo una quema de lo malo, sino de absolutamente todo: comenzar de cero con una "nueva identidad", una nueva forma de ser y de vivir. La imagen de una casa en llamas me parece muy bella, especialmente si ésta se ubica al lado del mar o en mitad de un páramo o en la cima de una montaña. Pero claro, esas son ideas mías nada más. Lo cierto es que "casa en llamas" es una metáfora para una persona que está cegada por la pasión y abrumada por las dudas. La misma película, al final de los créditos iniciales y antes del primer plano -muy bello, por lo demás-, se encarga de dejarlo claro para nosotros antes de ver los acontecimientos de la película, antes de presenciar las desavenencias amorosas de este escritor ahogado en la anodinia y el vacío más punzante y rutinario. Y el título no puede ser más certero: una vez que Kazuo el escritor conoce a la joven actriz, no dejamos de ver un compendio de actos motivados únicamente por una pasión incontrolable que entre ambos surge, pasión que se fortalece mientras las dudas de Kazuo sobre su vida familiar se acrecientan. A lo largo de la película no sólo vemos una relación aparentemente imposible, además de otras igual de complicadas, sino que también cobra suma importancia la relación entre ambos conceptos que parecen ser inseparables, como si no concibieran la existencia del uno sin el otro: pasión y dudas. Ya lo anotaba sabiamente mi querido y favorito Hal Hartley a través de uno de sus personajes en la encantadora y estupenda "Simple Men": en la voz del buen Robert Burke, "...sólo hay problemas y deseo. Así es. Y lo gracioso es que cuando deseas algo, te metes en problemas inmediatamente, y cuando te metes en problemas ya no deseas nada más. Es imposible. Es una puta tragedia eso es lo que es". Sobra decir que hay una clara diferencia formal que de todas formas no rompe con el fondo: Hartley habla de deseo y problemas; la cinta de Fukasaku habla de pasión y dudas. No exactamente lo mismo por definición, al menos para mi estos conceptos están estrechamente unidos y, para efectos puramente personales, significan prácticamente lo mismo: una puta tragedia. Deseo, problemas, pasión, dudas. Estamos condenados a la eterna angustia y melancolía. A la eterna y compleja decisión de si dejarnos llevar por ese apasionante deseo o quedarnos en un espacio seguro para evitar problemas. Siempre habrá una interrogante carcomiendo el interior del afectado.
Hay amor, hay desamor, hay pasiones, hay dudas, hay de todo. Este drama romántico de buenas a primeras podría decirse que se trata únicamente -al menos en el inicio- de una triangulo amoroso, o una relación a dos bandas. Casi como si Kazuo no decidiera entre dos mujeres, sino entre dos estilos de vida: la seguridad y plenitud familiar -aderezado por la simpatía de los niños- por un lado, y por el otro la libertad de una relación sin límites, alejada del cruel desgaste que suele producir la humanidad. Ciertamente vemos lo anterior, es algo que se puede sacar en limpio, pero no es de lo que se trata realmente la película. "Kataku no hito" es más bien una búsqueda espiritual y existencial de un hombre que vive una realidad aceptada así por las puras, no por verdadera pasión. Las dudas, más allá de si es prudente tener una relación con una actriz joven y jugosa en detrimento de su malhumorada esposa -buena madre, no obstante, o mejor dicho al 80%- y familia, van principalmente sobre si la vida que lleva realmente lo hace sentirse pleno consigo mismo. Son las dudas de un hombre que ha perdido la pasión por una vida fresca y feliz, o que dicha pasión está escondida quién sabe dónde, o que quizás simplemente no sabe con total seguridad qué es realmente la pasión ¿Hallará la respuesta a cualquiera de estas interrogantes? El suyo es un viaje interno y externo sumamente bello, interesante y encantador. Además de ser completamente honesto y muy bien escrito y filmado y actuado.
Prueba de que la cinta en cuestión no es fundamentalmente sobre relaciones complicadas y enfrentadas de alguna manera, sino más bien sobre la vida y la existencia de un hombre atormentado, es que las mujeres importantes con las que Kazuo tiene contacto no tienen realmente una construcción propia, no tienen una vida real. No como Kazuo. Y esto no lo digo como una crítica negativa, pues precisamente por ser una película centrada en Kazuo este "reproche" no es para nada molesto ni reflejo de mediocridad a la hora de construir a los personajes femeninos. Sí, quizás no sabemos nada de ellas más allá de que son las amantes, esposas o lo que sean de Kazuo, pero tienen personalidades firmes sobre las que realmente no se puede decir que están pobremente dibujadas o incluso caricaturizadas. Están ahí únicamente para Kazuo, pero tienen una construcción y desarrollo fantástico. La joven actriz no es la típica niña tonta/ingenua que se involucra con un hombre casado sólo porque sí, y la esposa no es sólo la amargada mujer que calla o grita dependiendo del caso; es realmente interesante y estimulante ver cómo sus personalidades, siempre con una línea de fondo, van mutando sutilmente a medida que los acontecimientos se van sucediendo, además de presentar rasgos distintivos que las hacen personas integrales -más allá que no sepamos cosas sólidas como sus pasados, e incluso gustos, preferencias y bofias-. Para ir cerrando lo anterior, el curioso viaje que emprende Kazuo más o menos a los ochenta-noventa minutos de metraje nuevamente es prueba fundamental de que el eje del relato es el universo interior de Kazuo, con todas sus inseguridades, deseos, sueños, recuerdos, frustraciones, dolores. No por nada la cinta está narrada por él mismo, quien nos relata sus amoríos, su pasado, su infancia y los desenlaces con soberbia maestría y sensibilidad. La vida de un hombre, a fin de cuentas.
La cinta de Fukasaku puede presumir de que es bella prácticamente por donde se le mire: tiene una fotografía excepcional -sólo observen las capturas, por favor-, tiene unos textos maravillosos, unas actrices preciosas -la joven amante de Kazuo es realmente espectacular, sus desnudos son deliciosos: un cuerpo perfecto, hecho a mano-, y la bella sensibilidad ya mencionada.
Con respecto a esto último, un pequeño reproche podría ser que a veces, sólo a veces, algunas secuencias pueden pecar de cierta cursilería -cosa poca o en exceso depende del espectador-. A mi personalmente no me pareció excesiva, y los sentimientos no lucían para nada artificiales; además no habían ínfulas de refinamiento que te terminaran alejando del protagonista y sus vivencias. La elegancia es un rasgo inherente del relato, amén de un sólido guión y una coherente y magistral puesta en escena de un Fukasaku que demuestra con creces que no sólo de yakuzas y violencia es por lo que debe ser recordado. Vale la pena destacar que en su tiempo "Kataku no hito" fue un éxito de taquilla, además de ser nombrada la mejor película japonesa del año. Ya diré mi opinión cuando vea más cintas japonesas del 86 -uf, cuando será eso-. También se hace imperioso mencionar que la cinta está basada en la novela autobiográfica de un escritor llamado Kazuo Dan, quien publicó la mencionada novela pocos meses antes de morir.
Otro reproche que se me ocurre es la duración del viaje que Kazuo lleva a cabo más o menos a la hora y media de metraje: se hace un poco largo y por un momento se pierde esa conexión con la trama que involucra más a la esposa y la amante, aunque a todas luces el hombre deba darse un respiro de ambas mujeres. Claramente el viaje tiene su gracia, ya lo verán, pero aún así con todo lo importante que es, parece tener algunos minutitos demás. Nada grave, no obstante. Sin contar algunos brevísimos pasajes de aquel viaje de Kazuo, no sentí ni sopor ni nada por el estilo; estaba cautivado por el relato desde el inicio y presenciaba gustoso los derroteros que tomaban estas historias de desamores y amores y búsqueda existenciales.
En fin, Kataku no hito es una bella película que tiene una sensibilidad única y muy honesta. Además tiene textos realmente maravillosos, que se entiende sean así por la procedencia literaria y el respeto con el que me imagino se adaptó la historia -respeto no sólo en lo argumental y quizás narrativo, sino en el poder y la emoción de las palabras recitadas ya sea narración en off o diálogo-. Súmenle a ello su buena y agradable cuota de sentido del humor y el visionado se hace mucho más ameno, y no por ello menos emocionante, ni fascinante, ni profundo. No puedo dejar fuera el erotismo que irradiaba cada momento en el que aparecía la joven amante -interpretada por Mieko Harada-, casi que derretía la pantalla con su cuerpo, su mirada y su pueril inocencia. Keiko -la amante- era dueña de una calidez y un candor sin igual ¿Cómo no caer rendido ante su bella e intensa figura? Imposible resistirse a sus encantos ¡IMPOSIBLE!
Finalmente, el cierre de la película me ha parecido excelente y muy precioso; viene a cerrar esta búsqueda existencial del protagonista con una madurez tremenda. Se pasó de una impulsiva euforia a una prudente madurez a lo largo de 130 estupendos y encantadores minutos. Siempre es bueno ver las películas más "heterodoxas" de los directores más prolíficos, porque pueden aparecer sorpresas como esta brillante joya -además de las otras cintas suyas que también son geniales-. Un consejo, nunca se vayan a la segura a la hora de ver películas; siempre es bueno arriesgarse. Kataku no hito es absolutamente recomendable. La casa en llamas ya no emana dudas, sólo pasión.
Kazuo es un hombre casado y con una gran familia que consta de cinco hijos. Además es un escritor importante y ganador de premios, antiguamente un completo vividor. Durante la película se narra la vida del protagonista y cómo cambia debido a la aparición de una joven y bella actriz que despierta en él sentimientos frescos y una intensa atracción que provoca dudas en su matrimonio y familia, especialmente cuando el fogoso amorío comienza a materializarse. Dudas, dolor, reflexión, deseos, pasión, rupturas y despedidas. Un período de vida movido para el protagonista, eso es seguro. Qué no le pasó al hombre.
El título de la película me parece muy bonito y a la vez muy evocador una vez que sabes lo que significa, claro está. La traducción literal, que fue el título tanto en inglés como en español, es "casa en llamas". La imagen de una casa en llamas evoca cierta etapa de la vida, o quizás del año. Ciertos sentimientos encontrados, cruzados contradictoriamente entre sí, casi como una mezcla indiscriminada. Cualquier cosa en llamas suele asociarse -al menos yo lo hago- a deshacerse del pasado, de lo malo, quemándolo y reduciendo todo a cenizas, purificándote para una nueva etapa, un nuevo futuro. Dar vuelta la página. Más aún cuando lo que se quema es una casa, un hogar: construcción entre cuyas paredes permanecen recuerdos y memorias. Quizás ya no es sólo una quema de lo malo, sino de absolutamente todo: comenzar de cero con una "nueva identidad", una nueva forma de ser y de vivir. La imagen de una casa en llamas me parece muy bella, especialmente si ésta se ubica al lado del mar o en mitad de un páramo o en la cima de una montaña. Pero claro, esas son ideas mías nada más. Lo cierto es que "casa en llamas" es una metáfora para una persona que está cegada por la pasión y abrumada por las dudas. La misma película, al final de los créditos iniciales y antes del primer plano -muy bello, por lo demás-, se encarga de dejarlo claro para nosotros antes de ver los acontecimientos de la película, antes de presenciar las desavenencias amorosas de este escritor ahogado en la anodinia y el vacío más punzante y rutinario. Y el título no puede ser más certero: una vez que Kazuo el escritor conoce a la joven actriz, no dejamos de ver un compendio de actos motivados únicamente por una pasión incontrolable que entre ambos surge, pasión que se fortalece mientras las dudas de Kazuo sobre su vida familiar se acrecientan. A lo largo de la película no sólo vemos una relación aparentemente imposible, además de otras igual de complicadas, sino que también cobra suma importancia la relación entre ambos conceptos que parecen ser inseparables, como si no concibieran la existencia del uno sin el otro: pasión y dudas. Ya lo anotaba sabiamente mi querido y favorito Hal Hartley a través de uno de sus personajes en la encantadora y estupenda "Simple Men": en la voz del buen Robert Burke, "...sólo hay problemas y deseo. Así es. Y lo gracioso es que cuando deseas algo, te metes en problemas inmediatamente, y cuando te metes en problemas ya no deseas nada más. Es imposible. Es una puta tragedia eso es lo que es". Sobra decir que hay una clara diferencia formal que de todas formas no rompe con el fondo: Hartley habla de deseo y problemas; la cinta de Fukasaku habla de pasión y dudas. No exactamente lo mismo por definición, al menos para mi estos conceptos están estrechamente unidos y, para efectos puramente personales, significan prácticamente lo mismo: una puta tragedia. Deseo, problemas, pasión, dudas. Estamos condenados a la eterna angustia y melancolía. A la eterna y compleja decisión de si dejarnos llevar por ese apasionante deseo o quedarnos en un espacio seguro para evitar problemas. Siempre habrá una interrogante carcomiendo el interior del afectado.
Hay amor, hay desamor, hay pasiones, hay dudas, hay de todo. Este drama romántico de buenas a primeras podría decirse que se trata únicamente -al menos en el inicio- de una triangulo amoroso, o una relación a dos bandas. Casi como si Kazuo no decidiera entre dos mujeres, sino entre dos estilos de vida: la seguridad y plenitud familiar -aderezado por la simpatía de los niños- por un lado, y por el otro la libertad de una relación sin límites, alejada del cruel desgaste que suele producir la humanidad. Ciertamente vemos lo anterior, es algo que se puede sacar en limpio, pero no es de lo que se trata realmente la película. "Kataku no hito" es más bien una búsqueda espiritual y existencial de un hombre que vive una realidad aceptada así por las puras, no por verdadera pasión. Las dudas, más allá de si es prudente tener una relación con una actriz joven y jugosa en detrimento de su malhumorada esposa -buena madre, no obstante, o mejor dicho al 80%- y familia, van principalmente sobre si la vida que lleva realmente lo hace sentirse pleno consigo mismo. Son las dudas de un hombre que ha perdido la pasión por una vida fresca y feliz, o que dicha pasión está escondida quién sabe dónde, o que quizás simplemente no sabe con total seguridad qué es realmente la pasión ¿Hallará la respuesta a cualquiera de estas interrogantes? El suyo es un viaje interno y externo sumamente bello, interesante y encantador. Además de ser completamente honesto y muy bien escrito y filmado y actuado.
Prueba de que la cinta en cuestión no es fundamentalmente sobre relaciones complicadas y enfrentadas de alguna manera, sino más bien sobre la vida y la existencia de un hombre atormentado, es que las mujeres importantes con las que Kazuo tiene contacto no tienen realmente una construcción propia, no tienen una vida real. No como Kazuo. Y esto no lo digo como una crítica negativa, pues precisamente por ser una película centrada en Kazuo este "reproche" no es para nada molesto ni reflejo de mediocridad a la hora de construir a los personajes femeninos. Sí, quizás no sabemos nada de ellas más allá de que son las amantes, esposas o lo que sean de Kazuo, pero tienen personalidades firmes sobre las que realmente no se puede decir que están pobremente dibujadas o incluso caricaturizadas. Están ahí únicamente para Kazuo, pero tienen una construcción y desarrollo fantástico. La joven actriz no es la típica niña tonta/ingenua que se involucra con un hombre casado sólo porque sí, y la esposa no es sólo la amargada mujer que calla o grita dependiendo del caso; es realmente interesante y estimulante ver cómo sus personalidades, siempre con una línea de fondo, van mutando sutilmente a medida que los acontecimientos se van sucediendo, además de presentar rasgos distintivos que las hacen personas integrales -más allá que no sepamos cosas sólidas como sus pasados, e incluso gustos, preferencias y bofias-. Para ir cerrando lo anterior, el curioso viaje que emprende Kazuo más o menos a los ochenta-noventa minutos de metraje nuevamente es prueba fundamental de que el eje del relato es el universo interior de Kazuo, con todas sus inseguridades, deseos, sueños, recuerdos, frustraciones, dolores. No por nada la cinta está narrada por él mismo, quien nos relata sus amoríos, su pasado, su infancia y los desenlaces con soberbia maestría y sensibilidad. La vida de un hombre, a fin de cuentas.
La cinta de Fukasaku puede presumir de que es bella prácticamente por donde se le mire: tiene una fotografía excepcional -sólo observen las capturas, por favor-, tiene unos textos maravillosos, unas actrices preciosas -la joven amante de Kazuo es realmente espectacular, sus desnudos son deliciosos: un cuerpo perfecto, hecho a mano-, y la bella sensibilidad ya mencionada.
Con respecto a esto último, un pequeño reproche podría ser que a veces, sólo a veces, algunas secuencias pueden pecar de cierta cursilería -cosa poca o en exceso depende del espectador-. A mi personalmente no me pareció excesiva, y los sentimientos no lucían para nada artificiales; además no habían ínfulas de refinamiento que te terminaran alejando del protagonista y sus vivencias. La elegancia es un rasgo inherente del relato, amén de un sólido guión y una coherente y magistral puesta en escena de un Fukasaku que demuestra con creces que no sólo de yakuzas y violencia es por lo que debe ser recordado. Vale la pena destacar que en su tiempo "Kataku no hito" fue un éxito de taquilla, además de ser nombrada la mejor película japonesa del año. Ya diré mi opinión cuando vea más cintas japonesas del 86 -uf, cuando será eso-. También se hace imperioso mencionar que la cinta está basada en la novela autobiográfica de un escritor llamado Kazuo Dan, quien publicó la mencionada novela pocos meses antes de morir.
Otro reproche que se me ocurre es la duración del viaje que Kazuo lleva a cabo más o menos a la hora y media de metraje: se hace un poco largo y por un momento se pierde esa conexión con la trama que involucra más a la esposa y la amante, aunque a todas luces el hombre deba darse un respiro de ambas mujeres. Claramente el viaje tiene su gracia, ya lo verán, pero aún así con todo lo importante que es, parece tener algunos minutitos demás. Nada grave, no obstante. Sin contar algunos brevísimos pasajes de aquel viaje de Kazuo, no sentí ni sopor ni nada por el estilo; estaba cautivado por el relato desde el inicio y presenciaba gustoso los derroteros que tomaban estas historias de desamores y amores y búsqueda existenciales.
En fin, Kataku no hito es una bella película que tiene una sensibilidad única y muy honesta. Además tiene textos realmente maravillosos, que se entiende sean así por la procedencia literaria y el respeto con el que me imagino se adaptó la historia -respeto no sólo en lo argumental y quizás narrativo, sino en el poder y la emoción de las palabras recitadas ya sea narración en off o diálogo-. Súmenle a ello su buena y agradable cuota de sentido del humor y el visionado se hace mucho más ameno, y no por ello menos emocionante, ni fascinante, ni profundo. No puedo dejar fuera el erotismo que irradiaba cada momento en el que aparecía la joven amante -interpretada por Mieko Harada-, casi que derretía la pantalla con su cuerpo, su mirada y su pueril inocencia. Keiko -la amante- era dueña de una calidez y un candor sin igual ¿Cómo no caer rendido ante su bella e intensa figura? Imposible resistirse a sus encantos ¡IMPOSIBLE!
Finalmente, el cierre de la película me ha parecido excelente y muy precioso; viene a cerrar esta búsqueda existencial del protagonista con una madurez tremenda. Se pasó de una impulsiva euforia a una prudente madurez a lo largo de 130 estupendos y encantadores minutos. Siempre es bueno ver las películas más "heterodoxas" de los directores más prolíficos, porque pueden aparecer sorpresas como esta brillante joya -además de las otras cintas suyas que también son geniales-. Un consejo, nunca se vayan a la segura a la hora de ver películas; siempre es bueno arriesgarse. Kataku no hito es absolutamente recomendable. La casa en llamas ya no emana dudas, sólo pasión.
Bella lluvia de capturas
Si no me equivoco, el título original de la película 'Kataku no hito' significa algo así como 'persona dura' o 'persona con entereza'. 'Kataku' está formado parcialmente por el kanji de 'fuego' y quizás por eso optaron por un título internacional más poético.
ResponderBorrarA mí la verdad es que los dramas que se construyen casi exclusivamente sobre la imagen del artista sufriente me desesperan un poco, y en este caso concreto siento que es básicamente darle la vuelta una y otra vez a la misma cosa sin que ninguno de los personajes realmente evolucione. Cosa que voy a suponer, tomando en cuenta el personaje en el que se inspira, que debe ser algo muy de su literatura. A Kazuo Dan no lo conozco tanto (literariamente hablando) pero sí un poco más a Osamu Dazai (el amigo al que le rinde tributo) y me imagino por dónde va la cosa y la verdad es que no percibí del mismo modo la pasión que trata de manifestar a cada momento.
Saludos.
Pues la verdad es que me apresuré en afirmar que el título de la película era "casa en llamas", supongo que me dejé llevar por el título en inglés y el mensaje inicial -del cual ahora dudo si realmente decía eso de la metáfora de una casa en llamas-. No me costaba nada mirar en el traductor de google y verificar, jeje, pero al menos ya aprendí mi lección :P
BorrarCon respecto a lo segundo, sí debo admitir que una historia que cuente tu misma vida es un tanto egocéntrico y autoreferente, pero la película me gustó bastante a pesar de ello. De todas formas, y aunque esta frase me parezca un poco trillada, tenemos que acordar que estamos en desacuerdo. Lo importante es ver películas y, desde luego, disfrutarlas; si no es así, siempre resulta terrible.
Saludos.