박하사탕
Pakha Satang
Director: Lee Chang-dong
Ya se ha ido la primera mitad del año. Bastante rápido ahora que ha pasado, pero bastante lento en los momentos con mayor cantidad de responsabilidades. Siempre pensé que iba a tener subidos cien posts al cabo de los seis primeros meses del año, pero veo que junio fue un mes que me mantuvo alejado de este blog, impidiéndome llegar a esa meta que me propuse al ir pasando los meses -meta que no me habría sido difícil de lograr de no haber sido por las mencionadas pero no especificadas responsabilidades universitarias-. Ahora que estoy cerca de las vacaciones, con suerte voy a retomar el ritmo, tanto para ver películas y series como para comentarlas. Para fin de año espero, con todas mis ganas, llegar a los doscientos posts. Vamos que se puede. Mientras tanto, prosigamos con la segunda película de este director surcoreano, cuya opera prima , Green Fish, comenté ayer de muy buena gana. Es un buen director este Lee Chang-dong.
Kim Yong-ho es el protagonista de este relato. Comenzamos con su historia el año 1999, cuando el pobre tipo está claramente deprimido, vagando cerca de la línea del tren, el río, y un extenso y verde campo donde unos excompañeros suyos beben y cantan y pasan el tiempo. La compañía no le hace bien a Yong-ho, y finalmente decide que es tiempo de dejar este mundo. Luego de eso, iremos conociendo poco a poco su historia, y los motivos que lo llevaron a tomar aquella decisión.
Un aspecto interesante y distintivo de 'Peppermint Candy' es que está estructurada de manera inversa, es decir, comienza por el final -en este caso, el suicidio del protagonista- y termina en el principio de la historia. Es curioso esto de las estructuras inversas, al menos desde mi perspectiva, pues la primera película que vi que estaba ordenada de esta manera fue 'Memento', del 2000. Luego vi 'Irreversible' y pensé, "vaya, todos van a decir que Noé le copió la idea a Nolan -a pesar de las grandes diferencias estéticas y discursivas-", pero resulta que Nolan no fue el gran visionario en este aspecto, pues el filme de este post es de un año antes. Pero resulta que el escritor Martin Amis escribió el 91 una novela llamada "La flecha del tiempo", novela que presenta la misma estructura. Finalmente, me puse a buscar en wikipedia cualquier tipo de historia hecha a la inversa: resulta que son muchas, y que más encima las primeras son de los 30 -hablando de películas, al menos-. No estoy muy actualizado, al parecer, y a veces me sorprendo con facilidad.
De cualquier forma, hubo una clara elección en este orden inverso del relato. Pudo haber sido un gran racconto de casi dos horas, es decir, ver el suicidio del hombre y luego comenzar 'x' años antes, desde el inicio hasta el final de manera líneal -lo que ni siquiera habría sido a la inversa-. En vez de eso, la historia previa de Yong-ho se construye encadenando, desde el final hasta el principio, cápsulas o episodios -que son, desde luego, raccontos, aunque mucho más pequeños- que, aún así, tienen sus pequeñas tramas que comienzan, se desarrollan y terminan en estos minutos dados -con cada historia culminada entregando una verdad crucial para entender el fin de Yong-ho-. Claramente, lo segundo juega mucho más a favor del filme, pues la primera opción iba a ser algo bastante más sencillo y fácil: ser un relato de causalidades y consecuencias sin toda la complejidad moral que un relato inverso cronológicamente tiene. Por el contrario, que primero vayamos conociendo el final de la historia para luego ver sus causas nos hace pensar de una manera completamente distinta, asimilando más los motivos y todo el contexto que provocó el gran hecho final, en vez de asimilar el hecho final en sí mismo, que de una manera lineal habría quedado mucho menos potente -me imagino que se habría visto de una manera más somera, discutiendo sobre si hizo bien o mal, en vez de enfocarse en el porqué lo hizo-. En lo que deberíamos estar todos de acuerdo es en que, de todas maneras, 'Peppermint Candy' no habría sido la misma de haber comenzado con la juventud del protagonista para ir siguiendo, como una línea recta, el curso de su vida. Trato de imaginarme esta película linealmente y de verdad pienso que no funcionaría tanto como lo hace tal cual es: una especie de memorias recolectadas en base a una gran historia de amor incumplido, y todas las ramificaciones que esto tiene en la vida del roto protagonista, ramificaciones que conducen a un sólo final previamente presenciado.
Lo más importante, no obstante, estando esto estrechamente relacionado con el principio cinematográfico de Chang-dong que mencioné en el post anterior, es que más que los hechos, el pilar fundamental de sus películas, lo central, son las razones que tienen sus personajes. Es decir, y tal como anoté en mi comentario sobre la opera prima, es un cine de personajes y no de acciones. Y esto queda aún más claro viendo que, al contrario de 'Memento' e 'Irreversible', filmes en donde se narraba un pequeño lapso que giraba en torno a un hecho en particular -con acciones que las explicaban y que al final formaban el panorama completo: una conclusión filosófica, metafísica y otra terrenal-; en 'Peppermint Candy', en cambio, todo gira en torno a la vida del protagonista -con su suicidio como el punto inicial que marca lo que vamos a ver después, pero siendo la vida misma al fin y al cabo-, llena de pequeñas tramas y momentos y evasiones, en vez de argumentos puntuales y más elaborados que guíen al personaje por un camino predeterminado. El flujo natural de los hechos se da por decisión propia de los personajes, que, lamentablemente, viven en una sociedad que de todas formas les determina la existencia, al menos si hablamos de la vida en sociedad -que es la que finalmente se confunde con la vida individual, en los peores y más comunes casos-.
Peppermint Candy. Dulces de menta. Otro pequeño objeto que tiene tanta importancia como para ser el título del filme. Si 'Green Fish' hacía alusión a un pequeño pero importante elemento en un pasado tranquilo y feliz del protagonista, que anhela esa tranquilidad fervientemente -debido al contraste con su presente, sumido en un sufrimiento punzante y perpetuo-, los dulces de menta constituyen el elemento que le recuerda a Yong-ho aquello que pudo ser y no fue, lo que lo pudo haber hecho feliz pero que finalmente se alejó irremediablemente de su vida. Es un recuerdo que, por muy bello y feliz que sea, le provoca lo contrario, al recordarle continuamente que vive en un desvío de su vida soñada, que vive una vida que no es la suya, o al menos que no debió serlo. Este es el enfrentamiento entre un presente lleno de dolor y miseria, contra una vida que no es más que una ensoñación pueril y ya imposible. Pero los dulces de menta siguen ahí, apareciendo periódicamente con el único fin de hacer que nuestro protagonista no deje de sentirse culpable por sus malas decisiones. Es la tragedia en la que los personajes de Chang-dong tienen que vivir.
El relato inverso nos revela una historia de culpabilidad, búsqueda de una felicidad inalcanzable, conformismo y una elusiva redención. Paz, en definitiva. Paz no alcanzada pero que, terriblemente, los personajes no dejan de buscar a pesar de tener un destino escrito y ya dado a conocer.
Algo que me ha parecido interesante es que, a lo largo de la película, se hayan incluido ciertos capítulos de la historia de Corea del sur que realmente sucedieron, como esas manifestaciones estudiantiles en donde estos eran 'controlados' por el ejército, o esa crisis financiera que también afecta a Yong-ho. Y estas cosas no las sabía. Sólo después del visionado se me ocurrió que algunos hechos descritos debían tener una base en la realidad, por algo el director fue ministro de cultura de su país y demuestra tanto interés en los problemas sociales de la gente. Esta no es la excepción: se muestra un sistema que corrompe y pudre a quienes se meten en él, que a la larga terminan pudriendo a los demás -esto es a grandes rasgos, un comentario bastante general. No es que esté criticando yo a Corea del sur, simplemente interpreto o intento interpretar lo que el director quiere decir-. Nada de esplendor económico ni social, sólo personas sobreviviendo como pueden -con menos urgencia que las de 'Green Fish', en todo caso-. No son pocos los que ven un paralelismo entre la historia de Yong-ho y de Corea del sur, pero como yo no soy un gran conocedor de la cultura y la Historia de este país oriental, entonces no podría afirmar tal cosa con propiedad. Pero sí basta para contar la historia de un hombre que se rompe a lo largo de los años, víctima de sus propias malas decisiones como también de un país que, como todos, suele abandonar y quebrar a aquellos que no tienen los medios para defenderse y vivir como desean.
Para ir finalizando, y a pesar de todo lo anterior, debo decir que no me sentí tan apasionado como con 'Green Fish'. Al menos en comparación. Si hablo de 'Peppermint Candy' por su cuenta, debo decir que me gustó, pero no mucho. Como digo, está bien hecha, tiene una mirada única y propia de su autor, tiene una estupenda construcción narrativa y estética -las composiciones de los planos siempre me parecen estupendos-, pero me sentí menos cautivado. Siento que en esta ocasión, a pesar de que la atmósfera contenga ese dolor, alienación y sueños rotos con que cargan sus protagonistas, no habían momentos especialmente emocionantes y memorables. Debo decir que el inicio me gustó bastante y que me mantuvo pegado a la silla del nerviosismo, pero bien entrado el relato habían ocasiones en que no me sentía realmente interesado. Quizás sea culpa de algunas cápsulas que parecen ser más forzadas que otras -como la del ejército, que, no obstante, nos revela la fuente de miseria y putrefacción que aqueja a Yong-ho-. Pero tampoco es que algunas cápsulas -o parte de ellas- hayan quedado mal, simplemente carecen de esa potencia dramática que en otras cápsulas -o recuerdos- destaca mayormente, generando una sensación de que a veces el ritmo se caía -aunque nunca me sentí aburrido-. Y eso que el relato cuenta con una línea argumental unificadora: el amor incumplido -supongo que de no haber existido tal línea, habría sido peor esa 'arritmia'-. Nada grave, en todo caso, es más cosa mía que de la película.
En fin, sigue siendo un cine honesto y potente en lo que quiere decir; sencillo, devastador y eficiente en cómo lo quiere decir; y bello y coherente en cómo se filma lo que se quiere decir -el tren que va en reversa dice mucho apenas siendo una imagen sin palabras-. Buen cine, buena dirección, buenas actuaciones -y ciertamente personajes bien construidos-, pero estaría mintiendo si dijera que quedé encantado. Funciona, es una película sólida, pero en ocasiones le falta mantener firme esa fuerza dramática que en sus mejores momentos tanto sobrecoge e impacta. En definitiva, 'Peppermint Candy' es un filme correcto, pero prefiero la opera prima del director, me pareció más emocionante.
En fin, sigue siendo un cine honesto y potente en lo que quiere decir; sencillo, devastador y eficiente en cómo lo quiere decir; y bello y coherente en cómo se filma lo que se quiere decir -el tren que va en reversa dice mucho apenas siendo una imagen sin palabras-. Buen cine, buena dirección, buenas actuaciones -y ciertamente personajes bien construidos-, pero estaría mintiendo si dijera que quedé encantado. Funciona, es una película sólida, pero en ocasiones le falta mantener firme esa fuerza dramática que en sus mejores momentos tanto sobrecoge e impacta. En definitiva, 'Peppermint Candy' es un filme correcto, pero prefiero la opera prima del director, me pareció más emocionante.
Lluvia de capturas
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