lunes, 30 de junio de 2014

Green Fish - 1997


초록 물고기
Chorok Mulgogi
Director: Lee Chang-dong


  Pero qué día más largo ha sido -fue-. Primero estuve viendo el partido de Chile-Brasil, a la vez mirando la maratón de Game of Thrones -cuya cuarta temporada fue comentada ayer hace dos tres días- en los descansos y luego de finalizado el partido -qué infartante fue, dios mío; alrededor de tres horas de incertidumbre e intenso juego- durante largas horas, cambiando a veces con 'Inteligencia Artificial' de Spielberg. Lo interesante es que en un canal 'X' iba más o menos por la mitad, cuando el chico terminaba de hablar con el doctor que lo sabe todo. Terminé de ver la película desde ahí. Luego, entre que veía la maratón de GoT y miraba qué daban en los otros canales -'El Aviador' estaba por ahí, pero terminando-, me encuentro con que en otro canal están dando la misma película de Spielberg, pero esta vez desde el inicio. Me la quedé viendo hasta que el chico huye de la feria de la carne, secuencia que me parece realmente terrible -desde que los mechas obsoletos son perseguidos hasta que son asesinados en esa obvia pero no menos impactante metáfora de la impía naturaleza humana, naturaleza recordada secularmente en la Historia de la humanidad-, y que por largo rato me ha dejado bastante mal -quizás sea la derrota en penales lo que me tiene más sensible, todo suma-. Antes de comenzar con el post de la opera prima de este reconocido director surcoreano, quiero detenerme en esto -la feria de la carne-: es mi parte favorita de la película, pues, además de tener una atmósfera y estética deslumbrante, se condensa bastante lo que es la película en sí: humanos destruyendo y torturando sin piedad, a modo de circo -nada más cruel y patético-, cualquier tipo de amenaza para sus miserables existencias -incluso esta 'amenaza' teniendo sentimientos y consciencia de la vida y la muerte-, aunque claramente Spielberg asocia más la matanza de desposeídos e indefensos al holocausto judío; pero la metáfora sirve para cualquier pueblo cuya tierra o parte de ella haya sido usurpada -como la de irlandeses y palestinos-, o haya sido masacrado casi en su totalidad -la de Ruanda fue terrible-. En fin, como dudo que vaya a hacer un post de 'Inteligencia Artificial' dentro de los siguientes seis meses, introduje este breve intento de reflexión. Ahora, a lo que nos ocupa, la película coreana.


  Makdong es un hombre que acaba de salir del ejército y vuelve a casa. En ella le recibe su madre y su hermano con discapacidad mental, muy contentos con su llegada. A pesar de que el ambiente familiar no puede ser más agradable y ameno, la realidad es dura: Makdong no tiene trabajo ni -probablemente- estudios con los que encontrar un buen empleo para llevar dinero y comida al hogar, que, sin ser terriblemente pobre, sí tiene carencias que el buen protagonista quiere cubrir para mejorar la vida de su madre y hermano. Por cosas de la vida, o de la dinámica social que hace que personas de escasos medios acaben en el mundillo criminal con tal de ganar un billete fácil, Makdong termina trabajando para el jefe criminal local.


  Lo primero que se me ha venido a la mente terminada la película, pensamiento que se ha mantenido firme y sin posibilidades de cambiar, es más, que se ha ido reafirmando con el correr de las horas y los días, es que 'Green Fish' es un filme honesto, siendo esa honestidad lo que más deja marca, lo que lo convierte en un filme memorable, mejor que muchos otros -de muchos países distintos- que intentan hacer y lograr el mismo resultado y propósito, pero que no pueden porque les falta precisamente eso, honestidad. Honestidad en lo que se quiere decir, en cómo se dice eso que se quiere decir, y en cómo se filma eso que se quiere decir. Coherencia pura entre el fondo y la forma, la sustancia y el estilo. Hasta el momento no he visto los filmes posteriores de Chang-dong, pero me atrevo a decir que este es toda una declaración de intenciones cinematográficas, personales y, sin duda, sociales. Tres elementos que se conjugan como un todo equilibrado y con emoción, pasión, sentimiento. Y mucho respeto, claramente.


  En 'Green Fish' se desarrollan varios temas. Primero que todo, no deja de ser un filme bastante intimista, si consideramos que en quien se centra todo es su protagonista -parece obvio, ¿no?-, Makdong, y en los deseos personales que tiene para sí mismo y su familia. No es que se haya metido en alguna enrevesada trama de la cual debe salir en tiempo récord. Simplemente toma decisiones, hace cosas para sobrevivir y, si es posible, va cumpliendo poco a poco el sueño que tiene: hacer realidad aquel mundo que por mientras es sólo una ensoñación. Ensoñación que contiene, por una parte, ese propósito de surgir socialmente y, por otra, consumar sin miedo ni peligros ese enamoramiento que tiene hacia Mi-ae, la mujer que ve al inicio de la película en el tren que, triste y desafortunadamente para él, es novia del jefe criminal para el que luego trabaja. Probablemente, nada fuera de lo común en la realidad coreana de aquellos tiempos, en aquellos lugares lejanos al esplendor económico, tecnológico y social que en general se conoce en occidente. Quizás Makdong no sea el único, a grandes rasgos, en involucrarse con pandillas y criminales de poca monta pero egos grandes con tal de tener comida y ropa, lo esencial, lo básico, pero sí que ésta es su propia historia, pues es un cine personal e intimista que, no obstante, no elude los problemas sociales, tocados con una sutil y para nada invasiva crítica social.

  Es aquí en donde se ve mayormente la honestidad de 'Green Fish', en su crítica social. Muchas otras películas, sujetas al contexto social propio de cada país, desarrollan los así llamados "dramas sociales", basados en ínfulas de denuncia y cambio social que, muy erróneamente -y en muchos casos, ridiculamente-, caen en un realismo barato, simplón y vacío -con una cámara en mano demasiado trillada para estos casos-, que igualmente recibe aplausos y aclamación. Se tiene un discurso genérico e impersonal que sólo busca criticar sin ninguna mirada propia el contexto en el que se encuentra. Un mero remedo de otros medios y plataformas que invaden al cine, sin aprovechar el rico lenguaje cinematográfico -algo que Chang-dong logra estupendamente en este filme-.
En cambio, no hay duda en lo que Chang-dong quiere decir, narrar con su película: los males que su protagonista vive son fruto de un sendero de causas y consecuencias que comienzan en el sólo hecho de no tener trabajo -ni probablemente estudios-. El problema no es estrictamente personal -Makdong no es un desequilibrado ni nada por el estilo, sólo quiere algo lo suficientemente mejor para él y su familia-, sino más bien social, pues los problemas comienzan cuando Makdong ve que para ganar dinero no basta con ayudar a su hermano a vender huevos -trabajo que deja muy poco a pesar del tiempo y el esfuerzo-; tiene que involucrarse con criminales que no le exigen estudios ni títulos profesionales, ni siquiera un intelecto específico, tan sólo tener un par de habilidades que probablemente muchos compartan -como manejar un auto-. Estamos ante la falta de oportunidades para los que tienen menos, la impunidad legal con la que actúan las pandillas -que obedecen más bien a los códigos bajo los que se rigen; esa es la ley que verdaderamente respetan y que verdaderamente castiga-, y la ineficacia de los policías -que, como se ve al inicio, prefieren robarle a un comerciante de huevos-. Una historia en la cual la realidad social es dura, injusta, y de la cual no parece haber una salida aparente. Sólo ese camino que te obliga a ser un criminal, pues es el camino fácil y corto, especialmente para aquellos que nada tienen ni saben hacer -asalariadamente hablando-. Todo eso -y quizás más- quiere decir el director Lee Chang-dong, y dentro de esta cruda realidad, nos relata la historia de Makdong, un sujeto decente y buena persona que tiene que hacer lo que tiene que hacer para ayudar a los suyos y a sí mismo.


  Algo que me ha gustado mucho es que los personajes -más bien, el personaje principal, Makdong- son los que guían el relato. Como dije, no es el protagonista repentinamente envuelto en una enrevesada trama con multitud de personajes e informaciones que tiene que ordernarlo todo en su cabeza para encontrar una solución y luego ya está, fin al problema, vive feliz el resto de tu vida; es el protagonista actuando de acuerdo a lo que le toca, a lo que tiene, a lo que le falta. Es la sutil crítica social fundiéndose con la perspectiva personal e intimista, en una sola entidad: Makdong hace todo lo que hace para el bien de otros, y para conseguir ese bien decide que tiene que llevar a cabo ciertas acciones e involucrarse en ciertos ambientes. El tipo necesita dinero, acepta unirse al clan criminal de la zona; el tipo necesita prestigio y respeto, hace ciertas cosas para ganarse el respeto de otros; el tipo necesita más dinero, acepta hacer otras cosas que otros no harían. Es así, necesidad-acción, acción-consecuencias. La forma en que la sociedad funciona o, al menos, se mantiene a flote. Esto claramente es un principio cinematográfico, pues el director nos dice que su cine no es de acciones ni de grandes argumentos, sino de personajes y el desarrollo interno que estos tienen. Desarrollo interno que, a su vez, se ve influenciado por el entorno social en el que viven. Su intención es mostrar una realidad, sin ánimos de denuncia ni de dar fatuas lecciones morales/éticas; su intención es, simplemente, dar a conocer, involucrar, emocionar. Lo más honesto que se puede hacer, usando el lenguaje cinematográfico con habilidad y pulso, y logrando justamente eso: una gran película.


  Visualmente esta película es una delicia, desde la composición de los planos, pasando por los elementos que componen dichos planos, hasta algunas secuencias que tienen un sosiego extraño y paradójico, pues en ellas vemos el dolor que sus personajes tienen -por el motivo que sea- a pesar de todo parecer tan tranquilo. Ya la primera secuencia -muy poética- dice mucho, además de deslumbrarme por completo. No olvidar la importancia del árbol que hay en la casa de Makdong, ni esa pieza musical que a veces aparece, que evoca bastante a una atmósfera noir muy en línea con la amoralidad de los bajos fondos, la relación imposible entre Makdong y Mi-ae, y la compleja y a veces rota vida del protagonista, quien ve como su vida está cada vez más lejos de lo que se imagina para él y su familia, de lo que desea para ellos.
Bastante me llamó la atención el nombre del filme, 'Green Fish' o, literalmente, pez verde ¿Qué quiere decir? ¿Es algún tipo de metáfora sobre la sociedad? Quizás lo sea, pero también es mucho más terrenal -y a la vez onírico- y personal de lo que se podría pensar: Makdong, hablando con su hermano, recuerda la ocasión en que vieron un pez verde en un río, cuando eran niños, cuando los tiempos eran mejores, menos duros, menos oscuros, menos dolorosos. 'Green Fish' evoca eso que quiere el protagonista: paz, tranquilidad, felicidad. En cambio, vive en la constante decepción de no vivir en aquel mundo que quiere, que merece. Un castigo inmerecido que muchos como él tienen que soportar -sus hermanos, por ejemplo, aunque menos aproblemados, sí tienen asuntos que resolver, consigo mismos y los otros-.

  En resumen, gran película. Honesta en sus intenciones y en su resultado. Con una gran construcción de personajes -profundos y muy bien actuados, especialmente el actor de Makdong, que lo deja todo en su rol-, además de la gran construcción estética, sencilla pero potente y efectiva.
Nada más que decir, excelente opera prima. Veamos qué nos depara los cuatro siguientes filmes de este talentoso director surcoreano. Recomendable, no se la pierdan.

Lluvia de capturas

1 comentario :

Vamos, dime algo, así no me vuelvo loco...

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