viernes, 8 de agosto de 2014

Power - Temporada 1


Creadora: Courtney Kemp Agboh

  Del canal Starz salió la estupenda y ya cancelada "Magic city", así que lo que venga después tiene toda mi atención, y quizás luego mi beneplácito -y si es muy buena, todo mi cariño-. "Power" tiene mi beneplácito, de ello no hay duda, pero tampoco es una serie como para tenerle todo el cariño del mundo. Es buena, claro que sí, y aunque parta de una premisa ya utilizada varias veces -algo que a muchos tiró para atrás-, se desarrolla de una manera interesante, entretenida y diferente. Ya se ha confirmado una segunda temporada, y lo cierto es que en esta primera las cosas se han hecho lo suficientemente bien como para que dicha decisión esté del todo bien justificada. Esperen muchas series en los próximos días, porque los finales estarán cayendo como moscas, al igual que los estrenos y las nuevas -y últimas- temporadas. Un calendario apretado, maldita sea.


  James St. Patrick es un hombre de negocios exitoso: al inicio de la temporada abre un club nocturno llamado "Truth". El lugar resulta ser todo un éxito y el desafío vendría siendo poder mantener ese éxito en el tiempo venidero. Y más le vale, pues tiene una esposa e hijos: una familia que mantener, al fin y al cabo. Eso por un lado, porque por el otro, aquel más oscuro y violento e ilegal, James, alias "Ghost", es quien distribuye las drogas de un sujeto llamado Lobos. Dueño de un club y traficante de drogas a la vez, eso es bastante trabajo. Una doble vida que tiene que mantener equilibrada, he ahí el verdadero desafío. Y, ténganlo por seguro, las dificultades, qué dificultades, los problemas de mierda no tardarán en aparecer.


  De buenas a primeras la premisa argumental de "Power" es de lo más trillado que se puede uno imaginar: hombre casado que tiene un trabajo estable y bien remunerado que, sin embargo, también se dedica a las drogas. En la etapa promocional se intentaba, no obstante, establecer diferencias que indicaran que la historia seguiría derroteros diferentes: la historia está protagonizada por un personaje negro, en una fauna de personajes en su mayoría negros. Lo cierto es que esto último en realidad no importa en lo argumental -sino en el fondo que se pretende transmitir-, porque no quita que la serie siga líneas argumentales similares al de este tipo de historia: la vida criminal amenazando con inmiscuirse en la vida normal del protagonista, exponiendo su lado más oculto de la sociedad. Para ello veremos personajes que puedan ser capaces de descubrir esa doble vida pero que, al descubrirla, se queden en shock, más o menos como Debra Morgan y Dexter o Hank Schrader y Walter White: sabes que si un sujeto dedicado a actividades ilegales tiene un amigo o familiar o lo que sea cercano que es miembro de alguna fuerza de la ley, entonces habrá un descubrimiento que involucre sentimientos y ética laboral. Angela Valdés cumple ese rol. No es ningún spoiler a estas alturas, porque el espectador no es tonto y sabe para qué están los personajes. La verdadera gracia sucedería cuando efectivamente ocurra el descubrimiento, ahí veremos si la serie realmente sigue una línea argumental distinta o cae en el típico "lo siento, te quiero mucho pero la ley es la ley" -apuesto que será más o menos como la reacción de Debra Morgan-. De todas formas, esta primera temporada fluye con relativa calma; sólo el final se hizo un poco más peligroso para sus protagonistas, lo que deja claro que la gran apuesta de los responsables de la serie es en la segunda temporada: prometen que las relaciones se irán al carajo. Más allá de lo anterior, a grandes rasgos la premisa no se desarrolla de manera muy original por el momento, pero tiene un elemento que la diferencia finalmente de otros productos televisivos -y también del cine-, además de la promesa de que las cosas pueden empeorar. Sin ser un ejemplo de historia alucinante, está bien hecha para llamar la atención y mantenerte atento a los episodios posteriores -puede que esté siendo un poco compasivo, porque a decir verdad sorpresas no me llevé (a excepción del final del séptimo episodio, que también lo presentía un poco), pero la calidad de la historia es correcta y, lo que de verdad importa, los personajes importantes tienen presencia y facilitan la empatía con todo lo narrado-. Antes de seguir, les aconsejo que no esperen una historia nueva ni nada por el estilo; mejor sepan que el relato sigue líneas arquetípicas que, afortunadamente, al menos en esta ocasión tiene un punto de vista diferente e interesante. No se dejen llevar por la historia, sino por lo que pretende relatar en lo subyacente.


  Ahora bien, dos cosas: primero, que la serie tenga una historia que siga líneas argumentales más o menos vistas y un tanto predecibles no quita que veamos tramas y desarrollos con su buena cuota de sorpresas; segundo, el elemento negro no es gratuito, y claramente se apuesta, además de establecer pequeños puntos que pueden detonar peligrosamente a futuro, por una identidad afroamericana que es incluso tan importante como la trama misma.

  Con respecto a lo segundo, al menos en esta primera temporada parece ser un elemento de importancia casi suprema, no sólo en lo que respecta a la historia y su diégesis, también en lo externo, en lo concerniente a la producción, en la cual hay una fuerte presencia -sin ser esto algo negativo- que se nota en sus nombres: la creadora es negra y uno de los principales productores es 50 cent, que se reserva el papel de Kanan, amigo y mentor de Ghost que para el inicio de la serie está en la cárcel -como el buen y malogrado Otto en "Sons of Anarchy"-. Hay un aura de lo negro que se aplica muy bien a lo narrativo, sin ser un elemento forzado, como suele pasar en varias cintas de Spike Lee -que, no me malinterpreten, es un excelente director-.
  Pero vamos, que a los responsables de la serie no les importa el color, sino la identidad: Ghost tiene una esposa llamada Tasha y un mejor amigo llamado Tommy. Tommy es blanco pero ha sido amigo de toda la vida de los otros dos: el sentimiento de crecer juntos, solucionar problemas juntos, hacer negocios juntos y triunfar juntos no se lo quita nadie. A lo largo de los episodios veremos que la lealtad es algo sagrado y que la identidad propia y conjunta también lo es. He aquí una de las particularidades que hacen que la premisa de "Power" se diferencie de la mayoría de las dobles vidas: para Ghost y su esposa y Tommy, el verdadero yo se encuentra en el negocio de las drogas; el club no es más que un mecanismo para lavar dinero, una fachada tan falsa que no tiene ni un décimo de la autenticidad del trío protagonista. Hay que estar con los amigos, con los hermanos no importe qué. El problema es que la vida "normal", la fachada falsa, comience a invadir la vida auténtica de Ghost y los suyos, como si el club lo convirtiera en otro sujeto. Es la disyuntiva entre tener una vida "legítima" o aquella, más difícil y peligrosa, que contiene los valores irremplazables que te formaron, que te han acompañado toda la vida, en las buenas y en las malas. "No pierdas la cabeza", "concéntrate en lo importante", etc. Por lo mismo, aunque ciertos elementos narrativos -giros, detonantes- parezcan un tanto usados y ya vistos con anterioridad, la serie tiene ese toque diferente que le otorga frescura al relato. En cierta forma, y sin querer exagerar -aunque quizás lo haga un poco-, en "Power" se subvierten las características de las historias de doble vida: Dexter no quería que su vida de asesino afectara su cotidianidad, Walter White no quería que los peligros de ser el todopoderoso Heisenberg afectara a su familia; St. Patrick, que claramente no quiere que descubran que es Ghost -para fines prácticos nada más-, no quiere, ni él ni su esposa ni su mano derecha, que la fachada del club invada su verdadera identidad, "Ghost", apodo que los verdaderos amigos pueden pronunciar. Y, debido a ello, una interesante enemiga es Angela Valdés, interés amoroso de Ghost y que, además de ser policía, puede significar un alejamiento de los principios de Ghost, que pasaría a ser Jamie. En "Power" la trama policial y criminal funciona exclusivamente para desarrollar los universos y contradicciones internas de los personajes, ya sea en sus relaciones interpersonales o de una manera más introspectiva. Si algo malo sucede, ya sea en el club o en las calles, sin duda que habrá un cambio en Ghost, en Tommy, en Tasha, y entre ellos mismos. La identidad personal y la identidad conjunta no siempre van de la mano.


  Con respecto a lo primero, y ya habiendo dejado claro que las líneas argumentales tienen cierta frescura incluso aunque en el papel luzcan ya vistas, también vale la pena mencionar que va atando y uniendo elementos de manera eficiente, lo suficiente para que no parezca ser del todo predecible. Algo interesante es ciertos paralelismos entre la vida de traficante y la vida de dueño de club: en ambos tiene una mano derecha blanca -Tommy en la vida real, Kantos en la fachada-, en ambos hay una mujer de por medio -Tasha como su esposa, Angela (latina) como el interés amoroso-, y en ambos hay una amenaza que enfrentar -la chica de las zapatillas en el imperio de drogas, Simons Stern en el universo de los clubes-. La gracia es que el interés amoroso de Ghost, Angela, es miembro de un comité que quiere atrapar a Lobos, el traficante cuya droga Ghost distribuye por todo New York. Como dice una cantante, huele a peligro. Pero lo más acertado, narrativamente hablando, sin contar los típicos peligros de que las vidas y sus respectivos problemas se entrecrucen, es que hay un misterio, una incógnita que resolver. Queda instaurado en el primer episodio: además de la amenaza de Angela Valdés y su fuerza policial, una chica de zapatillas rosadas se dedica y dedicará a atacar todo lo relacionado con la operación de Ghost. Y si el hombre no le quiere fallar a Lobos -un fracaso ante él es sinónimo de muerte-, tendrá que encontrar quién está detrás de esta sicaria. Una incógnita que mueve los hilos en la trama concerniente a las drogas; la del club viene de la mano del meteórico éxito de "Truth", y la mala leche con que lo miran los rivales.
  Todos los elementos anteriores -club, drogas, Angela, misterio- se conjugan bien en un final de temporada que, aunque no es del todo memorable ni emocionante, sí es prometedor y sugerente: el verdadero peligro parece que va a empezar a desatarse en la segunda temporada, que de paso tendrá dos episodios más que este primer ciclo, dando un total de diez. Ahora que mencioné esto de los episodios, vale la pena rescatar que las tramas son pocas y que por lo mismo no se pierden por las ramas; si ven algo es porque tendrá alguna relevancia y no serán minutos muertos -y eso que todos los episodios duran entre 55 y 59 minutos-.


  Además de la efectividad narrativa de los guiones, en "Power" también está presente una interesante visualidad que se acopla coherentemente con la historia. No es que veamos direcciones magistrales -en televisión rara vez hay un uso de la estética tan notable como en el cine-, pero al menos tienen lo suyo. El uso de las canciones de hip-hop está bien incluido, ya sea en lo más glamoroso o en la brutalidad de la calle. "Power" no estará entre las mejores series de la televisión, pero sí tiene calidad para disfrutarla sin ningún tipo de complejo: escrita y dirigida más que correctamente, con un fondo interesante -ni tan profundo pero sí distinto y coherente- y buenos personajes. Interesarse no es difícil y los ocho episodios bien valen la pena.
  En fin, "Power" es una serie que se va haciendo mejor con cada episodio, involucrándonos más con cada uno de los personajes -probablemente hasta Kantos te puede caer bien; a mi me cae bien: intenta hacer su trabajo aunque no lo tomen mucho en cuenta; la sorpresa es que un pedófilo maleducado como Nomar te cayera bien-. Tengo que sacar a colación al personaje de Tommy, interpretado por Joseph Sikora -el motero Ginger en True Detective-, que tiene un rostro muy bonito y una personalidad arrolladora. Además su personaje es un buen tipo y lo que es más importante, tiene lealtad, es un sujeto auténtico que se condice con uno de los principales temas de "Power": la autenticidad de tu identidad, el respeto por tus valores y tu familia. Quizás en la segunda temporada veamos que el mundo -de la droga y de los negocios, que es lo mismo al fin y al cabo- es un lugar que, más que buscar lealtades verdaderas -para con uno mismo o para con otros-, busca efectividad en los resultados. Dinero más que afecto. Después de todo, puede que un club sea tan peligroso como las viejas calles del barrio que Tommy y Ghost transitaban en su lejana infancia.

Lluvia de capturas

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