domingo, 4 de diciembre de 2016

The World Moves On - 1934


Director: John Ford

Ésta es la entrada número 900 del blog, así que por ello era justo y necesario comentar "The World Moves On", la cual sucede que es dirigida por John Ford, ergo, calidad indiscutible para la ocasión. Me pregunto qué película será comentada cuando lleguemos a la entrada número 1000, pero mejor mantener el misterio, ¿no? Antes de continuar, un par de cosas: la segunda temporada de "The Affair" no me gustó mucho, por eso mantenía cautela ante el estreno de la tercera, pero, ya vistos los dos episodios emitidos hasta el momento (creo que ahora mismo están emitiendo el tercero), debo decir que estoy encantado y conmovido con lo que están haciendo. Por último, hoy también emiten el episodio final de la primera temporada de "Westworld", el cual quién sabe cuándo veré, pero incluso cuando llegue ese momento, creo que me voy a dar el tiempo para ver la temporada completa otra vez, y es que hay un detalle (la foto de una mujer, en particular) que me revolvió por completo el cerebro y que me ha hecho cuestionar (para bien, por supuesto) qué he estado viendo. Oh, señor, voy a recorrer cada camino de ese laberinto, claro que sí...


"The World Moves On" es una película que estuve largamente buscando y no encontrando hasta que, felizmente, la encontré. La premisa me parecía del todo bella y sugerente, me era imposible resistirme: una saga familiar: la narración de las tribulaciones por las que debe pasar una acaudalada familia dedicada a la industria del algodón durante varias generaciones repartidas a lo largo y ancho de más de cien años de Historia. ¿No les parece tremendo e íntimo a la vez? Una familia que se jura y promete proteger sin importar qué, sin importar cuantas guerras y crisis le caigan encima, si bien resistir los embates de la vida nunca es fácil. Sin embargo, la película no sólo nos muestra la refrescante y dinámica intimidad familiar o cómo el devenir de la Historia se cierne sobre las promesas y los afectos, más importante (elemento esencial en una película de Ford), nos relata una profunda y bella historia de amor también transmitida a través de varias generaciones. Un amor imposible, un amor marcado a fuego: a veces el destino se hace sentir con más fuerza, resistiendo el paso de los años y de infinidad de acontecimientos.
No quiero desvelar más del sencillo pero elocuente y complejo entramado familiar e histórico que Ford nos narra con su habitual maestría, sólo señalar que van a seguir disfrutando de un director capaz de transitar entre distintos géneros con una agilidad sin igual manteniendo su delicioso sentido del humor y su exquisita sensibilidad, y es que alternar escenas románticas de gran lirismo con cruentas e impresionantes secuencias bélicas (varias de ellas sacadas, no obstante, de un film francés, "Les croix de bois") sin por ello caer en cursilerías, efectismos ni sentimentalismos no es poca cosa. Por si fuera poco, se transmite un discurso cuya fuerza y vigencia parece cobrar inusitada importancia, más a la luz de hechos recientes en los que se eligen payasos por presidentes y se celebran tiranos muertos como si fueran héroes. Increíble pensar que una película del año 1934 mostrara de manera tan contundente (y clarividente) el indescriptible miedo e incredulidad que causa la aceptación de totalitarismos, nacionalismos, racismos y toda clase de discursos intolerantes y odiosos, sensación que se acrecienta aún más con la aterradora secuencia en donde desfilan toda clase de comandantes, generales, fhürers (¿así es el plural? Probablemente no, jo, jo) hacia la Segunda Guerra Mundial (y toda clase de conflictos posteriores), que ocurriría cinco años después del estreno de una película que ya lo veía venir y que se cuestionaba, no sin rabia y tristeza, cómo es posible que, aún con la cantidad de matanzas y guerras cometidas por el hombre, sigan surgiendo líderes capaces de engatusar masas (irónicamente, a veces autodenominadas cultas y educadas). Así como está la cosa, ¡hasta la derrota siempre! Cómo no va a ser fácil convencer con un simple eslogan a la sociedad de los 140 caracteres...
Por si no ha quedado claro, "The World Moves On" es una película maravillosa que, por desgracia, tiene un final de invasivo y empalagoso tufo cristiano-religioso, y es que en nombre de una cruz también se han cometido muchos actos atroces, pero bueno, perdonando tan impresentable desliz, la película sigue siendo una maravilla (la caminata hacia el tren es preciosa, no me digan que no).

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