Director: Quentin Tarantino
(Iba a comenzar esta entrada diciendo algo como lo siguiente, o mejor en vez de reproducirlo lo resumo más o menos de la siguiente manera: me di cuenta que he ido al cine a ver las tres últimas películas del bueno de Tarantino, aunque no era algo conciente, simplemente así se dio: era cosa de que se estrenara un film suyo y yo "a verlo". Sumo a ello el visionado de "Reservoir Dogs", pues ayer, después de ésta, el Cine Arte Normandie exhibió también aquella su opera prima, y qué delicia, qué placer ver aquel heist en pantalla grande. En fin, digo todo esto porque así planeaba comenzar esta entrada, pensando, claro, que el tono iba a ser mayormente positivo. Como no será así, pues comenzamos de otra manera, ¿no?)
Bah, lo último de Quentin Tarantino. En realidad no hay tanto problema con eso; mientras se ve uno lo pasa la mar de bien, uno se divierte y, aunque la película dura casi tres horas, se pasa sorprendentemente volando, aunque ustedes saben que los metrajes largos no me amilanan (al contrario), qué, ¿creen que no tengo aguante?, y, por lo demás, cuando uno sale de la sala y reflexiona sobre la película es cuando la verdadera opinión toma forma.
En fin, no hablaremos de esas chorradas de carta de amor a una era o doppelgängers o de esos lugares comunes que supongo que los instaló el marketing desde mucho antes del estreno porque Tarantino, aunque es un narrador inteligente (en todo caso esta película está mejor filmada que escrita), ofrece un retrato decidida y conciente y orgullosamente pueril, ligero, frívolo, casi infantil e ingenuo, y si bien algunos detalles "escabrosos" (como por ejemplo que La Familia de Manson esté conformada en su mayoría por mujeres que deban satisfacer sexualmente a un viejo más muerto que vivo, que apenas puede levantarse de la cama) pueden pasar colados bajo ese tono cómico (a su vez bajo la excusa de la sutileza, de la no obviedad) que tanto encanta y obnubila al amaestrado público actual, la verdad es que a Tarantino, literalmente, se la suda todo eso y sólo busca contar una fábula hollywoodense, la fábula del vacío y la carencia de significados, la fábula de íconos e imágenes que con estilo pueden aparentar (actuar) tridimensionalidad y complejidad, y, por supuesto, crear nuevos paraísos. Anda a creerte que Tarantino va a hablar sobre la masculinidad o la femineidad o sobre problemáticas de género o demás intereses sociológicos y simbólicos. Te la compro de una. La capacidad simbólica de Tarantino no excede a la adoración simplista del fanático (podría añadir del neófito, pero seríamos inexactos, porque sabemos que Tarantino en verdad sabe de cine y en verdad ama al cine), así que no hablaremos del actor principal para el lado brillante ni del doble para el "otro Hollywood". La película es simplemente una cosa de camaradería y de darse la gran vida. Es una película sin argumento, lo cual no es malo: es una película de ambiente (no lo mismo que atmósfera), y el ambiente lo recrea bien (supongo: debo hacerle caso al público que repite esa frase como mantra; imagino que el respetable vivió aquella época, en aquel lugar, para afirmaciones tan rotundas) y todo es un sueño y es bonito y el único que la sufre es el pobre de DiCaprio, un actor de televisión que quiere dar el gran salto al cine pero que no puede, y no porque le falte talento. Lo secunda su mejor amigo/secretario personal, Brad Pitt, un sujeto al que le sudan las cosas tanto como a Tarantino y que se presenta como stuntman. Y mientras uno hace su día a día, entre reuniones y rodajes, el otro se pelea con Bruce Lee y visita ranchos hippies (satánicos y supremacistas, aunque esa parte la haya tapado la deslumbrante luz del sol de Hollywood). Y entre medio, la vida de Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, tan genial como siempre, aunque sí, en efecto, lo suyo sea como una actuación fantasma, luminosa y radiante y rutilante pero espectral al fin y al cabo, y supongo que ahí radica la clave de esta película: para qué adentrarse en las entrañas de las cosas si puedes quedarte admirando como bobo la belleza superficial. En este punto no sé si Tarantino establece una punzante y feroz crítica contra el voraz consumo cultural o si, tal como parece ser, sigue fabricando su juguetito. Desde luego la película es graciosa, DiCaprio sí que demuestra lo grandísimo y excelente actor que es, por él algunas buenas escenas se hacen memorables escenas (y me refiero a las más "calmadas", como la conversación con la niña actriz o su "mejor actuación de su vida"... lo del lanzallamas no es más que un exceso onanista que es demasiado incluso para un cineasta como Tarantino); Brad Pitt está muy guapo y muy cool, para qué negarlo, además le va bien la oscura pero irónica y desdeñosa ambigüedad que transmiten sus gafas y esa sonrisa tan canalla como amigable, y toda la secuencia del rancho probablemente sea lo mejor de la película. El resto del reparto, ya digo, es pura recreación y sus apariciones son tan anecdóticas que me sorprendería que alguien se humedezca con ello. Y luego está el final, el cierre, lo que todos, ejem, estaban esperando. No hay otra forma de decirlo: el final es burdo y ridículo, no por el giro que toma (en realidad me sentí aliviado de no tener que ver lo que todos pensábamos que íbamos a ver), sino por lo desmadrado, lo abrupto, lo pobremente ejecutado, tan pero tan brutal que es difícil de creer, verdaderamente gratuito (algo que por lo general dudo que salga de mi boca sobre las películas que veo), un ensañamiento que, no lo sé, me cuesta justificarlo en términos dramáticos y narrativos y lo-que-sea.
En todo caso, ya digo, mientras se ve, la película es divertida e incluso la matanza se disfruta a pesar del nivel de estupidez que exuda, además hay que apreciar el hecho que Tarantino haya apostado por un relato disperso y abierto, más "contemplativo" en el sentido de simplemente dejarse guiar por lo que hacen los personajes sin importar que no haya un gran conflicto central delimitado (aunque se entienda el rollo, mera excusa o premisa argumental, del actor que quiere ascender pero que sólo halla obstáculos) (aunque, para ser francos, se note que todo esté súper calculado). Además dirige con buena mano, técnicamente la cosa está bien, etc. Tampoco vamos a perder la cabeza por unas risas pasajeras: se pasa un buen rato, un rato ameno, pero la película es pobre y, sin ser mala, definitivamente es de lo peor de Tarantino y más allá del entusiasmo momentáneo, no resiste mayores análisis críticos. Sorprende que haya descendido tanto con respecto a "The Hateful Eight", aunque bueno, en esa el desenlace también deja harto que desear. Supongo que "Django Unchained" es su gran... oh, bueno, ahí también la cosa se pone tonta al final. Entonces tiene que ser el final del díptico de "Kill Bill", ése sí que lo recuerdo redondo y soberbio.
"Once Upon a Time in Hollywood", una entretenida decepción. (Perdón por terminar con una frase para el bronce, pero es que estoy buscando trabajo de crítico.) (Mentira, no me crean esas cosas que digo: moriré pobre pero honrado.)
Bah, lo último de Quentin Tarantino. En realidad no hay tanto problema con eso; mientras se ve uno lo pasa la mar de bien, uno se divierte y, aunque la película dura casi tres horas, se pasa sorprendentemente volando, aunque ustedes saben que los metrajes largos no me amilanan (al contrario), qué, ¿creen que no tengo aguante?, y, por lo demás, cuando uno sale de la sala y reflexiona sobre la película es cuando la verdadera opinión toma forma.
En fin, no hablaremos de esas chorradas de carta de amor a una era o doppelgängers o de esos lugares comunes que supongo que los instaló el marketing desde mucho antes del estreno porque Tarantino, aunque es un narrador inteligente (en todo caso esta película está mejor filmada que escrita), ofrece un retrato decidida y conciente y orgullosamente pueril, ligero, frívolo, casi infantil e ingenuo, y si bien algunos detalles "escabrosos" (como por ejemplo que La Familia de Manson esté conformada en su mayoría por mujeres que deban satisfacer sexualmente a un viejo más muerto que vivo, que apenas puede levantarse de la cama) pueden pasar colados bajo ese tono cómico (a su vez bajo la excusa de la sutileza, de la no obviedad) que tanto encanta y obnubila al amaestrado público actual, la verdad es que a Tarantino, literalmente, se la suda todo eso y sólo busca contar una fábula hollywoodense, la fábula del vacío y la carencia de significados, la fábula de íconos e imágenes que con estilo pueden aparentar (actuar) tridimensionalidad y complejidad, y, por supuesto, crear nuevos paraísos. Anda a creerte que Tarantino va a hablar sobre la masculinidad o la femineidad o sobre problemáticas de género o demás intereses sociológicos y simbólicos. Te la compro de una. La capacidad simbólica de Tarantino no excede a la adoración simplista del fanático (podría añadir del neófito, pero seríamos inexactos, porque sabemos que Tarantino en verdad sabe de cine y en verdad ama al cine), así que no hablaremos del actor principal para el lado brillante ni del doble para el "otro Hollywood". La película es simplemente una cosa de camaradería y de darse la gran vida. Es una película sin argumento, lo cual no es malo: es una película de ambiente (no lo mismo que atmósfera), y el ambiente lo recrea bien (supongo: debo hacerle caso al público que repite esa frase como mantra; imagino que el respetable vivió aquella época, en aquel lugar, para afirmaciones tan rotundas) y todo es un sueño y es bonito y el único que la sufre es el pobre de DiCaprio, un actor de televisión que quiere dar el gran salto al cine pero que no puede, y no porque le falte talento. Lo secunda su mejor amigo/secretario personal, Brad Pitt, un sujeto al que le sudan las cosas tanto como a Tarantino y que se presenta como stuntman. Y mientras uno hace su día a día, entre reuniones y rodajes, el otro se pelea con Bruce Lee y visita ranchos hippies (satánicos y supremacistas, aunque esa parte la haya tapado la deslumbrante luz del sol de Hollywood). Y entre medio, la vida de Sharon Tate, interpretada por Margot Robbie, tan genial como siempre, aunque sí, en efecto, lo suyo sea como una actuación fantasma, luminosa y radiante y rutilante pero espectral al fin y al cabo, y supongo que ahí radica la clave de esta película: para qué adentrarse en las entrañas de las cosas si puedes quedarte admirando como bobo la belleza superficial. En este punto no sé si Tarantino establece una punzante y feroz crítica contra el voraz consumo cultural o si, tal como parece ser, sigue fabricando su juguetito. Desde luego la película es graciosa, DiCaprio sí que demuestra lo grandísimo y excelente actor que es, por él algunas buenas escenas se hacen memorables escenas (y me refiero a las más "calmadas", como la conversación con la niña actriz o su "mejor actuación de su vida"... lo del lanzallamas no es más que un exceso onanista que es demasiado incluso para un cineasta como Tarantino); Brad Pitt está muy guapo y muy cool, para qué negarlo, además le va bien la oscura pero irónica y desdeñosa ambigüedad que transmiten sus gafas y esa sonrisa tan canalla como amigable, y toda la secuencia del rancho probablemente sea lo mejor de la película. El resto del reparto, ya digo, es pura recreación y sus apariciones son tan anecdóticas que me sorprendería que alguien se humedezca con ello. Y luego está el final, el cierre, lo que todos, ejem, estaban esperando. No hay otra forma de decirlo: el final es burdo y ridículo, no por el giro que toma (en realidad me sentí aliviado de no tener que ver lo que todos pensábamos que íbamos a ver), sino por lo desmadrado, lo abrupto, lo pobremente ejecutado, tan pero tan brutal que es difícil de creer, verdaderamente gratuito (algo que por lo general dudo que salga de mi boca sobre las películas que veo), un ensañamiento que, no lo sé, me cuesta justificarlo en términos dramáticos y narrativos y lo-que-sea.
En todo caso, ya digo, mientras se ve, la película es divertida e incluso la matanza se disfruta a pesar del nivel de estupidez que exuda, además hay que apreciar el hecho que Tarantino haya apostado por un relato disperso y abierto, más "contemplativo" en el sentido de simplemente dejarse guiar por lo que hacen los personajes sin importar que no haya un gran conflicto central delimitado (aunque se entienda el rollo, mera excusa o premisa argumental, del actor que quiere ascender pero que sólo halla obstáculos) (aunque, para ser francos, se note que todo esté súper calculado). Además dirige con buena mano, técnicamente la cosa está bien, etc. Tampoco vamos a perder la cabeza por unas risas pasajeras: se pasa un buen rato, un rato ameno, pero la película es pobre y, sin ser mala, definitivamente es de lo peor de Tarantino y más allá del entusiasmo momentáneo, no resiste mayores análisis críticos. Sorprende que haya descendido tanto con respecto a "The Hateful Eight", aunque bueno, en esa el desenlace también deja harto que desear. Supongo que "Django Unchained" es su gran... oh, bueno, ahí también la cosa se pone tonta al final. Entonces tiene que ser el final del díptico de "Kill Bill", ése sí que lo recuerdo redondo y soberbio.
"Once Upon a Time in Hollywood", una entretenida decepción. (Perdón por terminar con una frase para el bronce, pero es que estoy buscando trabajo de crítico.) (Mentira, no me crean esas cosas que digo: moriré pobre pero honrado.)
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