jueves, 29 de octubre de 2020

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Pues bien, no he leído nada de H. P. Lovecraft, aunque por ahí hay un par de Obras Completas que, aunque caras, lucen bastante apetecibles. Debo cuidar el dinero que me queda en todo caso, por si acaso, por ahora. Los excesos ya llegarán. Los excesos ya llegarán para recompensarme. ¿Salió ya el Play Station 5? ¿O sería mejor comprar la nueva X-Box, se llame como se llame? Me compraría el Cyberpunk 2077, lo he dicho en un par de ocasiones. Y jugaría el Red Dead Redemption 2 (incluso el 1) y el The Last of Us 2, del que no he visto ningún gameplay en ningún lado, teniendo la esperanza de que algún día pueda jugarlo y experimentar en carne propia la propuesta argumental de dicha segunda entrega. Y supongo que jugaría los otros juegos de generaciones pasadas de la Play Station, como todos los de Rockstar, ya sea L. A. Noire, o los GTA de nuevo, qué más da. ¿Sería ridículo comprar una webcam y un micrófono y equipo de streaming para hacer streaming y que llegue gente a donarme todo su dinero? Ja, ja, seguramente. Me pregunto cuál será la forma más rentable para vivir bajo la ley del mínimo esfuerzo, considerando que es muy probable que no pueda hacer lo que soñaba con hacer desde mi infancia, es decir hacer que las ideas cobren vida. A menos que ocurra un milagro. Y supongo que estoy tan desganado y desmotivado que aunque ocurriera el milagro, ocuparía ese milagro (es decir, mucho dinero: mucho dinero de una lotería extranjera, específicamente gringa) para dejarme tragar por los excesos, los deliciosos excesos.

En todo caso hablaba de Lovecraft al inicio porque llego con ese enorme vacío a la lectura de tres cómics de Alan Moore: The Courtyard, Necronomicon y Providence. Desde luego, se me escapan el 100% de las referencias estrictamente argumentales y mucho más de la mitología de Lovecraft, así que me sumergí en esos cómics sólo para disfrutar de una historia bien contada. De Alan Moore leí Promethea, hace mucho tiempo eso sí, pero les aseguro que es una genialidad, una verdadera genialidad en muchos sentidos. No he leído From Hell pero quizás eso sea lo próximo. Y creo que ya hemos hablado un poco de Watchmen y The Killing Joke en otros lados (¿qué otros lados?). Como sea, de esos tres títulos inspirados en el universo y mitología de Lovecraft, supongo que sólo me centraré en otros aspectos, si bien tampoco vamos a hacer un super análisis o lo que sea, de hecho será bastante simple.

The Courtyard quizás sea el cómic que más me gustó de los tres, no necesariamente por su escasa extensión como por lo intenso y concentrado de su propuesta, además de revestirse de un toque de relato policial. El asunto va de un agente especial del FBI que se dedica a investigar casos que van más allá del entendimiento, en otras palabras sobrenaturales (supuestamente). Eso lo lleva a un barrio de mala muerte a seguir la pista de un vendedor de drogas, de una droga nueva que está causando sensación, y que quizás tenga que ver con unos grotescos y brutales asesinatos que comparten el mismo modus operandi, aunque los autores varían, sin que éstos se conozcan ni nada por el estilo, entonces ¿de dónde demonios viene la coincidencia? Como sea, lo interesante y lo que me gusta es eso, que es un relato policial que plantea muy bien su caso, pero que lo plantea no para resolverlo de una forma convencional (porque de que se resuelve, en estricto rigor sí), más bien plantea el caso para introducirnos en este universo, para meternos de lleno en una experiencia diferente y llamativa, porque la noche del agente del FBI que investiga la famosa droga es, ejem, alucinante. Es a la vez como un ensayo sobre el lenguaje y la realidad, las percepciones, todo eso. Además la propuesta visual es sumamente interesante, pues son sólo dos viñetas, largas y rectangulares (de manera vertical), por página. Y no sé qué más decir. Desde luego los que sepan de Lovecraft encontrarán referencias y todo eso, yo identifiqué al tal Johnny Carcosa, pero eso de Carcosa lo inventó otro escritor parece. Como sea, ya sabrán ustedes.


Neonomicon es más bien una convencional secuela de The Courtyard, que sigue más o menos donde el primer cómic lo dejó, aunque con otros agentes del FBI. Acá ya se habla de Lovecraft propiamente tal, con la protagonista planteando la teoría de que los crímenes tienen que ver con Lovecraft o que la obra de Lovecraft guarda la verdad de esos crímenes. En cualquier caso, en este título también se deja de lado la ambigüedad del primero y se nos señala que todo eso de los monstruos es real y no una alucinación inducida por las drogas, lo cual para mí resulta algo menos interesante. Hay mucha sangre y mucho sexo, a veces juntos y revueltos, lo cual no es ni bueno ni malo, pero es lo que es y es mi deber (el deber es el deber) decirlo. Y el final es más o menos delirante, pero qué le vamos a hacer.


Providence es el más ambicioso y extenso, lo cual, por supuesto, no quiere decir nada de mi parte: decir que algo es extenso o corto no supone una medida de valor o de calidad, lo aclaro porque a veces la gente anda muy a la defensiva. Providence la protagoniza un periodista que quiere ser escritor, así que deja su labor como periodista para investigar cosas para escribir una novela. Decide investigar todo lo que esté relacionado con un manuscrito que, al parecer, hace que la gente se vuelva loca, manuscrito que, por cierto, inspiró a Ambrose Bierce y Robert W. Chambers (el periodista es seguidor y admirador de dichos escritores y de la literatura gótica y "de terror", aunque no sé si entonces existía tal etiqueta). Providence consiste en el viaje de este periodista-que-quiere-ser-escritor por pueblos y ciudades, investigando el folclor local de muchas localidades, entre otras cosas, cosas monstruosas y mágicas y oscuras que existen de manera subterránea, cosas que la sociedad no ve pero que existen, eso es lo que busca, eso es lo que quizás encuentre. Loveraft aparece como personaje y, por supuesto, juega un rol clave, en tanto Providence es tanto precuela como secuela de The Courtyard y Neonomicon. Es una propuesta muy interesante, sin duda, especialmente para los admiradores de Lovecraft, que sentirán gran gozo al zambullirse en el universo lovecraftiano que Alan Moore ha recreado con lujo de detalles, en ese universo, esa realidad que Lovecraft supo, más que crear, plasmar en sus escritos (según la tesis del cómic). Son doce números muy entretenidos de leer, aunque le achacaría cierta dispersión, quizás en los formatos, sobre todo el del diario del protagonista, que poco a poco se hace menos necesario, pues al principio era un compendio de conocimientos que encontraba aquí y allá, pero que luego se convierte en una cansina repetición de lo que ya vimos, pero en sus propias palabras, lo que es lo mismo básicamente. Y a quienes quieran quedarse a vivir en el universo de Lovecraft, seguramente se sentirán a gusto con sus números finales, muy locos pero muy divertidos. En términos cinematográficos, aunque por momentos es explícito en varios aspectos, Providence tiene un aire, un sabor, un tratamiento o visualidad que evoca a lo clásico (a mí al menos), de lo más exquisito y elegante. En  todo caso Alan Moore siempre es así: socarrón pero riguroso.


Nosotros, por ahora, por supuesto, seguimos adelante. Ahora me voy a dormir. Dulces sueños para mí.

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