Llegué mal informado a ver el especial Post Covid de South Park, que en estricto rigor es una película de una hora. En primer lugar no tenía idea de que South Park había firmado con Paramount+ un acuerdo exclusivo para producir y estrenar nada más y nada menos que catorce películas (para televisión, o mejor dicho para la multimedia, porque a eso se ha llegado ahora con las nuevas plataformas), a razón de dos al año, mientras la serie como tal fue renovada por no sé cuántas temporadas más. Digo esto porque pensé que este Post Covid era otro especial de Comedy Central, pero no, es el inicio de una saga que quién sabe de qué manera se relacionará con las nuevas temporadas por venir, porque está bastante claro el cómo se va a perfilar este serial. En realidad no es tan difícil, quizás sea una especie de Memento South Park: dado que las películas con Paramount+ se sitúan cuarenta años en el futuro, la trama de esas películas seguirán esa línea temporal, mientras que las temporadas televisivas continuarán lo visto en sus episodios más recientes, quizás para unirse en algún punto con ese futuro planteado en el Post Covid, precisamente como vemos en Memento, aunque quizás los personajes decidan cambiar las cosas, como en Looper. Interesante, ¿no?
En todo caso estaba más interesado en hablar de la película multimedia, si bien no será en modo reseña ni nada por el estilo, después de todo acá nunca emosido engañado, o sea perdón, acá nunca hemos sido muy formales, ni reseñas ni críticas ni qué sé yo, acá simplemente hablamos, comentamos las cosas que veíamos y sería todo. Y, para ser más específico, no me interesa hablar de la parte técnica o narrativa de la peli multimedia, ni analizar el futuro que plantea o buscar las quién sabe cuántas referencias pop. A mí me atraía sobre todo cómo sería el tratamiento de la nostalgia, inevitable cuando una historia que se desarrolla fundamental y esencialmente en un tiempo "pasado" de repente se traspasa al futuro, a un futuro radicalmente diferente, y qué más radicalmente diferente que abandonar la niñez para adentrarnos en la vida adulta de personajes que conocimos en, cómo dicen los poetas de pacotilla, en el amanecer de sus vidas (también dicen cosas como que el cielo se pone cáscara de durazno o damasco, ugh). Y bueno, no nos pondremos profundos ni nada, pero sí, me gustó el tratamiento de la nostalgia, que es básicamente lo que es: una molestia. Una molestia volver a lo que sea que tenga que ver con el pasado, digo, ¿a quién demonios puede interesarle volver a encontrarse con viejos amigos o revisitar casas antiguas o cochinas calles infantiles?, ¡todos siempre han querido abandonar el nido pero luego salen con que quieren volver a sus raíces! ¿Quién diablos puede quedarse estancado en la añoranza y evocación? No sé ustedes, pero yo tengo la suerte de estar muerto por dentro y no tener emociones afectivas, pero es que además siempre he sido de esos que pasan rápido la página despreocupándome pronto de alejamientos, quiebres o lo que sea, además como nunca he sido muy interesante para el resto (la gente se me acercaba para pedirme mi auto y ese tipo de cosas) me era facilísimo mantener una distancia social que luego, consumada, estaba plenamente asumida y aceptada. Como sea, Stan debe volver a South Park porque Kenny se murió (pero ahora de verdad), y aunque no quiera, debe hacerlo porque Kenny era su amigo y, por supuesto, el respeto es el respeto. Así, vemos en qué andan los sospechosos habituales: Cartman, ahora un rabino judío; Kyle, un post-hipster que no sé a qué demonios se dedica; y los demás, como Jimmy (también conocido como el doble del hijo de Walter White), que ahora es un comediante en un mundo en donde no se puede bromear con nada, y Wendy, Clyde, Token, Tweek, Craig... La idea es resolver el misterio de la muerte de Kenny justo cuando, por fin luego de cuarenta años, el covid se acaba y las cosas pueden volver a la normalidad. Y claro, si bien el tema invisiblemente central de la peli multimedia es que hay que crecer de una maldita vez, estamos ante una caricatura, políticamente incorrecta y grosera y lo que quieran, pero caricatura al fin y al cabo, y aunque no quiero spoilear nada (spoiler: no lo haré, putos llorones), parece inevitable que las viejas formas acaban imponiéndose, por comodidad más que por genuino afecto, y esto, supongo, va dirigido a los creadores del show, que sigue siendo igual de bueno que siempre, claro, para qué engañarnos, y como se ve en el Post Covid, South Park siempre será South Park, ahora o en cuarenta años más. Igual de bueno, pero igual.
Esto me cae como anillo al dedo a algo de lo que me he dado cuenta en los últimos días: la cantidad de películas de renombrados directores que son semi-autobiográficas o que al menos retratan una época y un lugar que les son personal e íntimamente conocidos. Coming-of-ages que parece que serán y ofrecerán lo que un buen coming-of-age debe ser.
Tenemos "The Fabelmans", co-escrita y dirigida por Spielberg, que debería estrenarse el próximo año, y de la que no se sabe mucho salvo lo siguiente: la historia de un joven que quiere ser cineasta mientras crece en distintas ciudades de Arizona. Todo inspirado en la vida del bueno de Steven. No hay trailer. Y puede que esta película sea una versión light y edulcorada (¿ah? ¿no es eso una contradicción?) de lo que debe ser un coming-of-age de verdad, pero ya veremos. Igualmente le tenemos fe. Mientras no sea como una Super 8 (la de Abrams) sin monstruos...
Tenemos también "Armageddon Time", mismo ejercicio escrito y dirigido por James Gray, un favorito de por acá. No hay trailer. Este puede ser un coming-of-age prometedor.
Sí hay trailer de "La mano de Dios", lo más reciente de Paolo Sorrentino. Un coming-of-age como debe ser: sobre un muchacho que, obligado por la vida y circunstancias, debe aprender a crecer, a aceptar el paso del tiempo y saber enfrentarse, para despedirse, de lo que ya no podemos llevar con nosotros mientras el futuro nos alcanza, y de cómo el cine, el arte y las historias lo ayudaron a eso. Tiene trailer y es bellísimo, como no podía ser de otra manera.
Finalmente tenemos "Licorice Pizza", lo nuevo del gran Paul Thomas Anderson. Perfecto trailer, con canción de Bowie y todo, si bien no está basado en su vida (más bien en las vivencias de un amigo suyo que era actor infantil) la película sí se sitúa en el San Fernando Valley de los setenta, que es donde creció. Acá no hay mucho análisis que hacer, quizás me den ganas de verla en el cine, si es que alguien se digna a estrenarla por acá.
Quizás lo haga el Cine Arte Normandie, que tiene una cartelera para chuparse los dedos. Sólo en la semana que va del diciembre 2 al diciembre 8 podría verse, por ejemplo, El planeta salvaje de Laloux, The French Dispatch del pequeño Wes, Last Night in Soho de Edgar Wright (estas dos últimas películas me muero por ver), Disparen sobre el pianista de Truffaut (imaginen ver semejante genialidad en una pantalla grande, por Dios), y darán de nuevo Reservoir Dogs, de Tarantino. Así que ya saben mis lectores/as de Santiago de Chile: si pueden, vayan. Yo no lo haré, es el horario y es el cansancio: me quedaría dormido.
Hablando del cine y de pasar la página, aunque adoro bromear con que como ahora ya no seré cineasta y que como todos mis sueños de cine están aniquilados ya nada me importa y estoy muerto por dentro (lo cual es cierto, pero como la vida es un chiste, una simple broma, es mejor reírse y tomárselo a la ligera), la verdad es que lo paso bien en el trabajo y me gusta más o menos la vida que llevo, esta nueva rutina de hombre trabajador no interesado en añoranzas. Podría ser mejor: podría vivir solo, alejado de mi familia, pero no todo se puede en la vida. Aunque claro, el cine no me abandona, yo no quiero abandonarlo, de todas formas busco cosas, y llego a estas casualidades, a estos bellos trailers. El trailer de "Licorice Pizza" hace algo mágico: me devuelve la vida, me lleva de regreso a ese joven ingenuo y furioso que era antes de aceptar el fin de mis sueños, me hace querer seguir intentando hacer algo en el cine, crear historias y filmarlas como sólo yo podría. Los directores de arriba son tremendamente afortunados y me alegro profundamente por ellos, por poder hacer películas y poder plasmar en pantalla sus emociones y pasiones. Yo no sé si haría algo autobiográfico, aunque lo más cerca era una idea enteramente ficticia, pero situada en un tiempo y un espacio que yo conocía bien, porque por ahí anduve revoloteando un poco. El año y el lugar son secretos, después de todo, mis ideas nunca serán reveladas, porque sería una traición: son historias de películas, de cine, no puedo decírselas así como así, mataría su esencia, ¿me entienden? Creo que ya lo dije en un post la otra vez...
Y en fin, eso es todo por hoy. Carlsen le ha sacado dos puntos de ventaja a Nepo, así que parece que el campeón seguirá siendo el genio noruego, incluso aunque Nepo comience a arriesgarse más cuando le toque con las blancas, porque como se ha visto, Carlsen, aún en terreno desconocido, sabe encontrar terreno firme y no caer en las trampas o tácticas del rival.
Ahí se ven...
Yo ahora mismo iré a ver si me han pagado para hacer algunas compras, aprovechando las últimas horas de ¡unas ofertas irresistibles!
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